A las afueras de Cali, muy cerca de la orilla del río Lili, rodeado de estructuras modernas y de casas de estrato 5 y 6, se encuentra un barrio antiguo que lucha por no desaparecer.
Es el Barrio Lili. Con apenas verlo, se podría describir como una zona marginal, un terreno robado, una invasión social que ha ido creciendo con los años. Pero, ¿qué pensaría la gente sí se le dice que allí reposa una de las historias más impresionantes de lucha y esperanza, de fortaleza y respeto por lo propio?, ¿qué pensaría la gente sí se le dijera que allí se encuentra parte de la historia de Cali?
En 1750, se dio una importante negociación: la Hacienda San Joaquín le compró a la Hacienda Cañasgordas 90 terrenos, extendidos entre los ríos Meléndez y Lili, y desde Los Farallones de Cali hasta el río Cauca. Con ello, también se convino el traspaso de esclavos provenientes de África.
Los dueños de la Hacienda San Joaquín eran de apellido Varona. En esa época, la costumbre era dar a sus esclavos el mismo apellido, pero cambiando la primera letra. Es así como nace el apellido Barona, aunque se los marcaba con una V en sus hombros, como súbditos, en representación de la ‘Familia Superior’. El hijo de uno de estos esclavos, Pedro Pablo Barona, se ganó la confianza de sus dueños y por eso lo encargaron de cuidar los terrenos de la hacienda.
Un día de 1822, el dueño de esa propiedad decidió regalarle a Pedro Pablo un terreno pequeño, para que construyera su casa y viviera allí. Con alegría y fervor, y con la ayuda de su familia, el joven capataz levantó las primeras 10 moradas. La primera fue la ‘Casa Paterna’, lugar emblemático para los Barona. Allí nació gran parte de la familia. Así empezaron a construir, desde cero, en tierras fértiles y en cercanía a su fuente histórica de vida, el río Lili.
Tomarse el sector
El barrio Lili siempre ha sido foco de interés para algunos ingenios de Cali. “Siempre nos han amenazado con sacarnos de aquí. Lo que hacían nuestros ancestros era traer más familia, construir y vender casas. Así hacíamos más espacio y evitábamos nuestra exclusión”, narra Patricia Gómez, descendiente de los Barona y habitante del sector. Cercana a los cincuenta años de edad, que habla con mucho sentimiento. Es la defensora del presente y el futuro de su amado terruño.
El interés de los familiares no era la riqueza, era estar seguros y mantenerse allí, por lo que vendían los terrenos a precios muy bajos, “casi regalados”, cuenta.
Tiempo después, los residentes prestaron algunos terrenos al Ingenio Meléndez para sembrar caña, pero, más adelante, los predios fueron escriturados a este, tomándose parte de lo que el dueño de la Hacienda San Joaquín les había dejado a los Barona y rompiendo el compromiso.
Allí se empezó a formar lo que hoy se conoce como Ciudad Jardín. “Por confiados, sólo nos quedó esta parte. Antes la palabra era respetada”, apunta una de las mayores de la familia, Estela Barona, nieta de Pedro Pablo Barona.
A su vez, Miriam Campo Barona (65 años), otra de las nietas del patriarca y prima de Estela, recuerda que cuando era niña, “lo que hoy es Ciudad Jardín era puro monte, puro cañal, perteneciente al Ingenio Meléndez”.
Medicina natural, el mejor remedio
Cerca del barrio no había médicos, ni centros hospitalarios, hasta mediados del siglo XX. “Todo se trataba con hierbas: el anamú, para curar la sinusitis y dolores de pecho; la ruda; aguapanela con limoncillo; yerbabuena, albahaca, malva y el matarratón… que sirve para todo”, describe Patricia, entre risas.
Las parteras eran quienes tenían la labor de asistencia y cuidado de la madre durante el proceso de gestación. Todo se hacía de manera natural; empleaban cogollos de lulo y agua de brevo para agilizar el proceso de parto, si el niño no quería salir.
“Cuando iba a nacer un nuevo miembro de la familia, las parteras nos decían a los niños que estuviéramos pendientes de la cigüeña, que ya iba a arribar. Cuando escuchábamos el berrido en una de las casas, quedábamos desconcertados”, añadió Miriam.
El Tren del Pacífico
Donde hoy está el parque del barrio quedaba la antigua carrilera. “El tren hizo parte de nuestra vida. Los maquinistas nos llevaban hasta el retén, ubicado donde queda hoy la Y que lleva a Puerto Tejada y Jamundí, y nos devolvíamos a píe”, relata Patricia.
El tren conectaba los departamentos de Cauca y Valle, pero dejó de funcionar por esta ruta hace unos 40 años, pues la construcción de la carretera Panamericana supuso una alternativa más efectiva que las vías férreas. Desde entonces, allí reposa el antiguo puente del ferrocarril, sin uso alguno en materia de movilidad. Sin embargo, es cuidado como un tesoro por los habitantes del barrio Lili.
Costumbres
Al llegar de África, los esclavos preservaban sus costumbres. Una era el rezo del justo juez, una oración para ‘cubrirse’ del peligro en periodos de guerra. De esta manera, si los enemigos pasaban por su lado, nos los veían. Según dicen, en algunas zonas del Chocó aún se practica este ritual.
Al nacer un menor, sus ombligos y las placentas de las madres eran enterrados allí mismo. “Donde estamos sentados, está mi ombligo”, relata Estela, en tono jocoso.
Los menores no se aburrían nunca. Buscaban en cualquier cosa un elemento de entretenimiento y aprendizaje. Como dice Patricia, “aunque no había servicio de energía, nosotros nos divertíamos mucho; jugábamos en el río mientras otros pescaban, corríamos, montábamos columpio, hacíamos antorchas, con tarritos con mecha y ACPM. Con eso alumbrábamos”.
Años 90
Las crecientes del río Lili y las temporadas de invierno siempre han sido un problema para la comunidad. Por ello, en 1994 se construyó un jarillón para reducir los riesgos.
A finales de los años 90 renombraron al sector como barrio Cañasgordas. Sin embargo, nadie se lo tomó en serio. Todos le siguieron llamando Lili, hasta que la junta de acción comunal decidió retomar su antiguo nombre. Tiempo después, otro cambio de denominación hecho por la alcaldía de Cali, significó para los habitantes una falta de respeto a sus antepasados y a la lucha por mantener el sector en pie: El nombre Urbanización Valle del Lili fue recibido con inconformidad por los vecinos, que quieren seguirlo llamando, simplemente, barrio Lili.
Hoy, este barrio se mantiene con su gente, con sus raíces bien plantadas en una tierra que les ha dado todo, y con un río que riega un valle lleno de historia, fortaleza y lucha. Con diferentes nombres tatuados en su historial y con abusos por parte de importantes manos económicas, el sector ha subsistido en medio de situaciones precarias. Todo lo que han conseguido, lo han hecho a pulso y prácticamente sin ayuda.
El optimismo que los habitantes emanan, contagia hasta al más incrédulo. Su futuro lo ven muy verde, sobre la tierra que los vio nacer y los ha sostenido desde hace casi 200 años.
URBANISMO: ¿EL FIN DE UNA COMUNIDAD?
Según Patricia Gómez, en los años 80, los vecinos del ya fundado Ciudad Jardín se acercaban al barrio Lili: “Entraban a comprar leche, arroz, verduras. Fue allí cuando se enteraron de que no éramos personas malas y que éramos los legítimos dueños del sector”. Les llenaba de alegría ver gente desconocida caminando por la zona, pues “éramos una burbujita alejada de la ciudad”, relató. Pero hoy, el desarrollo de Ciudad Jardín y otros complejos inmobiliarios del sur de Cali parecen haberse convertido en una amenaza para los pobladores raizales.
La prestigiosa ubicación, cerca de universidades, centros comerciales y terminales de transporte, ha sido la principal causa de que algunas propiedades dentro del barrio Lili se hayan vendido, sumada a la proliferación de grandes edificios, que han convertido al sur en un gran negocio económico. Por todo esto, hoy el sector es foco de interés de manos desconocidas que merodean la zona, según Patricia, buscando hacerse con el barrio. “Aquí entran personas con chalecos sin distinción, fotografiando y tomando nota de lo que ven”, añadió. Ella sospecha que son las propias constructoras las que están detrás de esto, sembrando temor en la comunidad habitante.
Además, “varias veces nos han tratado de sacar, argumentando que ‘es un riesgo vivir al lado de un río’, como si no conociéramos de lo que es capaz de hacer el río cuando hay creciente”, afirmó Estella Barona entre risas, agregando que el caudal del afluente no se compara a lo que era antes.
Utópicos preguntó a Patricia Gómez si creía que de parte de los gobiernos que ha tenido el municipio también ha habido intentos por apretujar aún más al barrio Lili. A lo que ella respondió afirmativamente, argumentando que los recibos de servicios públicos han sido ajustados a estrato cuatro, cuando las condiciones de la población realmente corresponden a estrato dos. Según ella, “es una manera de aburrirnos de vivir aquí”.
Al parecer, estas poderosas entidades buscan cualquier ‘hueco’ para meterse. A todo lo anterior se agrega que, actualmente, la ampliación de la vía Cali-Jamundí genera en la comunidad del barrio Lili una nueva preocupación. Agentes de planeación vial aseguran que no deberían estar allí y que probablemente serán reubicados. Sin embargo, ningún habitante está interesado en dejar el sector, a no ser que sea vendiendo las propiedades al valor justo. Si ello sucede, este será el fin de una comunidad asentada en la zona periférica de Cali, desde hace 200 años.
SIEMPRE HEMOS SIDO MUY UNIDOS
Jorge Victoria fue el primer profesor que llegó al sector. Estudió en la Universidad del Valle y hoy es coordinador del Incolballet[1]. Recuerda que “las monjas del Sagrado Corazón (colegio) nos daban clases. Nos enseñaban lo más básico. Los Barona donaron el espacio donde hoy está Incolballet para hacer la primera escuela. Esta se formó por medio de ayuda de la comunidad, de campañas políticas y del Club Rotario. Fue hecha a pulso. El terreno fue donado en los años 80. Primero se llamó Escuela Cañasgordas, después quisieron ponerle Escuela Rotario. Sin embargo, hubo problema por ello y volvieron al antiguo nombre. Tiempo después (hace 15 años), esta escuela primaria pasó a ser de administración del municipio”.
