La ampliación de la carretera Santander de Quilichao – Popayán: un equilibrio entre desarrollo, conservación y trabajadores.

La ampliación de la carretera Santander de Quilichao – Popayán: un
equilibrio entre desarrollo, conservación y trabajadores.

Por: Lizeth Dayana Rojas Valencia

Facultad de Humanidades y Artes

Infraestructura y cuidado el reto de los biólogos e ingenieros de ajustar la vía sin afectar la biodiversidad.

“Este marco legal establece programas y obligaciones específicas para que las actividades constructivas no se realicen a costa del medio ambiente, sino que incorporen medidas de mitigación desde el diseño inicial”.

Es un proyecto clave para mejorar la conectividad y el desarrollo económico del suroccidente colombiano, enfrenta un reto crucial: minimizar su impacto en una zona de alta biodiversidad. A pesar de la necesidad de infraestructura en una región históricamente afectada por problemas de acceso, los esfuerzos para proteger los ecosistemas y las especies endémicas son una prioridad.

En este contexto, los biólogos cumplen una función esencial. Ellos lideran el monitoreo ambiental, diseñan estrategias preventivas y ejecutan acciones concretas para proteger la fauna y flora local durante todas las fases de la construcción. El biólogo Carlos Mario Maestra Garay expresa que su rol en este tipo de construcciones, “es imprescindible para la sostenibilidad del medio ambiente y por tanto para la ejecución del proyecto. La labor que han llevado a cabo los biólogos en dicho proyecto es altamente relevante, resguardan la biodiversidad de la región y ayudan a la protección de los ecosistemas allí́ presentes, tienen en cuenta los aspectos necesarios para cumplir con las obligaciones legales y ambientales pertinentes del proyecto.

La obra opera bajo una licencia ambiental que regula tanto los aspectos abióticos como el agua, el aire, el suelo y los bióticos, relacionados con la fauna y la flora. Claudia Ximena Lemos Carvajal, bióloga involucrada directamente, explica “Este marco legal establece programas y obligaciones específicas para que las actividades constructivas no se realicen a costa del medio ambiente, sino que incorporen medidas de mitigación desde el diseño inicial”.

Una de las primeras acciones es el ahuyentamiento de fauna silvestre, un proceso que identifica las especies presentes y las traslada a hábitats seguros antes de que comience cualquier movimiento de tierra. Durante la construcción, si un trabajador encuentra un animal herido, un nido o cualquier indicio de vida silvestre, debe notificarlo de inmediato al equipo ambiental, que actúa rápidamente para rescatar y reubicar a los ejemplares en áreas alejadas de la maquinaria.

Los biólogos realizan inspecciones detalladas, identificando  especies de vida silvestre, trasladándolos cuidadosamente a zonas adecuadas para no interrumpir sus ciclos reproductivos. El proyecto implementa pasos de fauna, como puentes verdes y túneles, para facilitar el cruce seguro de animales y reducir accidentes. Los puentes son utilizados en áreas de denso dosel arbóreo para especies como monos y ardillas, mientras que los túneles son más apropiados en zonas con poca vegetación para animales terrestres como osos hormigueros y zorros.

El biólogo Maestra señala que “Las obras fragmentan hábitats, especialmente para anfibios y reptiles de baja movilidad” y sugiere alternativas como construir en pastizales o usar autopistas elevadas, aunque estas opciones son más costosas.

Antes de cada proyecto, un Estudio de Impacto Ambiental (EIA) identifica la fauna local y la mejor ubicación para los pasos de fauna. Se implementan planes de compensación ambiental para restaurar áreas degradadas, prevenir la erosión y fomentar la regeneración de ecosistemas.

La bióloga Lemos destaca que “los mayores retos son evitar la fragmentación de hábitats, la contaminación de recursos naturales y los problemas sociales como la inseguridad y los bloqueos en la vía Panamericana”.

