Tan fácil prevenir el Covid, tan posible ser contagiada

Autor: Francis Solarte.

Facultad de Humanidades y Artes

Relato de una reportera que resultó afectada por esta enfermedad

En Colombia, a 7 de abril del 2021, ya van más de dos millones de casos confirmados y 64.767 muertes. Segun la página del Informe nacional de la afectación del coronavirus. A pesar de semejantes cifras, creo que muchos aún no nos hemos sentado un segundo a reflexionarlo.

¿Acaso que necesitan los ciudadanos para que los mensajes de salud pública tengan un impacto real en ellos y haya un cambio de  actitud y comportamiento?.

Según mi propia investigación, de 10 personas entrevistadas, un individuo tiene aproximadamente un núcleo cercano de 20 personas. ¿Se imagina usted que todos sus familiares y los de su mejor amigo(a) o pareja sentimental murieran justo esta noche?  y todo porque fue usted quien los saludó sin tapabocas? Suena loco, pero podría pasar. 

El reporte de un gran número de contagios, que llevó a que en Cali se reforzaran las medidas restrictivas desde abril del 2021, con aumentos paulatinos en las ocupaciones de las unidades de cuidados intensivos (UCI) y con incremento en la estadística de muertes locales a causa del COVID-19, obliga a preguntarnos. ¿podríamos haberlo hecho mejor? 

La respuesta es sí. Es increíblemente absurdo lo fácil que es hacerlo mejor. Pero muchos no hacen caso a las propagandas en televisión, los avisos impresos en las tiendas de barrios y centros comerciales, que aconsejan: “Lávate las manos con agua y jabón, no toques tu cara, usa mascarilla que tape nariz y boca, mantén la distancia con otras personas”. Suena trillado, ¿verdad? por eso digo que es absurdo; entonces, ¿por qué simplemente no hacemos caso? 

Soy Francis Solarte y tengo Covid. Según yo, me cuidaba, invité a mi padre a cenar y aunque todo el tiempo usé mi tapabocas. Cuando llegó la cena, también era el momento de quitarse el tapabocas, y sé que no hablo solo por mí cuando digo que es un alivio cuando llega la comida. Pues justo en ese momento, él me contagió, yo contagié a mi esposo, saludé a mis primas, a mi madre, a mi hermano, a mi sobrina y a muchas otras personas más. ¡Esparcí el virus sin darme cuenta! 

Incluso, me atrevo a decir que alguien ya pudo haber muerto por nuestra causa, y ni cuenta de ello nos hemos dado. 

En ese momento y sin saberlo, mi esposo, Mauricio Chávez, enfermero profesional de la clínica Remeo, ya estaba contagiado con Covid. Estuvo conversando extensamente con una familiar de 65 años, con problemas cardíacos -que originaron múltiples cirugías de corazón abierto- y con un pulmón menos a causa de una infección previa. Él no se quitó el tapabocas en ningún momento y mantuvo la distancia; fue “una conversación segura”, es fácil, simplemente hizo caso y así de elemental él salvó la vida de alguien más. 

Según Miyerlandi Torres Agredo, secretaria de Salud Pública Distrital, las cifras de contagio en Cali se están disparando. En el portal de la alcaldía se publica que aconsejó: “seguir trabajando en el cumplimiento de las medidas, protegernos y cuidar a nuestros cercanos, para evitar que el tercer pico, que ya está iniciando en Cali, sea de alto impacto, como ocurrió con el segundo pico vivido en el mes de diciembre. Es responsabilidad de todos reforzar las medidas de protección, limitando reuniones sociales, usando de manera correcta el tapabocas y evitando los espacios poco ventilados”. 

El contacto interpersonal es esencial para la transferencia del virus. Se entiende que, por costumbre, los caleños se saludan afectuosamente, no solo con un agarrón de manos o un choque de puños, sino también con abrazos y besos en las mejillas. Pero es hora de poner el valor de la vida por delante de estas formalidades. 

Todavía hay oportunidad de empezar a actuar de forma menos estúpida e irresponsable. O, ¿acaso que necesitan los ciudadanos para que los mensajes de salud pública tengan un impacto real en ellos y haya un cambio de actitud y comportamiento? Todos sabemos que debemos lavarnos las manos con frecuencia y usar tapabocas, esto ya no debería ser necesario repetirlo. Es fundamental concebir un sentimiento de responsabilidad en favor del bien común. 

 

Incluso, me atrevo a decir que alguien ya pudo haber muerto por nuestra causa, y ni cuenta de ello nos hemos dado.

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