¿Una epidemia silenciosa?

¿Una epidemia silenciosa? 

Por: María Camila Chica Londoño - Jesús David Echeverri Reyes - Sebastián Alderete Uribe

Facultad de Humanidades y Artes

Actualmente, uno de los principales efectos en la salud visual es el uso de dispositivos electrónicos. Adicionalmente, la poca importancia que se le da a las medidas preventivas en materia oftálmica ha desatado una epidemia silenciosa que puede afectar a las próximas generaciones de manera irreversible. 

“El apego tecnológico está teniendo un costo inesperado: el deterioro de  nuestra visión. A los niños les pasan tablets o dispositivos  lectrónicos para entretenerlos. El niño desde bebé empieza forzar de más para ver de cerca. Los ojos hacen algo que se llama convergencia, pero en un bebé que está todo el tiempo haciendo eso, tienden a quedarse mirando de cerca. Entonces ese niño, cuando tenga 8 años, va a tener muchos problemas visuales

De acuerdo con el optómetra Gabriel Toro, las consecuencias de esta epidemia silenciosa van más allá de la simple necesidad de usar gafas. El deterioro de la visión puede limitar las oportunidades educativas y laborales de los jóvenes, afectar su calidad de vida y tener un impacto significativo en la sociedad en su conjunto. “El apego tecnológico está teniendo un costo inesperado: el deterioro de nuestra visión. A los niños les pasan tablets o dispositivos electrónicos para entretenerlos. El niño desde bebé empieza forzar de más para ver de cerca. Los ojos hacen algo que se llama convergencia, pero en un bebé que está todo el tiempo haciendo eso, tienden a quedarse mirando de cerca. Entonces ese niño, cuando tenga 8 años, va a tener muchos problemas visuales”, explicó.  

Por otro lado, el oftalmólogo John Zabala comentó que “en estas dos décadas que he podido estar atendiendo pacientes, el uso de las pantallas cada vez más frecuente ha tenido dos consecuencias. La primera es que los pacientes están presentando más miopía y como segunda, más ojo seco, debido al uso frecuente de las pantallas o por muchas horas, que hace que las personas disminuyan su tasa de parpadeo por minuto”. 

Es importante aclarar que el daño por las pantallas es más contúndete en las personas de 0 a 22 años, debido a que su ojo está en proceso de formación.  El doctor Zabala explicó que las personas mayores de 40 años empiezan a tener una visión deficiente para ver de cerca, cuando puede aparecer la presbicia y tienden a tener un poco más de ojo seco, a causa de cambios hormonales y otras enfermedades como la diabetes, la artritis y diferentes tipos de enfermedades. “Entonces, en los adultos realmente es la suma de múltiples factores y eso hace que su calidad visual vaya disminuyendo, comparado con una persona de 20 o 30 años” explicó. 

Desafíos en la atención visual: La prevención como escudo eficaz  

A causa de esta problemática, se han creado diferentes soluciones, que van desde la ciencia médica hasta los saberes ancestrales. 

De acuerdo con los especialistas, el bienestar visual es fundamental para mantener un estilo de vida saludable; por ello, desde edades tempranas es crucial el chequeo de la vista con un oftalmólogo y adoptar hábitos saludables, como descansar la vista si se está la mayor parte del tiempo expuesto a una pantalla.  

Sin embargo, la organización Doctoralia identificó en 2021 que el 42% de la población colombiana no acude al especialista visual, por olvido o pereza. En parte, según el optómetra Toro, esto se debe a que “muchos profesionales de la salud tratan a la gente como si solo fuera un dolor de cabeza y no sé por qué actúan así, porque realmente cuando las personas vienen a buscar ayuda, es porque algo les molesta o les duele, si no, no irían a buscar a un profesional que les ayudara”. 

Otro factor es la superficialidad en las consultas oftalmológicas o de optometría por medio de las EPS, con solo 20 minutos por paciente, debido a la cantidad de público que tienen que atender, lo que puede llevar a diagnósticos erróneos.  

Casos del día a día  

Diego Franco, trabajador del Centro de Producción Audiovisual de la Universidad Santiago de Cali, es un claro ejemplo de cómo la ciencia médica ha cambiado su manera de vivir. Relata que todo empezó a los 4 años: “mis papás empezaron a detectar que yo tenía problemas para para mirar de lejos. A veces no reconocía personas y también veían que me acercaba mucho al televisor para ver mis caricaturas”, comentó. 

