DEL REALISMO TRÁGICO AL REALISMO POLÍTICO EN LOS TIEMPOS DE LA INCERTIDUMBRE

DEL REALISMO TRÁGICO AL REALISMO POLÍTICO EN LOS TIEMPOS DE LA INCERTIDUMBRE

Autores: Pedro Pablo Aguilera | Juan C Calvache

Facultad de Humanidades y Artes

En verdad el NO sorprendió a todos. Incluso el analista-senCOLERAlfredo Rangel ayer en su intervención del CANAL UNO, afirmaba, confesaba que calladamente los círculos del NO se hubieran sentido ganadores si hubieran perdido por un margen de 10 puntos. Es decir, el NO, no se esperaba esa victoria, como el SI, nunca consideró la opción del NO como victoriosa. Por ello nadie sabe qué hacer hoy con la victoria de unos y la derrota de otros.

En los detalles está muchas veces la causa de los desastres más grandes de la vida. Por ello es importante mirar a todas partes, ver idealmente, anticipadamente esos detalles pasajeros. Lo sucedido en el plebiscito en Colombia por inesperado no dejaba de ser posible y lo fue.
El día de la firma protocolar en Cartagena, el 26 de septiembre amanecí camino a la universidad (en bici) y esperaba ver a todos con la camiseta de la selección Colombia, a los taxistas con banderitas de Colombia y a las panaderías y casas con banderas de Colombia; para mí creía que luego del día de la independencia este sería el más importante; pero no fue así. La ciudad, la gente estaba muy callada como cualquier lunes del año. Ese signo llamativo para mí no lo supe leer bien y era una señal clara de lo que vendría en forma silenciosa, en forma de apatía o como convicción total a derrotar el SI el día 2 de octubre.

Me dicen que las encuestas se equivocaron. No, las encuestas técnicamente estaban bien diseñadas, pero lo que nadie puede programar es bipolaridad discursiva de decir que quiero la paz y no ejerzo el voto o lo hago negativamente. Eso no es culpa de las encuestas es de una construcción sociológica de la simulación tras años, décadas de violencia, corrupción y escepticismo en la ¨democracia¨ más antigua de Suramérica. Es más una costumbre del juego sucio desde la época del frente nacional, pasando por el sometimiento del Estado a las exigencias de la mafia de Escobar, hasta las promesas de exterminar las guerrillas por la vía militar en un periodo de cuatro años y que ahora en acto de populismo por la torpeza política sitúan al país en la incertidumbre y capitalizando las opciones al sector más conservador.
Ahora bien, como dicen los chicos ¨lo que pasó, pasó¨ ¿Qué hacer ahora?….o mejor, el que dijo NO que proponga la solución definitiva al asunto de la guerra que no sea volver a la sangre.
Hechos ante nosotros:
Polarización in extremis de la realidad política y social.
Una crisis de legitimidad y autoridad parcialmente cubierta, con un breve discurso presidencial en cadena nacional donde la ausencia del vicepresidente hizo evidente la fractura del ejecutivo.

Una alianza de partidos de gobierno con mayoría absoluta en el Senado que ha sido derrotada en su agenda de Paz por el pueblo, pues no hay quien sea capaz de decir que en este país hay una oligarquía de 6 000 000 de votantes.
Una oposición que siendo minoría captó (sea como sea) la opinión del pueblo.
Una debate mediático sin cuartel en donde razones vs emociones hizo de estas últimas la ganadora. (Este tema amerita un profundo análisis).
Un país que muestra un mapa en donde las zonas de influencia mayor del paramilitarismo inclinaron la balanza al NO y en donde las víctimas del conflicto sufrieron más sus embates dijeron SI.

Un país en donde el campo mayoritariamente voto SI y un país en donde el sector urbano o se abstuvo en gran % o voto NO.
Un país en donde se quiere la paz, pero no como fue acordada; siendo la aplicación de justicia a los victimarios, la participación política, tierras y la reparación a las víctimas los ejes de la discordia.

Unas FARC que reciben un voto de castigo y de no credibilidad desde el ¨pueblo¨ que han dicho defender, tras años de errores con alto costo político como fueron los secuestros, el ataque a poblaciones civiles, el reclutamiento forzoso a menores de edad y el vínculo al narcotráfico por las razones que fuera.
El gobierno ha perdido su espacio de confort que creyó tener y se sitúa ante el mundo como el gobierno británico cuando el Brexit con la diferencia que los modelos de gobierno son diferentes y las culturas de la praxis política distan mucho; pero peor imposible.

La ausencia de un PLAN B ahora, demuestra la autosuficiencia y falta de mirada política estratégica del equipo de gobierno que primero sin necesidad, se lanzó a un plebiscito y luego, no fue capaz de convocar y convencer a las mayorías para ganarlo.

Esta es la realidad y ahora quedan cuatro caminos que siempre buscaran el beneficio de los candidatos a la presidencia, pero no a los del actual; es decir ese Premio Nobel se perdió.

1.Una Constituyente: salida en donde los dos extremos de la política colombiana han coincidido: FARC y Centro Democrático; pero que en la coyuntura política actual favorecerá a los segundos y puede situar al país ante un retroceso de la Constitución del 1991. Una recomposición de un Frente Nacional en la lógica del presente se hace poco viable y los partidos pequeños no estarían en la mejor disposición de perder los espacios alcanzados. Cualquiera puede ver eso.

2.Renegociación: Significaría entrar a hacer movibles los inamovibles de las FARC, sistema de justicia sobre ellos, participación política y reparación. Esta vía sería posible, pero llevaría tiempo y existe un limbo sobre los guerrilleros en las zonas de desmovilización que aún mantienen las armas y requerirán sostenimiento y garantías. Quién más perderían serían los jefes que se mantendrían en La Habana y abrirían un espacio de nuevos liderazgos en el terreno que no necesariamente mantendrían lealtad. Las rupturas de disidentes podrían ser alarmantes y darse la conexión entre vasos comunicantes entre FARC y el ELN quien ahora se siente fortalecido políticamente ante los hechos y dudas del proceso de paz.

3.Por acto legislativo del Congreso de la República; se podrían ratificar los acuerdos de La Habana. Tal posibilidad podría ser expedita, pero políticamente costosa pues sería un desconocimiento de la voluntad popular.