[1]El Instituto Colombiano de Ballet Clásico es una entidad descentralizada del Valle que, según su página web www.incolballet.com, propende “el desarrollo cultural del departamento y del país, a través de la educación artística formal en danza, los procesos de producción, la circulación de obras de repertorio universal y latinoamericano y el desarrollo de programas de sensibilización y formación de públicos”.
Casas de bahareque:Están hechas de esterilla, un modo de abrir la guadua para que quede plana como una tabla; después se echa barro en medio de la esterilla para formar las paredes.Para montar las estructuras, se añade al suelo: barro, pasto, pangola bien picada y boñiga de vaca.Luego de resanar, se pinta todo con cal.Las puertas eran dobles y tenían argollas de hierro, y sus llaves eran grandes.
Estructuras en Lili, cambios a través del tiempo.Los niños ayudaban a amasar con los pies.A pesar de ser construidas de manera artesanal, respondían muy bien ante fuertes crecientes del río.Por medidas de seguridad y para evitar que los sacaran del barrio, debieron reconstruirlas con ladrillo.En 1998, fue reconstruida la última casa de bahareque.La ‘Casa Paterna’ conserva algunas estructuras de bahareque. Una creciente del río derribó parte de la simbólica construcción.
Destacados:
• Antiguamente, el río Lili recibía el nombre de río Las Piedras.
• Donde hoy está la Universidad Libre, los nativos lavaban ropa, trastos y hacían actividades de entretenimiento.
• La última partera en el barrio fue Luisa Barona, hija de Pedro Pablo Barona. Murió de 108 años.
• Miriam Campo Barona fue la última persona en nacer con ayuda de partera.
Utópicos web 2.0 reproduce 3 capítulos del libro “El Clan de los Doce Apóstoles” (Ícono Editorial, 2011) escrito por nuestra directora, Olga Behar, que permiten explicar los hallazgos de la Fiscalía en el caso tan sonado. Hoy:
Cien días en Yarumal Los primeros días fueron tranquilos; el cambio de man do en el Comando de Yarumal y la despedida del capitán Benavides tuvieron ocupado al teniente Juan Carlos Meneses. Pasarían varios días para que su superior, el co ronel Alberto Rodríguez Camargo, comandante del De partamento de Policía de Antioquia, hiciera la primera anotación en el Folio de Vida del oficial. El 11 de febrero se abrió el Formulario 3Fv, simplemente por cumplir el requisito; el 28 de febrero, el coronel Rodríguez hizo la primera anotación:
ANOTACIÓN POSITIVA: ha mostrado una buena aptitud para realizar operativos con el objeto de neutralizar las bandas de delincuentes dedicadas a asaltar el peaje de Llanos de Cuivá, y de algunas fincas rurales. De igual manera con inteligencia logró la supervisión y control del personal bajo su mando, verificando el desarrollo de las actividades que cada uno de ellos cumple. Según el informe oficial, todo marchaba sobre ruedas. Pero las ejecuciones extrajudiciales continuaban. El 1 de marzo cayó Omar Aristides Fernández y cuatro días después sucedieron los hechos que cambiaron para siem pre la vida del teniente Meneses: Jorge Quintero Olarte y su hijo Jhon Jairo Quintero Zapata fueron asesinados.
Juan Carlos Meneses: «Horas antes, Santiago me llama y me dice: —Venga Meneses, vamos a armar un operativo contra un extorsionador al que le tiene que entregar una plata un amigo, el dueño del restaurante Las Rocas, en Yarumal, entonces colabóremele. —Tranquilo, hágale. »Yo fui y le recibí la declaración al hombre, me dijo: “Sí, a mí me toca entregar una plata, me están extor sionando”. Entonces lo mismo, armé el operativo con la gente de la sijín: Amaya, Rodrigo, Pelo de Chonta, porque ya se unían los que manejaban la parte urbana a los de la parte rural cuando iban a algún operativo para hacer grupo e ir a cometer sus asesinatos. Salieron a la entrega del dinero a la parte rural; cuando fueron a entregarlo, dan de baja a un extorsionista, a la persona que fue a re cibir el dinero y otro se les vuela. Yo rendí un informe a la Policía dando un resultado positivo, porque habíamos dado de baja a una persona que estaba extorsionando a un comerciante. Pero obvio que había sido la Policía, pero en colaboración con el grupo de Los Doce Apóstoles. Y al sujeto que se vuela de la extorsión, el grupo lo ubica en una finca que se llama La Sirena. Entonces Amaya llega y me dice: —Venga, mi teniente, lo que pasa es que ya sabe mos dónde está la persona de la extorsión que se nos voló. —Pues si está ubicado, vayan y lo capturan. »Era un procedimiento legal, porque si estaban extorsionando al comerciante y lo habían pillado, la lógi ca era que fueran a capturarlo. Amaya armó el operativo pero, la verdad, yo nunca me imaginé que tenían pen sado hacer una masacre; yo cómo los iba a mandar a masacrar, porque iban a una finca y había posibilidades de que hubiera otros civiles. Y preciso que ahí había niño. Amaya se va con la gente de Santiago y van es a matarlo directamente, lo asesinan a él y a su papá: el papá y el hijo. Entonces es cuando se da el problema del fusil que se lleva Amaya. Afortunadamente, cuando lo interrogan, Amaya me salva y dice la verdad porque a él le pregun tan: “¿El teniente Meneses estuvo allá?”. Y él contesta: “No, el teniente nunca fue”. Ahí es donde viene el pro blema de lo de las vainillas del fusil y hay un escándalo a nivel policial, por lo de los niños que resultan heridos. Además que yo rindo un informe diciendo de que son las FArc y que viajaron encapuchados».
Todo sucedió en la vereda Ventanas, perteneciente a la jurisdicción del teniente Meneses. Hasta allí llegó la ins pectora de Policía, Martha Lidia Arango, para hacer el levantamiento de dos cadáveres. Eran las diez y media de la mañana cuando la funcionaria y su secretaria se toparon con el primer cadáver, el de un hombre joven, que yacía en el patio de una casita campesina. Estaba descalzo y sin camisa. Evidentemente, había intentado huir en medio de la noche, cuando fue despertado por la violencia de sus asesinos. Eran visibles los orificios que habían hecho las balas al penetrar su cuerpo, el más im presionante de ellos, el que le estalló el ojo izquierdo. A una distancia aproximada de metro y medio, estaba ti rado el otro muerto, según la inspectora, de unos cin cuenta años. También encontraron trece vainillas, siete de ellas de fusil. Las funcionarias registraron el hallazgo de varias prendas camufladas y otras verdes, sin aventurar ninguna explicación. Dos días más tarde, la señora María Lucía Olarte decidió ir a relatar la historia de lo que había sucedido. Aunque no albergaba esperanza alguna, porque era sa bido en Yarumal que ningún crimen se esclarecía, tenía que intentarlo por el recuerdo de su esposo Jorge y de su hijo Jhon Jairo. Éste fue su escalofriante relato:
Estábamos acostados cuando oí un tiro, entonces yo le dije a mi esposo: «Ay mijo, oí un tiro y es por aquí cerquita». Los perros estaban latiendo mucho, entonces mi esposo me dijo: «Mija, tirémonos al sue lo». Entonces yo le contesté: «Ya no tenemos esca patoria, ya nos van a matar». Entonces llegaron ahí mismo y nos gritaron que saliéramos todos para afue ra (sic), que si no salíamos, entonces nos tiraban una granada. Entonces todos salimos, nos dijeron que saliéramos todos con las manos arriba, que saliéramos rendidos (sic). Entonces mi esposo se arrodilló y les dijo que no lo mataran, que se fijaran que había muchos niños pequeños, entonces esas súplicas no nos valió, enseguida los mataron a todos dos… (sic)
Los cinco niños, que lloraban aterrorizados, lo observa ron todo. De ellos, tres fueron heridos, aparentemente por balas disparadas al azar. A María Lucía la amenazaron: «A mí me dijeron: “Entregue las armas o sino también usted se muere”. Yo le dije: “Aquí no hay armas, lo único que tenemos es una escopeta”, y se la llevaron». De esta manera continuó con su relato: «No sé quiénes son. Ellos estaban encapuchados y no les vi la ropa porque estaba muy oscuro». Después de cometer el doble crimen, los asesinos entraron a la casa y causaron destrozos. Antes de irse, le ordenaron a María Lucía que no saliera, razón por la cual tuvo que esperar, con los niños desangrándose, hasta que amaneció. Fue cuando pudo llevarlos al hospital.
Poco a poco se fueron conociendo algunos deta lles: que eran seis hombres, que llevaban puestas botas militares, que dijeron ser de las FArc. Y en las vainillas que recogió la pequeña que sobrevivió pareció intuirse la cla ve del asunto: «Los que mataron a mi esposo y a mi hi jo eran encapuchados de negro, ellos tenían armas lar gas y cortas y la niña recogió del suelo cuando fueron al levantamiento, unas balas como largas, cápsulas largas, eran como armas de las que usan los soldados». Pasarían varios meses antes de que se estableciera que el fusil utilizado para cometer estos crímenes era el Galil calibre 7.62 mm, número 8-92543, que había sido asig nado como dotación del teniente Meneses, comandante de la Policía en Yarumal. Pero, al contrario de lo que se descubriría, Me neses habría escrito un informe al alcalde de la ciudad en el que señaló: «Se tuvo conocimiento que por atentado de los subversivos fue muerto el señor jOrge QuinterO zAPAtA (…) y jAvier QuinterO OlArte (…) hijo del antes mencionado (…). Según informaciones fueron sacados de sus residencias por un grupo de seis hombres aproxi madamente, quienes dijeron pertenecer al Frente 36 de las FArc, y posteriormente causándoles la muerte por impactos de arma de fuego». Lejos estaba este informe de la verdad de lo que allí había sucedido. Varios meses después, un testigo bajo reserva de identidad, identificado tan sólo como 002 (que se sospe cha era el propio escolta del comandante de la Policía de Yarumal, Alexander Amaya), dio su versión. El interro gado aseguró que entre los integrantes del grupo de Los Doce Apóstoles estaban los Palacio,
(…) que tienen una carnicería en la Calle Caliente y tienen un estadero de Yarumal para arriba que se llama Las Piedras, o Las Rocas, que inclusive a esos señores los estaban extorsionando (sic), les estaban pidiendo una suma de cuatro millones de pesos… Entonces los Palacios se comunicaron con el comandante de la Policía de Yarumal (Juan Carlos Mene ses) y le mostraron las boletas de extorsión, entonces el comandante coordinó con Rodrigo. Entonces Rodrigo coordinó el operativo con Dayron y con Pelusa, y el comandante les prestó dos fusiles Galil y una subametralladora mini Uzi, entonces la plata la quedaron de entregar por intermedio del administrador de la finca La Sirena que se llama Antonio Mazo (sic). Entonces en el operativo le dieron de baja a un extorsionista que vivía en Ventanas y que era yerno de Jorge Quintero. Entonces en la huida se voló otro muchacho y a los dos días ubicaron la casa del muchacho que se había volado de allá de La Sirena. La casa era en Ventanas y en la noche le dieron muerte a ese muchacho y al papá, que se lla maba Jorge Quintero. Entonces ellos posteriormente, o sea los Palacios, le pagaron a Rodrigo y al coman dante de la Policía por el trabajo, y luego lo que pasó en la finca La Sirena lo dieron como operativo de la Policía a pesar de que ellos no fueron (sic).
