Los medios en Colombia: entre algoritmos

Los medios en Colombia:
entre algoritmos

Autor:  Pedro Pablo Aguilera

En un país donde la selva amazónica convive con rascacielos de concreto y las telenovelas compiten con las tragedias del Congreso, los medios de comunicación no son solo un espejo de la realidad: son también sus mejores ilusionistas. Colombia, con sus 52 millones de habitantes y una conectividad del 77%, parece estar más informada que nunca. Pero no necesariamente mejor informada. El 2025 nos encuentra ante una paradoja deliciosa: mientras la tecnología avanza como tren sin frenos, la confianza en las noticias retrocede como cangrejo mareado.

 Propietarios de todo, creadores de poco

La concentración de medios en Colombia no es noticia, pero sí escándalo permanente. Un puñado de conglomerados posee lo que se oye, se ve y se lee. Nada nuevo bajo el sol. Lo curioso es que ahora este sol lo empañan nubes importadas: Netflix, Disney+, … plataformas que no solo conquistan la atención del público, sino también su tiempo, su afecto y sus datos.

El caso del Canal 1 ilustra bien esta danza de desposesión nacional. Prisa, el grupo español que ya controla buena parte del espectro radial colombiano, desembarca ahora en televisión. ¿El resultado? La caída del noticiero CM&, un bastión informativo liderado por Yamid Amat durante 30 años, sustituido por cámaras fijas y boletines que parecen diseñados por un algoritmo con insomnio. Así, el canal estatal deviene en escaparate de radio con video, donde el periodismo original se evapora como tinta barata bajo el sol de la eficiencia.

Mientras tanto, Caracol TV y RCN –los dos titanes privados del país– responden con iniciativas digitales que tienen nombre de start-up y ambición de monopolio. Ditu y la app de RCN buscan atraer al usuario distraído que zapea entre un TikTok y una denuncia ciudadana. Pero la pregunta persiste: ¿quién está produciendo el contenido? ¿Y para quién?

 Inteligencia artificial: ¿ayudante o impostor?

La IA se ha convertido en el nuevo becario de la sala de redacción: rápido, obediente y casi gratis. Resúmenes automáticos, traducciones instantáneas, generación de titulares… y, si nadie lo impide, pronto también editoriales con aroma a circuito integrado.

Pero en Colombia, donde la gente aún recuerda con nostalgia cuando los noticieros cerraban con oraciones y gallinas cantoras, el uso de IA despierta más escepticismo que entusiasmo. Según el Instituto Reuters, la mayoría prefiere que haya un periodista humano supervisando la tecnología. Porque una cosa es delegar la transcripción de un discurso presidencial, y otra muy distinta es permitir que lo redacte ChatGPT y se lo crea el país entero.

  Transparencia gubernamental: ¿ventana o vitrina?

El gobierno de Gustavo Petro ha optado por transmitir en directo sus reuniones de gabinete. En teoría, una muestra de transparencia. En la práctica, una tragicomedia nacional. El experimento se estrenó con una pelea ministerial en cadena nacional que terminó con cinco renuncias y medio país preguntándose si estaban viendo política o un spin-off de La Casa de los Famosos.

Lo que debía ser información ciudadana terminó siendo espectáculo involuntario, y no faltó quien se preguntara si, después de todo, no sería mejor la opacidad clásica que al menos nos ahorraba el bochorno.

Mientras tanto, en RTVC, la emisora pública, la tensión también se emite –aunque no siempre en vivo. Acusaciones de acoso laboral, presunto uso propagandístico y amenazas a periodistas como Holman Morris revelan que la prensa oficial no escapa al desgaste que produce la fricción constante entre poder y verdad.

 Confianza bajo mínimos y polarización en esteroides

Solo el 32% de los colombianos confía en las noticias. Un dato que no sorprende en un país donde los noticieros parecen editoriales disfrazadas y los editoriales, combates cuerpo a cuerpo. Influencers de derecha y de izquierda gritan desde sus trincheras digitales, elevando la temperatura del debate hasta niveles tropicales.

El periodismo, atrapado entre la necesidad de likes y la urgencia de subsistir, ha cedido a una lógica de espectáculo donde informar ya no basta: hay que escandalizar. El resultado es una ciudadanía agotada, desconfiada y, paradójicamente, más dependiente que nunca de las redes sociales para saber qué está pasando.