4.Un Pacto Nacional que incluya a todas las fuerzas vivas no solo al Centro Democrático sino a otros sectores políticos y sociales y que implicará voluntad y renegociar con las FARC, un impase con las consecuencias antes mencionadas en la renegociación y una agenda que tendrá replanteo de las partes.

Esta es la realidad con implicaciones políticas para cada actor político de Colombia, incluyendo la sociedad civil. Santos no podrá perder más, las Farc en sus altos mandos saben que perderán credibilidad y autoridad ante sus columnas que con temor ya comienzan a replegarse de las zonas de concentración sin saber que pasará, el Centro Democrático en verdad no sabe qué hacer pues nunca pensó ganar, la sociedad civil verá haber sido un peón para nada y el único que se oculta para saltar a la presidencia es Vargas Lleras.
Ante esto, los medios de comunicación, que han jugado un triste papel como instrumentos del juego político del Centro Democrático deben decidir si van a seguir en una agenda política de odios, venganza y sensacionalismo o pasar a desarmar la palabra y los lentes para ser un facilitador de un país en una crisis política, jurídica y de consecuencias económicas inéditas en Colombia.
Al parecer, la “sociedad de los legales” no está en capacidad de acoger a ese grupo de colombianos decididos a declinar la vía armada con mil errores y horrores cometidos y que a pesar de no haber sido derrotados en la guerra, piden reconocimiento social y político para integrarse al orden institucional que siempre los ha marginado.
Lo cierto, es que el camino de la paz fue obstruido pero no está cerrado y todo está por ver.

 Un país en donde se quiere la paz, pero no como fue acordada; siendo la aplicación de justicia a los victimarios, la participación política, tierras y la reparación a las víctimas los ejes de la discordia.

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SIN MALESTAS: PARTE 2. El afgano que marchó por sus hermanas

Utópicos web 2.0 reproduce un especial periodístico de nuestro medio aliado mexicano www.lopolitico.com

SEGUNDA ENTREGA

Un aroma intenso calienta una fría casa en las afueras de Frosinone, al sur de Roma.

El café está listo. 

En este gran salón espartano, con las persianas todavía cerradas, no hay ni una fotografía; ni cuadros en las paredes. Ningún objeto decora el ambiente.

Sólo una gran chimenea apagada en el centro de la habitación.

—En Afganistán, el huésped es sagrado —dice Wali tras una afectuosa bienvenida—nosotros tomamos el té, pero el café es una de las cosas que más me gusta de Italia.

Y pasa entonces una tacita…

—La casa la he alquilado y la he arreglado un poco —dice el joven afgano mientras muestra los muebles que ha juntado gracias a su trabajo en una empresa de mudanzas.

Llegó a Italia desde hace ocho años, cuando sólo tenía 16 y hoy vive con otros dos chicos afganos y un sirio, su familia en Italia.

Gracias a su personalidad extrovertida, Wali siempre es el punto de referencia en casa. En su trabajo. En su familia.

Quería ir a Inglaterra, pero su viaje se detuvo en Roma “su  segunda prisión”. Se siente atrapado. No puede continuar con ese viaje imaginario que tenía como destino final Londres. Levanta la mano y señala entonces la pared de su habitación donde hay una imagen en blanco y negro delTower Bridge con la bandera británica; rojo y azul son el único toque de color en todo el departamento. El punto de partida fue Afganistán, el que se truncó fue Inglaterra, donde grupos de la extrema derecha marcan con pintura roja las puertas de los refugiados.

Wali fuma enciende un cigarrillo tras otro. Es momento de confesar por qué dejó Afganistán.

Abrimos el balcón, hace un día soleado, tomamos un poco de aire fresco, hay ropa colgada fuera: unas sudaderas, pantalones vaqueros. Hace frío; se arropa en su chamarra de piel y mira su proprio reflejo en el cristal de la ventana.

—Es peor que una mujer, es un vanidoso, se la pasa pensando en el pelo y en arreglarse el flequillo —se burla Talib, su amigo desde el otro rincón de la habitación.

Wali abre esos ojos negros en forma de almendras. Lo delata su mirada triste detrás de una blanca sonrisa. Es chaparrito, la piel morena. Habla un italiano perfecto que le permitió integrarse rápidamente, no obstante sus amigos coinciden:

— Él es un buen chico, me gusta mucho su personalidad. Lleva una vida limpia aquí. Trabaja duro, piensa solo en su familia. Su único defecto es que se ha quedado aquí… él tenía que haberse ido a otro lugar.

Las revueltas…

—Tengo nueve hermanas que iban a la escuela. Era mi deber hacer algo por ellas.

Décimo de 12 hijos y el menor de los varones, Wali tenía una tienda de ropa y cosméticos e iba a la escuela vespertina en Jalalabad; cuando vivía en el pueblo, estaba en contacto con un grupo de jóvenes que vivían en Inglaterra y le platicaban cómo es la vida allí: democracia, libertad.

Mujeres con los mismos derechos que los hombres.

En 2006, mientras estudiaba el bachillerato, se organizó una huelga a nivel nacional en nombre de los derechos de la mujer en Kabul, Kandahar, Jalalabad, Herat, Mazarlas, las cinco principales ciudades de Afganistán.

Marchar por la libertad y el valor de las mujeres. Fue la única culpa de Wali.

Durante lo que se suponía que iba a ser una manifestación pacífica, iniciaron las revueltas; se quemaron edificios públicos y museos. Los soldados estadounidenses y afganos intervinieron y hubo más de 30 muertos, muchos de ellos policías.

El rumor era que los talibanes se habían infiltrado y habían reventado la marcha; que el gobierno lo sabía pero era cómplice de ellos.  Sin embargo los adolescentes cargaron con la culpa y pese a no portar armas, terminaron acusados por  la masacre.

—Mi hermano mayor me dijo: ‘te han visto tu cara en la televisión mientras te manifestabas. Tienes que irte del país… te están buscando’.

Así organizó Wali su huida de Afganistán.

Pan y queso

16.000 dólares para llegar a Italia.

Los traficantes se encargan de todo: tú les dices a dónde quieres ir, pagas y ellos te llevan.

