El atentado a la Base Aérea desató el caos de la Comuna 8

El atentado a la Base Aérea desató el caos que ya existía en las calles de la comuna 8

El atentado expuso un problema más profundo: vías en ruinas e inseguridad. Mientras los vecinos reclaman soluciones, la Secretaría de Infraestructura guarda silencio.

Autores: Laura Aparicio y Julián Ospitia

Facultad de Humanidades y Artes

El pasado jueves 21 de agosto, una explosión atribuida al frente Jaime Martínez, disidencia de las FARC, sacudió la comuna 8 de Cali. Dejando preocupación e inseguridad en la comunidad del sector. Más allá del estruendo, lo que quedó al descubierto fue una herida previa: el mal estado de la malla vial, la falta de gestión estatal y la precariedad en la que cientos de ciudadanos transitan día a día.

Fue cuestión de horas para que la problemática de la comuna 8, que reclamaba desde antes la atención de la Secretaría de Infraestructura, afectara considerablemente la tranquilidad de la comunidad.

El atentado fue la portada de noticieros nacionales, pero la inseguridad que genera el abandono de las vías no aparece en las partes oficiales…

Después del atentado registrado, los conductores han tenido que buscar rutas alternas ya que la carrera octava se encuentra cerrada por los daños ocasionados y por la seguridad del sector. Estos cierres viales han abierto nuevamente la pregunta que se han hecho los habitantes de la calle 59 hasta la calle 44, especialmente entre las carreras 8ª hasta la carrera 12. ¿Cuándo piensan arreglar las calles?

Tras la explosión, conductores que frecuentan la zona han tenido que lidiar con los cierres viales que los habitantes del barrio La Base, habían hecho en forma de protesta y para evitar que los vehículos desviados por el cierre de la carrera Octava transitaran por allí, terminando de deteriorar las calles.

El argumento de los vecinos fue claro: “las vías internas son demasiado angostas, están deterioradas y no soportan el flujo constante de autobuses, carros y motos que buscaban atajos para esquivar el bloqueo principal”, expresó un habitante del sector de Villacolombia.

Marleni Gonzales, otra residente en el sector, expresó: “Si dejamos pasar el tráfico pesado, se nos acaba de dañar lo poco que queda de las calles”.

Las barricadas hechas con barriles y cemento por la comunidad buscan proteger a los peatones en un sector donde las calzadas con huecos profundos y falta de señalización presentan un alto riesgo para los transeúntes.

Lejos de ser un gesto de rebeldía, la medida fue entendida como una acción preventiva ante el riesgo de accidentes y el colapso de las cuadras.

El atentado fue la portada de noticieros nacionales, pero la inseguridad que genera el abandono de las vías no aparece en los partes oficiales. No son balas ni explosivos, sino buses y carros atascados en huecos que parecen cráteres y peatones que caminan con miedo a ser atropellados.

La crisis vial no distingue horarios: en horas pico el peligro se extiende para los peatones, ya que, entre el tráfico y el caos, se convierte en una odisea cruzar las calles debido a la congestión vehicular y al medio día quienes corren riesgo son los estudiantes de la I.E Juan De Ampudia, ubicado sobre la carrera 12 con calle 57, debido a la alta velocidad con la que transitan los vehículos particulares y los buses intermunicipales en la zona escolar.

Calles en ruinas: el riesgo silencioso que enfrentan los ciudadanos

Angie Escobar, conductora frecuente de la zona, asegura que la situación se agravó con el cierre de la carrera octava: “Es complejo porque en el momento que abran la vía la gente ya pasa con miedo por la inseguridad. Y ahora que está cerrada, las vías alternas están en mal estado y algunas están tapadas, sumándole a eso el mal parqueo de los carros”.

A esta preocupación se suma la voz de Jorge Aparicio, pasajero habitual de autobús, quien diariamente enfrenta el colapso vial en sus recorridos al trabajo: “En los autobuses uno siente todo el impacto de los huecos. A veces parece que las llantas se van a quedar enterradas y el chofer tiene que maniobrar para no dañar el vehículo. Además, los trayectos se duplican: un recorrido de 20 minutos ahora puede tardar más de una hora. Uno cansado llega y estresado sin ni siquiera comenzó la jornada”.

Los testimonios coinciden en que la inseguridad no solo está asociada al temor de un nuevo ataque armado, sino también a la vulnerabilidad de atravesar un barrio colapsado, donde el abandono de la infraestructura convierte la movilidad en un riesgo diario. La violencia se manifiesta de otra forma: no con explosiones, sino con el silencio de las instituciones que no atienden el clamor ciudadano.

Los tiempos de traslado se duplicaron. Lo que antes era un trayecto de 20 minutos ahora toma una hora o más. Los autobuses viajan repletos, los trabajadores llegan tarde, aunque madruguen, y los estudiantes pierden clases por no poder desplazarse. El costo se mide no solo en dinero, sino en energía, paciencia y dignidad.

