¿Qué piensa la generación Z sobre la IA y la educación?

¿Qué piensa la generación Z sobre la IA y la educación?

Autor: Pedro Pablo Aguilera.

Facultad de Humanidades y Artes

La Generación Z es la nacida entre 1995 y 2010. Son los llamados «nativos digitales» ya que nacieron en un mundo invadido por el concepto del Smartphone, como también de las redes sociales y del acceso instantáneo a la información. Es decir, la tecnología no solo no les sorprende, sino que hace parte de su esencia.

porque la rigurosidad de la academia se vería afecta por una herramienta que automatiza el conocimiento a través de un escaneo rápido datos”

Por ello, al ver los resultados de la encuesta publicada en Utópicos Play a través de la pregunta: ¿Debería regularse el uso de la inteligencia Artificial en la Educación? Daba por descontada la respuesta y me sorprendió cuando el 58.1% está a favor de una regulación,  “porque la rigurosidad de la academia se vería afecta por una herramienta que automatiza el conocimiento a través de un escaneo rápido datos”.

Fue una respuesta inesperada en un doble sentido, ya que primordialmente es una postura de no asimilación, de no uso, de no incorporación de la quinta revolución de la humanidad como es califica la Inteligencia Artificial, (IA) luego de lo que significaron las revoluciones industriales que con el vapor, la electricidad, la Informática y el Internet. Eso lo esperaba de las generaciones precedentes, pero no de la Z.

Por otra parte, nuestra época vive en una crisis de valores y principios donde la ética del conocimiento y el aprendizaje está dominada mayoritariamente por el “todo vale”, el “copy”. Esa es una realidad, una queja y una autocrítica de muchos y muchas estudiantes de esta generación, todo un acto de honestidad que no negamos.

Me alegra por lo que significa esta “victoria” de la regulación ética y académicamente. ¿Quién dice que todo está perdido?como canta el viejo Fito Paéz, aunque el escepticismo me mate ante cada encuesta.

Por otro lado, está el 49.9% que consideraron que la IA no debe ser regulada en la educación “porque este tipo de herramientas facilitan la búsqueda de datos y el conocimiento tendría un aliado para cualificar la educación”.

Esta respuesta es mucho más práctica, pero también realista, no dice que se esté en favor de ya mencionado “copy”. No. Simplemente que asumamos la tecnología y sus resultados que disminuyen tiempo y errores para hacer una apropiación crítica de datos y procesos de búsqueda.

Esta respuesta era de esperar, pero como el viejo dilema entre apocalípticos e integrados que mencionara Umberto Eco en los 80’ hay mucha sendas y posturas.

Al final vuelvo a Fito y su canción (que recomiendo) “yo vengo a ofrecer mi corazón” y sé que la entrada de la IA.

No será tan fácil, ya sé que pasa

No será tan simple como pensaba

Como abrir el pecho y sacar el
alma

Una cuchillada del amor.

Nuestra época vive en una crisis de valores y principios

Donde la ética del conocimiento y el aprendizaje está dominada mayoritariamente por el “todo vale”, el “copy”. Esa es una realidad, una queja y una autocrítica de muchos y muchas estudiantes de esta generación, todo un acto de honestidad que no negamos.

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[Cuento] Cristal roto

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Autor: Valeria Contreras.

Facultad de Humanidades y Artes

Recuerdo que yo, Onak, era un pulpo con una vida muy aburrida, hasta que conocí a Cristal, una hermosa sirena de ojos azules como el cielo, que trasmitían paz como un manantial, a diferencia de mí, vivía muy feliz en las profundidades del océano, la adoraba y la protegía con todo mi ser. Por razones que ni siquiera yo conozco, nos hicimos mejores amigos, aunque fuéramos como el agua y el aceite. A ella siempre le gustaba que yo la acompañara durante todo el día a hacer sus quehaceres, pero en especial, a limpiar el mar, porque Cristal decía que gracias a mis tentáculos, podía recoger toneladas de basura en un minuto. 

Era una cueva grisácea de más de diez metros de alto rodeada por anguilas eléctricas, pero su interior era más escalofriante aún, porque estaba decorada con piedras afiladas y mohosas que tenían cráneos de humanos en sus puntas, y al fondo había una roca hueca con un montón de frascos de muchos colores extraños y un trono hecho de huesos de animales, donde Cristal vio a una mujer muy anciana, sentada y tiesa como una estatua. Sin importar su aspecto, le contó todo lo que estaba sucediendo.

La limpieza del mar era algo que hacía poco tiempo habíamos comenzado a hacer, porque unos años atrás, cuando apenas empezaba mi amistad con Cristal. Las aguas de nuestro mar eran las más puras del mundo, pero apenas aparecieron los primeros rastros de los residuos de los humanos, mi amiga pensó que ocurriría una catástrofe que terminaría con toda vida existente en la Tierra y el océano, porque esto sólo significaba que los humanos habían comenzado a destruir nuestro hogar, algo que sería muy difícil de detener, porque actuaban como si fuesen los Dioses del planeta, no les importaba causar daño para alcanzar sus metas. Entonces, ella tomó la decisión de que limpiáramos el mar al menos una vez por semana.  Pero, con el pasar del tiempo nos tocó empezar a limpiarlo casi todos los días; eran tantos desperdicios que ya ni mis tentáculos daban abasto para recogerlos. Pero no solo era la cantidad de residuos lo que más nos preocupaba, sino el hecho de que los animales y los corales ya se estaban muriendo por envenenamiento e intoxicación.

Yo notaba que la situación empeoraba cada vez más, que los demás habitantes acuáticos no se daban cuenta de la gravedad de la situación, y que mucho menos eran capaces de imaginar las consecuencias desfavorables que esto podría causar; pero había algo peor: al ser una civilización con mucha autonomía individual -e ignorancia también- no teníamos forma alguna de reclamarle al presidente o a los gobernantes del Palacio de Justicia Ambiental Acuático, y como nadie hacía nada, todo el peso recayó en nosotros. Sabía que esto le causaba mucho miedo y enojo a Cristal, quien tenía muy claro que al comienzo de la existencia, los habitantes de la tierra y del mar habían hecho el juramento sagrado de no causarle ningún tipo de daño al hábitat del otro, pero este pacto había sido roto por los humanos y ahora no sabíamos lo que iba a pasar.