 Redes sociales: el nuevo ágora… infestada de trolls

Facebook sigue siendo el rey, pero TikTok viene con apetito de emperador. Los colombianos consumen noticias en plataformas diseñadas para bailes virales y teorías conspirativas. ¿El riesgo? Que en lugar de informarse, la gente se entretenga. Y en lugar de contrastar, compartan.

El 60% de los usuarios teme caer en noticias falsas, pero sigue confiando en los mismos canales donde proliferan. Como si un pasajero dijera: “No me gusta volar con turbulencia”, mientras aborda por gusto un avión sin piloto.

Entre la promesa y el abismo

Colombia, en 2025, está parada en una encrucijada. Tiene más canales, más herramientas y más datos que nunca. Pero también más ruido, más propaganda y más desconfianza. La inteligencia artificial promete eficiencia; la polarización garantiza conflicto. Y los medios deben decidir si quieren ser centinelas del poder o voceros del caos.

Quizás el futuro de la información en Colombia no dependa tanto de la tecnología, sino de una vieja pregunta ética: ¿para quién se informa, y con qué propósito? Si no la respondemos pronto, corremos el riesgo de saberlo todo… sin entender nada.

¿El riesgo? Que en lugar de informarse, la gente se entretenga.
Y en lugar de contrastar, compartan”.

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Consumo mundial de medios en 2025: la información en tiempos de pantalla y sospecha

Consumo mundial de medios en 2025: la información en tiempos
de pantalla y sospecha

Autor:  Pedro Pablo Aguilera

En algún lugar del siglo XX, la gente encendía la televisión para “enterarse de lo que pasaba en el mundo”. Hoy, en 2025, es más probable que un adolescente tailandés reciba las noticias mundiales desde un clip coreografiado de 15 segundos que desde un noticiero. Y no, no es un chiste. Es el nuevo orden mediático: fragmentado, veloz y peligrosamente maleable.

Según el último informe del Instituto Reuters, (17 de junio 2025) el consumo global de medios no está cambiando: está mutando, como una criatura anfibia que ya no se arrastra por la prensa escrita ni nada en la televisión, sino que salta entre pantallas móviles y algoritmos caprichosos. Las cifras son elocuentes, pero lo que sugieren es todavía más inquietante.


La muerte lenta del medio tradicional
Mientras los periódicos imprimen sus últimas ediciones con más nostalgia que esperanza, las redes sociales se consolidan como plazas públicas, mercados persas y, en ocasiones, tribunales de la inquisición digital. Facebook sigue liderando como fuente semanal de noticias con un 36%, seguido por YouTube (30%), Instagram y WhatsApp (19% cada una), y TikTok (16%), que —oh, paradoja— ya supera a X, el artista anteriormente conocido como Twitter.

Este ascenso de lo audiovisual parece responder a una lógica emocional más que racional. Los usuarios, como abejas enloquecidas por la miel del estímulo visual, abandonan los textos largos en favor de clips cortos, virales, irresistiblemente editados. No es que la lectura haya muerto, pero sí parece haber sido relegada al rincón del esfuerzo inútil.

Influencers: nuevos oráculos del caos
En el siglo XXI, los profetas no llevan túnicas, sino filtros de Instagram. El informe señala que los influencers —esa nebulosa mezcla de celebridad, producto y panfleto humano— tienen hoy una influencia decisiva en la forma en que millones interpretan la realidad. En lugares como Tailandia, son referencia política y fuente primaria de noticias.
El problema, claro, es que estos nuevos emisores no pasaron por redacciones ni códigos de ética periodística. No verifican, no contrastan, no editan. Publican. Y punto. Lo hacen con gracia, a veces con ingenio, pero también con una alarmante indiferencia por la verdad. No es de extrañar que los encuestados los identifiquen, junto con los políticos, como principales vectores de desinformación. Irónico, ¿no? La opinión pública moldeada por quienes menos responsabilidad asumen sobre lo que dicen.

La IA informa, pero ¿quién la informa a ella?
En esta ópera digital, la inteligencia artificial entra en escena como el nuevo actor brillante y polémico. Chatbots, asistentes virtuales y buscadores potenciados por IA están empezando a reemplazar a los humanos en la tarea de filtrar y entregar noticias. Una maravilla de eficiencia… hasta que nos damos cuenta de que no siempre distingue ironía de literalidad, hechos de rumores, sátira de noticia.
La promesa es una información más personalizada y accesible. El riesgo: una cámara de eco hecha a medida, con verdades moldeadas al gusto del consumidor. Como si la realidad fuese un menú desplegable.