Los días siguieron pasando. El 11 de marzo, y sin que si quiera se mencionara la masacre de Ventanas, Meneses recibió una felicitación:
El Comando del depto. le concede una felicitación especial por la forma como viene desempeñándose y realizando operativos que dejan en alto el nombre de la institución policial, igualmente contrarrestando la delincuencia que en esta área se presenta, como también haciendo frente a grupos subversivos que hacen presencia en su jurisdicción.
Pero no era suficiente con este reconocimiento. Ese mismo día recibió otro más:
El Comando del depto. le concede una felicitación especial por su interés e iniciativa y empeño en el cumplimiento de las órdenes, al haber logrado ser el primer comandante de zona en cumplir con la pintura de los vehículos, de acuerdo a la orden de la diPOn…
El jefe departamental omitió informar que las radiopatru llas fueron pintadas de blanco y verde con el dinero que en el mes de febrero de 1994, Santiago Uribe ordenó que le entregaran a Meneses en una reunión en la hacienda La Carolina, como lo indica el testigo 002, entrevistado por la Fiscalía el 7 de junio de 1996: «El otro punto fue que al teniente Meneses le dieron una plata para pintar las patrullas de Yarumal, que eran de color blanco y negro, para cambiarlas por blanco y verde y el aporte que tenía que dar la Policía era prestarle armamento, fusiles Galil y personal, de los que el teniente considerara serios…». Según 002, el anfitrión de ese encuentro fue Uribe y asistieron Pelo de Chonta y Rodrigo, es decir, los su puestos encargados de los frentes urbano y rural del gru po paramilitar, así como el financista Álvaro Vásquez y el padre Palacio. Este último siempre ha negado haber participado en ese encuentro. El propio Meneses confiesa hoy que ese dinero le fue suministrado en la hacienda La Carolina como una muestra de confianza ante la buena colaboración en los operativos de Los Doce Apóstoles, gestión que fue com plementada con un tour especial por la hermosa finca:
«La tercera reunión que me hace Santiago en la hacien da La Carolina coincidió con una situación especial: que la Policía Nacional en esa época nos llama a todos los co mandantes y dice: “Hay que cambiar de color los vehícu los de la Policía (porque los vehículos, motocicletas, cam peros y camiones, eran de color blanco y negro), ya no va a ser negro y blanco sino verde y blanco, entonces ustedes como comandantes gestionen ante el comercio, ante los amigos, para que ustedes adquieran esos dine ros, porque la Policía no tiene dinero a nivel nacional, hay que pintar los vehículos”. Yo viajo a la hacienda La Carolina me reúno con Santiago, le digo: —Vea Santiago, hay esta situación especial, her mano. Me ordenan pintar los carros y usted sabe que yo no tengo plata. —No se preocupe teniente, que yo le doy toda esa plata para que usted pinte todos sus carros y usted quede bien. »Incluso, yo fui el primero que rendí el informe con fotografías de los carros ya pintados con los nuevos logos verdes con blanco, esa plata me la entrega Santiago y con eso pinto yo los vehículos de la Policía Nacional, fui el primero en Antioquia en pintar esos vehículos, por el apoyo de él. El día que me entrega la plata de la pin tada de los carros, él me lleva a conocer la finca, me dice: —Meneses, usted me ha servido mucho, me ha colaborado, hermano, y yo le voy a colaborar. Venga va mos y damos un paseo por la finca y le muestro mi finca. »Cuando nosotros nos vamos a la parte de atrás de la finca, ellos tienen una plaza de toros pequeña porque, en esa finca, ellos crían toros de lidia para el toreo: —Mire, éste es el burladero que tenemos noso tros, una pequeña plaza, aquí nosotros practicamos con los toros, los toreros y con los caballos también el rejoneo. »Me muestra también detrás de la plaza de toros, tienen una pista de entrenamiento para paramilitares, él me dice: —Mire, aquí es donde yo entreno mis muchachos».
Con seguridad entretenido con el tema de los vehículos, el comandante de Antioquia no tuvo en cuenta que en esos mismos días se presentó un grave hecho: el conduc tor de un bus interurbano fue asesinado mientras ma nejaba el vehículo lo cual era, no sólo la comisión de un crimen, sino un acto inconsciente con más de una do cena de pasajeros que experimentaron con estupor el peligro de morir al quedar en medio de ese peligroso ca mino. Así recuerda Meneses este episodio:
«Había un muchacho nuevo que había llegado de Mede llín y Rodrigo me había dicho que lo iban a poner a tra bajar en el grupo, lo iban a incorporar y que el primer trabajo que iba a hacer, o sea el primer asesinato que iba a causar, era contra un supuesto colaborador de la gue rrilla. Rodrigo me dice:
—A este muchacho lo vamos a poner a ejecutar a esta persona que le colabora a la guerrilla. »Entonces yo le dije que esperara, que yo mejor hablaba primero con Santiago; Santiago me manda a llamar: —Vea, Meneses, hay una situación especial, co labóreme con este muchacho, que Rodrigo me dice que es muy bueno. Lo vamos a incorporar al grupo, vamos a causar un asesinato contra una persona que es recono cida, es guerrillero, se llama Camilo Barrientos. Él es con ductor de un carro escalera, ya lo tenemos identificado como la persona que le lleva los víveres a la guerrilla, que les suministra todo, es la persona que nos tiene fregados. Es que tenemos que acabar con la guerrilla aquí y éste es cabeza visible de este grupo guerrillero. —Ah, listo hermano, hágale, no hay problema. »Entonces el carro escalera salió de Yarumal hacia Campamento y cometen el asesinato, a Barrientos lo ase sinan. Fue así: el asesino se sube a la chiva, era ese mu chacho que le digo que lo habían traído de Medellín. Él se sube en Yarumal y se hace detrás del conductor. Ade más, hay una moto que va detrás de la chiva. Barrientos alcanza a manejar como unos dos o tres kilómetros ha cia Campamento y la chiva se detiene para algo, enton ces el sicario se pone de pie y por detrás pam, le dispara, y la moto lo recoge y se pierden. Ahí muere Camilo y es cuando se revela que el hombre había ido a la Procu raduría unos días antes y había denunciado que lo iban a matar, había asegurado que existía una lista en la cual figuraba su nombre. Según Santiago, el hombre era el que le llevaba a la guerrilla todas las provisiones, todo lo que necesitaban en el monte, las botas, los alimentos. Por eso decía que había que eliminarlo».
Cinco días después, el coronel quiso exaltar aún más la labor del teniente, haciendo caso omiso de su res ponsabilidad en el asunto Barrientos:
ANOTACIÓN POSITIVA: Sus actividades en la lucha con tra el problema de la drogadicción y la buena utiliza ción del recurso humano hacen que obtenga buenos resultados logrando la retención de tres individuos a quienes les incautó 500 gramos de marihuana.
Por esos días, hubo un hecho que confirmaba ese pro ceder irregular que no era mencionado de manera ofi cial. Así lo recuerda Meneses:
«Alguien obtiene una información según la cual unos de lincuentes van a atracar un peaje, que lo van a ir a asaltar. El peaje es el que hay a la salida del pueblo, donde los vehículos que transitan por la carretera pagan una cuota. Entonces yo, lo que le digo a Amaya y a los de la sijín es: —Coordinen, vayan a hacer el operativo, no hay problema. »Entonces ellos se arman, organizan su operativo, se esconden en el peaje y efectivamente llegan a atracarlo. La gente que estaba allí agazapada, que eran de la sijín, Amaya y del grupo de Santiago (sic), dan de bajados delincuentes. Eso se dio como positivo de la Policía. Ya las cosas empiezan a marchar».
A finales del mes de marzo –el día 31–, Rodríguez Ca margo emitió el siguiente concepto sobre Meneses: «Es un oficial que muestra capacidad para medir los resulta dos del trabajo planeado mediante la determinación de sistemas de vigilancia e información, instrucciones que imparte, logrando con esto una operatividad con resulta dos positivos. No obstante lo anterior, debe buscar estra tegias para contrarrestar algunos delitos de lesiones per sonales y homicidios que se le han presentado en la zona urbana del municipio». Recomendación que el propio coronel sabía que Meneses no podría cumplir si se quería garantizar la ope ratividad del núcleo urbano de Los Doce Apóstoles. ¿Có mo «contrarrestar» los homicidios sin hacer operativos que condujeran a la captura de los sicarios, entrenados y fi nanciados por los Apóstoles? Rodríguez y Meneses sabían que todo lo escrito era letra muerta. Tres días después, el acucioso comandante de An tioquia volvió a reconocer la labor de su subalterno:
ANOTACIÓN POSITIVA: Continúa la lucha constante para erradicar la venta y consumo de estupefacientes, logrando la retención de un individuo a quien se le incautó 80 gramos de bazuco listos para el expendio. Como no todo podía ser felicitación y zalamería, el 4 de abril hizo una AnOtAción negAtivA: El Comando del depto. le re cuerda la obligación permanente de investigar todo homicidio en la zona rural y especialmente en los urbanos (sic). La institución no puede estar en tela de juicio por omisión de nuestras obligaciones consa gradas en el Artículo 218 de la Constitución Nacional.