—Yo quería ir a Inglaterra —insiste Wali.

Su travesía inició a bordo de un auto que lo llevó al sur de Afganistán hasta llegar a Pakistán. Cruzar esa frontera no fue complejo,  al contrario, en Irán, a la mínima te disparan. Irán es un país que no tiene piedad para estas cosas.

A partir de ahí comienza el riesgo real y el verdadero viaje.

Hasta 20 personas subidas en una camioneta. Hay que cruzar el desierto. Si se ve un coche de la policía, paran en la orilla de la carretera, hay que bajarse y continuar a pie por un tramo. Se han tardado más de una semana para cruzar Irán y otra en la frontera con Turquía.

Es difícil entrar a Turquía porque se necesita mucho tiempo para obtener información: si están los militares, cuál es su rutina; saber qué camino es el más libre.

—El contrabandista no quería dejarme ir, me decía: ‘eres demasiado simpático’ —Wali sonríe y enciende otro cigarrillo. Bromea— quédate a trabajar conmigo me insistía.

Huellas dactilares, nombre y apellido, edad, “¿por qué?” “¿a dónde?”.

La rutina del arresto se repetirá decenas de veces.

La primera vez que intentaron cruzar la frontera con Turquía,  los arrestaron inmediatamente y los enviaron de vuelta a Irán. Los militares iraníes los hacían limpiar el cuartel, recoger las colillas de sus cigarrillos y hacían lo que les daba la gana con ellos; luego, los enviaban de vuelta a Turquía.

Siguieron durante días con ese juego de ir y venir.

Parecía como si estuvieran jugando un partido de fútbol con los refugiados como pelota, esperando a ver quién era el primero en meter gol; quien era el primero en enviarlos a la portería adversaria.

La escena era siempre la misma: los militares llevaban a los chicos —unos cincuenta, muchos de Afganistán, oriundos de Bangladesh y Pakistán— y disparaban al aire para avisar a los soldados en el otro lado que estaban enviando a los refugiados donde eran recibidos, para luego, ser enviados de vuelta. Cuando los chavales encontraron una manera de escaparse a la montaña empezó la verdadera supervivencia.

Muchos no pudieron, murieron en el camino.

Trepar en la montaña era agotador para los que venían de Bangladesh pero normal para los afganos. Afganistán es un país montañoso, lleno de piedras.

—No se les podía ayudar mucho. Una vez llevé a un chico en hombros. Pero no se puede por mucho rato. Sólo los que tienen la fuerza en las piernas sobreviven y siguen adelante.

En el camino había muchos cadáveres que estaban hinchados, muertos desde quién sabe cuánto tiempo; el hedor era tan terrible como el frío en la montaña; como el hambre. Como el cansancio a matar.

—En este trayecto nos quedamos tres días sin comida. Había pastores pero nos habían advertido no confiar en ellos. Encontramos refugio en una cueva, pero el hambre era demasiada, entonces vimos a un niño pequeño. Los kurdos también hablan un poco de persa y conseguimos hacernos entender. A cambio de unos pocos dólares el niño nos trajo pan y queso; por agua no teníamos que preocuparnos, había abundante en las montañas.

El tío del niño que nos había salvado era un contrabandista y dijo que les podía ayudar. A pesar de que sabían que podría tratarse de una trampa, aceptaron. En un persa perfecto, dijo que por 200 dólares los llevaría hasta Estambul. Aceptaron con la condición de que el dinero se entregaría al traficante llegando al destino. Se subieron a un camión pero alguien ya había alertado a la policía. Cerca de la ciudad de Van fueron detenidos y arrestados. 72 personas, un tráiler lleno. Divididos según la nacionalidad, desde Van los militares los trasladaron a una ciudad más pequeña.

—No sé cuánto tiempo llevaba viajando, pero empezaba a estar cansado. En la cárcel empecé una huelga de hambre, los militares me daban patadas para que comiera. Seguía sin comer, lo único que yo quería era hablar con el juez.

Después de tres días llegaron unos voluntarios que habían traído ropa limpia y, finalmente,  llevaron Wali a la corte. Hablando en inglés suplicó al juez que le dejara continuar su viaje. Pero la ley dice que todos los inmigrantes irregulares detenidos en territorio turco deben ser repatriados a su país de origen, sobre todo si se trata de menores de edad. Saldría en avión desde la capital, Ankara hacia Kabul. Llamó a su hermano y le compró un billete que le costó más de 500 dólares para hacer más ágil el trámite de la deportación.

El salto

Salimos en dos autobuses llenos de chicos, 16 militares nos vigilaban y dos coches de la policía nos estaban escoltando. Todos estábamos esposados como criminales. Después de cuatro horas de viaje, hicimos una parada en una estación de servicio. Eran casi las nueve de la noche y nos detuvimos para la cena. Nos quitaron las esposas para que pudiéramos comer una rebanada de pan, queso y un pepino.

El restaurante tenía dos pisos, en la planta de abajo estaba la gente normal y en la planta de arriba estábamos nosotros, los deportados.

Volver a casa significaba la muerte.

Les dije a los chicos que me ayudaran a escapar de los militares.

—¿Quién está conmigo? —pregunté.

Desde la ventana se podía ver que abajo el suelo estaba mojado, que hace poco la tierra había sido trabajada por un tractor.

Entonces volví a preguntar:

—¿Quién está conmigo? —nadie respondió, nadie se movió.

Sólo Roomal, el chico afgano que había salido conmigo, tuvo una reacción: comenzó a llorar; él me miraba con una expresión entre el horror y la resignación, le costaba incluso tragar saliva. La huida no era ni siquiera imaginable, porque para escapar deberíamos de correr por un buen rato en el campo libre, por delante de los militares que te disparan; entonces sería suficiente un solo golpe de la ametralladora para matarnos a los dos.

Pero en cualquier caso, moriríamos.

Así que hicimos lo único que quedaba: el intento de la desesperación.

Saltamos.

Primero empujé a Roomal, porque no estaba convencido a dar el paso, y luego salté yo.

Y corrimos…. corrimos y corrimos.

El barro llegaba hasta las rodillas. Había luna llena. Con toda la energía de nuestros 16 años corrimos sin parar, sin mirar atrás, sin aliento.