La gran crisis: ¿quién nos dice la verdad?
El 58% de las personas no están seguras de poder distinguir lo verdadero de lo falso en internet. El dato es inquietante, pero aún más lo es su normalización. Se ha vuelto cotidiano dudar de todo: del video que se viraliza, de la cifra que se cita, de la fuente que se comparte.
Vivimos en una era donde la sospecha es el nuevo sentido común. Y donde los culpables —influencers y políticos, ambos con un 47% de desconfianza— son a la vez las voces más escuchadas. La antítesis es brutal: cuanto más se duda de ellos, más viral se vuelven sus palabras.

Entre la nostalgia del papel y la dictadura del like
¿Qué queda entonces? Un ecosistema mediático acelerado, emocional, estéticamente impecable y cognitivamente caótico. Los medios tradicionales luchan por no volverse reliquias, mientras los nuevos medios se expanden como incendios que no siempre iluminan: a veces solo queman.
La pregunta no es si sobrevivirá el periodismo, sino en qué forma. ¿Será una mezcla de IA, presentadores virtuales y youtubers expertos en edición? ¿O lograremos rescatar la esencia crítica, humana y ética del oficio, aunque venga disfrazada de reel?
Tal vez el futuro de la información no dependa de la tecnología, sino de algo más antiguo: nuestra capacidad de discernir, de dudar con inteligencia, de preguntar antes de compartir. La verdad, como siempre, será una conquista, no un algoritmo.

¿Será una mezcla de IA, presentadores virtuales y youtubers expertos en edición?“.

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Medir impactos en los medios:

Medir impactos en los medios

Autor:  Pedro Pablo Aguilera

En un mundo llena de información, los medios buscan seguir aquilatando narrativas, requisito de control del poder y generar cambios sociales. Pero ¿Qué nos dice si el periodismo está cumpliendo su función? La medición del impacto se ha perfilado como un elemento esencial para tener una idea concreta de la capacidad de los medios para influir en la sociedad y cumplir su viabilidad. Por eso hemos repetido desde el Observatorio de Medios que este sea así en medios tradicionales como digitales:

 La importancia de medir el impacto

Los medidos como validación han sido comúnmente utilizados para definir el éxito de los medios: las visitas registradas, compartidos o tiempo de permanencia en una plataforma. No obstante, estas cifras no reflejan necesariamente el impacto verdadero que un contenido ha tenido en la sociedad. Medir el impacto implica salir de los datos superficiales y preguntarse ¿Se dio cambio por este contenido? ¿ha impactado en políticas públicas? ¿ha afirmado a comunidades o ha abierto el debate público?

Los impactos pueden expresarse de maneras muy diversas, desde la apertura de una investigación oficial ante denuncias periodísticas hasta cambios en el comportamiento de una comunidad. Así pues, pueda que para los medios “medir” su impacto, les permite a los medios no solo medir la eficacia de su labor, sino también fortalecer su misión y proyección económica  sostenible .

Cómo medir los impactos de los medios de comunicación 

El avance del impacto en los medios independientes no son solo dependiendo de las herramientas tecnológicas o grandes inversiones sino que es un cambio cultural en las organizaciones. Para comenzar, se sugiere seguir los siguientes pasos:

  • Definir el impacto esperado: ¿Para qué medio se quiere ser y qué cambios se espera lograr en su audiencia y en la sociedad? ¿Quiere incidir en política, educación, comunidad local “? ¿Se espera poner en alerta a la ciudadanía por una causa?
  • Crear un plan de medición que encaje con el contexto, ya que no todos los medios están equipados con lo mismo: se debe construir una estrategia de acuerdo con la posibilidad del medio. Puede utilizarse con facilidad: encuestas, análisis de redes sociales, entrevistas con la audiencia, mis testimonios de impacto, etc.
  • Registrar la información y sistematizar: documentar la evidencia de impacto en la base de datos organizada facilitará su seguimiento y la toma decisiones basadas en estos. Algunos de los formularios utilizados incluyen Google Forms o sistemas de gestión de información como Notion y Airtable.
  • Elaborar con los datos para fortalecer el medio propio: Datos concretos, con qué argumentos se le puede justificar al financiador, la audiencia y los colaboradores que se presten, etc. Además, pudiese elaborar reportes del valor que este tipo de periodismo aporta a la sociedad.

