Ciudad Juárez: la apuesta por la paz (Tercera entrega)

En casa suele soltarse el cabello, pintarse los labios de rosa. Cuando sale a bailar con su esposo, prefiere los pantalones pegados, una falda, un vestido. Entonces usará tacones y con suerte medirá 1.67 metros. Entonces llegará la pregunta incómoda, esa que responde con una franca sonrisa, —Soy policía—.


Capítulo 3
Cindy: la mujer del rifle

El arma larga que sostiene Cindy con la mano derecha le rebasa la cintura casi a la altura del ombligo. Camina con temple, espalda erguida, sin doblegarse al peso de cargar un chaleco antibalas de tres kilos que junto con el rifle, la hacen pesar 58 kilos, seis más de lo habitual.

Cindy llega exaltada, las palpitaciones encuentran reposo cuando narra que viene de interponerse en una riña callejera donde esposó a dos hombres tendidos en el pavimento, de espaldas a su rostro y entre forcejeos, escuchó el clic del cerrojo para subirlos a la patrulla de la Policía Municipal que maneja en Ciudad Juárez. Cuando el agresor escuchó la voz de mujer ordenándole pararse del suelo, le pidió disculpas; antes había intentado escupirle sin atinarle.

La noche anterior había cocinado hamburguesas para sus dos hijos de cinco y doce años mientras veían una película. Vecinas imprudentes la han increpado sobre su profesión “poco femenina”, dicen. Que si le gustan los hombres aunque saben que está casada, que si sabe cocinar y del cuidado del hogar, que si es femenina o más bien machorra. Pero Cindy va más allá de un estereotipo milenario, que comenzó al ser la única mujer de cuatro hermanos y de quince primos

Tiene 35 años, de los que ha dedicado once a la policía de un municipio que navegó entre la sangre y el dolor en vísperas del 2010 cuando más de 3 mil personas fueron asesinadas en la ciudad fronteriza con El Paso, Texas, Estados Unidos. La lucha a muerte por la plaza entre el Cartel de Sinaloa y La Línea, brazo opresor del Cártel de Juárez, dejaron a miles sin hijos, primos, hermanos, mamás, amigos. Cindy perdió a una.

—Era mi amiga, una gran compañera, también policía. Conocía a su esposo, sus hijos, su barrio. Una mañana me tocaba patrullar y me avisaron de un tiroteo cerca, me acerqué a colaborar y allí estaba ella, en el suelo, muerta. Todas las mañanas pensaba en que quizás no iba a regresar, estaba embarazada de mi hijo menor, pero sabía que por él y por mi ciudad, teníamos que seguir dando la batalla.
— ¿Qué fue lo más difícil de ese 2010?
—Ver morir tanta gente y sentir el desprecio de la sociedad. La policía estaba desprestigiada, las miradas de los vecinos como reclamándote, los comentarios fuertes de la gente.
— ¿Qué te llegaron a decir?
—Que no servía para nada, que defendiera mi ciudad.

Cuando Cindy se embarazó, estuvo allí. Cuando su amiga murió, estuvo allí. Cuando la sociedad la increpó, ella también estuvo allí. Cuando Juárez fue la ciudad más violenta del mundo, ella estuvo allí. Ocho años al compás de una policía municipal que en 2010 tenía un diagnóstico desalentador: decenas de uniformados coludidos con la delincuencia.

En ese entonces, la mujer patrullaba las zonas marginales con el mismo rifle que hoy la acompaña a recorrer la Secretaría de Seguridad Pública de Ciudad Juárez. Perseguía asesinos, veía cuerpos destajados en bolsas plásticas, le hablaban microempresarios para reportar extorsiones o amenazas. Hoy, los robos a casas y vehículos son su principal dolor de cabeza.

Se ha enrollado el cabello ensortijado en un nudo a la altura de la nuca que descubre sus orejas puntiagudas. Su rutina arranca a las tres de la mañana cuando deja uniformes y loncheras listos porque una hora más tarde comienza a patrullar las calles de Juárez. Y antes de las tres de las tres, debe estar en la puerta de la escuela donde Joaquín cursa tercero de Kínder.

