Desafíos de una reintegración

A diario se escucha en la calle la pregunta de cuál será la suerte de los desmovilizados, y estas conversaciones abarcan desde si van a recibir salario hasta cómo se va a manejar su retorno. Pero ¿Cuál es la información verdadera?


 La Reintegración es una Ruta integrada que deben seguir los desmovilizados de los grupos armados al margen de la ley para vincularse a la sociedad, es un “modelo condicionado, aquí no se le regala nada a nadie, aquí enseñamos a pescar más no les damos el pez”, enfatiza Joshua Mitrotti Ventura, director de la Agencia Colombiana para la Reintegración.

Del 2013 al 2015, 48.814 personas desmovilizadas ingresaron a la ACR, entidad que genera “herramientas para que las personas en proceso de reintegración puedan superar su situación de vulnerabilidad para el ejercicio autónomo de su ciudadanía”, según  el documento La Reintegración en Colombia, hechos y estadísticas.

“Colombia tiene un desafío enorme, con o sin paz. 7.000 personas fueron capturadas en los últimos cinco años y neutralizadas, es decir, muertos en combate, pertenecientes a las bacrim… solamente el 10% eran excombatientes, menos de setecientas personas eran antiguos excombatientes, 6.500 son muchachos que están viviendo en la ilegalidad, violencia, pandillismo, un proyecto de vida”, afirmó Mitrotti en diálogo con ciudadanos caleños, entre ellos esta redactora.

“No vengo a hablarles del proceso de paz, sino de la reintegración”, indicó, causando desconcierto y risas entre los asistentes

Explicó que los desmovilizados que hayan sido certificados como tales por el Comité Operativo para la Dejación de las Armas pueden acceder a esta ayuda: “en Colombia tenemos que hacer un esfuerzo por incluir, por promover la equidad, la educación y la salud, pero como movilizador de la sociedad”.

Pero ¿cómo es el proceso de la reintegración a la sociedad civil? Hay que tener en cuenta que es una oferta por seis años y medio, que el Estado colombiano, a través de la gestión que realiza la ACR, ofrece a los ex integrantes de Grupos Armados Organizados al Margen de la Ley (GAOML), que no hayan cometido delitos de lesa humanidad, y que voluntariamente quieran reintegrarse a la vida social y económica.

Además, busca desarrollar habilidades y competencias ciudadanas los desmovilizados y sus entornos. Al mismo tiempo, se propone propiciar espacios para la convivencia y acciones de reconciliación, y fomentar la corresponsabilidad de los actores externos.

“El Estado colombiano les da beneficios jurídicos por los delitos políticos y conexos a las personas desmovilizadas de los Grupos Armados Organizados al Margen de la Ley (GAOML), siempre y cuando no vuelvan a delinquir después de su desmovilización” portal web http://www.reintegracion.gov.co/

Es importante que la población sepa que quien ingresa al proceso de reintegración recibe apoyos económicos a la reintegración si asiste a por lo menos el 90 por ciento de las actividades programadas por la Agencia y que cada participante en el proceso de reintegración se compromete a desarrollar por lo menos 80 horas de acciones de Servicio Social, fundamentales para generar espacios de reconciliación, y así construir y aportar al proceso de convivencia.

Durante el encuentro, dos desmovilizados –uno el paramilitarismo y una de las FARC- contaron su experiencia y pidieron perdón a la sociedad por los perjuicios causados. Coincidieron en señalar que el proceso es difícil pero liberador y que tienen un compromiso de no repetición. Ahora ambos estudian, están con sus familias y han comenzado a ser aceptados en sus comunidades.

 

Por:  Johana Castillo 

  @johacastillo331

Del racismo y otros demonios

Del racismo y otros demonios

Autor: Jamir Mina Quiñónez

Facultad de Humanidades y Artes

Luego de superar la etapa de exterminio, los españoles que colonizaban a sangre y fuego Latinoamérica, empezaron a girar desde lo más recóndito de África, embarcaciones repletas de negros obligados a servir y comportarse como unos animales. Así pues, en este territorio se fueron desplegando cúpulas de hombres y mujeres traídos desde el continente ‘primitivo’ para soportar la embestida del proceso de desarrollo establecido por los europeos.