Efecto, estrategia de sostenibilidad

El impacto no es solo para conocer el alcance de lo que hacemos en esta industria, sino también para la sostenibilidad del medio. Si bien los modelos de negocio clásico, como la publicidad, ya no garantizan la viabilidad del medio independencia, en la actualidad los datos del efecto son esenciales ya que puede acceder a diversas nuevas maneras de financiamiento  de origen, donaciones y membresías.

Una audiencia que percibe el valor y la demostración del periodismo está preparada por la ayuda necesaria. Cuando un medio puede demostrar cómo su trabajo lleva a la existencia de cambios reales con hechos, se fortalece la confianza y el apoyo de su comunidad.

En un mundo que cambia rápidamente, los periodistas futuros deben saber la importancia de evaluar el efecto de la labor realizada y utilizar esta información como una herramienta para obtener un periodismo más de ayuda, lo que es relevante con la sociedad.

Esperamos que te sea de interés conocer un poco más acerca del tema, sin duda, es el que más trabajos de grados ha dado en muchos casos anticipando los deseos de la grada.

El avance del impacto en los medios independientes no son solo dependiendo de las herramientas tecnológicas o grandes inversiones sino que es un cambio cultural en las organizaciones”

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¿Qué, cómo, en qué forma y para qué se consumen los medios y redes sociales?

¿Qué, cómo, en qué forma y para qué se consumen los medios y redes sociales?

Autor: Pedro Pablo Aguilera

Facultad de Humanidades y Artes

En abril de 2024, se hizo una encuesta rápida en la Universidad Santiago de con un margen de error de 1.96 en lo que es, la segunda ola sobre el consumo de medios y el uso de redes sociales. Este es el análisis de las tendencias actuales, incluyendo la prensa escrita, medios digitales, radio, televisión, streaming y el uso de redes sociales para la comunicación y la información realizado por el grupo de Análisis de Medios de nuestra facultad de Humanidades y Artes.

Muestra representativa (482 personas) de tipo aleatorio con un nivel de confianza de un 95%. El margen de error es de 1.96.

Un clásico que perdura
A pesar de la digitalización, la prensa escrita  se mantiene con un 18% de lectores en formato papel. Los periódicos y revistas siguen siendo fuentes de consumo, ofreciendo experiencia tangible que los consumidores valoran.

  La primera elección
Los medios digitales como Cali es Cali para un 21 %, El Tiempo.com 18% y El Espectador con un 11% son los medios digitales más consumidos superando a otros formatos como la principal fuente de información.  Destaquemos  que la primera opción es un nativo digital que dista mucho del periodismo clásico con accesibilidad de las noticias en tiempo real y contenido a la carta, los consumidores prefieren la inmediatez y la personalización que ofrecen los medios digitales.

Fuente Grupo de Análisis de Medios -Pedro Pablo Aguilera

    Fuente: Grupo de Análisis de Medios -Pedro Pablo Aguilera

La compañía constante
La radio con un 53 % de files seguidores continúa siendo un medio importante, especialmente para audiencias que buscan compañía o entretenimiento durante otras actividades. Su facilidad de consumo y la diversidad de contenido disponible aseguran su lugar en la rutina diaria de los oyentes. Las emisoras más  aceptadas son Tropicana 22 %, Olímpica 21% y la Mega 18%. El tema es evidente, la música. No más.  El podcast como nuevo formato va ganando espacio con un 63 % de oyentes, siendo muy dispersa la elección para los encuestados.

Entretenimiento e información a la carta
La televisión sigue siendo un pilar en el hogar, pero el streaming ha cambiado el juego siendo el 64 % de la preferencia frente a un 38% de la TV. El servicio a la carta de Netflix  (27%), Prime Video (8%), HBO (8%) o Star+ (5%) hace que los espectadores disfruten de una libertad sin precedentes para elegir qué ver y cuándo verlo, resultando en un consumo más personalizado y diversificado. Los canales Caracol y RCN fueron la opción de un 15% en ambos casos, centrándose en los reality de cada canal, no en los informativos. El canal Uno obtuvo un 4%, Telepacífico un 3%  y Señal Colombia un 1 % de preferencia.

El nuevo ágora
Las redes sociales se han convertido en el ágora moderno, en la plaza de relacionamiento y expresarse. Whatsapp domina con un 50%, Instagram es elegido con un 20%, seguido de Facebook con un 14% y luego Twitter con un 6%.