El 6 de abril, el coronel hizo una anotacion negativa, luego de un incidente que se presentó en la cárcel, cuando un preso dio muerte a otro de los reclusos: «El Comando del depto. le hace la observación de pasar revista más constantemente a estas instalaciones, inspeccionando minuciosamente cada uno de los alojamientos y dormitorios…». Dos días después de esta anotación, el 8 de abril de 1994, sucedió un hecho que hubiera merecido al me nos una mención en la hoja de vida de Meneses: la parte baja de la edificación donde funcionaba el Comando de Policía de Yarumal fue allanada por la Fiscalía y el dAs. Aunque, técnicamente, el registro judicial fue contra un particular, se comprobó la vinculación entre los dos es pacios físicos, al hallarse una puerta que permitía acce der a la habitación del jefe de la Policía desde el cuarto que ocupaba Rodrigo. Además, los investigadores solici taron al teniente Meneses el listado del armamento asig nado al comando. Estos hechos ameritaban que el diná mico coronel hubiera escrito al menos un párrafo en el historial. Pero nunca hizo referencia al hecho de que allí, en las narices de la Policía, el jefe paramilitar conocido tuviera su búnker. Así lo reconoce el propio Meneses:
«En Yarumal la topografía es montañosa, entonces las casas tienen una parte baja que sigue la continuidad de las calles inclinadas; al comando entra uno por arriba, lo que sería un primer piso, pero debajo hay un almacencito, y ese almacencito lo había alquilado Álvaro Vásquez en la época en que Benavides era el comandante. Vásquez era el financista del grupo paramilitar y él lo alquiló para que Rodrigo, que era la mano derecha de Santiago, tuviera comunicación con el comandante de la Policía, porque ese cuarto comunicaba directamente con la pieza del comandante por una puertica, por la parte de atrás. Cuando yo le recibí el mando a Benavides, ya funcionaba esa comunicación entre las dos habitaciones. »A los tres meses de estar yo en Yarumal, la cosa se calentó y la Fiscalía llegó con el DAS a allanar ese cuarto. Allanan el cuarto que queda en la parte baja de donde estaba ubicado el Comando de la Policía, y allí encontraron la documentación de Rodrigo, también encontraron uniformes, botas, unas hamacas, un poco de gorras, ropa negra, pero armas no». Cuando aún no se reponían del golpe que significaba ese registro, el 10 de abril, el comandante de Antioquia hizo una anotación positiva por la captura de un hombre que lesionó con arma blanca a otro para robarle $60.000. Del allanamiento, ni una palabra.
El 15 de abril destacó «(…) su interés por la inves tigación criminal y la frecuente colaboración con las au toridades judiciales hacen que obtenga resultados, como la captura de un individuo solicitado por la Fiscalía de Yarumal, sindicado de peculado. De igual forma la retención de un individuo mediante allanamiento a inmueble, se le decomisó 14 rollos de tela por valor de 5 millones de pesos (sic), que habían sido hurtados el 210294 a un camión súperbrigadier que cubría esa ruta».
Y así siguieron las exaltaciones hasta el 26 de abril, cuando la anotación positiva se refirió a que: «La aplica ción esporádica del plan desarme e identificación de per sonas le permiten obtener resultados como la retención de un individuo a quien se le decomisó pistola Prieto Beretta calibre 7.65, con la que momentos antes lesionó a un par ticular. Por otra parte logró la retención de otro individuo a quien se le decomisó 60 gramos de bazuco y 50 de ma rihuana, logrando así mismo la inmovilización del vehículo Renault 9 de placas ti 074».
Juan Carlos Meneses: «Bueno, regresemos a mi historia en Yarumal. ¿Cuál fue el problema que yo tuve? Una muerte que sucedió ahí, a mí me dijeron vamos a darle a un guerrillero que está en el terminal de transportes. Nuestra cooperación consistía en que yo no permitiera que la Policía saliera a reaccionar, porque yo sabía que el grupo de Santiago iba a matar a ese guerrillero. Yo hablo con Rodrigo, quien me explica: —Vamos a hacer este trabajo, colabóreme por que va a ser cerquita a la Policía. —Uy hermano, no.
—Es que es la única oportunidad porque va a es tar allí, en el terminal de transportes (sic). —Entonces listo, yo guardo a la Policía. »El terminal (sic) queda a tres cuadras del coman do y resulta que el tipo se da cuenta de que lo van a ma tar y arranca a correr para el comando. Cuando nosotros escuchamos los tiros, los oímos prácticamente en el co mando, ahí cerquita, y lo asesinan casi a una cuadra; en tonces los policías empiezan: —Salgamos. »Y yo: —Espere, espere que de pronto es un “cazabobos”. »Pero uno de los agentes insiste: —No, no, salgamos. —No, que nos están picando, para que salgamos, de pronto nos matan. »No era difícil entender que en un pueblo con tan ta confrontación, la Policía prefiriera quedarse resguardada que arriesgarse a salir. Ya cuando todo terminó, salimos, encontramos al tipo muerto, apenas a unos pasos del Co mando de la Policía. Los noticieros se enteraron. ¿Qué hizo el noticiero ntc Noticias, de Daniel Coronell? Allá lle garon el periodista y el camarógrafo, mostraron la sangre del muerto y al Comando de la Policía ahí cerquita, resal taban que la Policía no reaccionó, no hizo nada. Y era porque teníamos ese convenio con Santiago, de no repri mir al grupo, de dejarlo actuar y salir cuando ya las co sas las habían hecho. Eso fue un escándalo, dice: “Miren, aquí está la sangre de esta persona, y aquí está el Co mando de la Policía y la Policía no hizo nada”. Nos dieron muy duro.
»Ese es el comienzo del fin para mí. El caso se destapa y empiezan a tomar fuerza los rumores de que la inoperancia de la Policía no es por falta de capacidad».
El 1 de mayo de 1994, por fin se notó un cambio radical en el diario del oficial. En un escueto párrafo, Rodríguez escribió: «Traslado: en la fecha sale trasladado de la estación Yarumal para el grupo de apoyo y reacción rural como comandante de citado grupo». Así terminaba, en forma atropellada, el fugaz paso del teniente Juan Carlos Meneses Quintero por la población de Yarumal.
Pisar un territorio tan impropio como distante; ver isleños que no lucen, no hablan, no creen, no piensan ni sienten como la gente del resto de Colombia; apreciar los siete colores que ofrece el mar Caribe; presenciar los atardeceres en tonos rosas; respirar los exquisitos aromas de una cultura edificada por esclavos africanos y haitianos abandonados en tierras lejanas por aligerar la carga de barcos que llevaban cientos de ellos; sentir los ritmos adueñándose del alma; soltarse de las ataduras del lugar del que se procede… es la magia de San Andrés.
“Hace algunos años había dos San Andrés, el que visitan los turistas todo el año y el que nos tocaba vivir a los nacidos y criados en la isla -porque hay otros que se han venido a vivir acá, pero viven en el centro o cerca de lo turístico, los paisas-, pero ahora se ve cómo se están uniendo las dos caras de las monedas.”
Que“Hace algunos años había dos San Andrés, el que visitan los turistas todo el año y el que nos tocaba vivir a los nacidos y criados en la isla -porque hay otros que se han venido a vivir acá, pero viven en el centro o cerca de lo turístico, los paisas-, pero ahora se ve cómo se están uniendo las dos caras de las monedas.”
Más allá de las disputas que actualmente sostienen Colombia y Nicaragua por este hermoso pedazo de tierra y enormes riquezas marítimas, los raizales, gentiles, son conscientes del paraíso que tienen. Abiertamente, prefieren reconocerse solo como sanandresanos, como lo asegura Jean Pierre, un isleño que durante mi viaje me ofreció no solo un servicio de taxi sino también su amistad.
Aunque entre risas y bailes se asoma la empatía que tienen los sanandresanos hacia el pueblo colombiano, admiten abandono por parte del Gobierno Nacional. Jean Pierre explica, mientras sostiene el timón, que no contempla la remota posibilidad de pertenecer al pueblo nicaragüense, a pesar de que está más cerca, hablando de distancias geográficas.
Entiende los problemas nacionales y sabe muy bien que los isleños son muy diferentes a los del interior; pero aun así seguirá sintiéndose colombiano. Recorrer San Andrés permite evocar la Norteamérica reflejada en las películas de negros: calles repletas de carros lujosos, bellas combinaciones de razas, iglesias bautistas adornadas con hermosas ancianas luciendo sus mejores peinados e indumentarias dispuestas a cantar por horas alabanzas Góspel, tal cual se ve en las iglesias de Misisipi.
Nada de esto es visible en la zona turística, todo está escondido en la otra parte de la isla, donde la cultura ancestral vive, de secretos a gritos entrelazados por un idioma que los colombianos no conocemos.
En el norte de Colombia está ubicadas tres islas que, para ser francos, sufren de un gran abandono. Solo las dificultades sanitarias que pasan por falta de agua -los sectores no turísticos del archipiélago-, son un ejemplo de esto, pues desde el 15 de abril las alarmas se encendieron por una eminente calamidad pública. Factores como el fenómeno del Niño, las marcadas disminuciones de lluvias, que brillaron por su ausencia desde 2013, y la sobrepoblación, han provocado una explotación desmedida de las fuentes hídricas. En un territorio de 26 kilómetros cuadrados, no solo habitan propios -75.000 personas-, sino también locos enamorados que ven en la isla su tierra prometida y se quedan viviendo allí. A esto se suma un millón de turistas que agotan recursos que la naturaleza proporciona para pocos. Así pues, evidentemente existe un problema de número de pobladores, aunque en los últimos días, la gobernación de San Andrés tomó la radical medida de duplicar el precio de la tarjeta de entrada, que pasó de $52.000 a $91.000 pesos colombianos. Pero se deben tomar otras medidas desde el Gobierno Nacional, dignas de justificar la batalla que actualmente se está librando contra Nicaragua en la Corte Internacional de Justicia.
Los enigmas del Caribe están presentes en los paisajes que la naturaleza nos enseña allí, quizá sea algo en común entre los paradisiacos lugares que lo constituyen; pues hoy en día, que estamos atravesando el boom de las integraciones culturales, el mundo recibe incalculable información sobre estas tierras. Un gran ejemplo es una de las Antillas menores, Barbados, que aunque viene de las dominaciones española y del Reino Unido, logró construir una identidad propia, en la cual podemos apreciar muchas similitudes con San Andrés, pues en ambas existe una riqueza cultural distintiva, hermosísimos rostros oscuros con ojos multicolor y labios rosas, movimientos acelerados del cuerpo al danzar, un inglés veloz acortando palabras, tranquilidad sinigual, entre otros atributos que hacen enamorarse del Caribe. Hace algunos meses, el sector privado comenzó una campaña de “embellecimiento” del popular barrio San Luis. La iniciativa lleva el nombre de Sea of Color y consiste en pintar de vivos colores las fachadas de típicas casas construidas en madera y demás recursos inconfundibles de estas zonas.