Los negros en Colombia han sufrido –sin ser perceptible– la peor forma de discriminación posible: el olvido. Desde ahí se desencadenan los factores racistas que pululan en la sociedad colombiana.

Tiempo después cuando ya las ideas europeas, religiosas y sociales, dominaban el sur del continente, fueron los negros los primeros en liberarse del yugo de la esclavitud. En Colombia, ejércitos de liberados al mando de Benkos Biohó, el primer independista que parió esta Nación, fundaron al lado de Cartagena una república africana libre: El Palenque.

Su lucha fue más allá; solo con sus ideales y espíritu guerrero, doblegó un Estado capaz de las peores atrocidades. El libro la Etnoeducación Afrocolombiana, de Juan de Dios Mosquera, expresa en sus páginas: “Jamás pudieron doblegarlo ni vencerlo, ni aun cuando lo capturaron y descuartizaron el 16 de marzo de 1630 en las puertas de Cartagena. Sus poderes mágicos hacían indestructible su espíritu, permaneciendo en todas partes irradiando la conciencia de rebelión que diariamente se gestaba en los barracones de las haciendas, en las minas y plantaciones, en los barcos y dentro de las casas grandes de los terratenientes y gobernantes esclavistas”.

Años más tarde, en el Cauca, también fueron los negros los primeros en demarcar la ruta de la libertad, cuando por medio de bailes típicos se escapaban hacia la cima de la Cordillera Central; de allí radica el término ‘Cimarrones’, las danzas culturales, aún se profesan en esa región al norte de Santander de Quilichao.

Aquel diminuto marco histórico expuesto en estos primeros párrafos, sin duda arroja interrogantes que pueden ser comprendidos dentro de la primera e invisible forma de racismo: el reconocimiento histórico. Para nadie es un secreto que las hazañas de personajes negros son obviadas hasta el punto de que con los años solo divagaban por la conciencia de unos pocos y no en la colectiva.

La figura de Simón Bolívar, como el gran libertador, ha eclipsado la de negros que lucharon a su lado y ayudaron a liberar regiones como el Caribe, Pacífico y norte del Cauca; el racismo no es solo cosa de menciones y tratos, también son asuntos históricos, intelectuales y de reconocimiento.

Los negros en Colombia han sufrido –sin ser perceptible– la peor forma de discriminación posible: el olvido. Desde ahí se desencadenan los factores racistas que pululan en la sociedad colombiana. Si en un primer momento la edificación del Estado colombiano, como se conoce en la actualidad, hubiera estado ligada al reconocimiento de los movimientos que ayudaron a su estructuración, muy probablemente todo sería diferente.

El primer acto de racismo es el que desencadenó los demonios posteriores de la discriminación, humillación y hasta pobreza. Según Alexander Valencia, coordinador del Colectivo de Estudios Afrocolombianos (Ceafro), “las historias de los negros no trascendieron, porque la gran mayoría no sabían leer ni escribir; por eso, los que contaron la historia siempre fueron mestizos, lo que nos llevó a un plano relegado y sin protagonismo”.

El olvido histórico le quitó a esta población minoritaria el placer de degustar de sus héroes que pelearon ‘codo a codo’ por la libertad de este pueblo, los dejó sin referentes y por lo tanto sin sustento para debatir la importancia de su existencia en este territorio que es tan suyo como de los demás habitantes.

Los condenó a la esclavización intelectual, porque la mayoría poblacional así lo considera, es tan ilustrable la situación, que para el resto de colombianos los negros son “brutos”, “pobres” o en su defecto “graciosos” por la forma como exteriorizan su cultura.

Para explicar el tema, hay que ahondar en la importancia de los referentes históricos y cómo estos repercuten en generaciones futuras y su diario vivir. Cuando un pueblo carece de figuras ascendentes –triste realidad-, su peso en la sociedad colectiva disminuye sustancialmente.

Cuando los pueblos romanos o griegos luchaban por su pueblo, hacían énfasis en el conocimiento de sus hazañas para crear memorias colectivas que reforzaran las ideas de las generaciones futuras y sintieran orgullo de su condición y cultura.