Pasaron apenas cinco minutos antes de que los militares se dieran cuenta de que habíamos escapado. Con antorchas enormes iluminaron el campo hacia nosotros y empezaron a disparar al aire para marcarnos el alto y para asustarnos.

Pero yo nací en un país en guerra, vengo de un país todavía en guerra ¿tú crees que me puedan asustar simplemente al disparar al aire?

Seguimos corriendo y corriendo.

Cada vez que me caía Roomal me decía:

—¿Estás bien?

—Sí, estoy bien  —y me levantaba y seguía corriendo.

Durante toda la noche y hasta las seis de la mañana seguimos corriendo. Nos detuvimos en una casa en construcción, estábamos mojados, cansados, hacía frío, nos abrazamos. De repente escuchamos el ruido de los coches que pasaban, las voces de los niños que jugaban. Nos habíamos quedado dormidos.

Levanté la cabeza y vi a la carretera, donde justo estaban pasando los militares. Nos limpiamos un poco con agua de la lluvia y nos cambiamos de ropa. Tenía una mochila con un jersey y unos pantalones limpios. El dinero enrollado y escondido en una bolsita de plástico dentro de la botella de champú. Nos enjuagamos y lavamos el pelo, también me puse gel, la única vez en mi vida porque me da alergia. Sólo nos faltaba tener zapatos de repuesto, los que teníamos estaban sucios de barro y podrían delatarnos.

El hombre sabio

Yo tenía un teléfono. Al llegar a una parada de autobús, me puse a jugar con el móvil para disimular, confiado en que mi cara no destacaba —como me pasa aquí en Italia— yo podía pasar fácilmente por un muchacho turco. Nos montamos en el primer autobús que pasó. Todos se fijaron en nuestros zapatos.

En Turquía no se valida el ticket al subirse al autobús, sino que el chofer lleva un ayudante que recoge el dinero. Al cobrador le di un billete de 100 dólares, lo único que traía. Él me miró y me preguntó si yo era musulmán, le dije que sí. Que si era de Afganistán, dije que sí. No me cobró nada.

Cuando el autobús llegó a la terminal, me llevó a una especie de bar y nos ofreció un poco de té; dijo al camarero que él nos invitaba.

Nos miraban, nos acariciaban la cara y lloraban de felicidad.

Creo que los turcos tienen un gran corazón, una gran humanidad.

Luego el camarero me dijo que esperáramos allí mientras llamaba a una persona. Se me vino el mundo encima. Los kurdos secuestran a la gente y llaman a las familias para pedir rescate. Tenía miedo, existía el riesgo pero pensé que no había escapatoria.

Llegó un hombre viejo y nos ordenó que fuéramos con él.

Él iba delante de nosotros y mientras caminábamos por la ciudad todos le saludaban. Nos llevó a un restaurante y nos pidió comida hasta reventar, vimos la tele, jugaba su equipo de fútbol. Una vez fuera de allí nos llevó a un supermercado, nos compró ropa nueva, zapatos, nos llevó a su casa. Sólo entonces me calmé y me di cuenta que no nos habría vendido a los kurdos.

Él gastaba su dinero en nosotros sin pedir nada a cambio. Se trataba de un hombre sabio, un funcionario jubilado de esa ciudad. Su esposa era muy mayor y enferma de cáncer: tenían tres hijos que ya no vivían con ellos.

Nos alojamos en su casa durante tres días, nos dijeron que podíamos quedarnos todo el tiempo que hacía falta pero quisimos seguir nuestro camino y así el destino nos llevó a Estambul.

Una vez llegados a la estación de autobuses de esta ciudad, nos encontramos con otra realidad: aquellos que creíamos ser taxistas, eran traficantes de personas. Nos detuvieron en su casa y nos quitaron el dinero que nos quedaba. Nos quedamos a la espera de poder zarpar hacia Europa. Después de un mes llegamos a Izmir. Desde allí nos embarcamos en un bote inflable rumbo a Grecia.

Era la primera vez que veía el mar

Ese mar, el Mediterráneo no es un mar cualquiera. Es un poco como una caja que durante miles de años ha grabado sonidos, voces, olores, colores, gritos. Hay de todo en ella. La vida y la muerte. Una vez que se llega a la costa griega, se ve la luz de la esperanza: Europa.

En Grecia pasé mucho tiempo a la espera de poder encontrar la forma de seguir mi viaje. Las autoridades y la policía eran muy blandas, nunca detenían a nadie. Para buscarme la vida y poder comprar algo de comida, todas las mañanas iba a la plaza del pueblo en busca de cualquier tipo de trabajo. Hasta el día en el que, escondido en el fondo de un camión, llegué a Roma. Un carabiniere me vio y me llevó en tren a la casa de acogida en Frosinone donde terminó mi viaje y donde se apagó mi sueño.

El reglamento de Dublín

Italia es el primer país donde llegan muchos refugiados en busca de una oportunidad para reconstruir sus vidas lejos de la barbarie y la violencia. Wali fue una víctima más de la aplicación del Reglamento de Dublín, que prevé la necesidad de solicitar asilo en el primer país de llegada a Europa. Italia estaba de paso en su camino hacia Inglaterra y hasta que no obtenga la ciudadanía, no puede moverse. Se necesita residir en Italia durante 10 años para poder solicitar la ciudadanía y podrían pasar otros dos o tres años más antes de su concesión.

—Mientras tanto, me hago viejo  —dice un Wali abatido— Italia es el país de la eterna espera. Han destrozado todos mis sueños y mis deseos. Yo era menor de edad y me detuvieron aquí encerrándome en una casa de acogida. Pero si me obligas a permanecer en este país, también tienes que ser capaz de ofrecerme algo. ¿Cuáles son los planes para mí? ¿Qué puedo hacer yo? ¿Por qué no tengo un trabajo?

Wali  tiene el candor de un niño mezclado con determinación de la madurez. No tiene la nacionalidad italiana, lleva unos meses desempleado y así también se arriesga a perder su permiso de residencia. Dice que siempre le gustó ir a la escuela y que quería continuar sus estudios pero tan pronto como cumplió los 18 años lo echaron de la casa de asistencia, le quitaron la protección subsidiaria y lo dejaron solo, sin ningún apoyo. Se vio entonces obligado a buscar un lugar para vivir y también un trabajo. No fue su elección. Dice tener el remordimiento de no haber podido hacer nada de lo que soñaba.

