Cabello afro, un mundo por descubrir. Javier Camilo Suárez Paz (23 años) es oriundo de Buenaventura. Es estudiante del programa de Comunicación social de la USC y vive hace más de 13 años en Cali. Recientemente, participó en el XX encuentro de investigación formativa Soy Semilla 2023, en donde presento, con un póster, su propuesta, enfocada en los estudiantes afro.
Para el cabello alisado se recomienda aceite de coco porque ayuda a recuperar la grasa natural y evita que salgan costras o caspa. También, usar crema de chontaduro para fortalecerlo.
Era la canción que le cantaban a Mariela en el colegio. Cuando cumplió 15 años se alisó y prometió que lo mismo haría con sus hijas. Las mujeres cimarronas esclavizadas trenzaban con astucia en su cabello las rutas de escape, que memorizaban, para escabullirse de sus captores. En turbantes escondían semillas y frutas para sobrevivir en la selva.
Entonces, el cabello afro era símbolo de libertad; ahora es motivo de vergüenza, por lo que muchas mujeres negras deciden alisarse. A Samira Garcés la alisaron desde pequeña con una crema americana para niñas. “Venía con un CD, mi mamá decía que tenía el cabello muy duro y que no se podía manejar. Ponía la canción en inglés, yo la cantaba mientras me la aplicaba. Para nosotras, el cuento del alisado es tradición de familia, para evitar burlas”, afirma. Pero ella decidió dejar de alisarse y hace cinco años lleva su cabello al natural.
A Ketty Perea la alisaron cuando tenía 11 años.
Ella se alisaba cada mes hasta que se cayó totalmente. “En ese momento decidí dejar de usar químicos, me hice trenzas corridas para que creciera y empecé a llevar mi cabello afro. Han pasado seis años, me siento libre y fue un cambio positivo”, comenta.
En regiones como Chocó, Buenaventura y Cali, existe la tradición de alisar a las niñas al cumplir 15 años, porque el cabello liso pasa a ser un símbolo de belleza y madurez.
La historia del alisado data del siglo pasado. En 1913, un sastre afroamericano, arreglando una de sus máquinas de coser dejó caer un producto que contenía lejía y vio cómo una prenda se estiraba; lo probó en su cabello y luego lo comercializó.
Para el cabello alisado se recomienda aceite de coco porque ayuda a recuperar la grasa natural y evita que salgan costras o caspa. También, usar crema de chontaduro para fortalecerlo.
El negocio de productos capilares mueve grandes sumas de dinero a nivel mundial. En Colombia se venden libremente, hay muy poca regulación y no se prevén los daños que pueden causar a la salud.
Diego Valencia Lucumí, cirujano plástico, realizó una investigación en la que descubrió los efectos que causan los químicos al ser aplicados directamente en el cuero cabelludo.
“Los que sirven para alisar tienen un PH alcalino y contienen soda caústica, formol y ácido sulfúrico. A algunas marcas les agregan otras sustancias como fórmula secreta para marcar la diferencia; lo que muy poca gente sabe es que esos productos se pueden absorber, llegan a la sangre y dañan las hormonas femeninas que son las más sensibles. Aparte, causan irritación, quemaduras, pérdida de sensibilidad y alopecia en el cuero cabelludo”, afirma Diego.
Jessica Bravo creó la línea de productos naturales Afronía: “La idea nació de una experiencia personal. Yo antes tenía el cabello alisado y una vez me quemaron el cuero cabelludo, en ese momento me surgieron tantas preguntas, como cuál era la razón que me llevaba a hacerlo, si nunca me había gustado. Así empecé a buscar información”.
“A medida que el pelo iba creciendo me di cuenta que aquí en Colombia no había productos naturales para nuestro tipo de cabello, afro, fue entonces que empecé a vender la mascarilla capilar de manteca y el aceite de coco. A medida que iba teniendo más experiencia con las clientas desarrollé toda la línea completa”, explica.
