El camino hacia una vida mejor: La lucha diaria de una familia migrante

El camino hacia una vida mejor: La lucha diaria de una familia migrante

Autoras: Katherin Tapias | Valentina Flórez.

Facultad de Humanidades y Artes.

En una pequeña y humilde casa del Municipio de Jamundí, Valle, vive la familia Seco, cuya historia ha llevado a sus integrantes a recorrer varios países en busca de nuevos comienzos, con el fin de cumplir sus sueños y buscar nuevamente un hogar o algo parecido a lo que tenían antes de que la sombra de la crisis envolviera a Venezuela.

La historia de la Familia Seco es un testimonio que yace en la adversidad y la fuerza, cuyo viaje está marcado por la valentía y determinación. Es una historia que marcará sus corazones y dejará huella en todo aquel que escuche o lea su relato.

La mezcla de esperanza y vitalidad era lo que mantenía fuerte y unida a los Seco; la partida de su país natal a un nuevo territorio fue un acto de desesperación y valor, en el que cada paso hacia el horizonte se convertía en un adiós doloroso. Después de ver a su hijo mayor de 19 años, Alejandro Villasmil desmayarse por falta de alimentación y caer en cuenta de que sus otros dos hijos, Alessandra de 16 años y Elías de 14 años, no tenían la oportunidad de tener ropa interior y un calzado en buen estado, Aleucene Seco decidió luchar para encontrar una salida a ese laberinto de escasez y dificultades.

Tras 5 días de travesía por las costas de Venezuela, llegaron a Colombia el 24 de diciembre del 2018, esperando recuperarse del desgaste de los últimos 7 años que sufrieron, por la crisis de su país natal. Aleucene mencionó que desde el mismo día que pisaron tierra colombiana, “fue difícil acostumbrarme porque el dinero en Venezuela no rendía, y aquí en Colombia sí. Quedé en shock y me costó adaptarme al peso colombiano”. Relató que con tan solo $20.000 obtuvo la misma cantidad de alimentos que ella compraba en Venezuela para una semana.

Afortunadamente, desde meses antes, Fredy Ortuño, la pareja sentimental de Aleucene Seco, había tomado la decisión de aventurarse al proceso migratorio, al igual que aproximadamente 1.3 millones de personas venezolanas lo hicieron en 2018, según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Cabe resaltar que Ortuño fue el primero de su núcleo familiar en hacerlo, logrando conseguir un trabajo que lo ayudaría a residir en uno de los barrios de Jamundí, llamado Terranova.

Cinco días después de que Aleucene y sus hijos llegaron a donde residía su pareja sentimental, se enfrentaron a un conflicto con otras familias que vivían en esa misma casa, hecho que los llevó a tomar la decisión de salir a calles que antes no habían recorrido, en busca un nuevo empleo para poder mudarse de hogar. Por suerte, una vecina al enterarse de que la familia de venezolanos iban a vivir en la calle, por el conflicto presentado en su antigua residencia, les dio posada mientras Seco conseguía trabajo arreglando uñas, su especialidad.

A pesar de los desafíos que enfrentaron en su nueva vivienda, la familia Seco no perdió la esperanza ni la determinación; sin embargo, vivieron días en los que tenían una batalla constante con la discriminación. A pesar de las críticas, la familia Seco se mantuvo unida por el vínculo inquebrantable del amor y la esperanza de conseguir un futuro mejor.

Durante varios meses en los que fueron víctimas de rechazo y exclusión por llevar sangre venezolana, poco a poco comenzaron a adaptarse a la vida en Colombia. Gracias a su ardua búsqueda de empleo, logró una estabilidad económica que le permitió asegurar un techo sobre sus cabezas. Los niños comenzaron a sentirse acogidos por sus compañeros del colegio e incluso mantuvieron una buena relación con sus docentes.

Con el pasar de los meses, la familia Seco comenzó a sentirse cada vez más arraigada a su nueva tierra, adoptando costumbres y tradiciones colombianas, y descubriendo la belleza de la cultura valluna. Estaban impactados con la generosidad de las personas cercanas, recordándoles que así de hogareño se sintieron en su país en una época pasada. Ya no sentían que fuera la tierra de ellos, pero, aun así, los recuerdos de su hogar en Venezuela nunca desaparecerían del todo. Encontraron consuelo y esperanza en la idea de que estaban construyendo un nuevo hogar en un lugar que ya no les era desconocido.

La historia de la Familia Seco es un testimonio que yace en la adversidad y la fuerza, cuyo viaje está marcado por la valentía y determinación. Es una historia que marcará sus corazones y dejará huella en todo aquel que escuche o lea su relato.

 …La mezcla de esperanza y vitalidad era lo que mantenía fuerte y unida a los Seco; la partida de su país natal a un nuevo territorio fue un acto de desesperación y valor”.

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