Su apodo en Facebook es lo straniero, el extranjero, y así es como se siente.

Vivir en una pequeña ciudad de provincia y no ser italiano se nota, pesa, es como una marca.

En el bar donde comemos juntos un pedazo de pizza y una ensalada caprese a Wali le conocen, saben que es un buen tipo, pero cuando se le pregunta al gerente qué piensas de estos chicos, dice:

—Estoy asustado, me pregunto qué le pasa por cabeza —se ríe, pero no es una broma divertida. La gente en Italia es sospechosa, no les gustan los extranjeros. Primero fueron los de Europa del Este, los hombres robaban en las casas y las mujeres roban maridos. Ahora es el turno de los migrantes del mar, son todos potenciales terroristas.

De vuelta a casa…

Después de siete años de ausencia Wali pudo visitar a Afganistán en enero de 2015.

El viaje del retorno de Ahmadwali, el hijo pródigo, duró tan sólo ocho horas; cuando se fue por primera vez, este viaje le tomó ocho largos meses. Hoy en la maleta lleva regalos y fragancias para las hermanas y su madre, además de algo de café; en cambio ayer, al huir de Afganistán, sólo cupieron en su mochila unas camisetas, un par de pantalones y algo de dinero.

— Aterricé en Kabul, pero pensé que estaba en Estambul —dice con la mirada orgullosa de alguien que ha sido capaz de tocar de nuevo el suelo de su tierra.

Y es que con su breve visita, Wali percibe cómo ha cambiado todo: carreteras pavimentadas, edificios nuevos. Hoy día la suya es una ciudad moderna. Dice haberse quedado impresionado por los avances de la tecnología. Los que aquí son los últimos modelos de teléfonos móviles, allí ya son viejos. Skype, por ejemplo, es la prehistoria, hay un nuevo programa llamado Imu para hacer la video-llamadas. En su joven mente, es un gran avance el que en su país la gente pueda comprar coches nuevos. Tras una larga ausencia, considera que si la situación se calmase un poco, gracias a las inversiones internacionales, en Afganistán  “se podría hacer mucho más”.

Actualmente Afganistán no es un país estable, no hay seguridad. La vida en el  país no vale nada. Si desde el frente político la situación es difícil pero se ha normalizado, no se puede decir lo mismo para el frente militar: los talibanes siguen teniendo el control de una parte de la nación.

Desde el 2002 hasta hoy ha habido muchas operaciones militares pero los talibanes nunca han dejado sus incursiones y ataques tanto contra el gobierno ‘amigo’ de los americanos como contra las fuerzas de ocupación. Las continuas escaramuzas entre las dos facciones siguen causando numerosas víctimas civiles.

Gracias a este estado de continuo enfrentamiento, en ningún momento Wali ha pensado de quedarse o de regresar a vivir allí.

— No hay aquella libertad a la que me he acostumbrado aquí. No hay libertad de expresión, de salir, de pensar y creer lo que quieres. No es que aquí se pueda hacer lo que te pasa por la cabeza sin regla alguna, pero hay tolerancia, mientras que en Afganistán sea por la cultura o por la religión, siempre hay límites, restricciones —el relato continúa, aparta el cuello de la sudadera verde que lleva puesta para mostrar algo.

Quizás mostrará una herida, una cicatriz, pero es sólo un tatuaje, un tribal. También tiene otro de escorpión, su signo del zodiaco.

— Si los vieran los talibanes, es probable que me matasen. Esto son cosas de occidentales.

Las niñas de las zonas más remotas son quemadas si violan la ley religiosa, las apedrean en las plazas. Las mujeres por lo general cuentan poco. Donde valen mucho es en la sociedad, pero sólo en su papel de esposa y madre. La mujer es la encargada de la casa mientras los hombres llevan el sustento de la familia. Las familias son numerosas y permanecen juntas, como la de Wali.

La matriarca con 66 años, 12 hijos y 65 sobrinos coordina los esfuerzos para preparar la Sciola que se servirá en el banquete de bienvenida: arroz, lentejas, carne de guisado y salsa de tomate serán sazonados y cocinados durante horas. Las nueve mujeres de la casa preparan además ensalada, garbanzos y yogurt natural.

—Han preparado una gran fiesta para mi regreso, una mesa inmensa y mi hermana cocinó mi plato favorito.

Los amigos que se han quedado allí han hecho un montón de dinero y todos están casados. También la chica que amaba profundamente. Ella era la cuñada de uno de sus hermanos e iba a su casa una vez al mes. Wali odiaba jugar con las muñecas con sus hermanas, pero al hacerlo con ella era liberado de todos los prejuicios.

Fue una larga historia de amor de seis años, hecha de miradas.

—Nunca nadie se enteró, excepto mi hermano mayor. Me esperó tanto tiempo, pero cuando volví ya estaba casada, eligió como marido a un chico con el mismo nombre que yo.

Por eso Wali  dice que para él en Italia no hay una historia seria de amor… que no quiere que alguien le haga daño.

Por: Maddalena Liccione

Nacida en un pueblito del sur de Italia, Maddalena supo que quería descubrir qué había más allá de su pequeño entorno. Estudió Economía en Milán y tiene una especialidad en Dirección de Instituciones Internacionales. Ha trabajado para Naciones Unidas en Ginebra, para una ONG en Dublín y en 2006 llega a Madrid para dedicarse al mundo de las finanzas.


Su inquietud natural y su convicción de que los números siempre esconden una historia que contar, hacen que dé un giro radical en su formación para comenzar el Máster en Periodismo de Investigación, Datos y Visualización en el diario El Mundo. Uniendo los puntitos de su pasado, dibuja el contorno de su futuro. Después de un breve paréntesis colaborando para los periódicos El Mundo y Expansión, ahora es redactora jefe de la revista financiera Funds People. Madre y motociclista, recorre Madrid en su vespa.

 Ver serie.

Parte 1 El bibliotecario que se rehusó a matar.