Por su parte, para Samira, “el problema es que se crece creyendo que el cabello de uno es feo, malo y que es lo peor que se puede tener en el cuerpo. La alisadora es como la solución para mejorar. Eso tiene que ver mucho con lo que viene de atrás y no es culpa de mi mamá, porque a ella su mamá se lo enseño así y son tradiciones con las cuales hay que romper”.
Llevar el cabello alisado, afro, o con trenzas debe ser una decisión propia y no algo impuesto. Lo importante es aceptarse y no sentir vergüenza por lo que se es. El reto es concientizar a las comunidades negras para que se acepten tal cual son y a las madres para que no pongan en riesgo la salud de sus hijas a temprana edad.
Llevar el cabello alisado, afro, o con trenzas debe ser una decisión propia y no algo impuesto. Lo importante es aceptarse y no sentir vergüenza por lo que se es. El reto es concientizar a las comunidades negras para que se acepten tal cual son y a las madres para que no pongan en riesgo la salud de sus hijas a temprana edad.
Cuidados del cabello afro: Usar shampoo cada 15 días, desenredarlo en húmedo, trenzarlo, hacer los famosos bollitos (twist)
DATO
En regiones como el Chocó, Buenaventura y Cali, existe la tradición de alisar a las niñas al cumplir 15 años.
“
En regiones como Chocó, Buenaventura y Cali, existe la tradición de alisar a las niñas al cumplir 15 años, porque el cabello liso pasa a ser un símbolo de belleza y madurez.
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Hace ocho años, María del Carmen Rico y su esposo Carlos Marín convirtieron su finca situada en la Cumbre – Valle en una granja que utiliza los recursos naturales para obtener productos de cultivo y de consumo.
En Villa María comenzaron sembrando hortalizas; cuatro años después siguieron con café. Hoy producen Bioabono fertilizante, Bocashi abono, Biofertilizantes, Semillas de Chía y plantas medicinales, entre otros.
Cultivar de esta manera ha ayudado a la familia Rico a cambiar su forma de pensar acerca de trabajar con químicos. Según Gustavo Agudelo, biólogo de Univalle, el “abono con material orgánico es muy buena opción; utilizar diferentes desechos de animales ayuda a disminuir el uso de agro tóxicos y contribuye a tener cultivos más limpios. Así se mejoran el medio ambiente y la salud pública”.
El compromiso con la granja Villa María no es solo de los padres; los hijos de esta familia están involucrados en el proyecto.
LA FAMILIA Y LA ECOLOGÍA.
En este proyecto participan los hijos de la pareja, Diego Alejandro, Elba María y Andrea. Ellas se interesaron por la administración ambiental debido a su formación educativa en el Colegio Ideas, uno de los representativos de la ciudad por su conocimiento ambiental. Su proyecto pedagógico establece “el acto de construir ecología del alma para un currículo divergente”, como lo afirma su página oficial.
Y agrega que la idea es utilizar “sus más preciadas herramientas, como lo son el arte y la tierra, pues en ellas moran la identidad y el arraigo y se valora la memoria viva de los pueblos, de quienes tomamos la fuente para iluminar el conocimiento”.
Según Diego Alejandro “este proyecto es familiar, hay que meterle todas las ganas y el corazón, todo es un esfuerzo, y se debe trabajar en equipo porque, como dicen por ahí, una golondrina no hace verano”.
A Andrea, la granja le ha servido para adquirir y practicar conocimientos: “Me siento súper bien de poder compartir y ejercer aquí, además de ser una excelente opción en las salidas de campo que se me asigna en la carrera”.
Próximamente, Elba María recibirá el título de Administradora Ambiental, siendo la segunda de la familia, pues su hermano Diego fue el primero en estudiarla.
“Las enseñanzas de mi carrera me han ayudado a aportar para el progreso de la Granja”, agrega Elba María.