Un accidente ocurrido semanas atrás en subió las alarmas: un autobús intermunicipal, desorientado por los desvíos, estuvo a punto de colisionar contra un poste eléctrico. No hubo víctimas, pero la sensación de fragilidad se extendió entre los vecinos.

Mientras los habitantes denuncian riesgos y la movilidad se deteriora, la Secretaría de Infraestructura brilla por su ausencia. Intentamos comunicarnos en varias ocasiones con la entidad para conocer si existe un plan de reparación y reapertura, pero no se obtuvo respuesta.

El contraste es evidente: la violencia armada produce comunicados inmediatos, mientras que la violencia lenta del abandono se esconde tras trámites, traslados de solicitudes y puertas cerradas.

El atentado del 21 de agosto no creó la crisis, simplemente la iluminó como un relámpago nocturno: breve, brutal, revelador. Para las autoridades, se trata de una medida “temporal de seguridad”. Para los vecinos de la comuna 8, es la gota que rebosó un vaso lleno de huecos, trancones y promesas incumplidas.

Hoy, en medio de motores atrapados, motos sobre los andenes, peatones en riesgo y calles que parecen campos de batalla, la comunidad insiste en una pregunta sencilla, que suena cada vez más urgente: ¿Cuándo piensan arreglar las calles? 

La violencia se manifiesta de otra forma: no con explosiones, sino con el silencio de las instituciones que no atienden el clamor ciudadano .

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Los motorratones y el transporte legal en Jamundí: dos caras de la movilidad local

Los motorratones y el transporte legal en Jamundí: dos caras de la movilidad local

Autoras: Katherin Tapias|Valentina Flórez.

Facultad de Humanidades y Artes

En las calles del municipio de Jamundí, la movilidad está marcada por una dualidad única, entre los intrépidos motorratones y el transporte legal. 

El motivo principal por el que las personas prefieren esta alternativa es por el valor y la flexibilidad que brindan en sus tarifas, ya que el transporte constituido legalmente por el municipio tiene precios fijos y más elevados.

Con el paso del tiempo y el crecimiento de esta localidad, los motorratones se convirtieron en una parte integral de su paisaje urbano. La destreza de los conductores de las motos, su habilidad para navegar a través de las calles con rapidez y la percepción sobre sus tarifas más baratas promueven una opción de primera por la comunidad.  

Precisamente, los intrépidos motociclistas promueven un viaje aventurero y brindan servicios como repartir encomiendas y transportar pasajeros, lo que los ha convertido en la primera opción confiable de todos los jamundeños. 

Daniel Serna vive en Jamundí. Luego de sufrir una lesión en su brazo y estar incapacitado por dos meses decidió salir con su motocicleta a las calles jamundeñas para buscar ayuda monetaria, transportando a residentes del municipio. Siendo una alternativa temporal mientras terminaba de curarse, Serna explica por qué esta labor se convirtió en su oficio permanente: “Comencé a trabajar de motorratón y me amañé, porque me va mucho mejor que en el trabajo donde estaba”.  

Desde sus inicios en ese transporte informal han pasado 7 años, Según Serna, “el único riesgo que corro es que de pronto un guarda de tránsito me pare y me prohíba seguir transportando pasajeros”. 

¿Ilegal pero conveniente? 

El motivo principal por el que las personas prefieren esta alternativa es por el valor y la flexibilidad que brindan en sus tarifas, ya que el transporte constituido legalmente por el municipio tiene precios fijos y más elevados. Sin embargo, este también desempeña un papel crucial en la movilidad de Jamundí; está constituido por autobuses y taxis, que ofrecen una opción segura y confiable para los residentes y visitantes de la ciudad. Operados por conductores especializados y siguiendo las regulaciones establecidas por la ley 769 de 2002- Código Nacional de Tránsito-, el transporte legal propone una alternativa tranquila y ordenada para aquellos que prefieren un viaje más convencional y tradicional, como Bertha Ospina, residente en ese municipio, quien señala que “yo sí prefiero mi transporte de taxi porque esos motorratones son muy imprudentes y una vez me cobraron hasta más que un taxi”.  

Desde la perspectiva del transporte legal, se considera que el informal representa una competencia desleal y un riesgo para la seguridad de los ciudadanos. Eduard Zuñiga, conductor de una buseta en Jamundí, menciona que “los operadores informales no están sujetos a las mismas regulaciones y estándares de seguridad que tenemos nosotros como conductores formales”; aparte, al evadir impuestos y licencias, los operadores informales contribuyen a la informalidad económica, afectando negativamente a la comunidad en general.  

Las autoridades suelen tener una postura rígida frente al transporte informal, una actividad que viola las normas y leyes de tránsito; además, que suele poner en riesgo la seguridad de los pasajeros. El policía Andrey Chincangana, indica que “el transporte informal no se debería permitir en estos momentos porque no hay un control sobre los motorratones”, aunque reconoce que a veces no hay más alternativa que dejarlos laborar en su motocicleta, porque no tienen otras oportunidades laborales, pero deberían, al menos, cumplir con algunas de las normas: “se les debería obligar, a los que laboran en transporte informal, a sacar un seguro adicional para daños a terceros”.  