La frustración y el desespero de mi amiga por querer hacer las cosas que los demás no hacían para proteger a su hogar y mantener vivo el juramento era muy evidente; recuerdo que todo el día quería estar limpiando y además había intentado fundar varias campañas de cuidado del océano, pero todas habían fracasado porque nadie se interesaba en ellas. Por esto, en su momento de mayor desesperación, me dijo que la acompañara a visitar a Nimue, la hechicera del mar.

-Vamos, acompáñame, es por una buena causa- lo dijo como si fuese una niña pequeña pidiendo un dulce.

-No, Cristal, ya te dije que no- le respondí casi que regañándola, algo que ella notó.

-No me regañes. Sabes que no te pediría algo así si no fuese algo que deseo con todo mi corazón. De verdad quiero salvar nuestro hogar- dijo mientras se quebraba su voz -no me dejes ir sola- Lo dudé mucho, pero era mi amiga y no permitiría que fuese sola.

-Está bien- le respondí a regañadientes- es la última vez que te dejo hacer algo así.

Al escuchar que aceptaba acompañarla, se mostró muy entusiasmada y de inmediato emprendimos este descabellado plan. Mientras nos dirigíamos hacía la cueva, Cristal me contaba que había decidido ir, porque un extraño, al que se había encontrado hacía unos días, mientras hacía su habitual limpieza, le había dicho que en la cueva más profunda del océano se encontraba Nimue, la hechicera que había concertado el pacto entre los dos mundos. 

Nimue tenía poderes extraordinarios, incluso la capacidad de convertir a las sirenas o a los tritones en humanos y a los humanos en sirenas o tritones, algo que nunca nadie se había atrevido a hacer, pero mi amiga estaba decidida a eliminar el problema de raíz. Tenía que tomar la iniciativa que ninguno del Palacio de Justicia Ambiental Acuático tomaba: subir a la superficie para saber qué era lo que había causado que los humanos rompieran el juramento, para así poder remediarlo. Es que ella nunca pierde la esperanza ante ninguna situación, por más difícil que sea. 

Aún así, me atreví a decirle que no estaba de acuerdo con aquella idea loca; además, no podía arriesgar su vida de tal forma, pero mis esfuerzos por retenerla eran en vano; ella daba su vida por cuidar a su hogar y no había nada ni nadie que la detuviera. Al encaminarnos hacia la cueva de la hechicera sentí escalofríos, el camino era tortuoso, había muchas plantas y animales venenosos difíciles de esquivar, pero lo más horrible fue cuando llegamos a la cueva. Era una cueva grisácea de más de diez metros de alto rodeada por anguilas eléctricas, pero su interior era más escalofriante aún, porque estaba decorada con piedras afiladas y mohosas que tenían cráneos de humanos en sus puntas, y al fondo había una roca hueca con un montón de frascos de muchos colores extraños y un trono hecho de huesos de animales, donde Cristal vio a una mujer muy anciana, sentada y tiesa como una estatua. Sin importar su aspecto, le contó todo lo que estaba sucediendo.

-Gran hechicera Nimue, es para mí todo un placer presentarme. Mi nombre es Cristal de Blue- se dirigió a ella con un profundo respeto, pero no se inmutó- vengo aquí para ser la primera sirena en convertirse en humana.

Me percaté de que Cristal por fin había captado la atención de la hechicera.

-Quiero convertirme en una de ellas para saber qué está pasando en el mundo humano, porque no entiendo porqué rompieron nuestro acuerdo- se notaba el desespero en su voz- de verdad no entiendo la razón por la que están acabando con nuestro hogar y haré lo que sea para detenerlo.

Al ver la urgencia con la que le hablaba, la hechicera por fin le respondió.

-Veo que estás decidida- se quedó pensando un momento mientras miraba el suelo- también noto una gran fortaleza en tu ser, así que te ayudaré.

-De verdad muchísimas gracias- dijo Cristal tratando de no llorar de alegría.

Nimue preparó la poción de transformación, mientras Cristal seguía hablando de lo preocupada que estaba, así que ni cuenta se dio, cuando en un instante ya estaba lista la pócima. Los ojos de mi amiga se iluminaron cuando Nimue puso en su mano un vidrio muy resistente en forma de caldero de bruja, donde se veía burbujear un líquido espumoso verde brillante, pero se notaba que no estaba prestando atención a la explicación de cómo se lo debía tomar; solo entendió que tenía que subir a la superficie y cuando ya estuviera cerca de la arena debía beber el brebaje. Así fue como lo hizo.

La acompañé hasta la orilla del mar y la vi convertirse en una humana. Ella llegó a la tierra como los Dioses nos enviaron, no tenía ningún conocimiento de la vida terrestre o de sus habitantes, pero lo que sí tenía de sobra era fuerza y seguridad de sí misma.

-Gracias por ayudarme, no te defraudaré -me dijo con una gran sonrisa en su rostro.

-Lo sé, mi hermosa Cristal.

-Gracias por confiar en mí- dijo mientras se secaba las lágrimas.

-Siempre lo he hecho y siempre lo haré- le respondí en un murmullo.

-Nos volveremos a ver pronto, Onak.

Pero lo que ella no sabía era que esa sería la última vez que nos veríamos. Yo me seguí enterando de todo lo que estaba sucediendo en el mundo humano desde la llegada de Cristal a él, porque casi todo el día estaba merodeando por la superficie para escuchar lo que murmuraban los humanos que pasaban a disfrutar de los paisajes paradisíacos.

Los primeros días después de su partida, me enteré gracias a un grupo de amigos que hablaban de lo ocurrido durante la última semana, mientras organizaban su picnic en la playa. Una de las chicas dijo que se sentía muy feliz de que una sirena, o ahora humana, tuviera el atrevimiento de manifestar delante de todos su enojo por el rompimiento del acuerdo y su intención de querer arreglarlo, costara lo que costara, y comenzaron a recordar que el primer día, lo primero que hizo Cristal fue pedir indicaciones para llegar a la plaza central de la ciudad. Ya allí, le arrebató a un anciano un megáfono con un gran cono rojo, cansado de tener que sostenerse con una agarradera desgastada, rallada y sucia, por la arena de la playa que había acumulado de tanto tirarlo al suelo, por lo que ya era casi imposible sostenerlo. Pero, gracias a que era liviano, aún le servía al anciano para ofrecer su mercado de frutas frescas. Haciendo caso omiso a sus gritos de reclamo y amenaza, se paró en un pequeño estrado de madera que se encontraba en la mitad de la plaza, que estaba a medio construir porque sólo tenía una base inestable armada con clavos mal puestos y oxidados, y exclamó:

-Humanos, escúchenme. Yo soy Cristal de Blue, sirena de lo más profundo del océano. Hoy me he convertido en una de ustedes para decirles que han roto nuestro juramento; están destruyendo mi hogar. Así que exijo que se presente ante mí el responsable de esto.