Para Carlos Marín, el papá, la Granja es más que un centro de producción, es una manera de reconocer el medio ambiente y de entender cómo se tratan los productos agrícolas; “actualmente, los químicos no solo perjudican a las plantas sino también a nosotros”, asegura.
FESTIVAL ECOLÓGICO DE CALI
Hace unos meses, la familia Marín Rico estuvo presente en el tercer Festival Ecológico de Cali; fue un encuentro entre amantes de la naturaleza que manejan un estilo de vida encaminado al cuidado del medio ambiente.
Allí, conocedores y productores ofrecieron sus mercancías con garantía de calidad ecológica. “La misión de este festival es poder dar a conocer los tratos amables que se pueden dar al medio ambiente, de los que podemos beneficiarnos”, enfatiza María del Carmen.
La preocupación por el medio ambiente no es, pues, solo de la familia Marín Rico, ya muchos más son conscientes del buen uso que se puede dar a los recursos naturales.
Sebastián Cuéllar, ingeniero agroindustrial, empezó hace siete meses un proyecto junto a José Manuel Rojas, llamado Orgánicos del Manantial, que consiste en producir verduras sin utilizar químicos.
“Los productos orgánicos se cultivan sin agroquímicos, los abonos que se emplean son de origen natural, como cáscaras de frutas y heces de animales. Por el contrario, en su proceso de producción los no orgánicos que emplean químicos para acelerar su producción y protegerla de plagas”, explica Claudia Herrera, química egresada de la USC.
La finalidad de Sebastián y su equipo es cuidar el ecosistema través de acciones comunes como la producción de fertilizantes y productos orgánicos.
“Muchas personas no entienden por qué lo orgánico es más caro. Entre todas las razones que hay, es porque se cultivan con detenimiento y no a escala, por lo tanto se garantiza la mejor calidad en cada producto”, afirma Sebastián.
Por su parte, la familia Marín Rico proyecta su granja como un espacio de aprendizaje y un lugar donde se puedan encontrar productos orgánicos de alta calidad.
DATOS
“Los efectos de fertilizantes químicos pueden llegar a ocasionar contaminaciones e intoxicaciones en el suelo, y por consiguiente, a las plantas que estén en él plantadas” fao.org
“Está probado que los alimentos orgánicos son más nutritivos, porque la producción se hace bajo procesos que se asemejan lo más posible a los sistemas naturales” ecoosfera.com
En Utópicos exploraremos los sonidos que han deambulado por nuestra ciudad conduciendo los relatos que determinan lo que somos. Cali Sonora es un nuevo espacio para remembrar y cantar nuestra propia identidad, en un recorrido rítmico y literario desde los años 20 y 30 hasta la actualidad, para aprender a disfrutar nuestra historia. Hoy presentamos la tercera parte.
Por la década del 65 se consolidó la generación de “la vieja guardia” vinculada culturalmente a la radio y a los nuevos sonidos cubanos que se venían escuchando en onda corta. Los discos nuevos de Guaracha y Mambo ya no respetaban el sonido tradicional cubano, tenían algo más, sonaban diferente. Ya no eran como Arsenio o la Sonora, adquirían una identidad propia que bautizaron Salsa.
En esta nueva música sonaban los vibráfonos jazzísticos, las armonías en piano características del Latín Jazz y la percusión típicamente latina, al igual que las líneas de voz y la lírica. Se tocaba con un tempo más acelerado, se sentía más urbana, más barrial y se bailaba más alborotada.
La Salsa nació en Nueva York en un contexto de convergencia de inmigrantes latinos asentados en barrios populares y obreros. La resiliencia de esta gente ausente de su patria se vio reflejada en días enteros de verbenas comunales donde se encontraban todas las culturas y músicas latinas. Como su padre, el jazz, la salsa nació entre la miseria, paria y mal vista por el conservatismo estadounidense que años antes había firmado la ley Jones, permitiendo la migración masiva de puertorriqueños que hacían de la música su bandera política.