Con cierta cantidad de negros en Colombia ocurre un factor inverso, al invisibilizar históricamente la contribución de esta comunidad a la independencia de la Nación, quedaron sin un sustento histórico del cual pudieran sentirse orgullosos, defender su condición y cultura. Por el contrario, sus bases de reconocimiento y defensa de su pueblo es nula, pues sienten pena del color de su piel y todo lo que eso conlleva. 

Los demonios desencadenantes de ese primer acto de racismo deambulan en la sociedad colombiana: la burla a una condición étnica y cultural, la pobreza y hambre en sectores con mayoría de pobladores negros, y la más importante, la estigmatización.

Las comunidades negras necesitan que la figuración de sus héroes sea visible para todo el mundo, de esta manera el primer acto de racismo que se suscitó desde la independencia misma terminará y con ella los demonios que aquejan a esta población.

 …“las historias de los negros no trascendieron, porque la gran mayoría no sabían leer ni escribir; por eso, los que contaron la historia siempre fueron mestizos, lo que nos llevó a un plano relegado y sin protagonismo”.

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El abrazo del oso: una Santiaguina en Berlín.

Un viaje de más de 24 horas, la mayoría de ellas en el aire. Tres escalas, la primera, Cali – Bogotá, hasta ahí nada grave; pero la segunda era la que más temor me despertaba, porque me habían dicho que demoraba cerca de once horas.

Berliner Dom, la catedral más grande de Berlín.

Bogotá – Frankfurt me abría la puerta a una de las mayores experiencias de vida como estudiante, tener la posibilidad de conocer otro país, otro continente, otra cultura de la que poco o nada sabía, además de la barrera del lenguaje, algo difícil pero no imposible de sortear, pues el inglés se ha convertido en el idioma universal para los alemanes. Todo salió bien y el tercer vuelo, Frankfurt – Berlín de solo una hora, fue la culminación del largo viaje.

Berlín me recibió en primavera, lo que suena muy bonito y hasta poético, pero en realidad no me imaginaba qué era estar en esa época del año, pocas veces vi el sol, la mayor parte del tiempo el pronóstico indicaba una temperatura entre 1 y 5 grados centígrados, acompañados a veces de viento y lluvia. Debía ponerme cinco capas de ropa para lograr adaptarme, algo impensable bajo nuestro maravilloso sol caleño.

Todo era impactante, al salir del aeropuerto tomé un bus articulado cuyo piso casi tocaba el andén, de tal manera que los viajeros podíamos subir la maleta sin mayor esfuerzo; además, sin sentirme como sardina enlatada y a punto de ebullición. Me llevó a una estación de tren con dirección a Rudow y de ahí hasta la Berliner Strasse, la calle donde estaba ubicado el hostal donde me hospedé durante los 28 días de mi pasantía.

Los paisajes, la gente, las calles, estatuas de osos por doquier, los enormes edificios que se alzaban imponentes, me obligaban a las comparaciones, pues a diferencia de los países de América Latina que crecen de manera horizontal, Alemania crece verticalmente, lo que le permite abrir calles amplias, repletas de árboles a lado y lado.

Celebración del día del trabajo en la puerta de Brandemburgo.

Algo que fue inevitable sentir a la llegada fue  la tranquilidad y seguridad que ofrece a propios y visitantes, Berlín te abraza y te ofrece esa sensación de no tener que preocuparte por un robo, la gente deja sus bicicletas sin candado en plena calle y nada les pasa, ni un rasguño.

Ni qué decir del sistema de transporte público, ya lo anhelaríamos en Cali, es tan efectivo que cuenta con subterráneo (Uban), tren de superficie (Sban), buses articulados de dos pisos, tranvía y taxis, la posibilidad de tener varias alternativas o rutas para llegar a un mismo sitio, además tiene ciclo rutas por toda la ciudad y senderos peatonales. Esta ciudad fue pensada para ser recorrida por todos, nada de trancones, cero huecos.

Berlín es un gigante que se levantó después de pasar por dos guerras mundiales y la división de un muro por 38 años entre orientales y occidentales. Cargado de memoria, cientos de monumentos cuentan en presente la magnitud del horror que dejó la guerra, el impacto de las masacres, el monumento a los judíos caídos, el cementerio Ruso, el memorial a los Soviéticos, la casa memorial de Wannsee, el campo de concentración Nazi Sachsenhausen, un kilómetro del muro que aún sigue en pie, por mencionar algunos. Con cada uno de ellos podría contar una historia que marca y eriza la piel.