Cindy habla en clave con sus compañeros, los llama elementos; saluda con firmeza, las voces del radio que escucha a cada paso dicen cosas como “C4”, “confirmado”, “en camino”. Es una de las 523 policías mujeres que resguardan su ciudad como quien cuida de un rebaño de ovejas que a veces se descarrían. Era la única de un salón de clases que formaría a cientos de policías varones. Ahora la acompañan cientos de jovencitas o mujeres maduras a quienes no les tiembla nada cuando de combatir al crimen se trata. Está por concluir sus estudios en Criminología sin pagar un solo peso, la institución avala y modifica los turnos de policías que como ella, quieran obtener un título universitario.

—Esa es la clave, capacitación y cercanía con la comunidad— explica el hombre al frente de la Secretaría de Seguridad Pública, César Omar Muñoz Morales. —Anteriormente todos los elementos tenían apenas la secundaria; hoy, el 90 por ciento tiene preparatoria (bachillerato) y un 30 por ciento -como Cindy- está terminando sus estudios profesionales.

— ¿Las mujeres policías tienen un rol diferente en la institución?
— La policía es una sola corporación, somos dos mil 500 policías municipales hombres y mujeres.

Margarita Solano /Jefa de Información de www.lopolitico.com
Corresponsal de www.utópicos.com.co en México

Ataque con ácido: la vida entre sombras

Ataque con ácido: la vida entre sombras

Autor: Jamir Mina Quiñónez.

Facultad de Humanidades y Artes

Camina varios pasos por la sala de su casa, entre sombras visualiza la silueta de un hombre que se abalanza sobre ella y la arroja de cara contra el piso de madera, patea su rostro varias veces, luego saca un cuchillo y se dispone a degollarla; en ese momento Olga Libia despierta y estalla en llanto.

“En las noches me levanto casi veinte veces a mirar si está bien cerrada la puerta, escondo las llaves y en cada levantada cambio el escondite”, comenta Olga, quien no volvió a caminar en las calles con su hija por temor a ser atacada en presencia de la menor.

Más allá de las disputas que actualmente sostienen Colombia y Nicaragua por este hermoso pedazo de tierra y enormes riquezas marítimas, los raizales, gentiles, son conscientes del paraíso que tienen. Abiertamente, prefieren reconocerse solo como sanandresanos, como lo asegura Jean Pierre, un isleño que durante mi viaje me ofreció no solo un servicio de taxi sino también su amistad.

Aunque entre risas y bailes se asoma la empatía que tienen los sanandresanos hacia el pueblo colombiano, admiten abandono por parte del Gobierno Nacional. Jean Pierre explica, mientras sostiene el timón, que no contempla la remota posibilidad de pertenecer al pueblo nicaragüense, a pesar de que está más cerca, hablando de distancias geográficas.

Entiende los problemas nacionales y sabe muy bien que los isleños son muy diferentes a los del interior; pero aun así seguirá sintiéndose colombiano. Recorrer San Andrés permite evocar la Norteamérica reflejada en las películas de negros: calles repletas de carros lujosos, bellas combinaciones de razas, iglesias bautistas adornadas con hermosas ancianas luciendo sus mejores peinados e indumentarias dispuestas a cantar por horas alabanzas Góspel, tal cual se ve en las iglesias de Misisipi.

Nada de esto es visible en la zona turística, todo está escondido en la otra parte de la isla, donde la cultura ancestral vive, de secretos a gritos entrelazados por un idioma que los colombianos no conocemos.

En el norte de Colombia está ubicadas tres islas que, para ser francos, sufren de un gran abandono. Solo las dificultades sanitarias que pasan por falta de agua -los sectores no turísticos del archipiélago-, son un ejemplo de esto, pues desde el 15 de abril las alarmas se encendieron por una eminente calamidad pública. Factores como el fenómeno del Niño, las marcadas disminuciones de lluvias, que brillaron por su ausencia desde 2013, y la sobrepoblación, han provocado una explotación desmedida de las fuentes hídricas. En un territorio de 26 kilómetros cuadrados, no solo habitan propios -75.000 personas-, sino también locos enamorados que ven en la isla su tierra prometida y se quedan viviendo allí. A esto se suma un millón de turistas que agotan recursos que la naturaleza proporciona para pocos. Así pues, evidentemente existe un problema de número de pobladores, aunque en los últimos días, la gobernación de San Andrés tomó la radical medida de duplicar el precio de la tarjeta de entrada, que pasó de $52.000 a $91.000 pesos colombianos. Pero se deben tomar otras medidas desde el Gobierno Nacional, dignas de justificar la batalla que actualmente se está librando contra Nicaragua en la Corte Internacional de Justicia.