El género construyó su propio público en Cali, se abrió caminos entre la memoria colectiva, concentró familias enteras en la sala de sus casas, generó nuevas danzas y espacios dónde ejecutarlas, tal vez por la similitud de realidades que reflejaba, como antaño lo habría hecho el son cubano refiriéndose a las plantaciones y la esclavitud, en una Cali obrera y emergente donde ya se distinguían clases populares y masivas migraciones desde todo el país.
De hecho, los primeros discos llegaron a Cali por el puerto de Buenaventura y fueron comprados y sonados de inmediato. El gobierno había dispuesto la zona entre el barrio Sucre y San Nicolás para griles, prostíbulos y bailaderos, donde se coleccionaban y disfrutaban durante todo el día, por eso ahí nacen los grandes bailarines de la vieja guardia.
Durante las tardes se celebraban Aguelulos, que eran básicamente bailes de salsa para menores de edad donde se servían luladas, jugos y agua, por la prohibición de venta de licor para ellos. La primera referencia sobre el baile la traía el cine mexicano y los pasos se practicaban en cualquiera de esos establecimientos, pero pronto esta manera de bailar sería reemplazada por los movimientos caóticos del Bogaloo al que se le incrementaban las revoluciones y se simulaba el ritmo de los instrumentos, mas no el de la clave.
Cali florecía con la salsa, veía reflejada su identidad en esta música y estableció un lazo tan fuerte con ella que pese a no pertenecerle, la instituyó, la escribió, la analizó, la bailó, la coleccionó, la reconstruyó y terminó apropiándose de ella.
Dirigida por las hegemonías de siempre, pero renovada e incontenible. Así mutaba la ciudad después de los sesenta, atenta a los sucesos exteriores, abierta al universo, dispuesta a comerse al mundo. Esta era la hora de Cali para empezar a edificar su constructo reciente de identidad y disfrutar sus fiestas.
“Noche de luna. Las nueve
Han sonado ya en la iglesia
De San Francisco. Silencio.
Las calles todas desiertas
¡Hay una paz inefable
En los cielos y en la tierra!”
Por esa misma razón, a la ciudad de los emergentes años setenta la empezaban a invadir otros sonidos más estruendosos traídos de afuera, de guitarras distorsionadas y quintas armonizadas, género distante a la salsa pero parido por la misma madre, el jazz.
Fue el tiempo de cuestionar, de alinearse con esa contracultura global que no defendía particularidades, que padecía las secuelas de la guerra y militaba en las revoluciones.
“Es que eso del Rock And Roll le mete a uno muchas cosas raras en la cabeza. Mucho chirrido, mucho coro bien cantado, mucha perfección técnica, y luego ese silencio y el encierro…” Sonaba así
Nota
Todas las canciones de este artículo son tomadas de la novela de Andrés. Grande, Andrés, por diseñar tal panorama sonoro diverso y hermoso de la época de tu ciudad, agradecemos tu inmensa capacidad de visionar y soñar
En Utópicos exploraremos los sonidos que han deambulado por nuestra ciudad conduciendo los relatos que determinan lo que somos. Cali Sonora es un nuevo espacio para remembrar y cantar nuestra propia identidad, en un recorrido rítmico y literario desde los años 20 y 30 hasta la actualidad, para aprender a disfrutar nuestra historia. Hoy presentamos la segunda parte.
La Tragedia
El padre Alfonso Hurtado Galvis cuenta espantado cómo el siete de agosto de 1956 un temblor, equivalente a magnitud 4 en la escala de Richter, sacudió a Cali despidiendo la medianoche. La ciudad quedó en tinieblas, la gente salía de sus casas en ropa de dormir preguntándose qué había sucedido mientras se escuchaba cómo un coro de oraciones inundaba el espectro.
En el cielo se postró un hongo gigante sobre el oriente de la ciudad atrayendo las miradas confundidas de los ciudadanos. Se trataba de una explosión, la masa de gases de baja densidad en el suelo provocado por la violencia del estallido era la causa de la figura en el cielo.