La multitud se quedó perpleja y luego de unos minutos de total silencio, apareció un joven de gran porte.

-Querida Cristal, soy Tristán Klein, el gobernante de Illéa, el responsable del rompimiento del acuerdo.

-Ah… así que tú eres el responsable de la destrucción de mi hogar.  ¡Exijo que me des una explicación!

Tristán pudo ver la ira en sus ojos.

-Ctistal, primero quiero que te calmes, así no vas a poder escucharme bien- dijo para tratar de calmarla.

-¿Calmarme?- se enfureció más- ¿Cómo quieres que me calme si están matando mi hogar?

-¿Mejor por qué no te bajas de ahí y me acompañas a un recorrido por la ciudad para que te vayas familiarizando?

Cristal no podía pensar bien por el enojo que sentía, pero luego de unos segundos, se percató de que con esa actitud no lograría nada, así que, algo dudosa, aceptó acompañarlo. La conversación fue interrumpida por los abucheos de sus amigos hacia uno de ellos por haber derramado el jugo de naranja en el mantel.

No volví a saber nada de ella en siete largos meses durante los que volví a mi antigua vida aburrida, insuficiente vida tan aburrida, que no sentía ni el más mínimo deseo por saber lo que estaba ocurriendo allá afuera. Pero de lo que no me había percatado era de que la salud de los habitantes acuáticos y de las plantas estaba regresando de poco a poco, lo que sólo podía significar que los niveles de contaminación habían disminuido; por lo tanto, la basura se estaba reduciendo. Cuando noté esto sentí que mi corazón rebosaba de alegría porque mi mejor amiga estaba logrando su cometido. Ese mismo día subí a la superficie, con la esperanza de encontrar a alguien hablando de los cambios que se estaban logrando. Iban dos chicas cuchicheando emocionadas algo que al principio no lograba comprender, porque estaban algo lejos de mí, pero cuando por fin pude captar lo que decían me sorprendí mucho.

No podía creer que Cristal se hubiese enamorado del tal Tristán. No era que no me alegrara, tan solo no me lo esperaba. De lo poco y nada que alcancé a escuchar, así habían pasado las cosas: Cuando se fueron al recorrido por la ciudad, Tristán le enseñó la ciudad moderna que había podido construir gracias a los avances tecnológicos y le explicó que muchas veces es imposible llegar a aquel nivel sin contaminar la naturaleza, a lo que Cristal refutó de una manera muy inteligente y sofisticada, explicándole qué estaba equivocado y le expuso varias propuestas ecológicas para erradicar la contaminación. El joven, al escucharla, quedó encantado por su inteligencia, así que con el tiempo fue conquistando el corazón de mi amiga y ahora hacen una hermosa pareja y un excelente equipo, porque tienen la misma meta: restablecer el equilibrio del juramento. Sentía que mi amiga estaba viviendo su vida soñada.

Pero la ilusión, la paz y los días cálidos de cielo azul despejado, donde el sol sonreía, sólo duraron hasta el día en que escuché un rumor que quería que fuese solo eso. Lo que más me preocupó fue que lo oí de los habitantes acuáticos, porque para que algo llegara a los oídos de ellos debía ser algo muy serio o grave. Las sirenas y los tritones iban por ahí diciendo que Tristán estaba a punto de renunciar a su puesto de gobernante y a su vida con Cristal, para irse con otra mujer que había conocido en una de las campañas propuestas por mi amiga.

Durante un par de semanas no quise acercarme a Illéa por miedo a confirmar aquellos rumores, pero luego de unos días ya no los pude ignorar más, porque de un momento a otro, nuestras aguas se estaban contaminando de nuevo a una velocidad increíble. En ese instante supe que algo no estaba bien en la superficie, y lo más probable era que ese algo fuesen Cristal y Tristán, por lo que de inmediato me dirigí a la superficie.

Me sorprendí mucho cuando vi una multitud de gente merodeando las orillas de mar, muchos de ellos estaban señalando un acantilado con una gran preocupación, por lo que miré hacia donde sus dedos señalaban y vi que lo que realmente mostraban no era el acantilado, era la montaña de basura que había en él. Quedé muy aturdido, no entendía lo que decían las voces de los humanos, respiré profundo y traté de calmarme, pero seguía muy desconcertado, así que con mucho esfuerzo logré distinguir un chico que hablaba con la que parecía ser su abuela sobre lo decepcionados que estaban de mi amiga y de, al parecer, su ahora ex pareja.

Aquel chico me había confirmado los rumores; Tristán le había sido desleala ella y a su pueblo, ya que hacía un poco más de una semana se había ido con otra mujer a una ciudad lejana, por lo que toda la responsabilidad de Illéa recayó en Cristal. Pero fue algo que ella no pudo soportar por el gran dolor que sentía, su corazón estaba destrozado. Al parecer, Cristal también había abandonado los deberes que debía cumplir mientras ocupaba el puesto del gobernante, porque había caído en una tristeza tan profunda que no podía ni levantarse de la cama, pero también los había abandonado por la ira que sentía por la traición de Tristán. Cada vez que intentaba salir de aquel vacío, recordaba que él la había traicionado en una de sus campañas, así que de nuevo, por rabia y dolor, caía en la cama y se negaba a retomar su fuerza y voluntad de querer reparar el juramento.

Cristal ocultaba su dolor con egoísmo, se negaba a escuchar las protestas que sus habitantes hacían por la gran contaminación que había, tanto en Illéa como en el océano. Ya no haría nada para cambiar esto porque sentía que luego de dar todo por ellos y por el juramento, sus esfuerzos no valdrían nada y sus ciudadanos simplemente pisotearían su corazón, tal como lo había hecho Tristán. Así que mi amiga, cegada por su desconsuelo, olvidó todo lo que algún día quiso hacer.