EL CASO URIBE Y EL FUTURO DE COLOMBIA ¿Ha llegado el momento para una transición política? (cuarta entrega)

Iván Cepeda Castro es senador del Polo Democrático y uno de los más representativos líderes de la izquierda colombiana. Su participación en este caso se origina en una denuncia penal que entabló en su contra el ex senador Álvaro Uribe, por falsos testigos, proceso por el que Cepeda fue absuelto y Uribe pasó de demandante a denunciado.


Brevemente: ¿cómo es que el proceso que se le seguía a usted terminó en contra de su denunciante? ¿Qué fue lo que hicieron usted y sus abogados?

Este es un proceso que tiene su origen en dos testigos, que me llamaron para que transmitiera sus declaraciones a la justicia, declaraciones en las que se decía que los hermanos Álvaro y Santiago Uribe habían conformado un grupo paramilitar en 

una de sus haciendas. Luego de un largo proceso, en el que Uribe llevó a cerca de 20 personas como falsos testigos a la justicia y de una investigación muy rigurosa, en la que, de una manera detallada, exhaustiva, mis abogados y yo logramos controvertir cada una de esas falsas declaraciones, se demostró mi inocencia y se ha comenzado un proceso de investigación que involucra muy seriamente a Uribe y a personas de su entorno.

Iván Cepada, politico colombiano. Foto tomada de Semana.com

¿Cuál es su análisis de las consecuencias – en corto, mediano y largo plazo- que traerá para Colombia, en términos políticos, la detención y procesamiento del expresidente AUV?

El difícil prever todas las consecuencias que pueda tener, pero ya se pueden percibir algunos efectos que está teniendo esta investigación. El primero es que se establece un precedente en materia de justicia, que es supremamente valioso, independientemente de cuál sea el futuro que tenga esta investigación, y que eventualmente se llegue a un juicio: Se ha roto una especie de mito, que consistía en señalar que había una especie de franja de dirigentes políticos o de personas con mucho poder, también económico,  que no podían ser eventualmente llamadas a rendir cuentas por la justicia. Así que allí hay una lección en materia de democracia, que creo que es supremamente valiosa.

También hay unas consecuencias políticas.  La extrema derecha en Colombia, que es una extrema derecha caudillista, tiene que afrontar ahora una derrota que, por lo menos, es de carácter político n relación con su líder, quien ha tenido que dejar el congreso, en circunstancias muy polémicas. Y, por supuesto, habrá otras consecuencias que, yo espero, sean para bien de la democracia, de las instituciones y del Estado de derecho en Colombia.

¿Qué cree que está pasando al interior del Centro Democrático, que parece haber quedado acéfalo, y cómo podrán darse los reacomodos políticos y los pulsos para los nuevos liderazgos?

Yo creo que el problema del Centro Democrático es que, precisamente, no es Democrático, no es una formación en la que existan numerosos liderazgos, o en la que haya figuras descollantes que ejercen una vida política colegiada. No, aquí estamos ante una estructura caudillista, en la que todo depende del criterio, de la voluntad o del capricho e un caudillo.  Así que, una vez que el caudillo enfrenta una situación crítica, que pone en tela de juicio su proceder y su condición ética y también eventualmente judicial- es todo el movimiento el que sufre las consecuencias. Habrá que ver si existen, al interior de esa colectividad la posibilidad de resolver la situación que crea ese inmenso vacío y también si las pugnas internas que se ha conocido no irán a tener una consecuencia en fragmentar  o dividir esa colectividad.

Alvaro Uribe Vélez, ex-senador de la republica. Foto tomada de Blu Radio.

El presidente Iván Duque: sus dos años, en medio de la pandemia, ¿cómo cree Usted que él puede hacer el reacomodo de su gobierno en beneficio del país?

Para que Duque haga un cambio, una transformación de su gobierno en términos benéficos, requeriría un giro de 180 grados en su actual visión del país y de la política en todos los terrenos, requeriría tener una política de paz y no una política militarista como la que ha mostrado, una política sensible a las graves circunstancia que está dejando esta emergencia sanitaria, social y económica. Y no esa visión elitista y benefactora de los sectores más poderosos de la sociedad. Tendría que ser una política de defensa de la democracia y de las instituciones. Pero dudo mucho que él tenga la visión y también la fuerza de promover ese giro.

Iván Duque, presidente Colombia. Foto tomada del País.

Cómo analiza las propuestas de: reforma constitucional para acabar con las cortes y crear una sola; la propuesta de una constituyente. Qué opciones reales tienen estas propuestas y cómo interferirían en otras reformas grandes (económica, laboral, pensiones, salud, etc.), que parecían prioritarias hace apenas unos días.

Lastimosamente, esa es la constante, lo que ha mostrado ser el método, la costumbre del comportamiento de Uribe en relación con la justicia. En el pasado fue la investigación que realizó la Corte Suprema y que llevó a muchos de sus aliados políticos y a su propio primo (Mario Uribe) a la cárcel. La investigación de la parapolítica fue un escenario de confrontación en el cual el presidente de la república (AUV) no vaciló en desatar una campaña feroz, que incluso tuvo momentos, como el haber descubierto que se hacía espionaje en contra de los magistrados para acopiar información que pudiera servir a esa campaña de descalificación y desprestigio.

Igualmente hoy ocurre algo similar, en esta ocasión no solamente se denigra de los magistrados sino que se disfraza el temor que hay de que la justicia opere a través de propuestas de reforma, que no son otra cosa que una salida autoritaria para  para abolir la Corte Suprema, la Corte Constitucional, la Jurisdicción Especial para la Paz y, por lo tanto, hacer que venza y prime la impunidad. Eso, por supuesto, en condiciones de un país que está ante una quiebra social y económica, en medio de una grave situación sanitaria, es realmente inconsecuente y, yo diría, inviable. Hay otras prioridades, efectivamente, en la agenda política.

¿Cómo pueden incidir los últimos acontecimientos en la implementación del acuerdo de paz suscrito con las extintas Farc?

Pueden tener varias consecuencias. Por una parte, hay una política en curso, de intentar debilitar el proceso de paz y de buscar que no pueda abrirse paso la justicia que creó el acuerdo, esa justicia transicional es fruto del acuerdo de paz. Pero yo confío en que, también, esto activa a las fuerzas sociales y políticas favorables al proceso de paz, que deben buscar un camino de cohesión, para hacer que resulte posible la implementación integral del acuerdo y buscar generar nuevas posibilidades de procesos de paz en el país.