Por ese año se estrenaba ‘Humo y Fuego’, del Conjunto Casino, la radio había popularizado el bolero de cuerdas y el flujo económico del que gozaba generaba nuevos géneros y fusiones como las orquestas tropicales, la ola del son, cha cha chá y mambo Escuche aquí
La ciudad quedó entre humo y fuego, se veían cuerpos mutilados entre los escombros y la ceniza opacaba el aire. Pocas horas después se supo la causa: unos camiones del ejército cargados de dinamita habían sido trasladados desde el centro hasta la estación del ferrocarril y allí habían permanecido hasta la noche del siniestro. Se rumora que un borracho intentó penetrar en el lugar y el ejército abrió fuego en dirección equivocada, provocando la explosión.
Esa noche se abrieron las tumbas en el cementerio, como profetizando la ola de muerte venidera. Cuenta el padre Galvis que al amanecer se enteraron de la magnitud de la catástrofe que dejó destrozadas por completo ocho manzanas y otras 28 circundantes irreversiblemente afectadas. Se encontraron miles de cráneos, más no sus cuerpos.
Sobre los fallecidos hay aún cifras diferentes, pero ninguna de ellas baja de tres mil. El padre Galvis calcula que de 120 mil personas que habitaban la ciudad en la época, 10 mil murieron esa noche.
El mayor impacto destructivo lo sufrieron el barrio San Nicolás y zonas aledañas, y la reconstrucción estructural trajo consigo fuentes de soda, amanecederos, hoteles baratos y talleres litográficos. Todos esos elementos confluyeron para que naciera en ese sector el movimiento musical afro cubano y posteriormente salsero que nos define hoy como caleños.
Pocos años atrás de la tragedia, el maestro Lucho Bermúdez, creador de grandes éxitos de estrellas del nivel de Celia Cruz y Benny Moré, dirigió la orquesta de planta del Antiguo Club San Fernando, a la que le compuso la canción inmortalizada por la dulce voz de Matilde Díaz.
El club, que se ubicaba al frente del hospital Universitario, fue convertido en una zona de atención prioritaria a los heridos. Los habitantes de la ciudad permanecían al lado del radio, la información se había convertido en parte fundamental del duelo y la audiencia se expandió notoriamente; se consolidó un vínculo más fuerte con la música cubana por su presencia en la cotidianidad.
Se teoriza que el fenómeno caribeño tomó fuerza y se elevó en una región Andina en sus inicios, debido a la semejanza geográfica de Cali con Cuba y a sus similitudes de carácter histórico, Rafael Quintero. (2012). “Documental ‘Dengue Salsa en Cali’, de Tonio Hecker. “La relación de Cali con la radio y la música cubana fue tan íntima en ese entonces que a lo largo de los años recolectó conciertos, fiestas y discos que hasta hoy se consideran invaluables. Cuenta el investigador popular Rafael Quintero”. que al bar La Matraca, del Barrio Obrero, iban cubanos a escuchar toda la noche discos afro antillanos que no se conocían en su propio país, como los de Panchito Riset o la encendida Riverside.
La popular Feria de Cali nació como un estímulo esperanzador para los caleños al año siguiente a la tragedia. Se necesitaba algo que pudiera reavivar la moral de los caleños y el nuevo boom musical fue el anfitrión de un evento que en principio se llamó La Feria de la Caña, ingeniado por los periodistas Alfonso Bonilla Aragón y Raúl Echevarría. Se realizó con el aval del gobierno el 6 de diciembre, mismo día de la inauguración de la Plaza de Toros.
Para la época ya se popularizaban otros géneros centros americanos; entre 1958 y 1960 esta canción del intérprete Ángel Viloria hizo bailar a la ciudad: Escuchar aquí.
