Mauricio Belmonte: Evolución periodística.Mauricio Belmonte derrocha simpatía en medio de la entrevista. Mauricio Belmonte (44 años) cuenta con más de 25 años de experiencia y eso hizo que al recibir la dirección del programa Tardes del sol –que emite a diario el...
CARCELES ¿ESCUELAS DE VIDA?
Son muchas las incógnitas que existen sobre si las cárceles cumplen con su función de resocializar a los presos. Y es que no es para menos, lugares como estos se prestan para continuar con actos delictivos como la extorsión y el secuestro, dejando en entredicho su principal responsabilidad: recuperar al ser humano.
Por ley, las cárceles deben cumplir con la función de acoger a quienes han cometido delitos; también deben prestar una atención orientada hacia el tratamiento y recuperación del interno. Actividades lúdicas o académicas son algunos de los espacios que se les brindan; desafortunadamente, el hacinamiento y la tercerización de los servicios penitenciarios han impedido la continuidad de este tipo de procesos.
Según estadísticas del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC), en las cárceles existe un hacinamiento promedio del 53%, para un total de 117.000 presos distribuidos en todo el país.
Esto quiere decir que si decidiéramos meter estos reclusos en un estadio de fútbol como el Pascual Guerrero, se tendría que llenar cuatro veces su capacidad y aún así quedarían por fuera más de 17.000 internos.
Carmen Piedrahita, psicóloga que ha trabajado por más de 20 años en el sector carcelario y en derechos humanos, manifiesta que es difícil desarrollar buenos procesos de resocialización: “En las prisiones colombianas, el tratamiento hacia el interno es complicado, debido a que primero, los servicios los presta un agente externo y segundo, una vez finalizados los contratos con estas empresas, se demoran en renovarlos y no hay continuidad en estos espacios”.
Pero el papel de la resocialización no solo les corresponde a las instituciones, también lo tiene la sociedad. La falta de oferta laboral es una problemática que surge en esta situación. Si bien, son muy pocos los internos que aprovechan el aprendizaje de cursos técnicos que se les ofrecen, una vez recobran la libertad las oportunidades son mínimas. Tal vez por miedo o por desconfianza, en muchos casos los empleadores no le dan trabajo a un ex convicto.
Deyanira Carabalí, dueña de la peluquería Francesca, ubicada cerca a la cárcel de Villanueva de Cali, explica que no se arriesgaría a contratar a un ex presidiario por miedo a que le haga daño o le robe los implementos de trabajo.
“Es difícil confiar en una persona que estuvo en la cárcel. Aquí me llegó un personaje así y tenía buenas capacidades, sabía lo que hacía pero por temor decidí no contratarlo. Él mismo me contó dónde aprendió a cortar el pelo y fue en la cárcel; eso me generó desconfianza. Yo soy de las personas que piensa que desde el mismo momento en que alguien entra a la cárcel pierde reputación y sentido en la sociedad”, señaló Carabalí.
A pesar de todas estas dificultades, el Inpec busca contribuir a la resocialización, por medio del tratamiento penitenciario y estimulando la buena conducta, con la convicción de que al interno que ingrese como detenido no se le puede juzgar ni tratar por su delito; por el contrario, se le debe garantizar su dignidad y el respeto de los derechos humanos porque a la cárcel entra la persona y no el delito.
Destacados
- “la tercerización del servicio también es otro factor, muchas veces esta función la presta un agente externo y una vez finalizado, los contratos se demoran en renovarlos”.
Por: Stiven Daza Prieto
@StivenDaza95
El abuelo del Quindío, residencia de la palma de cera y nido del cóndor
Al llegar a estas hermosas tierras se siente que se visita al más amoroso viejito, a la gente no le falta la sonrisa enruanada por el frío, combinada con los aromas del café con agua de panela y canela, y todas las tradiciones que los octogenarios de la casa llevan en verbo y gracia.
La historia relata que el primer asentamiento del Quindío fue Salento, por allá en 1842. Con 174 años, este municipio goza del apodo de “El Abuelo del Quindío”. Su gente sabe que el turismo es su gran fuente de trabajo, por lo cual atender bien al visitante es su prioridad. Pareciera que siempre están de buenas pulgas para recibir a los curiosos turistas, que por estos lados no solo son nacionales, pues abundan los extranjeros.
Subiendo al mirador en búsqueda de una copa carretillera de aguardiente Antioqueño para repelar el frío incesante de la noche, está una cantina tradicional. Con una sonrisa enmarcada en un enorme bigote, el propietario del lugar recibe a los turistas; al otro lado de la barra está Thu, una minúscula mujer de apariencia juvenil.