“Hace algunos años había dos San Andrés, el que visitan los turistas todo el año y el que nos tocaba vivir a los nacidos y criados en la isla -porque hay otros que se han venido a vivir acá, pero viven en el centro o cerca de lo turístico, los paisas-, pero ahora se ve cómo se están uniendo las dos caras de las monedas.” explicó Jean Pierre. Más de quinientos voluntarios conformados entre familias enteras del sector, visitantes y funcionarios de entidades vinculadas a estas jornadas, buscan mostrar una nueva cara de la isla, llena de diferentes colores, vida, alegría y unión.
Viajar en una aerolínea ‘económica’ no siempre es la mejor opción, pues cobra por cada servicio adicional (como numeración de silla, equipaje de más de doce kilos, impresión del tiquete y fila para el abordaje).
Se conoce más caminando que con algunos programas que ofrecen las agencias de viajes en paquetes turísticos. En realidad, ser amable y ganarse un amigo isleño es el truco para ir a lugares más allá de la Cueva de Morgan o el acuario.
Sacudirse del imaginario de que se llegó a Miami y se va a movilizar en carrito de golf o en cuatrimoto. Caminar, colectivo o mototaxi es la solución.
Las influencias paisas están presente en cada espacio de la isla, por lo que la comida típica o tradicional no está muy presente en los lugares turísticos. Para encontrarla se debe escudriñar un poco más en los sectores populares.
En los restaurantes comunes los platos son costosos y si su sueño es la comida de mar, como un suculento sancocho de pescado, debe ir a donde comen los raizales.
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…entre risas y bailes se asoma la empatía que tienen los sanandresanos hacia el pueblo colombiano, admiten abandono por parte del Gobierno Nacional.
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A raíz de la captura del ganadero Santiago Uribe Vélez, sindicado de homicidio agravado y concierto para delinquir, Utópicos web 2.0 reproduce a partir de hoy, capítulos del libro “El Clan de los Doce Apóstoles” (Ícono Editorial, 2011) escrito por nuestra directora, Olga Behar, que permiten explicar los hallazgos de la Fiscalía en este sonado caso.
Hoy, quién es Santiago Uribe.
VII: Santiago Es muy parecido a su hermano Álvaro. Siempre fue bajito y delgado, casi menudo; ojos cafés relativamente pequeños. Es muy activo –hiperactivo dirían algunos– y hábil para los negocios. No esconde la deformidad genética de su mano derecha, que maneja con habilidad. Aunque es ante todo un hombre de campo, desde hace veinte años su exposición pública es mayor, y no precisamente por el oficio de su hermano, el político. Hoy se lo ve en las corridas de toros de todo el país, un poco más robusto y con su permanente gesto serio, casi agrio, que los que lo conocen definen como una de sus características. Suele llevar un sombrero sobre la cabeza con el que disimula su incipiente calvicie.
Santiago es uno de los cinco hijos de Alberto y Laura, y tal vez el más afín a su hermano, el político. Es quien continuó con las actividades de su padre en el cam po y quien cuidó e hizo renacer el emporio que decayó debido a las grandes deudas que dejó el patriarca al mo rir. Sí, tenían grandes extensiones de tierra, aeronaves y todos los recursos que querían, pero en buena parte eran producto de operaciones al debe. Después de perder gran parte de la herencia en el pago de las deudas, Santiago hizo florecer la economía familiar, pero no sólo con trabajo y dedicación, sino con la adopción de medidas en caminadas a garantizar la seguridad de las inversiones. Esto, en medio de la inoperancia del Ejército y la Policía, y de la presencia de la guerrilla en las áreas en donde estaban asentadas las posesiones de los Uribe Vélez, lo habría hecho liderar una verdadera máquina de control armado territorial, que poco a poco se fue conociendo como Los Doce Apóstoles.
De recia personalidad, Santiago Uribe se identifica con los toros que cría en su hacienda La Carolina. A ellos ha dedicado su vida en las últimas dos décadas. Y defiende a capa y espada su actividad, a la que le con cede un tinte casi pacifista cuando defiende la fiesta bra va de sus detractores:
Estoy totalmente en desacuerdo con aquellas per sonas, médicos o siquiatras que dicen que quienes acudimos a los toros nos volvemos violentos; yo por ejemplo, no he visto violencia más grande que la que genera el fútbol en este país. Nunca a la sali da de los toros se oye hablar de un muerto, salimos tristes porque los toros no sirvieron o porque los to reros no pudieron con la espada, pero nunca salimos peleando.*
*Tomado de El portal taurino de Colombia, «Uribe Vélez apoya proyecto taurino», en: www.voyalostoros.com.co Poco entusiasta con las actividades urbanas, así lo resume en una entrevista que concedió hace ya algún tiempo:
«Yo por ejemplo, soy una persona que no iría a una ca rrera de carros a nada; ese ruido, esa contaminación, esa quema de aceite, ese desgaste de materias primas, ese es trés, y sin embargo yo respeto a todos los que vayan y les digo (sic): “Eso es lo que te gusta, ah pues, que los disfrutes”, pero yo no los ataco, ni los insulto, necesita mos respeto, necesitamos tolerancia».
Tolerancia que hoy reclama para los amantes del mundo taurino, pero que no parece haber invocado en la época en que consolidaba su gran capital en Antioquia. Desde 1994, su nombre ha sido mencionado en diversas oportunidades en las investigaciones judiciales. Pero nunca ha sido realmente encausado. En el proceso de Los Doce Apóstoles, ha sido beneficiado por dos autos inhibitorios, el primero del 8 de mayo de 1996, cuando el fiscal general de la Nación era Alfonso Valdivieso Sar miento y otro del 29 de febrero de 2000, cuando Alfonso Gómez Méndez ejercía ese alto cargo. En noviembre de 2010, el caso fue reabierto.
Juan Carlos Meneses: «En enero de 1994 me mandan para Yarumal, Antioquia; me dicen que hay problemas de guerrilla, de extorsión, que ya el capitán Benavides lleva un año allá, que es bue no que lo reemplacen. Entonces, claro, dicen: “En Cocorná está Meneses, un teniente recién ascendido, pero puede funcionar”. En todos los distritos había coroneles, mayo res, tenientes, o capitanes ya antiguos. Pero, ¿un teniente recién ascendido en un distrito? ¡No! Pero a mí, en las reuniones de comandantes de distrito, me tenían en buen concepto, yo siempre obtenía calificaciones buenas, fe licitaciones por resultados, por comportamiento, yo era el mejor. Entonces, claro, qué mejor candidato: “Mandémos lo para Yarumal, por hoja de vida, por confianza. Como allá hay un problema de guerrilla, váyase para allá”.
»En esa época, en las zonas rojas, la Policía tenía una especie de licencia para matar. Lo que nosotros ha cíamos era levantar información de inteligencia: que tal es guerrillero. Entonces el comandante de departamento mandaba a sus sicarios. La sijín era la que iba y hacía las limpiezas. Es una historia negra de la Policía que ya, des pués de la Constitución del 91, se suavizó un poquito y cuando empezaron a apretar los organismos de derechos humanos, empezó a desaparecer. Hoy es el momento en que eso prácticamente ha desaparecido; o sea, ya la Poli cía, en ese tipo de casos, muy poco acude a semejantes prácticas. Pero en Yarumal, cuando llegué, sí. »Apenas llegué a Yarumal, iniciamos el empalme. El capitán Pedro Manuel Benavides tenía que ser trasla dado porque los medios de comunicación estaban me tiendo las narices y eso no le convenía a quien sería, a partir de esa semana, el hombre en cuyas manos esta ría mi suerte. »¿Que si me habló de inmediato del tema de San tiago? No, este tema no es el primero en tocar. O sea, hay otras cosas que uno, como comandante, tiene que recibir.
Tomada de www.las2orillas.com Y la verdad es que él tampoco quería sorprenderme de una. Es que la entrega es un proceso que suele durar de ocho a diez días. Primero empezamos a entrar en con fianza y empieza a hablarme del personal, de las esta ciones que hay, del material de intendencia, quiénes son los comandantes, me los va describiendo uno por uno: “El comandante de la estación es el cabo tal; los agen tes de confianza son; el secretario es tal, tenga confianza en él, porque él es esto y esto; el comandante de la esta ción Angostura es el cabo tal, es buena persona, es una persona que trabaja”. Los comandantes que uno tiene son la mano derecha, eso es lo que primero uno entra a ha blar en una conversación de entrega: “El Ruso es el de la sijín y el cabo Rodríguez, de la sub sijín”, etcétera.
»Al segundo día del proceso de entrega del coman do, abordó primero el tema del personal, el tema logís tico, cuánto armamento hay, sobre la munición, los ve hículos, las motos, sobre cómo son las instalaciones. Lo primero que hicimos fue revisar las estaciones, todo lo administrativo. Hay unas actas de entrega de distrito, pero el comandante de distrito no responde por nada. Es de cir, responde en papeles, pero cada comandante de estación es dueño de su estación. Claro, si llega a haber algún problema, inicialmente responde el comandante del lugar y, por lógica, también el comandante de distrito, por no haber controlado la situación. Entonces disciplinaria mente lo pueden investigar a uno y hasta sancionar, por que el comandante no revisó que hacía falta tal cosa. A uno, como funcionario público, lo investigan por acción u omisión. Por ejemplo, el sargento tal de Angostura es el que tiene que responder por los fusiles, los cartuchos, por todo lo de intendencia, por escritorios, máquina de escribir, motos, instalaciones, ollas, colchones, camaro tes. Cada comandante es el que responde; mi responsa bilidad iba a ser recibir todo lo que los comandantes de todas las estaciones firman en un acta.
»Cuando el capitán Benavides me va haciendo la entrega, yo voy viendo que las firmas de los comandan tes sean verificables. Entonces, a cada comandante le di go: “Usted es responsable de esto y esto, fírmeme acá al ladito”. Yo lo que hago es que a cada comandante le paso revista para constatar que lo que él firmó esté ahí, y al final le firmo el acta de entrega al capitán Benavides. »Ya cuando quedamos solos, es cuando Benavides empieza a profundizar sobre la problemática de la región: “Vea, por acá está el frente tal; por acá donde está esta otra estación, el frente tal”, y ya al final es que empieza a hablar del grupo, es cuando me frentea: —Resulta que aquí hay un grupo de autodefensas que son los que están haciendo limpieza social. —Mi capitán, ¿cómo así? —Ellos son los que están haciendo limpieza, us ted lo que tiene es que colaborarles (sic). Vea, Meneses, el jefe de ese grupo es Santiago Uribe. »Yo me sorprendí mucho. —¿Cómo así? ¿Santiago Uribe, el hermano del doctor Álvaro Uribe, el candidato a la Gobernación de Antioquia? —¿Usted es la primera vez que oye que existe eso? —me responde Benavides.—Sí, sí.