Debido al ritmo de crecimiento y avance de la población, la producción cada vez aumentaba más, por lo que cada día había más basura y más contaminación. Los sistemas de gestión ambiental ya habían colapsado y nadie, además de Cristal, era capaz de dirigirlos, así que, como ya ni Illéa daba abasto, los ciudadanos comenzaron a deshacerse de la basura tirándola al mar, pero con lo que no contaban era que el océano tampoco iba a dar abasto, porque su producción era exagerada. Lo único que causaron fue que tanto los humanos como las sirenas y los tritones se enfermaran hasta morir lentamente, incluso yo ya me había comenzado a sentir muy débil, porque la comida que estábamos consumiendo estaba infectada de residuos tóxicos.

Ya el malestar que sentía no solo era por mi salud, sino por la pena que sentía por Cristal. Se me hacía imposible asimilar el hecho de que una chica risueña, llena de sueños y de fortaleza no hubiese podido sanar su corazón roto, pero lo que me impactaba aún más era que estuviese actuando tan vilmente. Y como era de esperarse, todo se volvió un caos. Los habitantes de Illéa y de las profundidades del mar, al ver tan crítica la situación, decidieron aliarse para desterrar a Cristal, porque no hacía nada por ellos y tampoco permitía que ellos hiciesen algo por salvar sus hogares. A la fuerza, entraron en su morada, la sacaron sosteniéndola de los brazos y piernas y la obligaron a salir de Illéa.

Mi salud para ese entonces iba en declive, pero lo que hizo que ya no tuviese fuerzas para seguir luchando fue enterarme de que mi amiga había quedado vagando por las ciudades como un alma en pena. Caminaba sin rumbo por las calles desoladas, oscuras y frías, con el que antes era su vestido vestido favorito, pero el que ahora se veía triste, porque había pasado de tener un color morado brillante a un morado descolorido por el sol y la lluvia. Tampoco tenía ya su voluminosa falda ni su ceñida cintura, que con el decorado de encaje en las mangas la hacía lucir esbelta, pues ahora, todo su vestido estaba rasgado, sucio y con rotos irremediables; era deprimente verla sollozando y murmurando el nombre de Tristán, su vida se había destruido por un amor que no valía la pena. Mi amiga, a la que cuidaba cual cristal, se había roto. Y un cristal roto no se repara.

Tenía la esperanza de que algún día ella recapacitara y se diera cuenta del daño que había causado, pero si esto llegaba a ocurrir, ya sería demasiado tarde y yo ya no estaría para consolarla y ayudarle a curar su corazoncito; mi cuerpo ya no tenía la suficiente salud para resistir. Sé que la muerte estaba detrás de mí, pero eso no es lo que me angustiaba, sino pensar qué sería de la vida de mi amada Cristal cuando viera la catástrofe que causó, porque mientras ella vagaba, los humanos estaban en guerra con las sirenas y los tritones, una guerra sangrienta y sedienta de poder. Definitivamente habían roto el juramento, ya no peleaban por cuidar sus hogares, ahora ambos mundos peleaban por poseer el puesto de gobernante y los habitantes acuáticos querían venganza por el daño que les había causado, pero además morir por la guerra. Morían a causa de la fuerte contaminación de los alimentos, del agua y del aire. Y lo que no sabían era que habían desatado una catástrofe irremediable.

Al ver el panorama apocalíptico, Nimue decidió revelar el secreto de la humanidad mejor guardado. Salió a la superficie y con capacidad de entrar en la mente de quienes quisiera, leyó un pedazo pequeño de pergamino arrugado y manchado por los tóxicos donde decía que si ya no quedaba ni un ser viviente en la tierra o en el mar a quien le importase el juramento, se desataría el fin del mundo. Las guerras no tendrán fin, la contaminación no se podría reducir ni retener y la muerte de todo ser vivo sería inevitable. “Esto será un castigo por romper el juramento, así que morirán lenta y dolorosamente”. Y ya estaba ocurriendo, pero yo no tendría que vivirlo por mucho tiempo, Cristal sí.

Pero lo que ella no sabía era que esa sería la última vez que nos veríamos

Yo me seguí enterando de todo lo que estaba sucediendo en el mundo humano desde la llegada de Cristal a él, porque casi todo el día estaba merodeando por la superficie para escuchar lo que murmuraban los humanos que pasaban a disfrutar de los paisajes paradisíacos.

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[Cuento] Caminada en llamas

Autor: Luz Clarita Colorado Guerrero.

 

Freepik imágenes.

En un frío pueblo al sur de Colombia, había una noble, inteligente y bondadosa niña llamada Luciana, cuya madre, Elvira, permanecía en casa, ya que padecía una extraña enfermedad. Su padre trabajaba en la plaza del pueblo, vendiendo flores que él mismo cultivaba. Dicho pueblo se caracterizaba por sus lindos páramos, cultura y extrañas costumbres; una de ella se llamaba Caminada en Llamas, una tradición que se aplicaba cada vez que un individuo del pueblo osaba interrumpir la paz de este, ya sea robando o peleando. Este castigo consistía en hacer caminar descalza a la persona por un camino de piedras calientes.

Un día, Elvira estaba viendo su novela favorita, la de las tres de la tarde, cuando cayó al suelo mientras intentaba llegar al sillón. Por desgracia, estaba sola en la casa, ya que su esposo Felipe estaba en el trabajo y Luciana estaba en el colegio.

Promediaban las seis de la tarde, cuando Luciana y Felipe regresaron a casa y encontraron a Elvira todavía en el suelo, Inmediatamente, Felipe llamó una ambulancia y sujeto a Elvira en sus brazos.

-Luciana, busca el bolso de tu madre y verifica que su identificación este ahí.

-Sí, papá. ¿Crees que estará bien? Preguntó Luciana sollozando.

-No lo sé, hija. Apresúrate a conseguir sus cosas, cierra la puerta de atrás y hazme saber cuándo la ambulancia este aquí.

El paramédico entró velozmente para socorrer a Elvira y así llevarla al puesto de salud más cercano. En el camino, Felipe no dejaba de pensar en el miedo que sintió la vez que casi pierde a su esposa, en aquel tiempo la enfermedad de Elvira solo contaba con pocos casos en el país y los doctores no sabían cómo lidiar contra ella, era algo nuevo tanto para el personal médico como para la pareja. Ese mismo pavor recorrió su cuerpo mientras estaban siendo trasladados al hospital, la idea de perder a sus esposa y madre de su hija le aterrorizaba.