No solo son plataformas de comunicación, sino también fuentes primarias de noticias e información siendo la preferencia en este orden Instagram 31%, Facebook  25%, Twitter 14% y Tik Tok 11%.  La interactividad y la inmediatez de las redes sociales las hacen indispensables para muchos usuarios. .

La segunda ola de consumo de medios y redes sociales refleja una evolución continua en las preferencias y hábitos de los consumidores. Mientras que los medios tradicionales mantienen un 7% de ser la fuente información, los medios digitales (nativos o migrantes) representan el 46% de la preferencia con las Redes Sociales con un 45%. Es decir lo digital representa un 91 % de los públicos y de ahí la importancia en el análisis y estudio.

¿Cómo usamos las redes sociales?
 Esta 2da Ola le preguntó a la comunidad universitaria  ¿cómo utilizamos cada Red Social? Y la respuesta fue esta:

 

Miremos lo que consideramos  el ideal de participación o feedback en un mensaje: 

 

 

Es Tik Tok con un 41.1 % seguido de Instagram con un 32.1 y  Whatsapp con un 6.1% donde la relación mensaje-público, es decir el impacto es más alto o si lo quieren se da el mayor engagement (enganche) entre  mensaje-público.

¿Qué les interesa a los públicos?
La encuesta muestra lo que le interesa a es la cultura y música igualados con un 17% y el entretenimiento con un 14%. Los otros temas en orden de prioridad fueron  deporte 9 %, ciencia y vida universitaria igualados con un 7%, política 6%, economía 4 % y problemas internacionales 3%.

¿Y?
Solo le mostramos un mapa del consumo de medios y redes sociales. Confirmamos  con datos la tendencia hacia lo digital y lo interactivo como hecho innegable. Este análisis destaca la adaptabilidad y la diversidad del paisaje mediático actual pero también nos da pistas para llegar de forma más eficiente a los públicos: juéguesela con los videos cortos en Tik Tok e Instagram.

¿Qué piensa de esto?

No más.  El podcast como nuevo formato va ganando espacio con un 63 % de oyentes, siendo muy dispersa la elección para los encuestados”.

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Utópicos empieza a competir con medios regionales.

La ardua labor de nuestros estudiantes-periodistas hace que a diario sigamos en el proceso de publicar sus historias en nuestro medio, y parte la reciprocidad que tenemos es recibir méritos como los Premios Alfonso Bonilla Aragón.

Nuestro colectivo se siente orgulloso de recibir una mención especial a nombre de nuestra periodista Luisa Bolaños, quien participó en la categoría Periodismo Universitario con su crónica “Escarbando en el costal de los recuerdos de la mona. Me volví recicladora y soy feliz” texto publicado en nuestro número de septiembre del 2014 en la edición impresa.

Además, felicitar a nuestros egresados que estuvieron nominados como Sebastián Gómez del programa Cali Hoy Crónicas y a los que ganaron, entre ellos Miguel Ángel Espinosa y David Salamanca de El tiempo; como también a Laura García y Carolina Rodríguez del noticiero Noti Cinco.
Esta es la crónica de nuestra periodista Luisa Bolaños.

Escarbando en el costal de los recuerdos de ‘la Mona’ “Me volví recicladora y soy feliz”
Luisa Bolaños
Decimo Semestre
@Lui19bg

En la Chatarrería, La Mona vende pastas o tarros, papel, chatarras, cables, panales de huevos, bronce, aluminio, latas de cerveza y botellas de vidrio.
No importa si el sol despertó con ganas de incendiar el pavimento de las calles de Cali o si un iracundo ‘San Pedro’ nubló el cielo y mandó un terrible aguacero. A Edith, nada de eso le interesa los lunes, miércoles y viernes, días en los cuales ejerce su trabajo.
En una piecita, dentro de algún edificio ubicado en “La Olla del Centro”, se despierta a las 5:00 a.m. para compartir el desayuno con su hijo de 23 años y su amigo ‘El ñato’.

Los piecitos de Edith caminan desde La Olla hasta el barrio La Campiña, mientras su cuerpo arrastra la carretilla que alquila por dos mil pesos. Al llegar, descarga su chivo para empezar a recorrer las calles.