También las cumbias y gaitas como la famosa Estereofónica
El gran compositor colombiano Pacho Galán también tuvo su hit en la época, con un porro interpretado por Sarita Lascarro
En 1960 nace el himno de las ferias de Cali del momento, la Pollera Colorá
En 1968, el evento se conforma definitivamente como una Feria musical y como patrimonio de todos los caleños. En las polvorientas casetas recientemente dispuestas se presentaban las eminencias de la descarga: Richie Ray y Bobby Cruz, fue cuando el lazo que une nuestra sangre con la salsa se volvió indestructible.
La música constituye un pilar fundamental en la construcción de los panoramas persistentes de la urbe, su idiosincrasia. Es una fuerza generacional implacable que ha moldeado las diversas maneras de entender la ciudad y de vivirla.
En Utópicos exploraremos los sonidos que han deambulado por nuestra ciudad conduciendo los relatos que determinan lo que somos. Cali Sonora es un nuevo espacio para remembrar y cantar nuestra propia identidad, en un recorrido rítmico y literario desde los años 20 y 30 hasta la actualidad, para aprender a disfrutar nuestra historia.
Relato musical.
Construyendo nuestra banda sonora
Todo comenzó en los años veinte y treinta, cuando Cali no se pensaba como una gran ciudad y sus viejos disfrutaban de la música afroantillana y cubana a través de la radio de onda corta. No se sabe a ciencia cierta la fórmula que estableció la relación empática con los ritmos caribeños que nos acompañan hasta nuestros días, pero sí es una realidad la sensibilidad que se gestó por los ritmos a ¾, las mutaciones del latín jazz y el sabor que aportaban a la música los sonidos africanos.
Se teoriza que el fenómeno caribeño tomó fuerza y se elevó en una región Andina en sus inicios, debido a la semejanza geográfica de Cali con Cuba y a sus similitudes de carácter histórico. Alejandro Ulloa. (1987). Lo salsa en Cali., Cultura Urbano, Música y Medios de Comunicación. Cali, Universidad del Valle. “pueblos emergentes nacidos bajos la herencia de plantaciones esclavistas”. Pero también al desarrollo de la industria emergente y las masivas migraciones que se dieron hacia la mitad del siglo XX en la ciudad.
Cali, pueblo grande, invadido por un ruido intermitente y silencios prolongados, rodeado de plantaciones cañeras y grandes haciendas, conformado solo por seis barrios.
Con sus siete ríos vivos, estruendosos y vitales fluyendo por los madurados pastos al calor del fértil eterno verano.
Escuche esta canción que rondaba la onda corta de la época y disfrutaban los ancestros al calor de los destellos matutinos de los Farallones de Cali, cuando todo era verde, desde el centro hasta las periferias
Imagine una rápida pero progresiva llegada de industrias y migrantes que posteriormente fundarían lo que hoy consideramos barrios tradicionales. Dicha expansión supuso el surgimiento de nuevos sectores sociales, impulsada por la vieja oligarquía terrateniente, creando también clases populares que movían la emergente maquinaría industrial de la ciudad.
De una manera más concreta, era la creación de nuevos modos de consumo, productos y consumidores, expansión de mercado que a su vez también atraía migrantes campesinos por millar, perplejos por las buenas nuevas del desarrollo.
Antes de las tradicionales ferias, entre los años 1922 y 1936, se organizaron carnavales, seis para ser exactos, que representaron los primeros acercamientos sociales de los caleños con la música, fueron las fiestas que propiciaron la apropiación de los ritmos caribeños. Empezaban el 30 de diciembre con la comparsa de una familia tradicional hasta la plaza de Cayzedo y el primero de enero se festejaba ‘La Mascarada’ para finalizar el dos con un ritual fúnebre simbólico.
De “los verdes campos de vida y solaz” a las industrias, así se esfumó el paraíso natural y se empezó a transformar en la urbe.
En 30 años, Cali ya había crecido a pasos agigantados; hacia finales de los 50, ya la pequeña aldea contaba con una población de 250.000 inmigrantes provenientes del suroccidente colombiano y se habían fundado cien barrios populares.