Luego de una larga espera, el médico finalmente dio respuesta sobre las causas de aquel desmayo: la enfermedad había avanzado rápidamente y la medicina que tomaba no le seguía haciendo efecto; por ende, le recetó un nuevo medicamento que era muy costoso.

–  Doctor ¿cómo está mi esposa?

– Señor Felipe, lamento informarle que la enfermedad de su esposa ha avanzado notoriamente, su cuerpo dejó de responder al medicamento y ahora necesita con urgencia esta nueva medicina. En el momento se encuentra estable, se le dará salida mañana al mediodía.

– Gracias doctor.

Tras esta triste noticia, Luciana lloró en su cuarto a escondidas de sus padres, pues era consciente de que la situación económica en la que estaban no era buena y el nuevo medicamento costaba mucho más que el anterior. En ese instante, aquella niña estaba siendo invadida por pensamientos que intentaban darle una solución a lo que estaba afrontando, navegaba a la deriva dentro de posibles opciones, pero nada le resultaba viable; la primera opción, era hacer postres para la venta, pero no sabía prepararlos, ya que Elvira siempre era la encargada de hacerlos, Luciana sólo ayudaba a pasarle los trastes; la segunda opción era conseguir un trabajo, pero estaba muy joven para ello y no le darían empleo en ningún lugar y la tercera opción, era ir por el medicamento a la farmacia y pagarlo cuando tuviera el dinero, pero no estaba segura si el tendero le permitiría, fue ahí cuando su padre le informó sobre su decisión, trabajaría más tiempo en la plaza para recolectar el dinero, pero sus intentos fueron casi nulos, ya que no vendía la cantidad de flores suficiente para reunirlo. 

– Luciana, hija, quiero hablar contigo.

– Si papá.

– Como sabes, tu madre ha empeorado, el medicamento usual ya no funciona así que debe tomar otro del doble del valor, por ende, trabajaré horas extras en la plaza.

– Esta bien, cuidaré a mamá al llegar de la escuela. ¿Se va a recuperar, cierto?

– Espero que sí, Luci.

Desesperada por ayudar a sus padres y hacer lo posible para que su madre mejorara, Luciana se encaminó hacia el parque principal del pueblo; en el camino encontró una farmacia, donde preguntó por la medicina que su madre necesitaba, y en un momento de descuido del tendero, Luciana agarró la caja y salió presurosa. Al darse cuenta, el farmaceuta empezó a gritar “¡ladrona, ladrona!” y de inmediato, las personas de las tiendas vecinas salieron a ayudarlo.

Al ver a la muchedumbre que corría detrás de ella, Luciana se detuvo; sin conmoverse, los aldeanos pudieron ver cómo rodaban las lágrimas por su rostro; la multitud, enfurecida, se preparaba para aplicar la tradición de la Caminada en Llamas.

– ¡pagaras ladrona!

– ¡Lo siento! Gritaba Luciana mientras era juzgada por el gentío.

– ¿por qué lo has hecho?

En ese momento, Felipe iba camino a casa, cuando observó el alboroto y descubrió que era su hija quien sería enviada por el camino de piedras calientes; al acercarse la escuchó en medio del llanto, cuando confesaba la razón por la que había robado el medicamento.

– ¡No quería hacerlo! Pero no tuve más opción, mi madre está muy enferma y no tenemos suficiente dinero para cubrir sus gastos, no quería robar, sólo no quiero que mi mamá muera.  Confesó Luciana.

Al oír su respuesta, conmovidos, todos decidieron que solo por esta vez no sería aplicada la tradición; sin embargo, Miguel, el hijo del tendero, no muy contento con esto, reclamó justicia, porque sentía que su padre había sido ofendido, así que pidió que el remedio fuera cobrado por el doble de su valor; preocupados al oír su petición, Felipe y Luciana pidieron que les fuera permitido pagar en el trascurso de la semana, mientras que el pueblo, afligido, hizo una recolecta para reunir el dinero.

– ¡¿Acaso están locos?! Exclamó Miguel. ¿Cómo es posible que la pequeña ladrona se salga con la suya? Entiendo su delicada situación, pero debe pagar por lo que ha hecho.

– Lo pagará, o, mejor dicho, lo pagaremos. Cualquiera podría estar en su situación. Gritó un hombre de la multitud mientras sacaba la billetera de su pantalón.

– Es cierto, no están solos en esta situación, niña linda. Apoyó la vecina Gladis.

Y en un parpadeo, el remedio estaba pago. Agradecidos, Luciana y Felipe regresaron a casa a cuidar a Elvira. Con esto, Luciana aprendió que a pesar de la situación en la que esté, siempre es mejor hacer lo correcto y nunca más volvió a robar.

[Cuento] Nuk

Autor: Katherine Escobar –  José Donaldo Gutiérrez. 

Freepik imágenes.

Había una vez un joven llamado Nuk, quien vivía en una aldea indígena en las montañas de

Colombia. Nuk era conocido por su sabiduría y su habilidad para comunicarse con los espíritus de la naturaleza. Un día, la aldea fue atacada por un grupo de guerreros extranjeros, que saquearon y destruyeron su hogar. Al anochecer, el padre de Nuk se dirigió a su casa, donde le expuso los peligros que corría la comunidad por el ataque de los guerreros extranjeros.

–Hijo, la comunidad está siendo atacada y diezmada, parte de la aldea se refugió en lo más alto de la montaña –le dijo su padre, desde la puerta de su casa.

– Tranquilo, padre, te prometo salvar la aldea con la sabiduría y habilidad que poseo para comunicarme con los espíritus de la naturaleza – contestó Nuk.

Desde niño, Nuk alcanzó la sabiduría espiritual. Cuando tenía siete años se encontraba al interior del bosque cazando, cuando un espíritu del bien lo visitó y le comentó que él era el elegido por la naturaleza para proteger sus secretos. Pero a cambio, se debía enfrentar a todo enemigo que atentara contra la naturaleza y su comunidad.

El joven resolvió emprender un viaje para pedir ayuda a los espíritus de la naturaleza.Durante su travesía, encontró a un viejo sabio que vivía en una cueva y que tenía la habilidad de controlar el viento. El sabio le explicó a Nuk que los guerreros extranjeros estaban siendo controlados por un espíritu maligno que habitaba en el monte más alto de la región y que no creía en la magnitud de poder que poseía ese espíritu maligno, para querer acabar con los guerreros y toda su comunidad.Nuk decidió retrasar su travesía, en la cueva donde habita el viejo sabio, para aclarar sus pensamientos e ideas acerca del espíritu que pronto debería enfrentar.