Los enigmas del Caribe están presentes en los paisajes que la naturaleza nos enseña allí, quizá sea algo en común entre los paradisiacos lugares que lo constituyen; pues hoy en día, que estamos atravesando el boom de las integraciones culturales, el mundo recibe incalculable información sobre estas tierras. Un gran ejemplo es una de las Antillas menores, Barbados, que aunque viene de las dominaciones española y del Reino Unido, logró construir una identidad propia, en la cual podemos apreciar muchas similitudes con San Andrés, pues en ambas existe una riqueza cultural distintiva, hermosísimos rostros oscuros con ojos multicolor y labios rosas, movimientos acelerados del cuerpo al danzar, un inglés veloz acortando palabras, tranquilidad sinigual, entre otros atributos que hacen enamorarse del Caribe. Hace algunos meses, el sector privado comenzó una campaña de “embellecimiento” del popular barrio San Luis. La iniciativa lleva el nombre de Sea of Color y consiste en pintar de vivos colores las fachadas de típicas casas construidas en madera y demás recursos inconfundibles de estas zonas.

“Hace algunos años había dos San Andrés, el que visitan los turistas todo el año y el que nos tocaba vivir a los nacidos y criados en la isla -porque hay otros que se han venido a vivir acá, pero viven en el centro o cerca de lo turístico, los paisas-, pero ahora se ve cómo se están uniendo las dos caras de las monedas.” explicó Jean Pierre. Más de quinientos voluntarios conformados entre familias enteras del sector, visitantes y funcionarios de entidades vinculadas a estas jornadas, buscan mostrar una nueva cara de la isla, llena de diferentes colores, vida, alegría y unión.

Trucos para no arruinarse en San Andrés

  • Viajar en una aerolínea ‘económica’ no siempre es la mejor opción, pues cobra por cada servicio adicional (como numeración de silla, equipaje de más de doce kilos, impresión del tiquete y fila para el abordaje).
  • Se conoce más caminando que con algunos programas que ofrecen las agencias de viajes en paquetes turísticos. En realidad, ser amable y ganarse un amigo isleño es el truco para ir a lugares más allá de la Cueva de Morgan o el acuario.
  • Sacudirse del imaginario de que se llegó a Miami y se va a movilizar en carrito de golf o en cuatrimoto. Caminar, colectivo o mototaxi es la solución.

Comer en San Andrés

  • Las influencias paisas están presente en cada espacio de la isla, por lo que la comida típica o tradicional no está muy presente en los lugares turísticos. Para encontrarla se debe escudriñar un poco más en los sectores populares.
  •  En los restaurantes comunes los platos son costosos y si su sueño es la comida de mar, como un suculento sancocho de pescado, debe ir a donde comen los raizales. 

Por varios días, Olga figuró en los noticieros del país, y no precisamente por hechos positivos, su vida se convirtió en una cifra más de una sociedad indolente; para muchos solo fue otra mujer atacada con ácido.

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TU ‘AMOR’, MI ODISEA

Informe Especial

Mujer no es sinónimo de violencia.

“Las cosas se salieron de control, con él empujándome contra la cama y ahorcándome”, relata Irene Hincapié. Así como su historia, son muchos los casos de violencia que han ido en aumento en Cali durante la pandemia. 


La historia de Irene, una estudiante universitaria para quien la pandemia actuó como un catalizador para liberarse de una relación con fuertes signos de violencia, por suerte no acabó en una situación de fuerza mayor o en un titular devastador de algún periódico. Ante los ojos de la ley, no hay suficientes pruebas que permitan hacer un denuncio formal y las fallas en medio de los trámites relacionados con violencia de género, hacen que casos como los de Irene solo se conviertan en feos recuerdos. 

 Esquema de feminicidios publicado por la Gobernación del Valle del Cauca.

La violencia de género se agravó durante el confinamiento decretado a raíz de la pandemia por el COVID-19. Sandra Viviana Salguero, representante de Mujer y Género de la Defensoría del Valle, señaló que, “la cifra oficial dice que la violencia de género disminuyó; sin embargo, se tuvieron varias acciones defensoriales, principalmente en el mes de marzo y a finales del mes cerró. Todo abril, mayo y junio, la ruta de atención en Cali se cayó (no funcionó bien), ya que el municipio no actuó con la debida diligencia y por ello muchas mujeres no tenían claridad de dónde acudir. Así que muchos de los casos no llegaron a comisaría de familia, ni a fiscalía”.