Los medios de comunicación ya empezaban a promover la vieja guardia (Benny Moré, Celia Cruz, Daniel Santos). El ágil versado Ricardo Nieto escribió sobre el Valle:
Las mías tampoco – ¡oh madre! – jamás te hicieron daño:
¡Son ellas las que ahora te quieren abrazar!
De noche… un hombre escribe
Mientras escribe, piensa en ti, tierra del alma.
Con la melancolía a flor de piel se evidencia una esencial ausencia de identidad; desde el principio de nuestro recorrido sonoro, las líricas de la vieja guardia afrocubana marcaron permanentemente nuestra cultura. Las plantaciones, el ingenio, el negro, la añoranza, la resiliencia.
Empezamos, pues, nuestro viaje al ritmo del son y el danzón, de la guaracha y el chachachá, de la mambología y el infante bolero.
Es común que en los barrios colombianos se encuentre un vecino con un sentido social y ecológico desarrollado, de seguro ahora usted recordará, quizá, a ese personaje de su cuadra que por lo general nunca pasa inadvertido. Su casa suele estar llena de viva naturaleza, se levanta muy temprano a regar sus plantas y dar de comer a los animalitos, suele ser muy gentil, sin dejar de lado su carácter (que muchas veces es puesto a prueba por gente intolerante).
“Muchas veces se han preguntado ¿Cuáles son las razones verdaderas que llevan a no querer esta clase de propuestas? Envidia, dicen muchos; cultura, tal vez. Pero al final Raúl y Gloria solo piensan que es falta de conciencia y Amor”.
Así que si usted tiene un vecino como Raúl Pérez o como Gloria Ceballos, este escrito es una invitación que se siente una tarde a conversar con ellos, de seguro se llevará lindas sorpresas.
“Muchas veces se han preguntado ¿Cuáles son las razones verdaderas que llevan a no querer esta clase de propuestas? Envidia, dicen muchos; cultura, tal vez. Pero al final Raúl y Gloria solo piensan que es falta de conciencia y Amor”.
Raúl tiene de 73 años, caleño, arquitecto de profesión, es muy espiritual. Vive en lo que hoy muchos conocen como La casa ecológica Las Delicias, una peculiar construcción de tres pisos que, a primera vista, parece estar consumida por la vegetación.
“Pasados los años, entendí que la belleza de la naturaleza era innata y que no necesitaba intervención humana para ser perfecta, y dejé que lo que pudiera emerger de esa fértil tierra, creciera… yo cuidaría de ella de todos modos”De su abuela, una paisa que quiso conocer Cali en los años 40 y a quien él se refiere como un ángel, heredó la casa y el amor por la creación de Dios, y desde los años 50 junto a ella, empezó a hacer uso de los pocos recursos naturales que le ofrecía el andén de su casa. Empezó sembrando flores y arbustos, que al poco tiempo la gente terminaba por robarse.
Hoy en día, en su andén nacen dos enormes árboles que alcanzan el tercer piso de su casa y en sus alrededores, plantas y plantas, unas con flores, otras con frutos pero, al fin, Vida, como él suele llamarla.
Desde pequeña, Gloria Ceballos se ha considerado amante de la naturaleza. De Riosucio, Caldas, llegó a tierras vallunas en los años 60, cuando era muy joven. En los años 80, cuando el barrio Paseo de los Almendros comenzaba a expandirse, se hizo propietaria de una casa esquinera en la localidad y, como dice ella, “fue el principio de un sueño luchado”
Gloria “En realidad, las personas tenemos que ser conscientes de que el mundo empeora con los días, y la naturaleza es agradecida y bendita, es tan perfecta como la misma creación divina, ¿por qué es más fácil tirar basura, cortar un árbol o maltratar un animalito que sembrar la esperanza de lo que vienen atrás?”