‘La Ñata’ o ‘La Mona’ -así le dicen- es una mujer que mantiene una sonrisa en su rostro y transpira amabilidad. No siempre fue feliz con su realidad, pues como a muchas le ha tocado duro, pero como pocas les ha ganado la batalla a sus demonios. Ha triunfado a su manera, ¡a punta de cartón! y no con un cartón universitario, ni con millones en el banco; ha vencido en la vida por aceptarse, no avergonzarse y aportarle algo positivo al mundo, desde lo que hace.
‘La Colombianita’.

Quién iba a pensar que La Mona fue una jovencita de clase media que viajó al Perú, a sus trece años, junto a su padre y su madrastra. En ese país, su inocencia se vio atenuada por los intereses de la mujer de su padre o ‘La peruana’, como ella le dice.

“Mi papá era un borrachín y nunca me cuidaba. La peruana se aprovechó de que él no estaba y me lavó la cabeza, diciéndome que mi hermanito no tenía leche ni pañales y que mi papá era un irresponsable, entonces yo tenía que ayudarle con los gastos”, expresó La Mona.

La peruana, una ex estriptisera, “le iba a enseñar a hacer otra cosa para que la ayudara con los gastos” y hoy es la razón por la cual La Mona afirma que a los niños hay que protegerlos, para que no tengan que vivir lo que a ella le tocó.

“Me llevó a una ‘casa de negocios’ y se paró al lado de la puerta. Mientras yo estaba en una cama, en ropa interior, ella cobraba la plata. ¡Salíamos con las manos llenas! porque como yo era una niña, eso gustaba. A mí me decían ‘La Colombianita’”, comentó.

Pasaron los días entre estudios mañaneros y tardes en las que vendía su cuerpo, hasta que conoció a uno de sus clientes, que era gerente de la empresa Pesca Perú. “¡Tenía una pinta! A él le dio pesar porque le conté mi historia. Entonces, me regaló el pasaje ¡en avión! Y yo le hice firmar a mi papá el permiso”, recordó La Mona, con un fuerte sentimiento de gratitud.

Los ladrones de sus hijos: sus vicios.
La Mona de hoy no conoce de ambición ni derroche, pero a los 16 años, cuando fue recibida por su tía, quería plata y la forma más fácil de conseguirla fue continuar prostituyéndose por dos años más. “Ya venía con mis resabios, me había acostumbrado a tener plata”.

“Quedé en embarazo a los 18 años y como ya había cogido el vicio del trago, el cigarrillo y la droga, mi tío se quedó con el niño. Otro hijo quedó con mi papá y mi otra hija quedó con mi cuñada ¿Y yo? ¿Con qué me quedé? con el vicio”, manifestó con profunda tristeza.

Estaba derrotada por sus vicios y no parecía que la vida le fuera a dar la revancha. En las noches, su cabeza reposaba sobre el asfalto y sus días eran grises, hasta que ‘El Ñato’ la recogió, la llevó a vivir a una pieza y le enseñó las técnicas del valioso trabajo de reciclar.
“¡Qué vicio ni qué nada!”
“No volví a entregármele a hombres, comencé a reciclar, seguía metiendo, pero trabajaba y eso era un gran cambio. Luego vi que mis hijos iban creciendo y dije: ¡Qué vicio ni qué nada! Dejé todas esas cosas”, manifestó.

Nada pudo quitarle ese instinto de madre, pues sus hijos son el motivo por el cual, al terminar la mañana, camina desde La Campiña hasta la Chatarrería del Centro, con su carretilla cargada de cosas que para nosotros solo son basura, pero para ella significan “la comidita”.

Su sueño de ser secretaria, quizás lo esté cumpliendo archivando hojas de papel fino y periódicos. Hoy no puede divertirse bailando mientras le gritan: “¡Shakira!”, pero tiene algo más valioso que una diversión efímera, la pasión por lo que hace.


“El reciclaje para mi es hermoso ¡Es bendito! Vea, a veces, encuentro comida que dejan de las fiestas y la guardan en cajas; ¡ese día yo me doy una pachanga!, voy y caliento el arroz con pollo. Nunca me faltaron unas chancletas, un calzón, un brasier, una olla, nada. Tengo todo lo que necesita una persona, gracias a Dios”, comentó una Mona radiante e incluso más dichosa que muchos de nosotros, y agregó: ¡Yo soy feliz con mi reciclaje!”.


Los martes y jueves, hace el aseo en casas de algunos familiares. Para El Ñato y La Mona, lo que las personas les regalan son de gran ayuda.