Actualmente, los policías solo pueden aplicar “las medidas correctivas que están enmarcadas en la ley 1801 del 2016 (Código Nacional de Policía y Convivencia), que determina los comportamientos contrarios a la convivencia, porque ya para inmovilizaciones o comparendos automovilísticos le corresponde al tránsito”.  

Eduardo Hernández es un guarda de tránsito que labora hace 8 años en Jamundí. Para él, “el motorratón siempre será piratería y no va a cambiar en nada, porque eso lo regula es la secretaria de Movilidad, quienes son los encargados de los seguros en caso de un accidente, porque el transporte informal no cubre la seguridad en caso de un accidente. La infracción de tránsito de ellos es la D12 que sería por piratería”. Este artículo se refiere a “Conducir un vehículo que, sin la debida autorización, se destine a un servicio diferente de aquel para el cual tiene licencia de tránsito”. 

Voces de los pasajeros 

¿Qué opinan los residentes de Jamundí? ¿Qué medio de transporte prefieren utilizar? Se les preguntó a 10 residentes al azar y 8 de ellos afirman que prefieren los motorratones. Varias pasajeras, entre ellas Isabella Olaya, Stefany de Los Ríos, Katherine Zúñiga y Danna Rosero coinciden en que los motorratones se han convertido en la opción de transporte preferida por una gran parte de la población, superando en popularidad a los tradicionales taxis y autobuses, por su comodidad económica y velocidad en los tiempos de llegada a sus destinos. 

…Los motorratones se han convertido en la opción de transporte preferida por una gran parte de la población“.

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Inmersión cultural en Richmond

Iniciamos la segunda semana del programa de movilidad entre la USC y la VCU el día miércoles 8 de junio, día en el que se realizó la sustentación del mapeo realizado sobre 3 museos previamente identificados por la profesora Vivian Medina-Messner, docente que apoya el proceso desde la VCU. 

Para realizar el mapeo nos dividimos en parejas interdisciplinarias, quedando los grupos conformados de la siguiente manera: John Vargas (trabajador social) y Mateo Fernández (comunicador social), Carlos Andrés Ortiz (comunicador social) y Valentina Zuluaga (trabajadora social) y, finalmente, Diana Carolina Albornoz (comunicadora social) y Juan Sebastián Agudelo (publicista). 

La caracterización se presentó a la decana de la Facultad de Comunicación y Publicidad, Irene Sofía Romero, y a las profesoras Claudia Bedoya, Carolina Ardila y Vivian Medina-Messner. Durante la socialización se expuso información de cada uno de los museos como: ubicación, horarios, reseña histórica, cuáles son las redes que tienen activas, qué manejo les dan, con qué frecuencia y el tipo de contenido que comparten, entre otros. Asimismo, se acordó la realización del mapeo de un cuarto museo que sería realizado por los 6 integrantes de la movilidad.

Durante el fin de semana los 6 estudiantes realizamos diferentes actividades dentro de las cuales pudimos conocer lugares nuevos de la ciudad, tuvimos la experiencia de tomar el transporte público para movilizarnos, logramos conocer por este medio tiendas locales y también supermercados como Walmart y Krogers. 

De igual manera asistimos el día sábado al festival “¿Qué pasa? Festival”, organizado por The Virginia Hispanic Chamber of Commerce, dentro del cual pudimos conocer nuevos aspectos de la cultura americana, así como también la diversidad en la población hispana que reside en Richmond, Virginia. Ahí notamos una gran influencia de la cultura mexicana en la ciudad, así como también el asombro de los nativos al observar a personas latinas bailando música como salsa, bachata, merengue, incluso ver a personas grabando con sus celulares. Tuvimos la oportunidad de conversar y conocer personas pero también fue un tiempo importante para lograr conocer mejor a cada uno de los integrantes de la presente movilidad. 

Durante la segunda semana de movilidad se realizaron reuniones diarias con la docente Carolina para revisión de complementos sobre los 3 museos iniciales, así como los avances en el mapeo del cuarto museo escogido. Así, el día miércoles, culminamos la semana con la reunión que se realiza con las diferentes docentes a cargo de la investigación y la sustentación pendiente de la última entidad cultural. Adicionalmente, recibimos indicaciones de trabajo a realizar durante la siguiente semana. 

(*) Artículo de divulgación resultado del proyecto de investigación ‘International Research-Creation Internships and Practice in the Creative and Cultural Industries through a Joint Digital Storytelling Program’, desarrollado por las universidades Santiago de Cali (Colombia) y Virginia Commonwealth (EE.UU), dentro de la convocatoria 100,000 Strong in the Americas, con apoyo de Partners of the Americas, NAFSA, U.S. Department of State y Minciencias.