Los médicos descubrieron que padece tres afecciones: astigmatismo, miopía y estrabismo; por esta razón, desde entonces usa gafas permanentes. “Al principio fue un tema muy incómodo, porque uno de niño suele jugar mucho y para mí representaba una incomodidad tener gafas”, agregó Franco. 

Otro caso es el de Valentina Peña, profesional en el área de la belleza en Cali. “A los 14 años me diagnosticaron hipermetropía y tengo que usar gafas de manera permanente, pero ya las siento como un accesorio para mi rostro, muy de vez en cuando suelo cambiarme a lentes de contacto; sin embargo, siento que con su uso prolongado me cansan más la vista y aparte de eso soy fotosensible”. 

Isabella Montoya es una estudiante universitaria que desde los 8 años tiene miopía y astigmatismo. Su tratamiento se centró en el uso de gafas. Ella comenta que desde hace dos años empezó a rotar su tratamiento con lentes de contacto y “ha sido un cambio bastante significativo, ya que es más cómodo para enfrentar el día a día”, expresó Montoya. 

Caso similar es el de Juan Camilo Guerrero, quien estudia y trabaja al mismo tiempo; él comenta que desde los 11 años empezó a tener diferentes problemas visuales. Cuatro años después tuvo la oportunidad de probar los lentes de contacto. “La comodidad de los lentes y al hecho de que a la hora de realizar actividades físicas o realizar algún deporte, no tengo esa restricción dan las gafas”, comentó Guerrero.  

Medicina ancestral para curar los problemas de visión 

La sananga es una medicina tradicional que viene de la tribu Yawanawá, una comunidad indígena que se conoce como los guardianes legales del Amazonas. La sananga es una medicina a base de plantas medicinales, especialmente la Tabernaemontana Undulata, que ayuda a curar las dolencias físicas y culturales, generando una nueva forma de percepción y enfoque del entorno.  Se administra en gotas oculares, 

Actualmente, el filósofo italiano Andrea Ferrera está ubicado en Pereira realizando a sus pacientes diferentes rituales ancestrales, entre ellos con la sananga. En diálogo con Unimedios contó cómo es el tratamiento: “Es un proceso de 15 días, aplicándolo todos los días, hacer una pausa de 7 días y repetir a los 15 días, sanándote la visión. Empiezas a sentir un espíritu dentro de ti mismo, te empiezas a dar más percepción, más intuición, en una profunda limpieza energética. Es a nivel no solo visual, porque realmente te limpia a nivel, espiritual y emocional”. 

Mitos sobre la salud visual 

A lo largo de las generaciones colombianas, han existido mitos sobre la salud visual, que se transmiten de las personas de avanzada edad a los más jóvenes en el hogar. Estos mitos los esclareció el optómetra Gabriel Toro: “Los alimentos, como las zanahorias de colores, se llaman betacarotenos. Esos son importantísimos para la retina, para que ella funcione, pero en la niñez”, es decir, mientras el ojo esté desarrollándose. 

Otro mito es que a los bebés se les debe aplicar leche materna en el iris para que los ojos no tengan cambio de color mientras se desarrolla el infante, pero el oftalmólogo aclaró que “en la leche materna hay muchos microorganismos, porque son las defensas que se le dan en la alimentación al bebé, pero esos microorganismos pueden atacar al ojo”. 

Recomendaciones para una buena visión. 

Algunas de las recomendaciones para mantener una buena salud visual son: mantener una buena distancia cuando se está expuesto a las pantallas; también, aplicar la regla 20-20-20, que consiste en que cada 20 minutos miremos algo que está a 20 metros de nosotros durante 20 segundos. Otra opción es utilizar “las gafas de descanso, ponerle filtros para protegerse de la luz con un filtro antirreflejo. Pero no necesariamente una persona que vea bien, por el hecho de estar usando una pantalla tiene que usar unas gafas”, comentó el doctor Zabala. 

Las consecuencias de esta epidemia silenciosa van más allá de la simple necesidad de usar gafas o lentes de contacto. El deterioro de la visión afecta la calidad de vida de los jóvenes y el apego tecnológico está teniendo un costo inesperado: el deterioro de la visión. La IAPB (Agencia Internacional para la Prevención de la Ceguera) lanzó una campaña precisamente para concientizar sobre esta epidemia silenciosa llamada “2030 in Sight”, consistente en impulsar la salud visual en todos los rincones del mundo, ya que se pronostica que, si no hay cambios, para el 2050, 1.800 millones de personas sufrirán de alguna afección visual.  

“Al principio fue un tema muy incómodo, porque uno de niño suele jugar mucho y para mí representaba una incomodidad tener gafas”.

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