En el momento en que nos sentamos en los butacos de la barra, Thu nos pidió una fotografía, en su español indescifrable. Después del protocolo de acercamiento empecé una charla con la también turista; al son de aguardientes y cubas libres conseguimos un vínculo abierto entre nuestra realidad y la de un mundo aparte nacido en Vietnam y fundamentado en la moderna Alemania, mostrando así que todo puede suceder en Salento.
A la cantina llegan muchos turistas extranjeros, tal vez sean sus encendidos colores, sus mesas de billar, la música de la montaña o el encanto de la gente, pero es un lugar sumamente atractivo a ojos internacionales,
Thu es una vietnamita de treinta años, que aunque vive desde adolescente en Múnich, Alemania, trae en sus rasgados ojos todos los pesares que su tierra relata a través del tiempo. Un día, en su trabajo como asistente de computadoras ingresó en la red y se encontró con un colorido aviso que le hablaba de una tierra lejana de sabores, olores y visiones distintas a su realidad, Colombia.
Thu relató con su raro español: “Vengo de Bogotá, ya me he montado en un sin número de flotas y en mi cámara guardo más de mil fotos de los hermosos paisajes que he descubierto y los rostros en los que encontré generosidad, felicidad y amabilidad”.
Un rato después ingresó un grupo grande de amigos de Thu, entre ellos un mexicano, Mario, y una estadounidense, Kathy, quienes hablaron de sus planes de viajes, destinos y aventuras ya vividas.
No todo lo que brilla es oro
La adorable Salento esconde a pocos minutos una verdadera sorpresa llena de orgullo y belleza… El valle del Cocora. Desde los 1.300 hasta los 4.750 metros sobre el nivel del mar, este punto protegido por los organismos encargados de preservar el medio ambiente ofrece un increíble clima entre el frío y el páramo, con inalcanzables palmas de cera y nubes repletas de humedad.
Hace algunos días se encendieron las alertas en todo el país por la posibilidad de otorgar una concesión minera al mega monstruo buscador de oro Anglo Gold Ashanti Limitada, poniendo en riesgo la cuna de la palma de cera y el hábitat del cóndor, ambos símbolos patrios.
Actualmente existen tres concesiones mineras en el municipio, que paradójicamente posee un amparo ambiental en un 98% de su territorio; por otro lado, el 87% de sus tierras están legalmente reconocidas como Distrito Regional de Manejo Integrado, pues hacen parte de una estrategia de la conservación sostenible de la biodiversidad.
“Menos del 2% no tiene alguna declaratoria de protección ambiental. Salento provee de agua a Circasia en un 70%, también a Armenia, Calarcá, La Tebaida, y se surte así mismo, es decir, es un productor hídrico del departamento del Quindío”, esto fue lo que la personera del municipio, Yessica Herrera, declaró para el portal de internet Contagio Radio.
La presión de grupos ambientalistas y de pobladores locales forzaron a esta mutinacional a renunciar a sus 13 títulos mineros en el Quindío, como lo revelaron diversos medios de comunicación el pasado mes de marzo.
Según el Diario del Quindío, versión online, “la información la confirmó el delegado de la Anglo, Carlos Hernando Enciso, quien dijo que la petición de renuncia se había hecho de tiempo atrás, a sabiendas de la declaratoria de este departamento como Patrimonio de la Humanidad por su Paisaje Cultural Cafetero”.
Otros títulos mineros también fueron objeto de renuncia, según revela este diario que confirmó la Agencia Nacional de Minería. “De los 42 títulos mineros otorgados en los tres municipios de Salento, Córdoba y Pijao (Tolima), un 70% están en proceso de renuncia por parte de las empresas, todos ellos de oro, y ninguno actualmente en actividad (…). Todos los títulos otorgados en el área en mención fueron concedidos antes del 2011, cuando se constituyó la Agencia Nacional de Minería, y en Salento, exactamente son 17 títulos, 15 de ellos en renuncia”, añadieron en la comunicación”.
Así, turistas nacionales y extranjeros podrán disfrutar de una región libre de minería y con la garantía del respeto por el medio ambiente.
Planes en Salento
- El canelazo de Salento tiene un je ne sais quoi que lo hace especial. Este néctar se puede encontrar en cualquier café de los alrededores de la plaza.
- Paseo en caballo por el Valle del Cocora, es en este lugar con palmas de cera donde vive el cóndor.
- La trucha abunda por las aguas de esta región, que es preparado en los restaurantes, frito con tostada de plátano verde y ensalada.
- Al final de la calle principal está el mirador, donde se contempla el Valle del Cocora en todo su esplendor.