»Benavides no lo podía creer. Es que ya en Antio quia eso era vox populi. Me explica: —Sí, sí, Santiago es el jefe del grupo. Yo lo voy a llevar para que usted lo conozca, yo vengo trabajan do con él. Y usted, lo que tiene que hacer es colaborarles, con la sub sijín, que son los de confianza, entonces ahí es donde entran El Ruso, el cabo Rodríguez, Jimé nez (sic). »Le pedí que me aclarara más el asunto. Él me ex plicó que ellos venían de la mano con un grupo conso lidado que tenía dos componentes, uno rural, cuyo jefe era Rodrigo. —Y el otro, es el urbano. El jefe urbano es Pelo de Chonta. Ellos lo que hacen es recoger la información para saber quiénes son ladrones, atracadores, viciosos, extorsionistas, expendedores de vicio. La sijín ubica la in formación, pero también, cualquier información que le llegue a usted, se la pasa a ellos; ellos se la transmiten al grupo que pone a los sospechosos en la lista. Y Santiago es el que autoriza la operación para darlos de baja. —¿La lista? —Sí, hay un listado de personas a las que toca dar de baja, ese lo llevan ellos. La misión suya, Meneses, es seguirles colaborando a ellos, yo lo vengo haciendo des de hace un año que llegué a Yarumal. Yo, desde que me vine de Cañasgordas, vengo aquí trabajando con ellos (sic). Hemos trabajado de la mano, ellos le van a dar una platica mensual a usted. —Entiendo. ¿Y como cuánto es?
»Me dijo que era como un millón; eso era mucha plata en esa época.
—Entre los ganaderos recogen para que usted les colabore, para que ellos puedan operar aquí sin problema. »Ya en plena confianza, le expresé que el temor de uno que es que le vayan a hacer cagadas. Por ejemplo, que aparezcan los tipos borrachos, haciendo tiros. Que sí hagan sus cosas, lo que tengan que hacer, pero que no se mantengan aquí en el pueblo, ni que lo vayan a bole tear a uno, ni a relacionar con esas acciones al margen de la ley. —No, Meneses, eso no hay ningún problema, San tiago sabe manejar muy bien eso, y el que no sirva, el que esté dando lora o esté “hablando paja”, lo van es matando de una vez, usted no se preocupe por eso. —Ah, bueno, mi capitán, si es así, entonces lo que hay que hacer es colaborarles. —El grupo aquí ya está conformado, el jefe es Santiago Uribe Vélez, hay apoyo de la gente de Caucasia y de gente muy poderosa de la región. »La verdad es que la información sobre el hermano del político, del ex director de la Aeronáutica, del congre sista, me causó sorpresa. Aunque, tengo que reconocer, no sentí mayor inquietud. Era normal el funcionamiento de este tipo de núcleos, en momentos en que combatir a la guerrilla por esta vía era una opción que tenía bas tante aceptación regional. »El capitán Benavides me da más detalles del asunto: “Yo les he colaborado mucho, lo que hago es que cada vez que ese grupo va a cometer un asesinato lo que tenemos que hacer es garantizar que la Policía no reaccione. Entonces, lo que tiene que hacer es tenerlos guarda dos, tenerlos bien ocupados, para que no puedan ir hasta el sitio de los hechos y se corra el riesgo de que capturen a los que cometen los asesinatos”.
»Me aseguró que el comandante de la Policía en Antioquia, coronel Alberto Rodríguez Camargo, estaba al tanto de la situación. Es que eso era una cultura en esa época, eso era normal, que los ricos se reunieran y apo yaran a algún grupo de limpieza social. Y Yarumal no era la excepción. »Pero sucedía algo que después sirvió para una mala interpretación y para que las pesquisas nunca alcan zaran a Santiago. Resulta que allí había unos comercian tes que recogían plata entre varios negocios, en la ferre tería, en la droguería, la panadería, y había gente con un gran sentido de colaboración. Recuerdo a un viejito que se llamaba Donato Vargas, él era dueño de un almacen cito que vendía relojes, chucherías, que se llamaba La Economía. Había sido policía cívico y quería mucho a la Policía; ese viejito era un policía sin uniforme, se mon taba en las patrullas a patrullar, era un policía de tiempo completo y se hacía muy amigo de los comandantes. Be navides me lo presentó, me dijo: “Vea, este señor recoge los aportes de los comerciantes”. Eran cinco mil pesitos en esa época, quince mil, veinte mil el que más daba. Ese fondo era para ayudarle a la Policía, para gastos como pa pelería, elementos de aseo, jabón, traperos, escobas, ga solina, y él tenía soporte de todo lo que le daban. »Cuando se destapó lo de Los Doce Apóstoles, dijeron que eran los comerciantes los que apoyaban al grupo paramilitar, porque eran los que recogían plata para pa garles. Y los capturaron sin que se comprendiera que en realidad se trataba de dos grupos diferentes: la coopera tiva de los comerciantes que apoyaba a la Policía en sus actividades cotidianas, y el grupo de Santiago. En esa épo ca, Santiago nunca figuró y se dijo que los que estaban haciendo limpieza se financiaban con esa plata que reco gía Donato. La Fiscalía se enfocó en Donato y los captu ró, a él y a los otros comerciantes que aportaban, pero ellos no tenían nada qué ver, ellos no sabían nada. La Fiscalía se enredó, fue por ahí y nunca mencionaron a Santiago. Pero paralelo estaba Santiago, que era el que recogía plata entre los ganaderos, finqueros y ricos para pagar eso. No quisieron llegarle a Santiago.
»Se comentaba que eran los ricos del pueblo y los comerciantes los que financiaban al grupo paramilitar. Lo que sucedió fue que algunos ricos del pueblo sí le ayu daban a Donato, eran los dueños de almacenes grandes, distribuidores de alimentos, de comida para cerdos y ga nado y terminaron enredándolo, porque Santiago tenía a dos personas que eran de su confianza, a dos ricos que le daban plata a Santiago y a la vez a Donato. Eran el due ño del restaurante San Felipe, Álvaro Vásquez, y Emiro Pérez, un señor que tenía un negocio de alimento para cerdos, un rico al que le habían secuestrado el hijo. En tonces, ¿cuál fue el pecado de Donato? Recogerles plata al del restaurante San Felipe y a Emiro Pérez, que ellos sí eran del grupo de Santiago; hubo una mezcolanza ahí, ellos eran de Los Doce Apóstoles. »La verdad es que todo se sabía: Donato sabía que Álvaro y Emiro formaban parte del grupo que dirigía Santiago Uribe Vélez; los otros comerciantes que apor taban sabían del grupo, pero nadie quiso decir nunca que Santiago era el que lo dirigía, ellos nunca lo echaron al agua en los interrogatorios. Ellos sí decían, hay un gru po que mata, un grupo que hace limpieza, pero yo no tengo nada que ver, yo lo que le doy es la plata para la Policía.
»Además hay otra cosa, es que Santiago fue muy inteligente. Él nunca daba la cara en Yarumal, él nunca bajaba, todos en el pueblo sabían que tenía su finca, y que en la finca había un grupo de paramilitares. »Regresemos al empalme. Al día siguiente, Bena vides coordinó para que Santiago estuviera en su finca, para que él me conociera. Entonces, fue más directo y me propuso: —Vamos y le presento a Santiago. »Llegamos a la hacienda La Carolina. Llamó mi atención la fuerte seguridad armada que ni siquiera disi mulaban. No eran soldados ni policías, eso se reconoce por el armamento y el vestuario. Seguimos a la sala don de él me esta esperando. Me siento un poco tensionado, por eso no observo bien los detalles de la sala. Sí recuerdo que la decoración es la típica de las haciendas campestres de Antioquia: muebles finos de madera en una estancia amplia, agradable. Al saludarme, aprieto su mano y no to de inmediato la deformidad. Me da el recibimiento; mientras escucho su acento típico de paisa, lo observo con cierta curiosidad: un tipo de sombrero, con botas, con poncho de los que usan los antioqueños en el campo. —Mucho gusto, ya sé quién es usted, ya me lo han dibujado. Usted es un buen elemento. Bienvenido a Yarumal, teniente. A ver le cuento de nosotros; aquí tengo unos muchachos, tenemos un grupito, una gente cita, yo necesito que usted me ayude. Además, nosotros vamos a ser fundamentales para el trabajo suyo, vamos a apoyarlo en todo lo que usted necesite, pero de usted necesitamos el apoyo también. Aquí nos necesitamos los dos, yo voy para adelante con este grupo, el objetivo mío es acabar a las FArc y al eln en esta región; acabarlos o sacarlos, pero el objetivo mío es limpiar la zona.
—¿En qué consiste esa cooperación? —Queremos que usted, lo que tenga de inteligen cia nos lo pase a nosotros y nosotros, lo que tengamos, se lo pasamos a usted. Yo tengo gente tanto en la zona rural como en la zona urbana, entiéndase con Rodrigo y con Pelo de Chonta, lo que necesite es con ellos (sic). Cuando usted requiera que yo le salga a usted, pídale el favor a Rodrigo. Rodrigo me llama por el radio y nos ve mos aquí en la finca, pero présteles toda la colaboración. Yo lo que quiero es que cuando ellos vayan a actuar, us tedes no salgan, ése es el favor que le pido yo a usted. Mensualmente le voy a dar una colaboración, lo mismo como veníamos trabajando con el capitán Benavides, así mismo quiero que siga con usted (sic). —No hay problema. —Vea, Meneses: nosotros venimos trabajando muy de la mano del capitán Benavides. El capitán nos ha sido muy útil, nos ha colaborado bastante, esperamos que usted, que llega nuevo, siga colaborándonos de la mis ma forma que lo ha hecho el capitán Benavides. Usted, teniente, no se preocupe, que tanto en Medellín como los mandos y gente de la clase política en Bogotá, saben que esto se está gestando, tienen conocimiento. Pero tam bién sepa que usted, nos ayude o no nos ayude, este trabajo lo vamos a seguir haciendo, entonces lo mejor es que haga como viene haciendo el capitán Benavides y nosotros le damos muy buena información (sic). Usted nos colabora y nosotros antes lo cuidamos.