–Tengo miedo de enfrentarme a dicho espíritu esta noche- le dijo Nuk.

-No te preocupes, que de día o de noche el espíritu posee la misma energía y está en ti, que obtengas toda tu fuerza interior- contestó el viejo sabio.

El valiente guerrero decidió enfrentarse al espíritu maligno y salvar a su aldea. Ascendió hasta la cima del monte y allí se encontró con el espíritu maligno.

– Ya no tienes nada que hacer, pues tu pueblo hace parte de mi vasto imperio y hasta el momento nadie ha tenido la capacidad para enfrentarme en batalla- dijo el espíritu maligno.

– Claro que podré derrotarte, de eso no tengo duda, ya que poseo dos grandes habilidades, la bondad y la sabiduría espiritual que acompañan mi ser día y noche.

En medio de la lucha, el guerrero recordó las enseñanzas que le había brindado el espíritu de infancia, en su momento de entrenamiento interior, cuando le recalcaba que la bondad y la sabiduría son las fuerzas más poderosas del universo. En ese momento, Nuk se desmayó y el espíritu maligno gritó con furor ‘¡LO VENCÍ!’.  Pero lo que el espíritu no sabía era que de acuerdo con el poder y sabiduría espiritual que poseía el guerrero, pudo absorberlo al cambiar el color de su aura.

Después de una intensa lucha, logró derrotar al espíritu maligno y liberar a los guerreros de su control. Fue tanto el furor que sintió este espíritu al verse derrotado, que destiló su odio hacia el guerrero.

– Me has vencido esta vez, pero tu victoria no durará mucho, tenlo por seguro- dijo el espíritu.

– Por más odio que destiles hacia mí, deberás aceptar mi victoria por siempre – contestó Nuk, irradiando felicidad.  

Cuando regresó a su aldea, fue recibido como un héroe y su sabiduría y coraje fueron honrados por toda la comunidad. En su recibimiento, el padre decidió ofrecerle la protección espiritual por parte de toda la aldea.

–Hijo mío, te pido que seas nuestro mentor y guía espiritual supremo- le dijo su padre.

– No puedo, ya que para ser su guía espiritual supremo debo aprender más sobre las complejidades que abundan en nuestra naturaleza, respondió Nuk.

–Pero ¿cómo es posible, si venciste al espíritu maligno? Le pregunta el padre.

– Te propongo algo, padre, haré un viaje de autoayuda en saberes ancestrales y, aceptaré tu petición al regresar.

La razón por la que el guerrero no recibió esta gran distinción fue su lucha interior con la oscuridad que poseía el universo, por medio de los espíritus malignos que aun abundan en la naturaleza y que este juró derrotar.

Desde entonces, Nuk vivió una vida plena y en armonía con la naturaleza, y su legado inspiró a muchos jóvenes de la aldea a seguir su camino y proteger su hogar y su cultura.

[Cuento] El encuentro Real

Autor: Santiago Motato – Sol Ortega – Esteban Lozano.

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Hace mucho tiempo, en existió una chica llamada Elizabeth, quien se caracterizaba por ser muy empática con las personas de su alrededor y por buscar el bien colectivo, además de ayudar a su madre María, que había sufrido una fractura en el pie izquierdo, mientras lavaba las prendas de las mujeres de la nobleza. Debido a esto, Elizabeth empezó a trabajar en jornadas dobles para poder sostener a su madre y a ella misma.

Un día, Rodny, un vasallo del pueblo se desplazaba en caballo hacia su casa que estaba ubicada a las afueras del pueblo cercana donde vivían Elizabeth y su madre. En su camino vio a cinco miembros de la Guardia Real entrando inescrupulosamente a la casa de María, quien se encontraba sola. Al percatarse de esto, Rodny se dirigió hacia el río, donde se hallaba Elizabeth cumpliendo su labor de lavandera, a avisarle lo que estaba sucediendo en su casa.

  • ¡Elizabeth, Elizabeth! – le dijo Rodny, agitado.
  • ¿Qué pasa, Rodny? –Responde Elizabeth.
  • Vi cómo cinco guardias estaban entrando a tu casa, apresúrate para que llegues a tiempo a ver qué está sucediendo –le informó.

Elizabeth salió corriendo hacia su casa, preguntándose qué estaba ocurriendo.

Mientras se acercaba, notó cómo dos de los guardias cargaban a su madre de una forma brusca y sin consideración por su estado de salud. Al llegar Elizabeth, de forma agresiva le preguntó a uno de los guardias:

  • ¿Por qué se están llevando a mi madre?, ¿qué ha hecho para que la traten de esa manera?
  • ¡Cállese! –le gritó el general que estaba a cargo de la escuadra- Su madre es una vil ladrona y deberá pagar por sus crímenes.
  • Mi madre no es ninguna ladrona, qué tienen para comprobar dicha acusación- respondió Elizabeth.
  • Su madre es culpable de robarse las prendas de la nobleza que tenía que lavar –le aseguró el guardia, con un tono desafiante- Es por eso que la vamos a llevar al calabozo.

Impotente ante lo que estaba ocurriendo, Elizabeth se lanzó e intentó atacar al general, pero él ordenó que la capturaran por intento de agresión a un rango alto de la Guardia Real. Ella se rehusó y forcejeó con el guardia que la quería subir al carruaje para llevarla al calabozo junto con su madre. Elizabeth sintió cómo se le rasgaba la manga derecha de su vestido, dejando a la vista una mancha café de forma circular muy peculiar, semejante a la que caracterizaba a la realeza.

El general, que por su rango tenía conocimiento de los rasgos genéticos de la realeza, quedó atónito y se generó un momento de silencio, con mucha tensión. Un guardia le hizo recobrar la conciencia, diciéndole:

  • ¿Qué ocurre, mi general?, ¿se siente bien?
  • Sí, estoy bien –respondió el general- Súbanla al carruaje y vámonos rápido al castillo, necesito hablar con el rey.
  • Como ordene, mi general –acató el guardia.

Al llegar al castillo, encerraron a Elizabeth y a María en el calabozo, donde se encontraban los ladrones capturados, mientras el general se dirigió a hablar con el rey Alberto.

