El regreso de Utópicos radio

El regreso de Utópicos radio

Autor: Julián Burbano.

Facultad de Humanidades y Artes

El programa radial retorna a las ondas de la Radio USC con una propuesta renovada

Las últimas emisiones del programa Utópicos Radio se hicieron en el 2015; se trataba de un programa que ofrecía un contenido académico de calidad con invitados de alto nivel, que discutían, a manera de ‘talk show’, acerca de temas sociales, culturales, políticos entre muchos otros.

“Es llamativo que un nuevo grupo de estudiantes vuelva a interesarse por el proyecto radial de Utópicos, creo que es una parte importante para el componente de Unimedios, que tengan su eje de radio nuevamente en función. El regreso de Utópicos Radio empodera la programación, creo que es un espacio clave para el desarrollo de los procesos a nivel académico y también en los proyectos radiofónicos” 

 

¿Qué pasó con el espacio radial de Unimedios?

Casi seis años después, muchas cosas han cambiado y es por eso que la reactivación del programa representa una labor ardua para mantener un formato de calidad, introduciendo nuevos contenidos y temas de actualidad, para atraer a las nuevas generaciones digitales de radio-escuchas.

“Es llamativo que un nuevo grupo de estudiantes vuelva a interesarse por el proyecto radial de Utópicos, creo que es una parte importante para el componente de Unimedios, que tengan su eje de radio nuevamente en función. El regreso de Utópicos Radio empodera la programación, creo que es un espacio clave para el desarrollo de los procesos a nivel académico y también en los proyectos radiofónicos”, opinó Leyneker Montoya, productor de la Radio USC.

Desde su creación, la marca Utópicos se ha convertido en una insignia para la institución, desde su edición impresa más elaborada hasta la versión digital institucional de la Facultad de Comunicación y Publicidad, que siempre brindan un excelente trabajo periodístico por parte de estudiantes, practicantes y docentes.

“Es una manera diferente de crear contenido periodístico, es una forma de llegar a nuevos consumidores, con contenido realizado por autores de proveniencia universitaria. Al hacer este espacio sonoro se puede generar una serie de productos con mucho material que se debe aprovechar, ya que es una manera de jugar con el periodismo a través de la expresión sonora”, expresó Pablo Navarrete, egresado del programa de Comunicación social e integrante del equipo Unimedios.

En esta búsqueda por la expansión a la era digital, el programa radial tiene también nuevos retos, como expandirse por plataformas de streaming, tales como YouTube y Spotify; por eso, se han planteado objetivos para innovar de manera creativa los contenidos de Utópicos Radio.

Una de las metas más importantes es brindar un programa de variedad que, a su vez. informe y genere opinión, por medio de un formato magazine, ofreciendo temas de actualidad con un enfoque serio e investigativo, a través de cápsulas, box pop y entrevistas, con unenfoque novedoso. Todo acompañado de una nueva línea gráficaque da unasensación de frescura, para un proyecto pensado para un público generacional más joven.

“Es dar una imagen fresca a la radio, no solo se busca informar a los oyentes sobre noticias, también es importante hablar sobre tendencias, porque es lo que se busca, que Utópicos sea para todas las personas. A nivel gráfico, el cambio que hicimos fue el de la lupa por el micrófono, ya que estamos hablando de la radio, y elnaranja representa el color de la energía y la vitalidad; de ahí la elección de la paleta de color”, explicó Héctor Castillo, publicista de Unimedios.

El proyecto promete no ser solo vital para la Universidad Santiago de Cali, sino para toda la comunidad universitaria de la ciudad, inaugurando un nuevo espacio de opinión, debate e información. La primera emisión del nuevo programa será el viernes 21 de agosto, a las 11 de la mañana, por la nueva app oficial de la Radio USC, con retransmisión por las plataformas Spotify, Ivoox y YouTube.

“Estoy muy emocionado por ser el director de este proyecto, desde tercer semestre he sido parte de un excelente programa deportivo para la Radio USC y desde entonces me he enamorado de la radio. Es un honor y un desafío que aceptaré con toda la seriedad y cariño, el de traer de regreso un programa tan interesante como lo es Utópicos Radio”, comentó Julián Burbano, el nuevo codirector de Utópicos Radio.

La radio se ha mantenido vigente como uno de los canales de comunicación más importantes de la historia de la humanidad, y para este nuevo siglo, los contenidos han evolucionado, creando nuevos productos como el formato podcast, pero manteniendo los mismos valores de décadas atrás, ser producciones radiofónicas.