El impacto de la obra trasciende lo ambiental y afecta a las comunidades locales. Valentina Ordóñez, residente de la zona, comenta: “La construcción nos ha complicado el transporte y la economía. Los ‘pare y siga’ reducen los ingresos de quienes dependen de la vía y aumentan la contaminación por el tiempo que pasamos esperando”. A pesar de estas dificultades, muchos reconocen el valor de la inversión y los beneficios que traerá a largo plazo.

La iniciativa se destaca por su enfoque interdisciplinario, que reúne a biólogos, ingenieros, arquitectos y otros expertos para minimizar el impacto ambiental en todas sus etapas, desde la reubicación de especies hasta la pavimentación final.

Esta colaboración asegura que las decisiones técnicas prioricen la conservación de la biodiversidad local, promoviendo un desarrollo responsable. Un componente clave es la formación continua que los biólogos brindan a los trabajadores mediante inducciones y cursos mensuales.

Según la bióloga Lemos Carvajal, “Se les enseña a identificar fauna y flora, manejar encuentros con animales silvestres y adoptar prácticas que reduzcan el daño ambiental, como evitar las quemas, no arrojar basura o lavar motocicletas en fuentes de agua”. De esta manera, se fomenta la conciencia ambiental y se capacita al personal para manejar adecuadamente situaciones como el hallazgo de nidos o animales en peligro, garantizando la protección del entorno.

Este proyecto se consolida como un modelo de desarrollo sostenible, donde la necesidad de progreso económico y conectividad se entrelaza con la urgencia de proteger una biodiversidad única.

Gracias al esfuerzo conjunto, demuestra que es posible construir sin devastar, implementando medidas como pasos de fauna, reforestación y programas de capacitación ambiental que salvaguardan ecosistemas frágiles y especies vulnerables.

A pesar de los desafíos, como la fragmentación de hábitats, la contaminación, la inseguridad, los bloqueos en la vía Panamericana y las molestias temporales para las comunidades, el proyecto busca equilibrar las demandas humanas con la preservación de la naturaleza.

Tal como lo expresa Inés Ruiz, residente de la comunidad de Santander de Quilichao, “todo debe hacerse de manera segura, sin dañar los ecosistemas solo por el beneficio humano”. Así, este esfuerzo colectivo no solo pavimenta una carretera, sino también un camino hacia un futuro en el que desarrollo y conservación avancen de la mano, dejando un legado de responsabilidad para las generaciones venideras.

La  bióloga  Claudia Lemos con sus protecciones requeridas realiza una búsqueda manual, en un 
entorno selvático de la vía Santander de quilichao - Popayán. La imagen captura el esfuerzo y
la conexión con la naturaleza en medio de un paisaje verde y frondoso. Foto: Oscar Ramírez.

“Se les enseña a identificar fauna y flora, manejar encuentros con animales silvestres y adoptar prácticas que reduzcan el daño ambiental, como evitar las quemas, no arrojar basura o lavar motocicletas en fuentes de agua”.

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Vecinos ecológicos

Vecinos ecológicos

Autor: Leidy Carolina Jojoa.

Facultad de Humanidades y Artes

Es común que en los barrios colombianos se encuentre un vecino con un sentido social y ecológico desarrollado, de seguro ahora usted recordará, quizá, a ese personaje de su cuadra que por lo general nunca pasa inadvertido.  Su casa suele estar llena de viva naturaleza, se levanta muy temprano a regar sus plantas y dar de comer a los animalitos, suele ser muy gentil, sin dejar de lado su carácter (que muchas veces es puesto a prueba por gente intolerante).

“Muchas veces se han preguntado ¿Cuáles son las razones verdaderas que llevan a no querer esta clase de propuestas? Envidia, dicen muchos; cultura, tal vez. Pero al final Raúl y Gloria solo piensan que es falta de conciencia y Amor”.

Así que si usted tiene un vecino como Raúl Pérez o como Gloria Ceballos, este escrito es una invitación que se siente una tarde a conversar con ellos, de seguro se llevará lindas sorpresas.

“Muchas veces se han preguntado ¿Cuáles son las razones verdaderas que llevan a no querer esta clase de propuestas? Envidia, dicen muchos; cultura, tal vez. Pero al final Raúl y Gloria solo piensan que es falta de conciencia y Amor”.