El líder de la izquierda Gustavo Petro está proponiendo un gran pacto nacional, ¿qué futuro le ve?

Yo confío en la propuesta de un pacto histórico o nacional –ha recibido distintos nombres- en el que se pueda concertar un programa de gobierno, entre muy diversas fuerzas, no solo políticas, sino sociales y económicas. Esta es una idea que no tiene que ver con un simple acuerdo electoral sino que va mucho más allá y tiene por propósito encontrar una salida de gobierno y de Estado, que permita una transición política. Yo creo que esa es la única solución que podría dársele a los problemas más graves que afronta hoy el país.

¿Arrancó la campaña electoral 2022?

Yo creo que ya estamos en un momento en el que se comienzan, no solamente a debatir todos los asuntos programáticos, sino también las coaliciones y las fuerzas que van a competir en las elecciones de 2022. Estamos ya a dos años y comienza el conteo regresivo hacia esa elección y, por supuesto,  han comenzado a darse ya los debates, más aún, cuando la situación del país, que es muy crítica, hace que aparezcan distintas posiciones en relación con lo que debe ser un nuevo gobierno.

Olga Behar 

 @olgabehar1  

DELFINES POLÍTICOS Y EL SISTEMA PATRIMONIALISTA COLOMBIANO

DELFINES POLÍTICOS Y EL SISTEMA PATRIMONIALISTA COLOMBIANO

Autor: Sin autor.

Facultad de Humanidades y Artes

Para cerrar la serie sobre los delfines en las nuevas generaciones de políticos en Colombia, Utópicos le pidió a la abogada y exdiplomática Clara Inés Chaves Romero un análisis sobre este fenómeno que ha marcado la vida política colombiana durante más de ochenta años de vida republicana.

La corrupción se ha institucionalizado en el poder, enquistándose a través de las casas políticas regionales que, con la compra de votos en las distintas elecciones en el país, plagian uno de los pilares de la democracia, el derecho que tienen todos los colombianos a votar libremente por el candidato de su preferencia.

El sistema patrimonialista sigue vigente en muchos países. Es decir, es la gobernabilidad concentrada en el poder personal absoluto de la oligarquía, comprendida por unas familias que detentan el poder y que se lo traspasan entre ellos. Este poder fluye directamente del líder. Se compone principalmente de una mixtura entre los sectores público y privado. Estos sistemas autocráticos excluyen del poder a las clases media y baja y, en ocasiones, a la clase alta, y se caracteriza también porque las fuerzas armadas son leales al líder, dejando por fuera a la población.

Este sistema no es ni bueno ni malo, depende de las circunstancias y del análisis del país en su momento histórico y de la manera como se maneja el poder en beneficio del bien común de toda la colectividad, de la consolidación de la democracia y de la gobernabilidad, construyendo el futuro con bases sólidas.  Para Weber, las monarquías patrimoniales y formas similares de gobierno eran proyecciones del patriarcado (la regla del padre dentro de la familia) sobre un conjunto más amplio de relaciones sociales. Hay dos formas principales de patrimonialismo en el análisis de Weber de la autoridad tradicional (dominación). Una forma se caracteriza por una estructura descendente en la que el emperador o sultán gobierna sobre la base de su propia autoridad legítima a través de funcionarios burocráticos tradicionales (por ejemplo, eunucos).

En principio, la Iglesia católica es patrimonio en este sentido tradicional, con el Papa como el Gobernante Patrimonial. La otra forma de patrimonialismo todavía está de arriba hacia abajo, pero se acerca al tipo ideal del feudalismo occidental europeo, con una base para la autoridad legítima fuera de la autoridad del gobernante central. En Francia o Inglaterra del siglo XII, por ejemplo, podría haber consistido en la aristocracia caballeresca. Esta forma feudal de patrimonialismo evolucionó finalmente en Monarquía Constitucional. El Senado de los Estados Unidos es un vestigio de la Cámara de los Lores en Inglaterra. Francis Fukuyama, politólogo de Stanford, lo describe como reclutamiento político basado en los dos principios de selección de parientes y altruismo recíproco.

Colombia no se ha escapado a este sistema gobernado por élites familiares, las cuales presentan características que indican similitudes y diferencias entre los linajes presidenciales, más allá de la filiación política tradicional bipartidista que gobernó al país por décadas, es decir: entre liberales y conservadores. Existen particularidades importantes dentro de estas élites a tener en cuenta, que han sido factores indispensables para su posicionamiento en el país, como son: el origen del linaje, el pensamiento político, las actividades económicas, la formación académica y el padrinazgo político.

En cuanto  a la procedencia del linaje responde a su ascendencia a la élite colonizadora, es decir a España y su fortaleza política nace en la época de la colonia; por ello, me referiré a las familias que gobernaron en el siglo XX en Colombia.

En este sentido, el abolengo de la familia Ospina viene de manera ininterrumpida desde el siglo XIII. Ellos llegaron con la conquista y con la creación de municipios en el país, fortalecieron su presencia al interior de la burocracia estatal, adquiriendo reconocimiento, prestigio social y posteriormente político.

En relación con la familia Lleras se encontraron vestigios del siglo XVIII y es a partir de la línea genealógica de Mateo Lleras Acuña y Josefa Alá y Tome, que se encuentran referencias por su origen catalán que le permitieron ingresar a la elite política del país en la época colonial, obteniendo posiciones públicas, uniones maritales e ingreso a la academia.

Por su parte, el linaje de la familia López viene por el sastre del Virrey Jerónimo López en el siglo XIX, que hace referencia a las clases profesionales en ascenso  que le permitieron obtener un desarrollo financiero e industrial del país durante los siglos XIX y XX, lo que facilitó la conformación del poder político del linaje presidencial. 

La familia Pastrana no tiene antecedentes españoles, por lo que su ingreso a la élite política colombiana se dio a través de actividades económicas y a un padrinazgo político. 

Estas élites políticas tradicionales tienen un soporte económico y una actividad alterna al ejercicio público; es así como la familia Ospina tuvo actividades relacionadas con la minería, la agricultura y el urbanismo. Los López se caracterizaron por sus actividades con la banca desde la época de Pedro A, López  y con empresas transnacionales de bienes.  

