Hurtos a univeristarios: Cuando la realidad supera la ficción

Impactos en la salud mental y la economía de víctimas de frecuentes robos violentos cerca de los campus de algunas universidades. 

Autoras: Juliana Suárez|Gisela Arizala.

Facultad de Humanidades y Artes

En la actualidad, muchas personas estudian en instituciones de educación superior en la jornada nocturna, no solo por trabajo, sino también porque algunas veces, los estudiantes no obtienen cupos para materias en horas diurnas. 

Debido a esto, deben enfrentarse a las adversidades que se presentan en la noche, que muchas veces, implican hasta un peligro para sus vidas. O por lo menos así fue el 18 de agosto de 2023, cuando un hecho delincuencial afectó la integridad de un hombre para siempre. 

El ladrón soltó la frase que a muchos dejaría fríos y que nadie
quisiera escuchar…

Un encuentro sospechoso. 

Andrés García, un estudiante de una universidad de Cali, estaba terminado de sobrellevar un viernes de estudio. Justo ese día, aunque casi nunca lo hacía, decidió llevar su computador. Su jornada, había sido normal y en ningún momento tuvo el presentimiento de que algo le sucedería. Así que, alrededor de las diez de la noche, con total tranquilidad, salió de su última clase y se dirigió a la estación del MIO más próxima 

Cuando apenas cruzaba la puerta principal de la universidad, un hombre joven, moreno y alto, lo abordó. Como si lo conociera, le habló a García, refiriéndole que sabía de él, no solo su nombre sino también la carrera que estudiaba. 

Lastimosamente, este hombre lo estaba interrogando con una oscura intención. Le dijo que también era estudiante de la universidad, por lo que Andrés, confiado, entabló una conversación con él. Ya quedaban los últimos segundos del semáforo en rojo, se alistaban para cruzar hacia la estación, cuando el hombre sacó una pistola y lo amenazó, poniéndole el arma de fuego debajo de las costillas. García quedó en shock, no sabía si gritar, pelear, o correr. 

Conmoción en la estación 

Desde ese momento, la vida de Andrés cambiaría radicalmente, pero él no alcanzaba a dimensionar lo que iba a sucederle. El ladrón soltó la frase que a muchos dejaría fríos y que nadie quisiera escuchar: “Te quedas quietico o te mato”. El semáforo ya estaba en verde, así que cruzaron la calle y subieron a la estación, que estaba casi vacía. Atrapado en esa instalación, García pensaba en las posibles salidas: “Siendo yo un hombre tan fuerte, la verdad es que me sentía demasiado indefenso”.  

Fue cuando el delincuente le mostró a Andrés un carro blanco que estaba al lado de la estación, le dijo que ellos supervisaban todo, por si intentaba hacer cualquier movimiento. Para Andrés, las esperanzas de escaparse desaparecieron. En su inocencia, creía que el joven era el único autor de lo que parecía ser un robo, pero otras personas empezarían a sumarse a la escena. 

García volteó su cara hacia un lado de la estación y vio que dos hombres morenos se acercaban hacia ellos. “Noté por sus caras que eran cómplices del atraco”, recuerda. Andrés estaba en lo correcto, pues también se subieron a una de las rutas de un MIO. Lo llevaron a la parte de atrás; “uno se sentó a mi derecha y el más rudo a mi izquierda. El más bajo casi no hablaba, estaba como nervioso y se quedó parado como supervisando todo”. 

Uno de los que estaba sentado le quitó la billetera y el celular, y le pidió la contraseña. Andrés, nervioso, lo desbloqueó y otro de ellos entró a las app de sus cuentas y procedió a vaciarlas; “el que parecía más rudo fue el me arrebató mi maletin con mi portátil dentro”. 

Lo habían despojado de todas sus pertenencias, “Creí que todo había acabado, pero el muchacho bajito, de un momento a otro saca el celular y me dice que me arregle para tomarme una foto”. Y así fue, le tomaron una fotografía del rostro. “Creí que era hombre muerto y solo pasaba por mi mente que no volvería a ver a mi familia”. 

 

La salud mental de Andrés García 

Lo dejaron tirado en un paradero de un MIO, sin siquiera $2.000 para devolverse a su casa. García puso la denuncia de este hecho tan traumático, pero sigue teniendo muchas dudas de por qué los delincuentes sabían tanto sobre su vida, pues no cree que ese robo haya sido una casualidad. Ahora desconfía de todos: “ellos sabían todo de mí, tal vez, alguien mandó a que me hicieran esto”, asegura.  

Lastimosamente este es solo uno de los tantos casos de hurtos a estudiantes afuera de sus universidades. A Nicolas Hincapié y a Valentina Caicedo, también estudiantes de una universidad de Cali, los robaron saliendo de sus clases en la noche. Hincapié comenta: “es increíble que hombres armados se te acerquen, te amanecen y te quiten tus cosas”.  

Andrés tiene miedo de salir a las calles y ahora no viaja en el transporte público de su ciudad, lo que incrementa los gastos económicos por usar siempre servicios como Uber.

Siendo yo un hombre tan fuerte, la verdad es que me sentía demasiado indefenso”.

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