Un mes entre libros, más de lo habitual.

Mi vida estuvo llena de libros por un mes, tal vez más que de costumbre; la idea era hacer una revisión bibliográfica en el Instituto Iberoamericano de Berlín, que cuenta con más de un millón de libros en español, de toda América Latina. Es una pequeña muestra de la información que alberga Alemania; justo al lado queda  el gran edificio de la Biblioteca Pública de Berlín que tiene no menos de doce millones de libros en todos los idiomas y acceso al conocimiento sin restricciones.

En el instituto se entrelazan varias culturas, tiempo compartido entre argentinos, uruguayos, mexicanos, peruanos, chilenos, colombianos, gente de todas partes desarrollando investigación sobre América Latina desde Europa.

Junto al docente José Fernelly Domínguez, tomando un buen café después de la jornada de trabajo.

Esta experiencia me ha permitido pensar en la investigación como una forma de producir pequeños cambios, especialmente desde el campo de la memoria social, esa que fue posible descubrir en un país que ha conocido la crueldad de la guerra, donde los alemanes de uno y otro bando han sido participes de la construcción de una nueva sociedad, esa que parece ser nuestra gran meta como colombianos y que ahora nos muestra una posibilidad con el proceso de paz.

Por: Érika Aristizábal 

  @1989earisti 

Plan Padrino: un pensamiento, una acción

Yo Opino

Una mira personal a las cosas del mundo

Plan padrino: un pensamiento,
una acción

Autora: María de la Luz Palacios Estrada

Son corazones unidos que laten al ritmo de los sueños, esos que aparentemente no tienen la libertad de brillar con luz propia. Son vidas que caminan a veces por inercia pero con la viva esperanza de un productivo mañana. Son pensamientos que se transforman en esperanza, una esperanza fugaz que con un poco de aliento hace realidad los sueños. Eso son los jóvenes infractores del Centro de Formación Juvenil Buen Pastor, pensamiento y acción. Plan Padrino, un espacio pensado, planeado y creado para ellos.

El momento de pasar de los sueños a la realidad es ahora; muestra de ello, son las producciones que realizan: radionovelas, documentales, perfiles sonoros y radiales, reportajes, crónicas, poesías y canciones, con temáticas inspiradas en los valores y en la paz.

Los lunes de cada semestre, desde hace tres años, jóvenes infractores del Centro de Formación Juvenil Buen Pastor y estudiantes de la Universidad Santiago de Cali han demostrado, con pundonor y dedicación, que el camino hacia la resocialización y la reintegración a la sociedad, con el compromiso de la no repetición, puede lograrse a partir de un proceso integral del cual forma parte el componente de la comunicación y el periodismo.

El proyecto de intervención social Plan Padrino tiene como objetivo principal despertar habilidades comunicacionales en adolescentes infractores quienes, en cada periodo académico, mancomunadamente con los estudiantes de Comunicación Social de la USC, crean propuestas académicas que se desarrollan brindando novedosas herramientas para que los jóvenes no desfallezcan en el proceso de educación, que resulta decisivo para su futuro.

-Historias de vida narradas por jóvenes infractores. 

Cuando se les pregunta a algunos de ellos ¿qué conocimientos han apropiado en los talleres de comunicación y periodismo? Las respuestas son positivas: ‘Erlin’ comparte que aprendió a escribir un poco mejor y eso le ha permitido pensar más en un futuro fuera de la violencia. De forma similar a la experiencia de ‘Erlin’, ‘Camilo’ dice que “más que conocimientos, me generaron reflexiones para cuando salga de aquí ser un hombre de bien”.

Son jóvenes que cuando llegan al Centro de Formación  no han cumplido la mayoría de edad -18 años en Colombia- y por haber infringido las leyes, han sido internados allí para pagar sus delitos. Estos adolescentes están protegidos y se rigen bajo la ley 1098 de 2006 (ley de infancia y adolescencia) garantiza sus derechos y les impone también el cumplimiento de deberes.