Por su parte, los Lleras se conocieron por sus actividades en medios de comunicación, en las leyes, como profesores en universidades prestigiosas del país, lo que les facilitó un conocimiento con la realidad colombiana, y tanto Alberto Lleras como Carlos Lleras Restrepo se caracterizaron por ser abanderados de la moral del país. 

Por su parte, los Pastrana se concentraron en distintas actividades heterogéneas, como en impulsar la Corporación Financiera Colombiana de Desarrollo Industrial, participar en la Cámara de Comercio Colombo-Americana, la creación de CAFAM; la introducción de las tarjetas de crédito en Colombia, con el establecimiento de Diner’s Club en el país. 

En torno al pensamiento político, estas élites se destacaron por pertenecer y conformar los partidos tradicionales del país: el liberal y el Conservador.

En el siglo XX, los liberales se caracterizaron por grandes reformas, las cuales perduran hasta hoy, como fue la Revolución en Marcha, Ley 200 de 1936, por la tecnificación y especialización de las instituciones del Estado y por las reformas administrativas, como la que se dio en 1968 bajo la presidencia de Lleras Restrepo, entre otras. 

Por su parte, los conservadores representados por los Pastrana y los Ospina, se identificaron por una filosofía social-conservadora en la que reforzaron el sector agroindustrial y minero, con la creación del ministerio de Agricultura y Ganadería y algunas obras de infraestructura.  

La concentración del poder político del país en el siglo pasado se caracterizó por la presencia de cuatro linajes que se consolidaron en el Frente Nacional, como respuesta al padrinazgo político que se dio en su momento en el que se renovó la élite política y se rotó el poder entre estas 4 familias. 

Se dieron alianzas familiares en las que repartían la burocracia del país, pues en el siglo XX existieron cuatro presidentes que gobernaron dentro del Frente Nacional: Alberto Lleras Camargo, Guillermo León Valencia, Carlos Lleras Restrepo y Misael Pastrana, cuyos descendientes tienen hasta la fecha una influencia en la vida política del país.

Estas alianzas se llegaron a dar incluso en el plano residencial, pues estas familias habitaron el mismo barrio, sincronizándose de esta forma, pues mucho se conoció que a través de la familia Ospina, que creó el barrio Teusaquillo en la capital del país, muchos de estos clanes residieron en este sector.

De otra parte, el debilitamiento de los partidos políticos tiene una relación con las castas familiares que se transmiten el poder de padres a hijos, e incluso a nietos y sobrinos, quienes crean lealtad entre ellos, para no perder sus privilegios ni los favores, con los cuales construyen plataformas políticas que les permiten perpetuarse en el poder y apropiarse  de los recursos y del Estado. 

Hasta la llegada de Álvaro Uribe Vélez al escenario político, perteneciente a una nueva casta de poder, caracterizada por liderazgos personales que aprovecharon el contexto político del momento, pero que debido a los escándalos de corrupción de posibles alianzas con los narcos y los paras, su asentamiento en el poder se ha dado de una manera carismática y personalista, que va más allá de un linaje proveniente de un ancestro en el poder. 

Ahora su hijo, Tomás Uribe pretende posicionarse como su delfín, simplemente por el hecho de que su padre ve la amenaza de perder su investidura de intocable, pues ha pretendido dominar las ramas del poder público, concentrando su poder en su figura patriarcal, y en la actualidad se ve obligado a responder por innumerables presuntos delitos, asunto a lo que no está acostumbrado. 

A pesar de que pertenece a la casta política de la familia Santos, Juan Manuel Santos llegó a la presidencia, no por su linaje sino promovido por el carisma de Uribe Vélez, debido a las circunstancias socio políticas de ese momento. 

En el Siglo XXI, surgen nuevas figuras que no pertenecen a las castas políticas, pero que sí parecería que pueden ser alternativas de llegar al poder, como es el caso de Gustavo Petro. Pero, difícilmente se podrá consolidar esta expectativa, debido a que difiere totalmente del sentir de las élites políticas, que a pesar de que se encuentran debilitadas, no lo están tanto como para perder el control de los hilos del poder. 

Por su parte, Iván Duque llegó como el delfín de Uribe, que lo puso en el poder como candidato de su partido, pero que no demuestra las características de un líder que podría sobrevivir a largo plazo sin su padrino político. 

Sergio Fajardo se perfila como un candidato independiente que deberá rehacer su alianza con alguna élite del poder, para poder ser parte de las élites que siempre han gobernado al país, si quiere consolidar su aspiración presidencial. 

Aunque algunos expertos consideran que el surgimiento de nuevas figuras en la escena política colombiana es un respiro y que ponen en dificultades a las castas políticas del país, no lo es tanto, si los programas de gobierno que promueven estas nuevas figuras van en contravía de los intereses de conservación de esas élites.

Por todo lo anterior, algunos han considerado que este sistema patrimonialista es el secuestro del Estado, que conduce al debilitamiento de la democracia, en el que no se permite en la práctica real el surgimiento de nuevos partidos políticos, al menos si estos no son de las corrientes ideológicas tradicionales.

La corrupción se ha institucionalizado en el poder, enquistándose a través de las casas políticas regionales que, con la compra de votos en las distintas elecciones en el país, plagian uno de los pilares de la democracia, el derecho que tienen todos los colombianos a votar libremente por el candidato de su preferencia.

Además, a este sistema oligárquico de concentración de poder se le atribuye el debilitamiento del campo, debido a las distintas políticas que han fortalecido el latifundio sin función social, quebrantando la razón de ser de la propiedad según lo establece la constitución colombiana, y haciendo quizás inviable el desarrollo de uno de los puntos del acuerdo de paz, la reforma rural integral, porque, al parecer, toca los intereses de la oligarquía, que es el control del territorio a través de grandes extensiones que se utilizan para la ganadería y para consolidar su poder per sé.

…Algunos han considerado que este sistema patrimonialista es el secuestro del Estado, que conduce al debilitamiento de la democracia, en el que no se permite en la práctica real el surgimiento de nuevos partidos políticos, al menos si estos no son de las corrientes ideológicas tradicionales.

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