»Yo pensé: “Entonces lo va es a cuidar a uno”. Y le respondí: —Bueno, sí señor. Si el capitán me lo presenta a usted y me relaciona con usted, es porque las cosas van a seguir igual que hasta ahora y si las cosas son así, si el comandante del departamento sabe, si el Ejército sabe, su hermano sabe y hay varios senadores que están al tan to de todo, bueno, sí señor Santiago. —Usted no tenga ningún temor, porque esto lo conoce el comandante del departamento, lo conoce la brigada, lo conoce mi hermano que es político, y él tie ne muchos amigos. Tranquilo, usted no se preocupe que nosotros tenemos manejo a nivel nacional, si usted llega a tener algún problema nosotros lo ayudamos, si a usted le llega a ir bien con nosotros, después lo mandamos para una parte bien buena, nosotros tenemos muy buenas re laciones y si usted nos ayuda, nos ayudamos todos. —Listo, don Santiago, no hay problema. »Así fue como conocí a Santiago. Lo veía encegue cido contra las FArc, primero que todo, a él se le veía la rabia que tenía, no disimulaba su odio contra las FArc y tiene sus razones. Cuando las FArc mataron al papá, él estaba con él y también le pegaron unos tiros, resultó herido, creo que le pegaron un tiro en la espalda. Es un tipo que se mueve, es hiperactivo, el habladito paisa tí pico, es como más cachetoncito que el hermano. A él le veía como ese militar frustrado, o sea, han querido como ser eso (sic), integrantes del Ejército, tener poder militar. Tal vez viene de esas historias que conocí, que el papá fue muy drástico, el papá de los Uribe Vélez, en cuanto a la crianza de ellos; muy disciplinado, entonces ellos te nían como ese don, esa forma de mando y de querer que las cosas se hagan por encima de lo que sea.
»Entendí que era un grupo de limpieza social. Pa ra esa época, no se les conocía públicamente como Los Doce Apóstoles. Los Doce Apóstoles se empezaron a lla mar después de que yo salí de esa región. Todo se supo después de abril de 1994, cuando empezaron las inves tigaciones. »La ayuda fue permanente. Santiago nos daba pla ta, pero no era para nuestros bolsillos, era dinero para que pudiéramos garantizar que el grupo pudiera actuar sin que la Policía los capturara. El mecanismo era el siguien te: por ejemplo, cuando las acciones que hacía el grupo de Rodrigo eran de importancia, antes de salir los sica rios, Santiago me llamaba, para que quedara claro que él era el que estaba dando la orden. »La idea era que el grupo pudiera operar sin el acoso del Ejército y la Policía. El Ejército no tenía tanta incidencia en el pueblo, en lo urbano, pero en la parte rural sí. Entonces, Santiago mandaba a llamar al coman dante de turno en el Ejército y la respuesta siempre era: “Mire, lo que se le ofrezca, aquí estamos dispuestos, va mos a colaborarle”.
»Pero cuando no eran tan delicadas, se organiza ban por intermedio de la sijín, o directamente con Rodri go o Pelo de Chonta. Rodrigo personalmente me decía: “Vamos a hacer tal cosa”. Entonces yo lo que hacía era decirle a la sijín: “Coordine para que la Policía no vaya a llegar allá”. Entonces ellos se encargaban de cuidarlos para que cometieran el asesinato, sin que la Policía les llegara en ese momento, de eso se trataba.
»La asistencia era integral. Por decir algo, oíamos por radio que había unos disparos en algún lugar, enton ces los de la sijín –que eran los verdaderamente invo lucrados– nos decían: “No mande ninguna patrulla que nosotros vamos para allá”, pero se iban era a cuidar la salida, la huida del sicario del grupo de los que trabaja ban para Santiago. »Santiago tenía una lista de personas, había jefes del eln, también colaboradores de las FArc, él sabía a quié nes había que darles. La idea de él era desvertebrar la parte urbana de esos grupos guerrilleros y, con la gente que tenía en el monte, pues caerles. El objetivo era aca bar a las FArc y al eln. »Sobre el dinero, a mí los periodistas me pregun tan que si yo sabía si Santiago Uribe Vélez era narcotra ficante en esa época, yo les digo: “La verdad, yo nunca lo vi comercializando con coca, ni sabía que él tuviera laboratorio”. Lo cierto era que la guerrilla en esa época tenía cultivos y laboratorios de cocaína, fuertes, por toda esa región de Santa Rosa de Osos y Yarumal, lo que era Campamento, Angostura, Briceño, Valdivia, eso era una zona cocalera y de laboratorios fuerte. Que si Santiago Uribe Vélez era narcotraficante, la verdad, nunca lo vi, lo que sí escuché es que de Álvaro Vásquez, que era el jefe de finanzas, se decía que manejaba algunos labora torios de cocaína. A mí me llegó una vez una información, según la cual él, como era ganadero y también trabajaba con cerdos, tenía un laboratorio debajo de unas coche ras*, porque dizque el olor de la mierda del cerdo disi paba el olor del procesamiento de la coca. Esa informa ción me llegó, pero yo nunca la corroboré. Este señor manejaba mucho dinero, incluso decían que Álvaro Vás quez era el que manejaba a los jóvenes sicarios, era el que los financiaba, les ofrecía plata, hay un testigo que cuenta que Álvaro Vásquez fue el que gestionó un pasado judicial y unos salvoconductos ante el DAS. Yo, probablemente lo hubiera encubierto; o sea, el objetivo no era meterle mano a esas denuncias, usted estaba trabajando para ellos.
*Porqueriza, sitio donde se crían cerdos. »Le explico: aunque yo sí escuché que Álvaro Vás quez tenía vínculos con el narcotráfico, en la situación en la que me encontraba no estaba dispuesto a investi gar eso, pero además, en tres meses tampoco se puede hacer una labor de inteligencia tan fuerte como para lle gar a detectar algo así. Yo sí requisaba algunos carros que llegaban de Campamento, pero nunca encontré mayor cosa, lo que encontrábamos era mucha papeleta de dro ga, y sabíamos que el narcotráfico ahí lo manejaba era la guerrilla. Pero si usted tiene un fin, o sea, usted tiene su finca en Yarumal y empieza a combatir a la guerrilla, era obvio que los paramilitares no tenían realmente el objetivo de acabar a la guerrilla, sino que buscaban que darse con el negocio del narcotráfico.
»La guerrilla operaba en el departamento de Antioquia, desde Urabá hacia el nordeste del departamento, donde están ubicados municipios como Yarumal, San ta Rosa de Osos y Anorí. Y luego bajaban a Caucasia y el departamento de Córdoba. Entonces, ¿Qué pasa? Los Uribe tienen fincas en Córdoba y arrancan con las auto defensas de allá para acá. Santiago me lo decía: —Nosotros tenemos que limpiar esto, en Caucasia nuestra gente ya está fuerte, porque ha venido de Córdoba hacia Antioquia. »Yo lo escuchaba sorprendido de ver la capacidad de manejar una región tan vasta y conflictiva. —Teniente, nosotros apenas estamos empezando; entonces, cuando usted necesite gente, yo se la con sigo. Ahora, por ejemplo, voy a traerme a unos amigos míos que cultivan papa. Son grandes cultivadores de papa. Ellos se van a venir aquí y me van a dar la mano, me van a ayudar para empezar a barrer a la guerrilla de aquí para abajo, y si necesitamos gente, la mandamos a traer de Caucasia. »Y no fueron sólo palabras; a los pocos días, de verdad llegaron. Era una gente de apellido Botero, unos duros de La Ceja, eran cultivadores y comerciantes de papa, pero también manejaban narcotráfico. En esa mezcla entre lo legal y lo ilegal, hay que anotar que, incluso, tenían una pista de aterrizaje en Campamento por donde sacaban la droga. Pero ya estaba controladita la pista, la Policía no intervenía. Los cultivos de coca y los laboratorios para su procesamiento eran inmensos y la información era que de allá salía coca para la exportación. Realmente, el objetivo de Santiago al combatir la guerrilla, era quitar le el poder del narcotráfico, y usted mira que ya, en 1993,
1994 hasta 2002, las autodefensas se apoderaron de todo ese sector. »Esa excusa de que el objetivo era acabar con la guerrilla, que porque “la guerrilla mató a mi papá”, no me parece argumento suficiente. Allí hay una conexión, eso está documentado en varias investigaciones: la muer te del papá de los Uribe se da por un problema entre el narcotráfico y las FArc, que también tenían negocios de narcotráfico».
En la primera parte del proceso, Santiago Uribe no fue mencionado, pero más adelante empezaron a aparecer testigos que aseguraban que él era el verdadero jefe de la agrupación paramilitar. La Fiscalía inició la primera in vestigación en su contra en 1995. Desde entonces, el pro ceso de Los Doce Apóstoles ha pasado por varias etapas y Santiago Uribe siempre ha podido salir beneficiado con autos inhibitorios. Lo logró en 1996 y en el año 2000. Sin embargo, el caso no ha sido cerrado en forma definitiva y el entonces fiscal general encargado, Guillermo Mendo za Diago, dijo después de las declaraciones de Meneses en Argentina que si surge una prueba nueva, el caso po dría ser reabierto. Podría ser, por ejemplo, la grabación de Meneses con el coronel Benavides en la que hacen memoria de todo lo ocurrido en Yarumal. Si esto suce de, Santiago Uribe Vélez será –sin duda– llamado a los estrados judiciales.
Muchas personas me ven como uno de los más importantes y atrayentes sitios turísticos que tiene Colombia, en mí se pueden practicar gran variedad de deportes náuticos, dado que en el lugar que habito los vientos soplan tan fuerte durante todo el año que son los terceros más rápidos del mundo y los primeros del país; soy el sitio ideal para realizar con frecuencia campeonatos nacionales e internacionales.
El lago Calima, aguas que escoden historias
Una antioqueña que para estos días me está haciendo visita dice que es una berraquera venir a disfrutar de mi compañía, que la familia está muy feliz y esperan venir más de seguido; aunque lo que pocos saben es que no soy tan bueno como parezco, en mi interior guardo secretos que poco a poco les iré revelando.
Vivo a aproximadamente dos horas y media de Cali, pertenezco al departamento del Valle del Cauca y estoy rodeado de paisajes, montañas, casas de campo, hoteles, restaurantes, zonas de camping y centros de recreación; algunas veces resido bajo el picante y radiante sol, pero en otras ocasiones es la neblina la que me cubre casi por completo.
Atractivos turísticos para la diversión acuática.