Una vez juntas y sin guardias alrededor, Elizabeth le preguntó su madre:

  • ¿Por qué te están haciendo tan grave acusación, madre?
  • Hija, soy inocente, no me he robado ninguna prenda, el día que tuve el accidente, el río se llevó las prendas y al ser ropa fina que solo usa la nobleza, no tengo cómo pagarlas – respondió María.
  • ¿Por qué no me dijiste antes para buscar una solución? – preguntó Elizabeth.
  • Perdóname por no avisarte, pero no quería meterte en más apuros – contestó María.

Minutos después, el general llegó con dos guardias, interrumpió la conversación y ordenó que llevaran a María y a Elizabeth al cuarto de interrogación, donde las esperaba el rey Alberto.

Cuando se encontraron con el rey, María se indispuso completamente. Se sentía una tensión en el ambiente. Alberto la miró fijamente, notando las facciones de alguien que recordaba desde hacía mucho tiempo.

De inmediato, María quiso explicar lo sucedido con las prendas de la nobleza para que tuvieran piedad de ellas y las liberaran, para que pudiera trabajar y pagar la deuda, pero el rey la interrumpió y le preguntó a María acerca de la mancha que tenía su hija en su brazo derecho.

En ese momento, y en medio del pánico, María supo que tendría que revelarle a Elizabeth un gran secreto.

  • Madre, veo que no me has dicho toda la verdad sobre mi nacimiento y sobre quién es mi padre – le reclamó la joven.
  • Solo trataba de hacer lo correcto y manejar la situación yo sola, por miedo a sufrir humillaciones de parte de la realeza – le respondió María con un tono triste.
  • Siempre has podido contar conmigo para cualquier problema, hemos superado obstáculos todo este tiempo. ¿Necesito la verdad! – le exigió Elizabeth, expresando su desilusión.
  • La verdad es que hace mucho tiempo, en secreto de todos, cuando Alberto era aún príncipe, tuvimos un romance, pero debido a que yo no era de sangre real, su padre, el rey, decidió cortar el lazo emocional que tenía entre los dos y me quitó el trabajo que tenía en el castillo, sin saber que yo estaba embarazada de ti – le confesó María.

Perpleja ante gran descubrimiento, Elizabeth decide confrontar al rey cuestionando sus acciones, y pidiendo razones para entender por qué hizo lo que hizo.

El rey, atónito con la confesión de María, ordenó que los guardias se salieran del salón. Al quedar a solas con Elizabeth y María, el rey Alberto le confesó a María que después de no conocer el paradero de ella, muchas princesas llegaban de otros reinos buscando ganarse el favor de su padre, para convertirse en su esposa. Debido a que el reino estaba pasando por una crisis económica en su pueblo, Jericó, por el surgimiento de la plaga del gusano rosado que afectaba la producción de algodón, se necesitaba la unión con otro reino para poder sostenerse de otra producción, mientras se exterminaba dicha plaga. Pero Alberto, no encontraba en ninguna de las princesas la personalidad que lo volvía loco, y eso generaba un conflicto con su padre, quien en ese momento ya tenía claro que su muerte se aproximaba.

Una noche de intenso frio, El rey Emmanuel empezó a tener dificultad para respirar y pidió a los guardias que llamaran a su hijo Alberto, para expresar su última petición:

  • Hijo mío, mi momento ha llegado, y quiero pedirte como último deseo que desistas de la búsqueda de María y priorices el bienestar del reino y del pueblo – le expresó Emmanuel, con jadeos.
  • No digas eso, padre, hoy solo es un mal día, ya mañana estarás mejor y podrás recuperarte, solo dame tiempo de buscar una solución – le respondió Alberto, con lágrimas en los ojos.
  • No extendamos más este sufrimiento, hijo, solo quiero que antes de partir, pueda estar seguro de que vas a hacer lo correcto – le contestó el rey.
  • Te prometo que lo voy a hacer, padre, pero resiste, te necesito al lado mío – le garantizó Alberto.

En la madrugada del día siguiente, el rey Emmanuel sufrió un paro respiratorio y falleció. Esa misma mañana convocaron al pueblo para poder coronar al nuevo Rey de Jericó.

A partir de ese momento Alberto le cumplió la promesa a su padre, de tener como prioridad al pueblo, buscando soluciones para poder acabar con los problemas que enfrentaba. Es por eso que dejaron de cultivar algodón y optaron por sembrar maíz e incrementar la tala de árboles para producir madera.  De esta manera, pospuso la búsqueda y se centró en salvar el reino. Como sus sentimientos hacia María se mantenían intactos, fue pasando el tiempo sin que conseguir esposa fuera para él una necesidad.

Después de explicar sus razones, Alberto le pidió disculpas por no hacer nada ante la drástica decisión de su padre. A Elizabeth le pidió perdón por no estar presente en su niñez y no brindarle un apoyo, como un verdadero padre lo debería hacer. Después, le propuso a María ser parte de la realeza, casándose con él, y a Elizabeth que le permitiera recuperar el tiempo perdido, integrándose al reino y permitiéndole iniciar la relación padre-hija.

Al escuchar la verdad, María decide contarle todo lo que ha sucedido desde que ella se quedó fuera del cargo en la realiza. Empieza contando que cuando la echaron, ella decidió que iba a luchar para tener a su hija sana y salva así no tenga apoyo del padre, al primer mes empezó a construir su propia casa hecha de palos y madera, ya que necesitaba cuanto antes un techo para poder brindarle a su hija una casa y un sustento medianamente aceptable. Al terminar la creación de su hogar, empieza a buscar trabajo en los establecimientos de comida y granjas de cultivo para poder obtener dinero para comer, pero no le brindaban el apoyo y siempre querían aprovecharse de ella para que trabaje gratis. Al encontrarse muy deprimida por la situación en que se encontraba, decide sentarse en la puerta de su hogar para desahogarse y llorar. En ese momento se acerca una persona con una carretilla, al verla así decide acercarse para ver que era lo que ocurría:

  • Pasaba por aquí y te vi deprimida, ¿me quieres contar que ocurre? – Le pregunta el desconocido.
  • Me encuentro sin trabajo, sin dinero, no puedo sostenerme a mi misma, y poco a poco va creciendo una personita dentro de mí y estoy viendo que no podré cumplir todo lo que me propuse hacer por ella – Le explica María entre lágrimas y jadeos.
  • No te preocupes madame, al saber que tienes un bebé en camino, no puedo dejarte aquí tirada, así que te ayudare con comida y a conseguirte un trabajo en el que puedas mantener a ti y a tu futuro hijo – Le promete el desconocido.
  • No puedo confiar en alguien que no conozco, hasta la familia de mi hijo nos abandonó, ¿qué puedo esperar de alguien que acabo de encontrarme? – Le cuestiona María.
  • Se me olvidaba, ¿Dónde están mis modales?, mi nombre es Rodny, y tranquila que no me voy a aprovechar de ti, es solo que al tener hijos uno sabe lo importante que es para uno, así que, de padre a madre, te aseguro que te ayudaré – Le responde Rodny.