Raúl tiene de 73 años, caleño, arquitecto de profesión, es muy espiritual. Vive en lo que hoy muchos conocen como La casa ecológica Las Delicias, una peculiar construcción de tres pisos que, a primera vista, parece estar consumida por la vegetación.

“Pasados los años, entendí que la belleza de la naturaleza era innata y que no necesitaba intervención humana para ser perfecta, y dejé que lo que pudiera emerger de esa fértil tierra, creciera… yo cuidaría de ella de todos modos”De su abuela, una paisa que quiso conocer Cali en los años 40 y a quien él se refiere como un ángel, heredó la casa y el amor por la creación de Dios, y desde los años 50 junto a ella, empezó a hacer uso de los pocos recursos naturales que le ofrecía el andén de su casa. Empezó sembrando flores y arbustos, que al poco tiempo la gente terminaba por robarse.

Hoy en día, en su andén nacen dos enormes árboles que alcanzan el tercer piso de su casa y en sus alrededores, plantas y plantas, unas con flores, otras con frutos pero, al fin, Vida, como él suele llamarla.

Desde pequeña, Gloria Ceballos se ha considerado amante de la naturaleza. De Riosucio, Caldas, llegó a tierras vallunas en los años 60, cuando era muy joven. En los años 80, cuando el barrio Paseo de los Almendros comenzaba a expandirse, se hizo propietaria de una casa esquinera en la localidad y, como dice ella, “fue el principio de un sueño luchado”

Gloria “En realidad, las personas tenemos que ser conscientes de que el mundo empeora con los días, y la naturaleza es agradecida y bendita, es tan perfecta como la misma creación divina, ¿por qué es más fácil tirar basura, cortar un árbol o maltratar un animalito que sembrar la esperanza de lo que vienen atrás?”

Junto a su esposo y sus dos hijos, su casa tomó forma de hogar, y no precisamente por formar una familia, sino también porque Gloria empezó a transformar su jardín en los bellos recuerdos de las tierras antioqueñas donde había crecido, esas que están llenas de campo y vida, que se hacen un lugar sencillamente acogedor.

Tanto Raúl como Gloria, han creado sistemas rudimentariamente ecológicos que les permiten ahorrar en el cuidado de las zonas, como sistemas para reutilizar el agua de lavadora y cocina. Así mismo, los residuos orgánicos para crear abono y cultivar huertos para su propio consumo. El Paseo de los Almendros es un barrio que goza de espacios verdes muy amplios, fue por eso que Gloria pudo cuidar mucho su calle y tratar de incentivar a los vecinos a conservar el ambiente, pero lamentablemente tuvo muchos inconvenientes y poco apoyo de parte de ellos. Tristemente, la cultura caleña era muy diferente a la suya; sin embargo, esto no fue impedimento que ella empezara a sembrar huertos, flores, árboles y arbustos, que con el tiempo y ya pasados casi 30 años desde que comenzó, es hoy un enorme jardín frente a su casa.

Además de esto también tienen algo en común: En algún momento, sus vecinos recogieron firmas para ponerle fin a sus propuestas ecológicas, con exactamente las mismas tres razones; los insectos, los animales y los consumidores de estupefacientes. Sin embargo, el Dagma siempre les ha brindado protección y apoyo a ambos, les fue otorgada la adopción del espacio público y periódicamente un funcionario verifica el estado del mismo. “Cosas que no tienen sentido, pero que si se hacen con amor, tienen un resultado”.

  • Destacados
  • Es común que en los barrios colombianos se encuentre un vecino con un sentido social y ecológico desarrollado
  • El Dagma siempre les ha brindado protección y apoyo, a los dos, se les fue otorgada la adopción del el espacio público y periódicamente un funcionario verifica el estado del mismo.

 …“En realidad, las personas tenemos que ser conscientes de que el mundo empeora con los días, y la naturaleza es agradecida y bendita, es tan perfecta como la misma creación divina, ¿por qué es más fácil tirar basura, cortar un árbol o maltratar un animalito que sembrar la esperanza de lo que vienen atrás?”

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