Según las estadísticas de la Defensoría del Valle, indica Salguero, “en Cali, el 2020 cerró oficialmente con 20 feminicidios y según la Defensoría son 21; en lo que lleva el año 2021, van (registrados) 2 casos de feminicidio”. De acuerdo con la subsecretaria de Equidad de Género de la Alcaldía de Cali, Nancy Faride Arias Castillo, 2020 terminó con un total de 22 feminicidios. Tristemente, ellas no lograron huir de sus agresores al aparecer el COVID-19, ni mucho menos contar una historia como la que Irene relató a Utópicos (Ver entrevista).

Más de la mitad de los caleños son mujeres. Muchas de ellas han sufrido algún tipo de violencia, en diferentes contextos (económico, familiar, laboral, institucional, sexual, simbólico, entre otros). Según la subsecretaria Faride Arias, “la violencia más frecuente, según nuestros reportes, es la psicológica, ya que es la base de todas las violencias, siendo la más sutil”. 

 Gráfica publicitaria para campaña de la Alcaldía de Cali #MujeresSegurasEnCasa.

Aunque la violencia de género se da en cualquier edad, según la subsecretaria, “los rangos en los que las mujeres se ven más afectadas son desde los 20 hasta los 37 años. Sin embargo, el abuso sexual infantil tiene unas cifras exageradamente altas, siendo muchos los casos que casi no son denunciados. Dichos eventos suelen ser más frecuentes los días domingos y feriados”.

En la misma línea de pensamiento, Rosa Elvira Castillo Vélez, responsable del Eje Pedagógico en la Escuela Política Feminista de Travesía por la Paz, comenta que “según los reportes que hemos recibido, en el último año ha habido un gran incremento en violencia sexual en niñas entre 10 y 12 años, en el ámbito doméstico”.

A pesar de que existan instituciones públicas y privadas encargadas de brindar apoyo a las mujeres que sufren violencia, el sistema aún es muy precario. Castillo aclara que, “es insuficiente la respuesta institucional en los diferentes ámbitos, como el de la salud, la educación y, en especial, el judicial, haciendo que muchas mujeres no sean atendidas correctamente o que sus procesos se demoren tanto, que primero mueran en manos de su pareja a ser atendidas. Y aunque las organizaciones velen por la estabilidad emocional de sus integrantes, la labor de auxilio es de entera responsabilidad de los organismos del estado”.

Entrevista

PARADÓJICAMENTE, EL COVID SALVÓ SU VIDA

Conversación con Irene Hincapié

¿Cómo se inició el maltrato? 

Cuando empezamos a salir era un caballero, un príncipe. En noviembre de 2020 comenzamos nuestro noviazgo y en el transcurso del primer mes empezaron los primeros signos de violencia, utilizaba calificativos pasivo agresivos creando un maltrato psicológico. Luego empezó a cerrar mi círculo social por celos, alejándome de ellos, para así estar bien en nuestra relación, pequeñas discusiones que terminaban en peleas hirientes, llamadas de teléfono salidas de tono, golpes a las paredes y apretones de brazo, afuera de los salones de clase, más de una vez.

Irene ahora es una entusiasta luchadora en contra la violencia contra la mujer.

¿En qué momento pasó de ser violencia psicológica a violencia física?

Cuatro meses después, justo antes de la llegada de la pandemia a Colombia, una noche, en medio de una discusión en el cuarto de mi ex pareja, las cosas se salieron de control, con él empujándome contra la cama y ahorcándome. Sabía que eso estaba totalmente mal, pero no terminé mi relación.

¿Cómo manejó la situación?

A pesar de las disculpas y de obsequios, las discusiones nunca acabaron. Pero al llegar la cuarentena, confinados y con sus ataques de celos incontrolables al no poder vernos constantemente, por fin me dí cuenta del daño que me estaba causando y decidí terminar mi relación. 

¿A quién acudió después del incidente?

Él me prohibía hablar de nuestras situaciones de pareja con cualquier persona, así que durante la relación no tuve fuerzas de contárselo a nadie, por miedo a que por esto terminara mi relación. Cuando por fin terminamos, le conté a mi mejor amiga y unos meses después tuve la fuerza de hablar con mi madre para pedirle ayuda. Empecé terapia psicológica por medio de mi EPS, pero en medio de la pandemia fue terrible, una llamada al mes de 15 minutos no era suficiente para mí, así que actualmente tomo sesiones con la psicóloga de mi universidad, que me remitió a psiquiatría. 