Al terminar la conversación, Rodny decide llevar a Elizabeth a su hogar donde se encuentra su esposa e hijos, y deciden ayudarle brindándole almuerzo todos los días y apoyo emocional. Al cabo de unos días, su querido amigo le consigue un trabajo en el que no tendría que salir de su casa, simplemente Rodny le llevaba ropa sucia que le pertenecía a la realeza y Maria se encargaba de lavarla.

Al terminar de contarse sus historias cruzadas, Elizabeth se da cuenta que ni su padre ni su madre han tenido una vida muy fácil, y decide expresarle sus sentimientos encontrados al escuchar las travesías de cada uno.

Terminando su momento sentimental, Elizabeth y María entendiendo dicha situación, de que en la realeza no se pueden tener relaciones amorosas con personas que no sean líderes de un reino, deciden perdonarle sus acciones, pero les pide respeto ante la decisión de esperar un tiempo a que ellas piensen el futuro que les depara de ahora en adelante.

Pasado un tiempo, ellas deciden irse a vivir al castillo junto al rey Alberto sin pensar en todos los cambios y responsabilidades que iban a adquirir en esta nueva etapa como reina y princesa, el cargo las obligaba a actuar y a comportarse de una forma diferente a lo que ellas estaban acostumbradas porque tenían que adoptar el rol de integrantes de la realeza. Además, de mantener constantes conflictos con las damas de compañía y el personal que las educaban ya que las hacían sentir inferiores a ellas al momento de ayudarlas a vestir y al brindarle conocimiento sobre las normas que se rigen en el reino. Al cabo de unos meses, de sufrir cierta clase de tratos desagradables, ellas deciden comentarle al Rey Alberto sobre su inconformidad acerca de la discriminación que están sucediendo y que poco a poco se están cansando y si esto seguirá así, desistirán de su cargo y se irían lejos del reino y del pueblo e iniciar una nueva vida en un pueblo diferente. El rey al escuchar eso les pide que no tomen decisiones a la ligera ya que él podía resolverlo.

La tarde del día siguiente, llamaron a Elizabeth y María para dirigirse hacia el salón a comer la merienda. Cuando estaban por terminar la comida, las cocineras se despistaron por un momento ya que se cayeron unas ollas, al ver este hecho, una de las damas de compañía se acerca al plato de la futura reina y le echa 5 gotas de veneno para rata. Al momento de brindarle a cada persona su comida, todos observan que uno de los platos presenta un color café turbio, pero no le prestan importancia, lo cual Elizabeth al percatarse de que dicho plato se dirige a su madre, decide obstaculizar a la cocinera Martina que se lo lleva, y le pregunta:

  • Señorita, ¿me puede explicar porque el plato de mi madre presenta este color tan raro? Le cuestiona con voz amenazante Elizabeth a Martina.
  • También me preguntaba lo mismo princesa, pero creo que es por algún condimento extra que le echaron al plato de su madre – le responde Martina
  • Me puede hacer un favor, ¿puede tomar un sorbo para poder asegurarme que es un condimento más? Le exige Elizabeth a la cocinera.

Al escuchar esta petición, Martina inocente de lo que le esperaba decide tomar un sorbo de dicho plato. Al tomar una cucharada, de repente se cae al suelo y empieza a salirle espuma de la boca.

Elizabeth y María, al presenciar esta escena, dieron por aceptado que su presencia no estaba siendo aceptada por el resto de la realeza y es ahí cuando deciden dimitir como reina y princesa, abandonar el reino y viajar hacia un pueblo desconocido para volver a su antigua vida.

Fin.

Buchitolo, un corregimiento en completo olvido

Autor: Tamara Cabal Garay.

Reunión de líderes y habitantes que quieren ser escuchados. Autor: Tamara Cabal Garay. 

El acceso al agua es un derecho humano vital para la dignidad de todos y este derecho es un bien muy escaso en la comunidad de Buchitolo.

Según la Constitución Política de Colombia 1991, artículo 365 “Los servicios públicos son inherentes a la finalidad social del Estado. Es deber del Estado asegurar su prestación eficiente a todos los habitantes del territorio nacional”. Sin embargo, los habitantes de Buchitolo, en Candelaria nunca han tenido una prestación eficiente del acueducto.

La situación se puso tensa el pasado mes de octubre, pues se sintió el inconformismo de la comunidad, por el alza en el cobro del servicio del acueducto de $9.000 pesos. El descontento es porque el agua no es potable, no es tratada, llega sucia a la población más alejada del tanque, en el suministro llega muy poco líquido y tiene culebrilla; esto se les hace injusto a los habitantes, como también que el costo sea de $30.000 pesos y el servicio sea tan inhumano.

La CRA (Comisión de Regulación de Agua Potable y Saneamiento Básico) es la encargada de decidir cuánto incrementa anualmente el servicio de acueducto, lo que expresan algunos líderes y habitantes es que esta entidad debe cerciorarse qué tipo de servicio están ofreciendo a las comunidades para poder dar el aval de subir o no el costo del mismo.

Luego de la queja de gran parte de la población, con rapidez los líderes y la junta de acción comunal acordaron con los habitantes una reunión el mes de octubre para tratar la problemática, llegar a un acuerdo en conjunto y enviar una invitación cordial al señor alcalde, Jorge Ramírez y a la gerente de Emcandelaria (empresa municipal encargada del acueducto en el sector), Sara Eva Mendoza.

La reunión que se había acordado con la gerente de Emcandelaria y el alcalde fue cancelada, porque Mendoza expresó que por sus ocupaciones se le hacía imposible asistir.

El descontento de la comunidad es cada vez más evidente, acordaron no pagar el recibo hasta que no se dialogara y se diera una justificación del por qué en el alza del mismo y finalmente en el mes de noviembre se llevó a cabo la reunión en la que se llegó a un acuerdo con la comunidad de cancelar el incremento en el costo del servicio.