Junto a su esposo y sus dos hijos, su casa tomó forma de hogar, y no precisamente por formar una familia, sino también porque Gloria empezó a transformar su jardín en los bellos recuerdos de las tierras antioqueñas donde había crecido, esas que están llenas de campo y vida, que se hacen un lugar sencillamente acogedor.
Tanto Raúl como Gloria, han creado sistemas rudimentariamente ecológicos que les permiten ahorrar en el cuidado de las zonas, como sistemas para reutilizar el agua de lavadora y cocina. Así mismo, los residuos orgánicos para crear abono y cultivar huertos para su propio consumo. El Paseo de los Almendros es un barrio que goza de espacios verdes muy amplios, fue por eso que Gloria pudo cuidar mucho su calle y tratar de incentivar a los vecinos a conservar el ambiente, pero lamentablemente tuvo muchos inconvenientes y poco apoyo de parte de ellos. Tristemente, la cultura caleña era muy diferente a la suya; sin embargo, esto no fue impedimento que ella empezara a sembrar huertos, flores, árboles y arbustos, que con el tiempo y ya pasados casi 30 años desde que comenzó, es hoy un enorme jardín frente a su casa.
Además de esto también tienen algo en común: En algún momento, sus vecinos recogieron firmas para ponerle fin a sus propuestas ecológicas, con exactamente las mismas tres razones; los insectos, los animales y los consumidores de estupefacientes. Sin embargo, el Dagma siempre les ha brindado protección y apoyo a ambos, les fue otorgada la adopción del espacio público y periódicamente un funcionario verifica el estado del mismo. “Cosas que no tienen sentido, pero que si se hacen con amor, tienen un resultado”.
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Es común que en los barrios colombianos se encuentre un vecino con un sentido social y ecológico desarrollado
El Dagma siempre les ha brindado protección y apoyo, a los dos, se les fue otorgada la adopción del el espacio público y periódicamente un funcionario verifica el estado del mismo.
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…“En realidad, las personas tenemos que ser conscientes de que el mundo empeora con los días, y la naturaleza es agradecida y bendita, es tan perfecta como la misma creación divina, ¿por qué es más fácil tirar basura, cortar un árbol o maltratar un animalito que sembrar la esperanza de lo que vienen atrás?”
[Cuento] Cristal rotoRecuerdo que yo, Onak, era un pulpo con una vida muy aburrida, hasta que conocí a Cristal, una hermosa sirena de ojos azules como el cielo, que trasmitían paz como un manantial, a diferencia de mí, vivía muy feliz en las profundidades del océano,...
Autor: Luz Clarita Colorado Guerrero. Freepik imágenes.En un frío pueblo al sur de Colombia, había una noble, inteligente y bondadosa niña llamada Luciana, cuya madre, Elvira, permanecía en casa, ya que padecía una extraña enfermedad. Su padre trabajaba en la plaza...
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Autor: Santiago Motato - Sol Ortega - Esteban Lozano. Freepik imágenes.Escuchar audio del autor: Hace mucho tiempo, en existió una chica llamada Elizabeth, quien se caracterizaba por ser muy empática con las personas de su alrededor y por buscar el bien colectivo,...
Cali: de la prehistoria natural a la extinción socialFotomontaje Cali prehistórica. Autor: Jhonny Sarria.Imagínese usted una Cali sin nada, sin cerros, sin cemento, sin humanos, sin pandebono y mucho menos sin chontaduro. Este fue el principio del todo. Este fue el...
Una historia de 6.402: el horror de los Falsos Positivos en el sur de ColombiaGalería Fotográfica: Yunari llevando la foto de su esposo el día de la audiencia temprana citada por la JEP en la Universidad Santiago de Cali. Autor: Juan Pablo Guzmán. Que los estudiantes...
Valle del Cauca destaca en cultivo de algodón con semillas genéticamente modificadas, aumentando productividad y tolerancia a plagas. La siembra de algodón en 2023 se realizó de febrero-abril, con cosecha esperada en octubre-noviembre. pic.twitter.com/Ie1joNyLZ9