Estoy muy emocionado por ser el director de este proyecto, desde tercer semestre he sido parte de un excelente programa deportivo para la Radio USC y desde entonces me he enamorado de la radio.

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El cáncer una nueva oportunidad de vida

El cáncer una nueva oportunidad de vida

Autores: Valeria Reyes Cobo | Natalia Escobar Rodas.

Facultad de Humanidades y Artes

María del Carmen Restrepo Grajales (51 años) sobrevivió al cáncer de mama y es un ejemplo de superación.

Yorlany Rodas, bióloga y coordinadora de un centro de investigación en un instituto de oncología de la ciudad de Cali, tiene la oportunidad de convivir a diario con pacientes que reciben este diagnóstico.

Utópicos habló con dos mujeres

El cáncer está etiquetado como que ya tienes la cruz encima y que te vas a morir. Lo usual es que mientras le están confirmando el diagnóstico al paciente, está pensando en qué va a pasar alrededor de su vida, en su trabajo, en sus relaciones, con su pareja, con sus hijos.

¿Doña María del Carmen, cómo supo que tenía cáncer y cuál fue su reacción?
Cuando me hicieron la biopsia, tenía el presentimiento de que era cancerígeno. Es un cáncer con BI-RADS 4; inicié la primera quimioterapia el 3 de marzo del 2017, fueron ocho ciclos; los médicos buscaban con esto que el tumor redujera de tamaño, pero no se redujo y me ordenaron la cirugía: mastectomía con vaciamiento ganglionar más colgajo, para el 22 de enero del 2018. Después, en julio del 2018, volví a iniciar quimioterapias, a los tres meses empecé con la radioterapia, de estas fueron dieciséis ciclos.
¿Acudió a algún tipo de medicina alternativa?
Sí, me hice un remedio con tres pencas de sábila, un trago de whisky y una caneca de miel de abeja, esto se mezcla y se deja durante siete días. Me la empecé a tomar, lo llegué a hacer en dos ocasiones
¿Cuál fue el peor momento en ese proceso?
Cuando, a lo último, ya no me podían canalizar, era muy doloroso, no encontraban las venas porque se iban secando con las quimioterapias. La cirugía no me trajo ninguna consecuencia, porque analizamos que era una parte del cuerpo que no es necesario tenerla, a comparación de las piernas, brazos, ojos, que es lo que uno necesita a diario. Tengo mis dos piernas, dos brazos, tengo la valentía de pararme, levantarme, de andar, de poder ver. La pérdida del seno no me ha afectado para nada, porque es una parte que se necesita en algunas ocasiones, pero no siempre, como cuando uno va a un paseo, que se necesita ver, poder caminar.
¿Quiénes fueron su apoyo clave para superarlo?
Fue mi hija, que estaba embarazada cuando me diagnosticaron el cáncer. El bebé nació el 25 de enero del 2017, yo decía que no quería que mi nieto creciera sin abuela, sería muy duro para él no conocerla, y yo me decía: tengo que estar hasta que él me reconozca y sepa quién es la abuela, y eso era lo que me daba más ánimo, porque cada ocho días, las quimioterapias, era muy duro estar ahí conectado todo ese tiempo.
¿Qué cambió en su vida?
La Carmen de antes era de esas personas que, para ir algún lado: ay, no, qué pereza, después, pero es que ir con la misma ropa a tal parte, mejor después vamos. No me gustaba estar sola, siempre tenía que depender de alguien. En este proceso aprendí a valorarme, a hacer las cosas yo misma. Ya después de que yo me sienta bien de salud, lo otro solo son añadiduras.
¿Qué consejos les da a quienes están pasando por lo mismo?
Conozco muchas compañeras, hago parte de una fundación que se llama “por ti, por mí, por todas” la directora es Diana Appleton y ella fue mastectomizada de ambos senos, al igual que su mamá, ahí hay muchas chicas que sufren mucho; se miran al espejo, no se ven el seno y les ha dado muy duro. Yo siempre les decía, tú tienes dos piernas, los dos brazos, mira que tienes hijos, nietos, pueden verlos, salir a caminar con ellos, mientras que el seno no te hace falta para nada. Ellas siempre me dicen: no lo habíamos tomado de esa forma, es una parte del cuerpo que nos hace ver muy lindas como mujeres, pero nos hace más lindas cuando salimos adelante, y cuando no nos dejamos derrotar por la vanidad, eso nos hace salir más adelante. En cuanto a las quimioterapias, que nunca tomen la palabra quimio como muerte; puede significar cambios de vida, porque muchas que padecemos el cáncer somos abandonadas por los esposos, y uno se aferra a las cosas de Dios, a ser más agradecido.
Doctora Yorlany Rodas. ¿Cómo observa que reaccionan emocionalmente los pacientes?
Las reacciones son variables, hay pacientes que reaccionan con rabia; otros, con mucho miedo. El cáncer está etiquetado como que ya tienes la cruz encima y que te vas a morir. Lo usual es que mientras le están confirmando el diagnóstico al paciente, está pensando en qué va a pasar alrededor de su vida, en su trabajo, en sus relaciones, con su pareja, con sus hijos.
¿Cuáles serían sus recomendaciones a pacientes con este diagnóstico?
Va a depender mucho del momento de la enfermedad; si es una paciente recién diagnosticada, la recomendación es: haga todo lo que le está diciendo su médico tratante, vaya a sus controles, haga los exámenes, haga todo ante su asegurador, de manera que pueda obtener todos los servicios y atenciones relacionadas con el manejo o tratamiento de su enfermedad de una manera oportuna. Si no lo está logrando porque hay diferencias entre aseguradores, una de las recomendaciones es que gestione a nivel administrativo y hagan lo posible porque reciban los tratamientos de manera oportuna, en los tiempos que le dice su médico tratante.
¿Qué recomienda para prevenir este cáncer?
Hacerse el autoexamen; si tiene antecedentes de familiares de cáncer de mama u otro tipo de tumores, comentarlo con sus médicos, mujeres mayores, mujeres postmenopáusicas, también la mamografía, es decir exámenes de tamizaje, que tienen como objetivo detectar el cáncer de mama en estadios tempranos, porque la detección temprana asegura un mejor pronóstico, ¿Con quién pueden acudir? Con un mastólogo, alimentación saludable, realizar actividad física (ejercicio/deporte) regular, controlar el estrés, dormir bien, amamantar, control del peso, evitar tabaquismo, alcohol.