¿Qué sucedió con el agresor?

Después de terminar, su reacción fue violenta y amenazante. Gracias al confinamiento no pudo encontrarse conmigo y nos bloqueamos de redes sociales. Tiempo después me buscó de nuevo y al aclararle que no quería nada con él, de nuevo reaccionó de forma agresiva y se alejó nuevamente. 

Irene ahora se siente una mujer más fuerte y defiende sus convicciones, así como las mujeres que le rodean.

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UTÓPICOS INDAGA

Un sondeo realizado por Utópicos a 50 mujeres de Cali reveló que el 94% de ellas han sufrido de algún tipo de violencia. Aquí se evidencian los tipos de violencia, el rango de edad más frecuentes, los contextos en los que más ocurre, la frecuencia con la que se presentan estas situaciones y de dónde proviene el agresor. 

A las 50 mujeres se les formularon cinco preguntas. Las respuestas se encuentran en la gráfica.

PREGUNTA 1: ¿Ha sufrido de violencia?

PREGUNTA 2: ¿Con qué frecuencia? 

PREGUNTA 3: ¿Cuáles tipos de acoso son más frecuentes? 

PREGUNTA 4: ¿En qué contexto?

PREGUNTA 5: ¿De quién proviene la agresión?

Como se refleja en esta encuesta de Utópicos, la violencia de género es una situación que compete a todos y se debe velar por la seguridad y bienestar de todas las mujeres. Cada día es un buen día para hacer cambios y empezar de cero.

  Stiven Campaz, Ana Ceballos, Sharon Otálvora

 @stevencj1 – @anamcg__ – @OtalvoraSharon

Un día en la vida de Una mujer biónica que no se oxida

Aunque hoy en día, como ella dice, “me dedico a echar verbo” y a esperar la ciudadanía belga, Nidia Chicué de Nates fue la primer mujer en conducir un bus para transporte intermunicipal en el Valle del Cauca.


Por: Laura Núñez
lautefa@hotmail.com

En los años 80 aún no había mujeres manejando vehículos públicos y no hay datos que lo refuten, y las empresas no lo permitían por el machismo que se vivía. Además, al ver una mujer al volante, los ciudadanos no se montaban o desconfiaban.

Así pues, nerviosa al tomar la decisión, cogió una gorra, se quitó los aretes, se puso la ropa de uno de sus hijos y se bajó de los tacones, para poder montarse en su bus y manejarlo cuidadosa de que no se enteraran quién lo conducía.

Esta mujer cambambera cambió su camioneta por una volqueta y ésta por un bus; en principio iba a construir una casa-carro con el armazón de ese antiguo Chevrolet e irse de aventura con sus -hasta entonces- siete hijos hacia el Brasil, pero las autoridades no lo permitieron por falta de condiciones del vehículo. Así que “volví a llenar el aparato con los asientos y me puse a manejarlo, porque mi marido no daba resultado”, resaltó.

Para lograrlo, consiguió su pase de décima categoría, permitida por el nuevo Secretario de tránsito municipal de Yumbo al conocer su historia, pues hacia un tiempo el antecesor de éste se la había negado por menospreciar las capacidades de una mujer.

Dispuesta a combatir la desigualdad, a borrar estereotipos y tumbar prejuicios, decidió mostrar que era ella quien había conducido el bus durante un tiempo. Al precederla su buen trabajo, la aceptaron en el gremio, aunque la molestaban por ser mujer, por el antiguo bus, por la lentitud al manejar pues no tenía bien los frenos, “tanto así que paraba con el freno de emergencia o rozaba las llantas con los andenes; arreglé el problema con troques artilleros para mejorar -dijo Chicué y hasta me apodaron ´La Mujer Biónica´”.

“A mí no me llamaban Nidia, doña Nidia o la vieja Nidia, me decían La Biónica”, tal cual como en la serie The Bionic Woman. Ella ha escuchado que su apodo se extendió por diversos lugares y aún hoy algunos le dicen así. “Hace poco que vine de Bruselas, me subí a la buseta y me dijeron biónica, yo no sé quién”, dice entre risas.
Aún es muy activa, se monta en sillas a limpiar la nevera o las ventanas, echa pala en el jardín y otras actividades que tal vez la edad no dejaría. Pero ella las logra, hace sus quehaceres con la misma entrega de hace años y guarda con cariño sus triunfos pasados.