Lo que pasa es que algunas partes mi organismo están compuestas por arena movediza, mi piel tiene una enfermedad que sin quererlo atrae dentro de mí todo lo que roza las heridas que tengo en algunas partes. Además, algunos de mis vecinos, quienes viven en la misma zona de mi hogar, afirman que en mis adentros habita una bacteria tan grande que es capaz comerse un ser vivo por completo. Son pocas las personas que afirman haberla visto y la llaman el monstruo’, otras aseguran que son chismes de la gente para hacerme leyendas; en realidad nadie sabe qué tan cierto es, sólo hay rumores sin argumentos y sin fotografías, nada certifica su presencia dentro de mí.Hay gente que no me quiere, a quienes les traigo malos recuerdos y quienes día a día me reprochan por quitarles a sus seres queridos. Por ejemplo, el señor Francisco Guzmán asegura que le robé a sus dos hijos, María de 16 años y Oscar de 22, afirma que se los quité sin consentimiento, sin explicación y que aún tiene la esperanza de encontrarlos, después de un año espera recuperar los cuerpos para darles su cristiana sepultura. Algunas veces escucho cómo este hombre viene a las orillas a conversar conmigo, siento cómo sus gotas de lágrimas chocan con la humedad de mi cuerpo, pero aunque emito algunos sonidos se me hace imposible darle una explicación a este hombre.La parte superficial de mi cuerpo es de colores traslúcidos y es la única que permito mirar de simple vista a quienes vienen a saludarme, sin embargo no es la única con la que tienen contacto. Mi parte inferior es la más oculta de todas, nadie logra alcanzar mis pies, así que no conocen los zapatos que día a día andan conmigo. En mi parte central tengo un corazón diferente a los demá
s, el mío regularmente turbulento, en ocasiones se torna tan descontrolado que requiere de compañías que se encuentran navegando en mi superficie.
En cuanto a mis pies, quiero contarles que historiadores afirman que están rodeados de casas viejas pertenecientes a los primeros habitantes de la zona, árboles que nunca fueron destruidos y pilotes que conformaban un viejo puente. Según jóvenes scouts esta historia es bastante conocida, en sus fogatas y viajes dedican tiempo a contar relatos de la memoria del país y entre ellas siempre narran del supuesto pueblo que fue encubierto por las aguas que ahora conforman mi cuerpo. Diariamente, muchos turistas vienen a disfrutar de mí y experimentan deportes tales como esquí náutico, velas, canotaje, kitesurf y buceo. Quienes no se divierten con las prácticas extremas deciden sumergirse en las orillas de mi cuerpo; sin ningún tipo de distinciones, niños, jóvenes, adultos y ancianos gozan de mis fluidos. Permítanme invitarlos a disfrutar de mi compañía, pero no sin antes advertirles que la seguridad es importante en cualquier tipo de paseo. Según algunos visitantes, determinadas muertes presentadas han sido por no utilizar el equipaje adecuado y no medir las consecuencias de los actos. – Mucho gusto, mi nombre es el Lago Calima.
Destacado
En el Lago Calima se pueden practicar gran variedad de deportes náuticos, dado que en el lugar los vientos soplan tan fuerte durante todo el año que son los terceros más rápidos del mundo y los primeros del país.
En el fondo del Lago Calima hay casas viejas pertenecientes a los primeros habitantes de la zona, árboles que nunca fueron destruidos y pilotes que conformaban un viejo puente.
Utópicos en alianza con www.Lopolitico.com recorre las calles y las profundidades de una parte de la frontera mexicano-estadounidense, que renace de las cenizas, en una serie de cinco capítulos.
Capítulo 2 Los piquetes de El Mix
En el argot criminal, El Mix está curado, rezado, protegido, bendito, o simplemente tiene más vidas que un gato. La primera vez que la pandilla contraria intentó asesinarlo en una riña callejera a punta de pata y puño, logró escabullirse y refugiarse en los puentes de Ciudad Juárez —con una botella de tequila, la billetera llena y un celular, era más que suficiente—. Sonríe, se acomoda la boina.
En 2008 era un pandillero de tez morena y mirada pícara que sonreía hasta en sus peores momentos, se tapaba la cabeza con una boina café y vestía como cholo: pantalones tres tallas más grandes, tenis desbordados, un saludo dibujando cuernos en los dedos de la mano derecha, que es capaz de sostener un arma sin titubeos.
La tercera es la vencida. Desde entonces, El Mix no volvió a casa. Supuso que de hacerlo sus papás lo verían morir o que él los vería morir, ¿para qué arriesgarse, si a sus 18 años ya había dejado tanto al azar? Una noche se abrazó a la almohada de una amiga coqueta que pudo esconderlo; otra más, en casa de un cuate de la secundaria, donde vendían marihuana y crack al menudeo. Cuando era necesario, extorsionaba a los profesores de matemáticas e historia por una calificación superior y, el resto de las noches, caminaba intoxicado por alcohol hasta encontrar un puente alejado de los enemigos.
Se sintió tranquilo cuando logró que Diego, un compa de la escuela, le diera trabajo cuidando su casa. Tendría techo y comida como parte del pago. Habían pasado dos años de la última riña, comenzaba a ganarse la vida custodiando un bien ajeno, dormía caliente, pero era 10 de mayo de 2010 y a los 20 años todo es motivo para celebrar.
Día de la Madre Agarró la fiesta desde temprano y a las dos de la mañana sonaron dos golpes a la puerta.
—Ha de ser tu hermano Diego, ¿le abres wey?— El Mix está soñoliento, con tufo de tequila.
El grito llegó minutos después, tiró a El Mix de un salto al piso. Diego recibió un cuchillo de frente en el esternón, quedó tendido en la puerta; iban por El Mix.
Lo que pasó con El Mix después de escuchar el último grito de su amigo es un guión de película aun no escrito por Tarantino. Un cuchillo cebollero le rebanaba el cuello mientras cinco hombres con el rostro visible le hacían 118 piquetes de los pies a la cabeza. Lo aventaron en un sofá moribundo. Los flashes de las cámaras fotográficas de los peritos y reporteros que lo daban por muerto fueron su último recuerdo. 11 de mayo, un titular de prensa de la ciudad más violenta del mundo, resumió su odisea: “Día negro. Mueren nueve, sobrevive uno”.
***
—Yo trabajaba en un circo ambulante antes de estar aquí, cuidaba un tigre bien grande, le daba de comer, lo ayudaba a bañar, pero un día el tigre se escapó y tenía que detenerlo, peleamos tanto que miren cómo me dejó, todo lleno de arañazos—muestra la cabeza a un público que no supera los ocho años de edad. El más chico está impresionado con la anécdota y toca el cráneo inclinado para sentir de cerca las garras del felino ancladas en El Mix.
La historia la inventó un año después de sobrevivir al “día que más miedo tuve en toda mi vida”, cuando aceptó ir a CASA, un Centro de Integración Juvenil que busca, a través de talleres de serigrafía, grafiti, música y actividad física, rescatar a niños y jóvenes de Ciudad Juárez en situación de riesgo.
Tomó un curso de rap, un poco de baile, clases de guitarra, aprendió a pintar camisas que podía vender, dibujó decenas de grafitis artísticos, dejó el alcohol, las armas, se casó, tiene dos hijos propios y cientos heredados. Se volvió el instructor de niños que él nunca tuvo.
Sólo entonces se vio obligado a buscar una respuesta para los curiosos que, con asombro, tocaban alguna de sus 116 cicatrices. ¿Cómo explicarles a unos niños que otro hombre lo quiso matar?
Es enero de 2016 y han pasado cinco años desde el día en que El Mix agonizaba en un hospital. También agonizaba Ciudad Juárez en 2010. 3057 asesinatos, 76 secuestros y 93 extorsiones ocurrieron en la ciudad fronteriza señalada internacionalmente como la más violenta del mundo.
Han pasado cinco años y El Mix ha ganado un par de kilos, juega fútbol con niños de cinco a catorce años en una cancha pavimentada, con salones naranja que son hoy su refugio. Menores en situación de calle, pobreza extrema, hijos de zonas marginales, de madres que se sumergen en una maquiladora para llevar el pan a la mesa, juarenses que han encontrado en El Mix un héroe de carne y hueso. ¿Supiste de tus agresores?
—Los volví a ver. Como eran menores de edad, todos salieron rápido de la cárcel. Eran seis, de todos me acuerdo perfecto porque cuando uno es del barrio, conoce a sus enemigos. A uno de ellos lo asesinó mi tío, y ahora él está en la cárcel con un policía que le ayudó, los otros cinco salieron libres y un día iba caminando por la calle con mi esposa, mis hijos y los vi, todos juntos otra vez, me miraron, los miré, tuve tanta ira, tantos deseos de ir con toda esa rabia contenida a partirles su madre, pero me contuve. Amigos míos me decían que me los agarraban a todos y que yo fuera a darles el tiro de gracia o me preguntaban que cómo quería que me los entregaran y eso me rondó muchas noches la cabeza, el corazón, el alma, pero yo ya no era ese Mix, ya soy otro y aprendí que una de las tantas maneras de ser feliz es cuando perdonas, yo los perdoné—; se vuelve acomodar la boina.
Jamás se pensaría que tiene 25 años, jurarían que rebasa los 40. Tampoco se daría crédito a la historia que guarda un cuerpo donde las huellas de tortura sobresalen por las manos, los tobillos, el cuello, la cabeza; El Mix ahora es Alejandro, un adolescente que cursa segundo semestre de docencia en la Universidad Pedagógica de Ciudad Juárez porque quiere ser maestro —pero no para dar clases en un salón encerrado, sino para ir al barrio, recorrer sus calles y sacar a chavos del riesgo de las drogas, las pandillas, el alcohol—.
Son las siete de la noche, la penumbra de la Colonia Azteca hace más notoria la polvareda de sus calles y avenidas, donde hoy se disputan la plaza del menudeo las pandillas de Los Aztecas contra Los Artistas Asesinos. Las llantas de los coches rechinan con las piedras y Javier, de escasos seis años, se abraza de la pierna de El Mix. Le pide que cuente otra vez el día que peleó con el tigre, le hala con insistencia el jean, lo mira hacia arriba. El Mix sonríe, se agacha, los niños corren a su regazo, el viento helado sopla.
—Yo trabajaba en un circo ambulante antes de estar aquí…
Por Margarita Solano
Jefa de Información de www.lopolitico.com Corresponsal de www.utópicos.com.co en México
Valle del Cauca destaca en cultivo de algodón con semillas genéticamente modificadas, aumentando productividad y tolerancia a plagas. La siembra de algodón en 2023 se realizó de febrero-abril, con cosecha esperada en octubre-noviembre. pic.twitter.com/Ie1joNyLZ9