Conviviendo con mascotas

Conviviendo con mascotas

Impactos en la salud mental y la economía de víctimas de frecuentes robos violentos cerca de los campus de algunas universidades.

Por: Valentina Velásquez Lasso

Facultad de Humanidades y Artes

Las mascotas se han transformado en un componente indispensable de la vida diaria para numerosas personas, llegando a ser vistas como integrantes del núcleo familiar. Además de ser simples compañeros, los animales de compañía crean conexiones emocionales intensas, y su presencia en las viviendas potencia la sensación de pertenencia y confort.

Cuando se alquila una vivienda, se plantea una pregunta frecuente: ¿Es posible que los dueños limiten la posesión de animales de compañía?

Daniela Muñoz está en busca de una nueva residencia para alquilar, pero se ha encontrado con que no reciben animales en muchos de los domicilios donde se ha interesado “desde que hablo con los dueños, me dejan claro que se alquila sin animales” suceso que la deja sin poder alquilar, ya que vive en compañía de sus dos mascotas. 

Tener animales de compañía es un derecho fundamental ligado al libre desarrollo de la personalidad y la intimidad

Sin embargo, los dueños de inmuebles en Colombia no pueden prohibir de forma generalizada la tenencia de mascotas por parte de sus arrendatarios, según lo establece la Ley 675 de 2001.

En este escenario, un aumento en la cantidad de individuos en Colombia conviven con animales mientras habitan en propiedades arrendadas. Esta circunstancia cobra importancia si se considera que, de acuerdo con cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística DANE, mediante la Encuesta Nacional de Calidad de Vida, más de 7,3 millones de habitantes residen en situación de inquilinos.

La posesión de mascotas está resguardada por la Resolución T-035 de 1997 emitida por la Corte Constitucional, la cual dicta que “Tener animales de compañía es un derecho fundamental ligado al libre desarrollo de la personalidad y la intimidad, siempre que no afecta los derechos de los demás”

No obstante, el asunto de la posesión de animales de compañía en la actualidad no se rige por la ley de propiedad horizontal, sino por el Código de Policía o el Código Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana, teniendo en cuenta que no hay una ley específica sobre mascotas.

Para numerosos propietarios, esta normativa no los favorece, tal como lo señala Jhon Jairo, propietario de una vivienda que se alquila y sostiene que tener inquilinos con animales de compañía no los beneficiarios “a veces han causado daños en la propiedad debido a las mascotas y al final no pagan nada” expresó el individuo.

Además, es crucial destacar que los dueños no están autorizados para imponer tarifas extra por el simple hecho de que un inquilino posea una mascota.

No pueden establecer precios adicionales en los costos de alquiler o en los gastos de gestión. Todo cobro de esta naturaleza no tiene base legal y puede ser objeto de reclamo.

“Me di cuenta de esta ley cuando el dueño de mi casa anterior quiso que le pagara más por tener a mi gato en la casa” explico Juan Pablo, un joven que decidió mudarse de casa al ver como su arrendatario aumentó el costo del arriendo debido a la adopción de su nueva mascota.

Por otro lado, hay ciudadanos que aún no conocían esta normativa, pues no se han encontrado con este tipo de situaciones, done vivir al lado de sus mascotas representara un problema.

Camila Sánchez vive hace tres años en una unidad, ubicada en el sur de la ciudad de Cali y comenta que hasta el momento no ha tenido inconveniente por su mascota “jamás me han puesto problema por algo sobre mi mascota, al contrario, los guardas de seguridad son muy amables”. Pues vemos el caso de unidades residenciales que toman en cuenta a las mascotas como un arrendatario, incluyéndolos en la lista de integrantes del hogar, junto a sus dueños.

Aunque la legislación protege la posesión de animales de compañía en viviendas arrendadas, aún existen limitaciones establecidas por ciertos dueños, creando problemas para arrendatarios como Daniela Muñoz.  A pesar de que la normativa es clara en la prohibición de cobros adicionales, no impide la búsqueda desafortunada de viviendas que admitan animales, lo que muestra una brecha entre la ley y la rutina diaria para muchos colombianos.

Además de ser simples compañeros, los animales de compañía crean conexiones emocionales intensas, y su presencia en las viviendas potencia la sensación de pertenencia y confort .

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Chatarrización en Cali: costos impagables obligan a los ciudadanos a perder sus vehículos

Chatarrización en Cali: costos impagables obligan a los ciudadanos a perder sus vehículos

Propietarios se quejan del alto costo de recuperación, mientras que expertos analizan el impacto económico de la ley 1730 de 2014.