 …ahí hay muchas chicas que sufren mucho; se miran al espejo, no se ven el seno y les ha dado muy duro. Yo siempre les decía, tú tienes dos piernas, los dos brazos, mira que tienes hijos, nietos, pueden verlos, salir a caminar con ellos, mientras que el seno no te hace falta para nada.

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Barrio Lili: Lucha y Esperanza

A las afueras de Cali, muy cerca de la orilla del río Lili, rodeado de estructuras modernas y de casas de estrato 5 y 6, se encuentra un barrio antiguo que lucha por no desaparecer.


Es el Barrio Lili. Con apenas verlo, se podría describir como una zona marginal, un terreno robado, una invasión social que ha ido creciendo con los años. Pero, ¿qué pensaría la gente sí se le dice que allí reposa una de las historias más impresionantes de lucha y esperanza, de fortaleza y respeto por lo propio?, ¿qué pensaría la gente sí se le dijera que allí se encuentra parte de la historia de Cali?

En 1750, se dio una importante negociación: la Hacienda San Joaquín le compró a la Hacienda Cañasgordas 90 terrenos, extendidos entre los ríos Meléndez y Lili, y desde Los Farallones de Cali hasta el río Cauca. Con ello, también se convino el traspaso de esclavos provenientes de África.

Los dueños de la Hacienda San Joaquín eran de apellido Varona. En esa época, la costumbre era dar a sus esclavos el mismo apellido, pero cambiando la primera letra. Es así como nace el apellido Barona, aunque se los marcaba con una V en sus hombros, como súbditos, en representación de la ‘Familia Superior’. El hijo de uno de estos esclavos, Pedro Pablo Barona, se ganó la confianza de sus dueños y por eso lo encargaron de cuidar los terrenos de la hacienda.

Estrella Barona (izq), Mariam Campo (centro) y Patricia Gómez (der) relataron a Utópicos la historia de su barrio y los retos que ahora tienen.