Al sistematizar esta experiencia, desde el planteamiento de Arizaldo Carvajal (2007) que en el texto “Teoría y práctica de la sistematización de experiencias, concibe la sistematización como una posibilidad para producir conocimiento a partir de la intervención de la realidad, se pueden observar dos mundos completamente opuestos:

De un lado, jóvenes crecidos en contextos sociales golpeados por la violencia, abandonados por sus padres, jóvenes sin recursos para suplir necesidades básicas como salud y educación; unos con esperanzas positivas, otros sin ellas.

De otro lado, jóvenes que han tenido la oportunidad, mínimamente, de recibir una educación digna, acto que cambia por completo la visión de vivir.

Entonces, cuando estos dos mundos que han estado separados por mucho tiempo se encuentran, los propósitos de ambos se transforman, los jóvenes estudiantes descubren que hay batallas más allá de las que a ellos les ha tocado librar, se encuentran con una realidad social que permanece en el tiempo, al menos, hasta que muchos seres como ellos decidan cambiar la historia; por su parte, los adolescentes que han infringido las leyes empiezan a creer que hay una vida mejor para ellos, llena de esperanzas y sueños por cumplir, siendo la comunicación un medio para confiar y formar expectativas distintas a las que han tenido hasta el momento.

Por ello es relevante tener en cuenta algunas de las reflexiones que hacen los jóvenes cuando se les pregunta, ¿Cómo utilizaría los conocimientos adquiridos en cada uno de los talleres? ‘Carlos’ manifiesta que los podría aprovechar para participar en ofertas de trabajo, “estudiando antes y poniéndome juicioso”. ‘Andrés’ tuvo una respuesta más romántica: piensa que los conocimientos adquiridos le servirán para expresarse mejor y conquistar más.

Como parte de la sistematización de Plan Padrino, ha sido sustancial analizar los perfiles de los jóvenes realizados en el proyecto, porque a partir de ellos, se observa su realidad desde una perspectiva distinta, no como victimarios – víctimas sino como seres sensibles al cambio social, personas que necesitan educación para dejar de ser presos de su pasado y de los errores cometidos. 

En cada uno de los perfiles sonoros y escritos realizados se puede observar esa realidad que a veces lastima recordar; en uno de ellos, titulado “Víctor, el niño que cambió el fútbol por la delincuencia”, se puede apreciar la historia de un joven que desde muy niño dejó de perseguir el sueño de ser un futbolista profesional por ir tras la vida ‘fácil’: las armas, las drogas y la muerte. A consecuencia de ello, paga los errores que cometió en los caminos ligeros con la ausencia de su familia, de sus amigos y de la calle.

Es importante exaltar el rol de los adolescentes privados de la libertad, porque en sí mismos se han convertido en fuente de conocimiento que enriquece la labor del estudiante santiaguino; cada una de las historias narradas en este proceso se convierte en experiencias vistas desde la esperanza y no desde lo críticas que pudieron resultar.

El rol del estudiante universitario es enseñar lo aprendido, es aprovechar las herramientas que desde la facultad se le han brindado en su proceso académico para aportar al proceso de formación de jóvenes de las mismas edades o de años cercanos, dispuestos a educarse en campos que probablemente desconocían.

Cada adolescente que infringe las leyes es un mundo lleno de caminos por andar, no es fácil podar la maleza, pero se han mantenido constantes en el desarrollo de las actividades. En este proceso, se han dejado conocer un poco más, los estudiantes les han brindado su confianza y respeto, por lo que cada vez son más los jóvenes que se animan a hacer parte de Plan Padrino, un espacio pensado, planeado y creado para ellos, desde el cual se empieza a creer en las esperanzas que no se deben perder y en los pensamientos que anteceden las acciones.

Esta es una experiencia de la que merecen participar muchos estudiantes; se puede decir, que a partir de este tipo de proyectos, se forman profesionales más sensibles con la realidad social, generando responsabilidad y compromiso con el otro.

Finalmente, la sistematización de esta experiencia permite ver la comunicación desde otra perspectiva, como un camino para aportar al desarrollo social con acciones relevantes, como escribir una canción y desarrollar talleres desde las competencias comunicativas, que posiblemente sirvan para que los adolescentes piensen en una vida más alentadora.

Además, esta sistematización permite creer en el tipo de educación que plantean Kaplún (1998) y Freire (1969), una educación con énfasis en los procesos en los que son más importantes el diálogo, la libertad y la retroalimentación, una comunicación donde existen varios educandos y varios educadores, siendo protagonistas de la transformación de su realidad.