Por: Sara Hoyos
@SaraHoyDice
ORO OLÍMPICO EN LEVANTAR CABEZA
Lo que pasaba por su mente antes de levantar (cabeza fría) se alineó con lo que sintió su corazón después de coronar (calor en el pecho). La gloria llegó separando la emoción de la concentración, siendo cada una indispensable en su tiempo correcto.
Oscar Figueroa, único varón de oro olímpico en Colombia, es un ejemplo de superación y gallardía. Después de 3 Juegos Olímpicos (Atenas 2004, Beijing 2008, Londres 2012) donde se había destacado, conquistó la medalla dorada en Río 2016. Un galardón a su perseverancia, fortaleza y nobleza que dejó salir al escuchar el júbilo inmortal.
Los segundos en que Colombia fue primero representaron la alarma que nos invita a un nuevo amanecer: ya no basta con soñar, nuestros guerreros abren pista para enseñarnos a vencer. Y en ese instante, cuando los más niños se emocionaban y los mayores no la creían, Oscar Figueroa lloraba de la emoción al abrazar la gloria y recapitular, en minutos, años de su historia.
Una avalancha de emociones acogió al campeón: “Se me vinieron recuerdos de todos mis 33 años de vida”, desde su inicio en el deporte hasta la lesión que casi lo deja parapléjico; un capítulo dramático que comprometió su columna y a su vez la hizo más fuerte, pues gracias a esta prueba pulió un carácter inexpugnable.
Del fuego sale el oro, y fue la presión que pesaba sobre sus hombros lo que lo transformó en leyenda. Con una perspectiva distinta, aprovechó la turbulencia para sacar al ruedo su valiente esencia: el peso que causa la perseverancia que muchos no pueden llevar, él lo hizo suyo hasta que ésta en Río le sonrió.
La emoción de aquella proeza lo empujó a quitarse los zapatos, que hoy reposan en el Museo Olímpico Laussane, siendo el primer colombiano en aquel selecto salón de la fama. Esta acción fue recibida en el mundo como un retiro del campeón, pero cuenta él: “Pienso descansar dos años para prepararme de cara a Tokio 2020”.
Pero mientras llega ese momento, desea culminar su carrera Administración de Empresas en la Universidad Santiago de Cali y sacar adelante proyectos sociales, dado que además de pesista es altruista; y es quizá ese emprendimiento y afán de ayudar sin esperar nada a cambio, que la vida le factura con cada sonrisa que le colorea su futuro.
Hoy disfruta su momento pero no descuida el lápiz con que escribe la historia. Figueroa es un guerrero que ya demostró que la edad es un número y que ningún sueño es utópico. Un hombre que no se conforma, su hambre no acaba y nos enseñó que a la cumbre se llega superando pruebas. Al punto le puso coma y su legado seguirá vigente: reafirmando sus lomos para conquistar nuevas cimas.
Por: VJ
@vjrecreo
La Paz y el Postconflicto en la USC
La Paz y el Postconflicto en la USC
Autores: Olga Behar
Facultad de Humanidades y Artes
El Vicerrector de la USC, Arturo Arenas Fernández, dialogó con nuestra directora Olga Behar sobre los retos para la academia colombiana en esta nueva etapa histórica para Colombia, marcada por el llamado ‘fin de la guerra’, surgido de las negociaciones de La Habana.
¿Cuál es ese rol que deberá cumplir la academia en la transición al Postconflicto?
La academia, como todos los sectores del país, está llamada a contribuir en alto grado a que se aclimaten los procesos de paz y lo que demanda el denominado Posconflicto. Tenemos una gran responsabilidad social y partiendo de nuestras funciones misionales de docencia, investigación, extensión y proyección social, facilitar que la sociedad en su conjunto se sensibilice, apropie y apoye este propósito nacional.
La USC ha lanzado su iniciativa para la Paz y el Postconflicto. ¿De qué manera se va a desarrollar?
La nuestra es una Universidad con 58 años de historia con un alto impacto en la región, siempre vinculada a los procesos sociales, económicos, políticos y culturales del suroccidente y el Pacífico colombiano.
Diseñamos un plan para contribuir a ese gran anhelo nacional, con estrategias como el Observatorio de la paz y el posconflicto, mediante el cual nuestros grupos de investigación estudiarán estos fenómenos y harán seguimiento a lo que suceda, para que dicho conocimiento sirva para el diseño de acciones más eficientes y efectivas. Ya la Universidad destinó para 2016 un presupuesto de $500 millones.
Otra estrategia es la formación al servicio de la paz, brindando posibilidad de educación no solo a combatientes y reinsertados sino a las víctimas, con procesos de formación pertinentes, a su medida.