Un día de 1822, el dueño de esa propiedad decidió regalarle a Pedro Pablo un terreno pequeño, para que construyera su casa y viviera allí. Con alegría y fervor, y con la ayuda de su familia, el joven capataz levantó las primeras 10 moradas. La primera fue la ‘Casa Paterna’, lugar emblemático para los Barona. Allí nació gran parte de la familia. Así empezaron a construir, desde cero, en tierras fértiles y en cercanía a su fuente histórica de vida, el río Lili.

Tomarse el sector

El barrio Lili siempre ha sido foco de interés para algunos ingenios de Cali. “Siempre nos han amenazado con sacarnos de aquí. Lo que hacían nuestros ancestros era traer más familia, construir y vender casas. Así hacíamos más espacio y evitábamos nuestra exclusión”, narra Patricia Gómez, descendiente de los Barona y habitante del sector. Cercana a los cincuenta años de edad, que habla con mucho sentimiento. Es la defensora del presente y el futuro de su amado terruño.

El interés de los familiares no era la riqueza, era estar seguros y mantenerse allí, por lo que vendían los terrenos a precios muy bajos, “casi regalados”, cuenta.

Tiempo después, los residentes prestaron algunos terrenos al Ingenio Meléndez para sembrar caña, pero, más adelante, los predios fueron escriturados a este, tomándose parte de lo que el dueño de la Hacienda San Joaquín les había dejado a los Barona y rompiendo el compromiso.

Allí se empezó a formar lo que hoy se conoce como Ciudad Jardín. “Por confiados, sólo nos quedó esta parte. Antes la palabra era respetada”, apunta una de las mayores de la familia, Estela Barona, nieta de Pedro Pablo Barona.

A su vez, Miriam Campo Barona (65 años), otra de las nietas del patriarca y prima de Estela, recuerda que cuando era niña, “lo que hoy es Ciudad Jardín era puro monte, puro cañal, perteneciente al Ingenio Meléndez”.

Medicina natural, el mejor remedio

Cerca del barrio no había médicos, ni centros hospitalarios, hasta mediados del siglo XX. “Todo se trataba con hierbas: el anamú, para curar la sinusitis y dolores de pecho; la ruda; aguapanela con limoncillo; yerbabuena, albahaca, malva y el matarratón… que sirve para todo”, describe Patricia, entre risas.

Las parteras eran quienes tenían la labor de asistencia y cuidado de la madre durante el proceso de gestación. Todo se hacía de manera natural; empleaban cogollos de lulo y agua de brevo para agilizar el proceso de parto, si el niño no quería salir.

“Cuando iba a nacer un nuevo miembro de la familia, las parteras nos decían a los niños que estuviéramos pendientes de la cigüeña, que ya iba a arribar. Cuando escuchábamos el berrido en una de las casas, quedábamos desconcertados”, añadió Miriam.

El Tren del Pacífico

Donde hoy está el parque del barrio quedaba la antigua carrilera. “El tren hizo parte de nuestra vida. Los maquinistas nos llevaban hasta el retén, ubicado donde queda hoy la Y que lleva a Puerto Tejada y Jamundí, y nos devolvíamos a píe”, relata Patricia.

El tren conectaba los departamentos de Cauca y Valle, pero dejó de funcionar por esta ruta hace unos 40 años, pues la construcción de la carretera Panamericana supuso una alternativa más efectiva que las vías férreas. Desde entonces, allí reposa el antiguo puente del ferrocarril, sin uso alguno en materia de movilidad. Sin embargo, es cuidado como un tesoro por los habitantes del barrio Lili.

Detrás de las casas del barrio Lili se observan edificios modernos

Costumbres

Al llegar de África, los esclavos preservaban sus costumbres. Una era el rezo del justo juez, una oración para ‘cubrirse’ del peligro en periodos de guerra. De esta manera, si los enemigos pasaban por su lado, nos los veían. Según dicen, en algunas zonas del Chocó aún se practica este ritual.

Al nacer un menor, sus ombligos y las placentas de las madres eran enterrados allí mismo. “Donde estamos sentados, está mi ombligo”, relata Estela, en tono jocoso.

Los menores no se aburrían nunca. Buscaban en cualquier cosa un elemento de entretenimiento y aprendizaje. Como dice Patricia, “aunque no había servicio de energía, nosotros nos divertíamos mucho; jugábamos en el río mientras otros pescaban, corríamos, montábamos columpio, hacíamos antorchas, con tarritos con mecha y ACPM. Con eso alumbrábamos”.

