El precio de la educación: Cada semestre, cientos de estudiantes llegan a Cali desde otras localidades del suroeste de Colombia, para convertirse en profesionales en la USC

Autoras: Nathalia Ramírez | Isabela Quiguanás.

Facultad de Humanidades y Artes

Alejandra Riofrío es una joven de 19 años proveniente de Mayasquer, Nariño, un pequeño pueblo olvidado y fronterizo con Ecuador. Como muchos otros jóvenes, ella llegó a Cali en busca de mejores oportunidades educativas.

Las historias de Alejandra y Kevin reflejan las diversas realidades que enfrentan los estudiantes de la Universidad Santiago de Cali.

Cada vez que ella regresa a su tierra, debe realizar un largo viaje, de aproximadamente 24 horas, en el cual debe abordar hasta cuatro transportes distintos para llegar a Mayasquer o retornar a la capital vallecaucana.

Ingresar a la Universidad Santiago de Cali y estudiar química farmacéutica, es para ella un sueño que no tiene límites y tampoco distancias. Para esta joven es un poco abrumador estar lejos de sus familiares, aún más porque tiene claros los peligros que asechan en las noches de la capital vallecaucana.

Recuerda agobiada un terrible suceso y describe cómo fueron esos momentos de angustia. Una noche que transcurría con normalidad, al terminar sus clases se dirigía a su lugar de residencia cuando se acercaron dos hombres a bordo de una motocicleta, que la obligaron a despojarse de sus pertenencias, a lo cual ella se negó, recibiendo un profundo corte con arma blanca en su mano izquierda.

Enseguida, la trasladaron a un centro de salud con otros estudiantes que le brindaron ayuda oportuna. Luego de someterse a varios procedimientos, Alejandra regresó a su vivienda. Por fortuna, hoy siente que puede continuar y dejar atrás aquel tormentoso momento que ya no es más que una cicatriz.

Para una larga estadía en Cali, ella cuenta con un presupuesto: subarrienda una habitación en un apartamento frente a la universidad, que tiene un costo de $650.000 mensuales; el pago de su mercado es quincenal y gasta entre $100.000 y $150.000; también reserva un aproximado de $30.000 semanales para gastos dentro de la universidad, a la recreación destina solo $50.000 mensuales y, por último, reserva $270.000 para el retorno a su pueblo cuando llegan las vacaciones.

Así como Alejandra, hay muchos estudiantes que son foráneos y se alejan de sus lugares de residencia para cumplir sus metas. Llegar a la educación superior no es tarea fácil pero tampoco imposible.

Es el caso de Kevin Calero, un joven de 19 años proveniente de Buga, Valle del Cauca. Él llegó a Cali para hacer parte del programa de medicina de la Universidad Santiago de Cali, actualmente cursa quinto semestre y siente que su recorrido ha tenido un profundo impacto en su vida.

Al ser un municipio aledaño a Cali, podría recorrer diariamente, en hora y media, los 67 kilómetros que separan a las dos ciudades, pero consideró que la exigencia de su carrera no le permitía destinar tres horas diarias para transportarse. Es así como con el apoyo de su familia tomó la decisión de trasladar su residencia para vivir solo en la ciudad.

En primera instancia, alquiló un pequeño apartaestudio amoblado cerca de la universidad, por 1 millón 200 mil pesos mensuales, pero al terminarse el semestre entregó su lugar de residencia, para irse de vacaciones con su familia.

Igual sucedió durante los primeros cuatro semestres, pero al darse cuenta de que no era rentable y muy agotador se fue en búsqueda de algo que se adaptara a sus condiciones. Encontró un pequeño y acogedor apartaestudio en frente de la universidad, por un costo de 700 mil pesos mensuales. Ahora era el momento de amoblar su nueva vivienda; entre artículos básicos, como cama, lavadora, nevera y un escritorio pagó 5 millones de pesos, un costo que no todos los estudiantes pueden sufragar para vivir cómodamente.

Estas son las dos caras de la moneda: las historias de Alejandra y Kevin reflejan las diversas realidades que enfrentan los estudiantes de la Universidad Santiago de Cali, desde las dificultades de seguridad y desplazamiento hasta los desafíos económicos de vivienda y sostenimiento; aunque ambos demuestran una determinación inquebrantable para perseguir sus sueños educativos y superar los obstáculos que se les presentan.

 … Para esta joven es un poco abrumador estar lejos de sus familiares, aún más porque tiene claros los peligros que asechan en las noches de la capital vallecaucana“.

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