Así, quienes cumplan requisitos podrán ingresar a los pregrados y posgrados; pero también, para quienes no reúnen estos requisitos hemos diseñado un programa de formación para el trabajo y el emprendimiento para habilitarlos laboralmente y que puedan crear su propia fuente de empleo. Este programa lo queremos desarrollar con las alcaldías municipales porque es en estos entes territoriales donde se resolverá este proceso. Disponemos de un fondo propio de cerca de $ 3.000 mil millones, para becas y auxilios. Pero esos recursos y programas son insuficientes y por eso estamos gestionando apoyo nacional e internacional.
También diseñamos las acciones de intervención que desde su quehacer ofrecen las siete facultades de nuestra institución. Por ejemplo, las poblaciones necesitan acompañamiento psicosocial, atención en salud, asesoría legal, entre otros aspectos, programas nuestros como Psicología, Trabajo social, Medicina, Enfermería, Terapias, Derecho, Administración, serán muy útiles en estos casos.
Una tarea importante y difícil es lograr que la sociedad acoja bien a quienes por sus actuaciones se han ganado una imagen negativa. Es necesario propiciar acciones de inclusión, como lo hace nuestra institución y en las que también deben participar los demás sectores de la sociedad.
Uno de los grandes proyectos de la Universidad es la creación de un Centro de Memoria de las víctimas en el sur occidente colombiano. ¿En qué consiste?
Un viejo refrán dice: “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”. El Centro de Memoria recogerá lo sucedido con una perspectiva pedagógica formativa. La idea no es reunir elementos o artefactos para un museo sino reconstruir la historia para crear espacios de reflexión, análisis y dialogo. Este centro pretende ser un escenario pedagógico donde podamos acopiar materiales audiovisuales, escritos, sonoros, imágenes y, con la orientación de expertos, generar y motivar una producción intelectual en torno a lo ocurrido y sobre todo hacer conciencia de que esa historia no puede repetirse, que es un asunto sobre el que debemos pasar la página para construir una nueva Colombia bajo otras perspectivas y posibilidades.
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Una tarea importante y difícil es lograr que la sociedad acoja bien a quienes por sus actuaciones se han ganado una imagen negativa.
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‘Río arriba’: Memorias del conflicto
Utópicos se integra desde este número a la Iniciativa USC para el posconflicto. Su aporte será en el campo de la reconstrucción de memoria histórica a partir del periodismo. Hoy, la Dirección cede su editorial a los líderes del Grupo de Investigación GICOVI, José Fernelly Domínguez y Lorena Calapsú.
Navegando con las víctimas por los afluentes cargados de recuerdos, ofreciendo a sus voces la posibilidad de tener eco en la sociedad, así nace la serie documental Río Arriba: Memorias del conflicto, como uno de los productos de un trabajo de investigación que el grupo GICOVI de la USC comenzó en 2012 y que ofrece a los colombianos un relato sensible y respetuoso a partir de la recuperación de la memoria de habitantes de dos municipios históricamente afectados por diversos actores armados, Santander de Quilichao (Cauca) y Florida (Valle).
Los seis capítulos que conforman la serie se visualizan en tan sólo una hora. El nacimiento de este río nos trae el panorama de Santander de Quilichao, que inicia con un breve contexto de la población, para luego introducir al espectador en los relatos de la comunidad de Lomitas, una vereda ubicada a escasos diez minutos del casco urbano, que fue profundamente afectada por la incursión y ocupación del Bloque Calima de las AUC desde 1999 hasta 2005. Igualmente se presenta el impacto ambiental que ha causado la minería ilegal, así como el desplazamiento producido por las acciones violentas de otros grupos armados.
El caudal va aumentando con el capítulo dedicado a Florida, que permite hacer un recorrido histórico de la mano de las personas afectadas por las guerrillas y los paramilitares que han visto en esta localidad un punto estratégico para su despliegue.
La desembocadura de ‘Río Arriba’ está compuesta por dos entregas finales que dirigen la mirada a la situación actual de las víctimas, de un lado, develando las precarias condiciones de vida en la que se encuentran más de 400 familias que llegaron al casco urbano de Santander de Quilichao en busca de resguardo, constituyendo hoy dos de los asentamientos humanos subnormales más grandes del municipio; y, del otro, la falta de voluntad política de las administraciones municipales para cumplir con la Ley 1448 en relación con la atención a los afectados por la guerra.
Sin duda alguna, la reparación integral y las garantías de no repetición son desafíos titánicos que requerirán de la voluntad de todos los colombianos para ser superados. ‘Río Arriba’ es, ante todo, un llamado a la acción, para que le pongamos manos a la paz.
Por: José Fernelly Domínguez y Lorena Calapsú Docentes USC