Años 90

Las crecientes del río Lili y las temporadas de invierno siempre han sido un problema para la comunidad. Por ello, en 1994 se construyó un jarillón para reducir los riesgos.

A finales de los años 90 renombraron al sector como barrio Cañasgordas. Sin embargo, nadie se lo tomó en serio. Todos le siguieron llamando Lili, hasta que la junta de acción comunal decidió retomar su antiguo nombre. Tiempo después, otro cambio de denominación hecho por la alcaldía de Cali, significó para los habitantes una falta de respeto a sus antepasados y a la lucha por mantener el sector en pie: El nombre Urbanización Valle del Lili fue recibido con inconformidad por los vecinos, que quieren seguirlo llamando, simplemente, barrio Lili.

Hoy, este barrio se mantiene con su gente, con sus raíces bien plantadas en una tierra que les ha dado todo, y con un río que riega un valle lleno de historia, fortaleza y lucha. Con diferentes nombres tatuados en su historial y con abusos por parte de importantes manos económicas, el sector ha subsistido en medio de situaciones precarias. Todo lo que han conseguido, lo han hecho a pulso y prácticamente sin ayuda.

El optimismo que los habitantes emanan, contagia hasta al más incrédulo. Su futuro lo ven muy verde, sobre la tierra que los vio nacer y los ha sostenido desde hace casi 200 años.

Barrio Lili es un lugar de se cuida el medio ambiente

URBANISMO: ¿EL FIN DE UNA COMUNIDAD?

Según Patricia Gómez, en los años 80, los vecinos del ya fundado Ciudad Jardín se acercaban al barrio Lili: “Entraban a comprar leche, arroz, verduras. Fue allí cuando se enteraron de que no éramos personas malas y que éramos los legítimos dueños del sector”. Les llenaba de alegría ver gente desconocida caminando por la zona, pues “éramos una burbujita alejada de la ciudad”, relató.  Pero hoy, el desarrollo de Ciudad Jardín y otros complejos inmobiliarios del sur de Cali parecen haberse convertido en una amenaza para los pobladores raizales.

La prestigiosa ubicación, cerca de universidades, centros comerciales y terminales de transporte, ha sido la principal causa de que algunas propiedades dentro del barrio Lili se hayan vendido, sumada a la proliferación de grandes edificios, que han convertido al sur en un gran negocio económico. Por todo esto, hoy el sector es foco de interés de manos desconocidas que merodean la zona, según Patricia, buscando hacerse con el barrio. “Aquí entran personas con chalecos sin distinción, fotografiando y tomando nota de lo que ven”, añadió. Ella sospecha que son las propias constructoras las que están detrás de esto, sembrando temor en la comunidad habitante.

Además, “varias veces nos han tratado de sacar, argumentando que ‘es un riesgo vivir al lado de un río’, como si no conociéramos de lo que es capaz de hacer el río cuando hay creciente”, afirmó Estella Barona entre risas, agregando que el caudal del afluente no se compara a lo que era antes.

Utópicos preguntó a Patricia Gómez si creía que de parte de los gobiernos que ha tenido el municipio también ha habido intentos por apretujar aún más al barrio Lili. A lo que ella respondió afirmativamente, argumentando que los recibos de servicios públicos han sido ajustados a estrato cuatro, cuando las condiciones de la población realmente corresponden a estrato dos. Según ella, “es una manera de aburrirnos de vivir aquí”.

Al parecer, estas poderosas entidades buscan cualquier ‘hueco’ para meterse. A todo lo anterior se agrega que, actualmente, la ampliación de la vía Cali-Jamundí genera en la comunidad del barrio Lili una nueva preocupación. Agentes de planeación vial aseguran que no deberían estar allí y que probablemente serán reubicados. Sin embargo, ningún habitante está interesado en dejar el sector, a no ser que sea vendiendo las propiedades al valor justo. Si ello sucede, este será el fin de una comunidad asentada en la zona periférica de Cali, desde hace 200 años.

Preservando la artesanía ancestral 

SIEMPRE HEMOS SIDO MUY UNIDOS

Jorge Victoria fue el primer profesor que llegó al sector. Estudió en la Universidad del Valle y hoy es coordinador del Incolballet[1]. Recuerda que “las monjas del Sagrado Corazón (colegio) nos daban clases. Nos enseñaban lo más básico. Los Barona donaron el espacio donde hoy está Incolballet para hacer la primera escuela. Esta se formó por medio de ayuda de la comunidad, de campañas políticas y del Club Rotario. Fue hecha a pulso. El terreno fue donado en los años 80. Primero se llamó Escuela Cañasgordas, después quisieron ponerle Escuela Rotario. Sin embargo, hubo problema por ello y volvieron al antiguo nombre. Tiempo después (hace 15 años), esta escuela primaria pasó a ser de administración del municipio”.