Hoy, a sus 82 años, esta amante a la música de Frank Sinatra y con un gran amor hacia sus ocho hijos y nietos a los que levantó con tanto esfuerzo, sueña con su casa en el campo y un amplio jardín, después de haber conocido Holanda, España, EEUU, Venezuela y más. Llena de logros y capacidades, la mujer biónica -pero también la mujer de carne y hueso- a pesar del tiempo y sus estragos no se oxida.

¿Hombre? ¿Mujer? ¡Andrógino!

Cara de hombre o cara de mujer. Ese era el cerrado perfil que antiguamente la publicidad y el mundo de la moda buscaban para sus proyectos artísticos, pues bajo esa ley se regían los parámetros de belleza.


 Por: Luisa Zambrano

@LuisaZambranoD

Mariana Palacios

@MarianitaPG_

Sin embargo, desde los setenta esto dio un vuelco: los andróginos –ese juego entre lo femenino y lo masculino- se tomaron los escenarios y con ello también a los modelos de las pasarelas, pues este fenómeno se impone cada vez más en ese mundo, debido a que grandes marcas los están prefiriendo para sus campañas publicitarias y pasarelas, pues son más moldeables.

A nivel mundial Andreja Pejić, es catalogado como uno de los pioneros de la androginia. En cuanto a Latinoamérica, el primer modelo andrógino es el colombiano Ricardo Domínguez.

Al situarnos en nuestra ciudad, nos encontramos con Jeffrey Plaza, un caleño, de 23 años, que empezó su carrera hace dos años.

Para Jeffrey, ser modelo andrógino es esa cualidad que rompe la barrera con lo convencional de lo que siempre han sido los típicos modelos, la chica delgada, rubia, alta o el chico musculoso.

Jeffrey como modelo

Este modelo caleño piensa que todos tenemos algo de androginia, que los hombres tienen en su interior actitudes femeninas y las mujeres actitudes masculinas, solo que hay muchos que lo reprimen, pero si lo quisiera, podría llegar a ser una niña o niño muy lindo al mismo tiempo. 

Pero ¿cómo hacen los hombres que se convierten en modelos andróginos para no desarrollar músculos, que por su fisiología masculina crecen más rápido? Jeffrey explica que cuida mucho su espalda para que no se vaya a expandir, lleva una rutina de yoga y danza contemporánea y va poco al gimnasio.

Por otro lado, cuenta que lo primero que las mujeres le dicen de forma sarcástica es que ‘odian’ su cabello, por lo bien cuidado y que recibe comentarios como “caminas en tacones más altos que yo y los dominas mejor”.

La Sociedad

“Es la que nos construye el género y la sexualidad, es decir, nosotros somos un lienzo en blanco, en el que la humanidad escribe, nos moldea a su imagen y nos dice qué es un hombre y qué es una mujer”, declaró Jeffrey.

Ser modelo andrógino en un país como Colombia no es nada fácil, las personas son muy cerradas respecto a estos asuntos, por lo cual el modelo dice que “los colombianos tienen tabúes muy marcados sobre la sexualidad y no entienden que hay una nueva visión de la moda, lo que conlleva a que sea más difícil convencer a los clientes y al sector publicitario acerca de su trabajo como andrógino”.

Y agrega que “la sociedad colombiana es todavía muy retrógrada, machista y patriarcal, por lo que es muy duro poder convencer al mundo publicitario”.

Algunos diseñadores piensan que la androginia es un tema de moda, pero Jeffrey Plaza no está de acuerdo: “Verla así es decir que va a estar un tiempito y se va a ir y no lo creo, será el futuro de la humanidad, porque cada vez la sociedad es mucho más ambigua, cuando vas al centro comercial ves ropa que le sirve a niños y niñas”.

Actualmente, por medio de obras de danza contemporánea, Jeffrey lucha contra la desigualdad de género.

DATOS CLAVES.

La orientación homosexual no es aceptada en muchas sociedades ‘modernas’. Existen decenas de posibilidades en relación con el género de una persona, que se descubren de manera mucho más compleja que sólo bajándose los calzones.

La androginia demuestra que en la sexualidad no todo es blanco o negro, masculino o femenino, niña o niño. Existen matices, características que hacen a cada uno diferente del otro; por ello todos son seres únicos e irrepetibles.