Por: Tatiana Ramírez Laines

Facultad de Humanidades y Artes

La chatarrización de vehículos abandonados en el patio de tránsito de Cali, ubicado en Acopi Yumbo, ha aumentado significativamente en los últimos años. Son más de 30.000 vehículos los que se encuentran inmovilizados, donde el 70% corresponden a motocicletas y el restante vehículos livianos o pesados.

Como resultado de esto la gente opta por no recuperar sus vehículos y permitir que sean chatarrizados perdiéndolos definitivamente.

Este proceso está respaldado por la Ley 1730 de 2014, la cual permite a las autoridades declarar en abandono los automotores que lleven más de 365 días inmovilizados sin ser reclamados e iniciar su chatarrización. Actualmente se están desintegrando más de 800 vehículos que cumplen con este criterio. La normativa es aplicada por el Centro de Diagnóstico Automotor del Valle (CDAV), entidad que, en convenio con la Secretaría de Movilidad, administra el servicio de patios y grúas en la ciudad.

Sin embargo, la implementación de esta medida ha generado controversia entre los propietarios de los vehículos, quienes denuncian que las tarifas para recuperarlos son excesivas, llevándolos a optar por perderlos definitivamente.

De acuerdo con los datos recientes, un vehículo que pase más de un mes en los patios puede acumular una deuda de aproximadamente $1.200.000, es decir casi un salario mínimo, mientras que aquellos que superan los 15 años e inmovilizados pueden alcanzar costos cercanos a los $33.000.000 una cifra que para muchos ciudadanos resulta imposible de pagar. Como resultado de esto la gente opta por no recuperar sus vehículos y permitir que sean chatarrizados perdiéndolos definitivamente.

“Me parece un completo abuso, mi moto llevaba siete meses en el patio y cuando fui a averiguar mi deuda era de más de 8 millones. No tengo cómo pagar esa cantidad prefiero perderlo a endeudarme” comentó Viviana, una ciudadana afectada por las tarifas de patios, tuvo su moto inmovilizada debido a la falta de documentos en regla.

Este es un sentimiento que se repite entre cientos de propietarios quienes afirman que las tarifas de patios y grúas son muy altas, llamándolos “abusos”.

El impacto económico se siente, también, sobre aquellos con recursos limitados que dependen de sus automóviles para trabajar, siendo independientes o taxistas.

Enrique Guzmán es taxista y su vehículo, un Chevrolet Sail modelo 2015, era su principal herramienta de trabajo. “Mi carro era mi herramienta de trabajo. Soy taxista y por eso lo usaba todo el tiempo, pero después de un accidente de tránsito se lo llevaron y la deuda para sacarlo era una deuda millonaria, superior a los 14 millones de pesos, pensé en recuperarlo, pero cuando vi la deuda entendí que no valía la pena” señaló.

La chatarrización, que en teoría busca descongestionar los patios y eliminar vehículos en mal estado, ha tenido consecuencias económicas adversas. Pues por un lado mientras que el estado recupera parte del dinero adeudado con la venta de chatarra, los propietarios enfrentan pérdidas millonarias. En algunos casos, el costo de recuperación es tan alto que excede el valor comercial del vehículo haciendo que el abandono y la chatarrización sea la opción “menos dolorosa”.

Es el caso de un ciudadano llamado Joan.  “Sacar mi moto de los patios me salía muy caro incluso más que cuando lo compré entonces decidí perder mi moto”, anotó.

Para muchos propietarios, la situación no sólo representa una pérdida material, sino un golpe directo a su economía personal y familiar, puesto que algunos de los afectados son familias de ingresos medios y bajos. Para quienes representa un medio de sustento, con su automóvil inmovilizado, no sólo enfrentan una deuda creciente, sino que también pierden la posibilidad de generar ingresos. “Es pérdida completamente, sin poder trabajar porque me quitaron el carro ¿cómo voy a pagar la deuda para sacarlo de los patios?”, acotó Guzmán.

Ante la creciente inconformidad, se sugiere una revisión de la normativa para ajustar los costos de recuperación y ofrecer alternativas de pago que permitan a los ciudadanos recuperar sus vehículos sin enfrentar deudas impagables. Sin embargo, hasta el momento las autoridades no han anunciado cambios en la legislación. Mientras tanto, los patios siguen acumulando vehículos que en muchos casos nunca serán reclamados.

Nace así un debate sobre si el modelo actual está logrando su propósito de mejorar la movilidad o si en cambio está profundizando una crisis económica y social obligando a muchos ciudadanos a resignarse a la pérdida de su vehículo como su única alternativa.

 “Mi carro era mi herramienta de trabajo. Soy taxista y por eso lo usaba todo el tiempo, pero después de un accidente de tránsito se lo llevaron y la deuda para sacarlo era una deuda millonaria, superior a los 14 millones de pesos, pensé en recuperarlo, pero cuando vi la deuda entendí que no valía la pena” señaló.

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