Mujeres con muchas historias por contar

[1]El Instituto Colombiano de Ballet Clásico es una entidad descentralizada del Valle que, según su página web  www.incolballet.com, propende “el desarrollo cultural del departamento y del país, a través de la educación artística formal en danza, los procesos de producción, la circulación de obras de repertorio universal y latinoamericano y el desarrollo de programas de sensibilización y formación de públicos”.

Casas de bahareque:Están hechas de esterilla, un modo de abrir la guadua para que quede plana como una tabla; después se echa barro en medio de la esterilla para formar las paredes.Para montar las estructuras, se añade al suelo: barro, pasto, pangola bien picada y boñiga de vaca.Luego de resanar, se pinta todo con cal.Las puertas eran dobles y tenían argollas de hierro, y sus llaves eran grandes.
Estructuras en Lili, cambios a través del tiempo.Los niños ayudaban a amasar con los pies.A pesar de ser construidas de manera artesanal, respondían muy bien ante fuertes crecientes del río.Por medidas de seguridad y para evitar que los sacaran del barrio, debieron reconstruirlas con ladrillo.En 1998, fue reconstruida la última casa de bahareque.La ‘Casa Paterna’ conserva algunas estructuras de bahareque. Una creciente del río derribó parte de la simbólica construcción.

Destacados:

• Antiguamente, el río Lili recibía el nombre de río Las Piedras.

• Donde hoy está la Universidad Libre, los nativos lavaban ropa, trastos y hacían actividades de entretenimiento.

• La última partera en el barrio fue Luisa Barona, hija de Pedro Pablo Barona. Murió de 108 años.

• Miriam Campo Barona fue la última persona en nacer con ayuda de partera.

Iván Ortega 

 @Ivan_ortega3 

Utópicos empieza a competir con medios regionales.

La ardua labor de nuestros estudiantes-periodistas hace que a diario sigamos en el proceso de publicar sus historias en nuestro medio, y parte la reciprocidad que tenemos es recibir méritos como los Premios Alfonso Bonilla Aragón.

Nuestro colectivo se siente orgulloso de recibir una mención especial a nombre de nuestra periodista Luisa Bolaños, quien participó en la categoría Periodismo Universitario con su crónica “Escarbando en el costal de los recuerdos de la mona. Me volví recicladora y soy feliz” texto publicado en nuestro número de septiembre del 2014 en la edición impresa.

Además, felicitar a nuestros egresados que estuvieron nominados como Sebastián Gómez del programa Cali Hoy Crónicas y a los que ganaron, entre ellos Miguel Ángel Espinosa y David Salamanca de El tiempo; como también a Laura García y Carolina Rodríguez del noticiero Noti Cinco.
Esta es la crónica de nuestra periodista Luisa Bolaños.

Escarbando en el costal de los recuerdos de ‘la Mona’ “Me volví recicladora y soy feliz”
Luisa Bolaños
Decimo Semestre
@Lui19bg

En la Chatarrería, La Mona vende pastas o tarros, papel, chatarras, cables, panales de huevos, bronce, aluminio, latas de cerveza y botellas de vidrio.
No importa si el sol despertó con ganas de incendiar el pavimento de las calles de Cali o si un iracundo ‘San Pedro’ nubló el cielo y mandó un terrible aguacero. A Edith, nada de eso le interesa los lunes, miércoles y viernes, días en los cuales ejerce su trabajo.
En una piecita, dentro de algún edificio ubicado en “La Olla del Centro”, se despierta a las 5:00 a.m. para compartir el desayuno con su hijo de 23 años y su amigo ‘El ñato’.

Los piecitos de Edith caminan desde La Olla hasta el barrio La Campiña, mientras su cuerpo arrastra la carretilla que alquila por dos mil pesos. Al llegar, descarga su chivo para empezar a recorrer las calles.