Esta es una experiencia de la que merecen participar muchos estudiantes; se puede decir, que a partir de este tipo de proyectos, se forman profesionales más sensibles con la realidad social, generando responsabilidad y compromiso con el otro”.

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EL CIELO ESTÁ AHÍ

Saliendo del bus, cansado pero sonreído por la esencia chibcha en la querida hora pico, mi mente-cual película- se apartó de la bulla y se concentró en una lágrima silenciosa que generó un gran eco en mi alma. Me acerqué a secarla y pregunté a la fuente de aquel rocío:


 -¿Qué le pasó doñita, por qué llora?

Desde su silla de ruedas, acomodando su caja de pequeños productos (chicles, bombones, bananas), dice:

-Porque estoy cansada de que me ignoren y humillen; me han corrido del MIO muchas veces y además aquí nadie para, usted es el primero y son las 5 de la tarde. Chamo, no es fácil que la gente no te determine y súmele que no tengo donde dormir; ¿no le parece que es suficiente para llorar?

Con el corazón en la mano le digo que nadie la puede hacer sentir menos sin su consentimiento, que es muy valiosa para Dios y que a partir de aquel día tendría un pana, un caramelo, una llavería que le ayudaría a encontrar puertas; acto seguido oramos y sus lágrimas desaparecieron.

Sabía que en aquel momento la señora vivía un desierto y yo, aunque no tuviera el agua cristalina que ella demandaba, podría ser un río. Esa promesa me perseguía cada vez que salía del MIO. Entonces se volvió parte de mi rutina, antes de llegar a casa, hacía una última parada que llamé “la esperanza”. Llegaba, le contaba de mi día, de las clases, de mis gustos y le pedía consejos de conquista; ella, siendo una poeta con calle, siempre la tenía lista. Le conté de mi rap y le gustó, por eso cuando estaba triste le cantaba y ella hacía los coros, así nos convertimos en unos panas sin peros, sin esperar nada a cambio que no fuera una sonrisa sincera.

 Cuando el alma mira, la comunicación es pura.

Con el pasar de los días estaba yo hablando de ella, cuando ¡oh sorpresa!, no me sabía su nombre. No se si fue por elevado o porque cuando hablan las almas los títulos sobran; lo cierto es que siendo protagonista de mi vida tenía que saber cómo llamarla. Le pregunté. Su respuesta me dejó frío:

-Me llamo Cielo.

Mi corazón interpretó su nombre como la realidad más pura en el mundo hoy: el cielo está ahí, al lado, esperando que la gente se acerque; pero el ser humano es frío e ignora el humilde y glorioso tesoro que vive en lo impredecible, lo amable, lo indescifrable.

En diciembre de 2015 había comprado unos pequeños detalles para mi familia. El 23, quedé en verme con Cielo y no podía aparecerme con las manos vacías; así que decidí llevarle lo que pensaba poner en el árbol de casa (Perdón familia, les debo sus regalos). Con el gozo en cada paso llegué donde mi socia, ella me esperaba con una tarjeta de navidad y un llavero, a lo que yo sonrío y le entrego su regalo con quizá el más sentido “Feliz navidad” de mi vida. Nos quedamos compartiendo, comiendo, cantando y, sobre todo, gozando.

Pero allí no terminaba la sorpresa, cuando ya estaba satisfecho por la jornada, la vida me dio una gran lección a través de aquel personaje. Antes de irme, me entregó una bolsa con un jean como el que había estado buscando todo diciembre en las tiendas.

No la creí y al principio fui esquivo:

-No, véndalo y con ello se hace lo del cuarto de hoy.

A lo que dice

– No me lo desprecie, recíbalo y se lo vacila mañana.

Su gozo al dar me obligó a recibir, diciendo:

-Me lo llevo sólo porque esto es un párrafo imborrable en mi vida.

Una charla que no se vende, el Cielo habla y sorprende.

Así, aquel 24, mientras compartía con mi familia con el jean vacilao, entendí que la vida a través de la doña me enseñaba que el cielo está ahí, al alcance de todos, donde menos lo imaginamos, escondiendo invaluables tesoros.

Por: VJ

  @vjrecreo