‘La Ñata’ o ‘La Mona’ -así le dicen- es una mujer que mantiene una sonrisa en su rostro y transpira amabilidad. No siempre fue feliz con su realidad, pues como a muchas le ha tocado duro, pero como pocas les ha ganado la batalla a sus demonios. Ha triunfado a su manera, ¡a punta de cartón! y no con un cartón universitario, ni con millones en el banco; ha vencido en la vida por aceptarse, no avergonzarse y aportarle algo positivo al mundo, desde lo que hace.
‘La Colombianita’.

Quién iba a pensar que La Mona fue una jovencita de clase media que viajó al Perú, a sus trece años, junto a su padre y su madrastra. En ese país, su inocencia se vio atenuada por los intereses de la mujer de su padre o ‘La peruana’, como ella le dice.

“Mi papá era un borrachín y nunca me cuidaba. La peruana se aprovechó de que él no estaba y me lavó la cabeza, diciéndome que mi hermanito no tenía leche ni pañales y que mi papá era un irresponsable, entonces yo tenía que ayudarle con los gastos”, expresó La Mona.

La peruana, una ex estriptisera, “le iba a enseñar a hacer otra cosa para que la ayudara con los gastos” y hoy es la razón por la cual La Mona afirma que a los niños hay que protegerlos, para que no tengan que vivir lo que a ella le tocó.

“Me llevó a una ‘casa de negocios’ y se paró al lado de la puerta. Mientras yo estaba en una cama, en ropa interior, ella cobraba la plata. ¡Salíamos con las manos llenas! porque como yo era una niña, eso gustaba. A mí me decían ‘La Colombianita’”, comentó.

Pasaron los días entre estudios mañaneros y tardes en las que vendía su cuerpo, hasta que conoció a uno de sus clientes, que era gerente de la empresa Pesca Perú. “¡Tenía una pinta! A él le dio pesar porque le conté mi historia. Entonces, me regaló el pasaje ¡en avión! Y yo le hice firmar a mi papá el permiso”, recordó La Mona, con un fuerte sentimiento de gratitud.

Los ladrones de sus hijos: sus vicios.
La Mona de hoy no conoce de ambición ni derroche, pero a los 16 años, cuando fue recibida por su tía, quería plata y la forma más fácil de conseguirla fue continuar prostituyéndose por dos años más. “Ya venía con mis resabios, me había acostumbrado a tener plata”.

“Quedé en embarazo a los 18 años y como ya había cogido el vicio del trago, el cigarrillo y la droga, mi tío se quedó con el niño. Otro hijo quedó con mi papá y mi otra hija quedó con mi cuñada ¿Y yo? ¿Con qué me quedé? con el vicio”, manifestó con profunda tristeza.

Estaba derrotada por sus vicios y no parecía que la vida le fuera a dar la revancha. En las noches, su cabeza reposaba sobre el asfalto y sus días eran grises, hasta que ‘El Ñato’ la recogió, la llevó a vivir a una pieza y le enseñó las técnicas del valioso trabajo de reciclar.
“¡Qué vicio ni qué nada!”
“No volví a entregármele a hombres, comencé a reciclar, seguía metiendo, pero trabajaba y eso era un gran cambio. Luego vi que mis hijos iban creciendo y dije: ¡Qué vicio ni qué nada! Dejé todas esas cosas”, manifestó.

Nada pudo quitarle ese instinto de madre, pues sus hijos son el motivo por el cual, al terminar la mañana, camina desde La Campiña hasta la Chatarrería del Centro, con su carretilla cargada de cosas que para nosotros solo son basura, pero para ella significan “la comidita”.

Su sueño de ser secretaria, quizás lo esté cumpliendo archivando hojas de papel fino y periódicos. Hoy no puede divertirse bailando mientras le gritan: “¡Shakira!”, pero tiene algo más valioso que una diversión efímera, la pasión por lo que hace.


“El reciclaje para mi es hermoso ¡Es bendito! Vea, a veces, encuentro comida que dejan de las fiestas y la guardan en cajas; ¡ese día yo me doy una pachanga!, voy y caliento el arroz con pollo. Nunca me faltaron unas chancletas, un calzón, un brasier, una olla, nada. Tengo todo lo que necesita una persona, gracias a Dios”, comentó una Mona radiante e incluso más dichosa que muchos de nosotros, y agregó: ¡Yo soy feliz con mi reciclaje!”.


Los martes y jueves, hace el aseo en casas de algunos familiares. Para El Ñato y La Mona, lo que las personas les regalan son de gran ayuda.