CUBA EN LA USC

La producción de nuevos creadores en Cali está marcando la pauta para ampliar las ofertas de intercambio educativo de estudiantes universitarios a otros países de Latinoamérica, esto se debe a que la cultura y la educación son componentes fundamentales para el desarrollo social de cara al posconflicto. Por esta razón, Juan Manuel González, representante del Ministerio de Educación de Cuba en Colombia, hizo su primera visita a la Universidad Santiago de Cali el pasado 10 de marzo.

Desde el gobierno de Cuba buscan construir redes de intercambio para ampliar la oferta educativa de los estudios para la educación superior y observaron en nuestra Alma Mater una opción para el fomento de convenios educativos. Esto se debe a las gestiones que desde diferentes Facultades de la USC se están realizando para alcanzar las metas académicas de alta calidad, esta búsqueda para construir caminos hacia la excelencia arroja resultados como estos, que beneficiarán a toda la comunidad estudiantil de la USC y generar beneficios con miras a construir alianzas y acuerdos con universidades en el exterior.

 “Colombia es un país tan rico que la cultura atraviesa todo el sistema educativo, sembrar esa riqueza es la única manera de erradicar los comportamientos agresivos de los estudiantes” Afirmó González en entrevista con Utópicos. 

En principio el preacuerdo con el delegado de educación de Cuba, beneficiará a estudiantes de economía y pedagogía de la USC, pero proyectado a futuro, busca estimular a toda la comunidad estudiantil para que accedan al intercambio como una opción de acceder al nuevo aprendizaje.

Pablo Navarrete

 @Elpaticorti 

‘’No existe vida sin música, ni colores’’

Su habilidad para dibujar y pintar fue notable desde la primaria, cuando en el colegio realizaba cartas para los padres y novios de sus compañeras, además de encargarse de la decoración de eventos en el Colegio.


Por: Lorena Ramírez
Raissa Lozano lleva el arte en las venas, pero también una vocación de empresaria y de amante en la naturaleza que se han fundido para hacer de ella un ser feliz.

La joven recibió la herencia de su bisabuelo, Rafael Moncada, compositor Himno de Armenia, como representación de la memoria de la cultura del Quindío a través de la música andina.

“Adquiere de su familia el gusto por el arte, conocimientos y técnicas, fusionando lo anterior con sus habilidades propias”

El legado se multiplicó con varios exponentes, entre los cuales se destacan los hijos de Rafael, que integraron el Trío de Los Hermanos Moncada, conocidos por el bambuco ‘Hágame un Tiple Maestro’; Ángela Moncada, autora, compositora e intérprete, fue distinguida como la mejor guitarrista de Colombia; José Rafael Lozano Moncada, genio en la composición, quien interpreta varios instrumentos musicales como arpa, charango, guitarra, cuatro, piano, tiple, entre otros ,fue galardonado con el premio Mono Núñez; Guillermo Lozano Moncada, de gran habilidad en el arte gastronómico, se ha especializado en comidas típicas colombianas en su empresa llamada Productos Alimenticios Mi Suegrita; y Jorge Lozano, padre de Raissa, quien se orientó hacia la pintura al óleo sobre lienzo.

Raissa creció crecido en esta familia, adquiriendo el gusto por el arte, conocimientos y técnicas que fusionó con sus habilidades propias.

“Fue ampliando su sueño, observando las necesidades de los demás y transformándolas en ropa, pinturas, accesorios y decoraciones exclusivas”

Desde pequeña mostró interés artístico. Su padre le prestaba los colores. Luego optó por enseñarle técnicas de pintura con acrílicos y acuarelas, encontrando en ellos una identidad; cada prenda de ropa que le regalaban a la niña, ella la transformaba, amoldándola a su gusto a punta de tijera, hilo, pincel y pintura.

Su campo fue creciendo; con su abuela y algunas tías aprendió a coser, siempre tenía nuevas inquietudes, se desenvolvió en punto de cruz, macramé, croché, dos agujas, costura a máquina y comenzó a realizar la ropa de las Barbies, también elaboraba los tendidos de las camas y diversas decoraciones para el hogar.

Fue ampliando su sueño, observando las necesidades de los demás y transformándolas en ropa, pinturas, accesorios y decoraciones exclusivas. Creció su interés por la bisutería, manejando una nueva técnica en la que se mezclan ciertos químicos de los que resulta una resina y combinándola con orquídeas que son cultivadas con la ayuda de su abuela. En compañía de su prometido Julián inmortaliza las orquídeas unificándolas con la técnica de la resina.

Para Raissa, la naturaleza es una necesidad inminente, vivir en un ambiente rural es sinónimo de inspiración, utiliza desechos para realizar sus trabajos, como la concha de los caracoles, latas de cerveza, Cd, zapatos y pantalones viejos a los que les da nuevas funciones.

Estudió Artes Visuales en la universidad del Valle, aunque su fuerte es la plástica. Con el tiempo ha afianzado muchas técnicas, y hace algún tiempo paró su carrera para dar prioridad a su empresa, que tiene alta demanda, debido a que los trabajos manuales requieren de mucha dedicación.

¨No podría trabajar en una oficina, necesito del aire, el sonido del lago, de los pájaros, los gatos, los perros, el olor del pasto, el ambiente de mi finca para crear ejemplares de conquista¨, expresa Raissa; todas sus creaciones son únicas, no elabora replicas a menos que se las pidan porque ella siempre tiene una inspiración diferente en la que también participan la emoción y el estado de ánimo.

Esta artista no conoce una vida sin música, sin paredes y sin colores, quiere estar cerca siempre de lo que es creación, porque no es feliz, sino es creando. Su marca se llama ´RAISSA LOZANO¨, La línea de reciclaje es ‘KAOS’ y la de orquídeas se llama ‘ETERNA ORQUIDEA’.

Su empresa es multifacética, se encarga de hacer decoraciones de casas, eventos, recordatorios para todo tipo de fiestas, manejan línea de moñas, balacas para el cabello, pañoletas, chalinas, camisetas pintadas a mano, canguros, bolsos y maletines con telas reciclables, botones temáticos, collares para mascotas, agendas y tarjetería en papel reciclado; todas sus decoraciones tienen apliques manuales y naturales. Además, realiza ambientación de interiores con floreros, cuadros y pintura en paredes para los hogares.

“Necesita del aire, el sonido de un lago, los pájaros, los gatos, los perros, el olor del pasto, para crear ejemplares de conquista.”

Su proyección es seguir creciendo como empresa, continuar la carrera universitaria, aprender diferentes técnicas, mantener la sucesión de una familia artística y su exclusividad.
Contacto: [email protected]

EL PERIODISMO SE APRENDE HACIÉNDOLO: Jorge Manrique.

EL PERIODISMO SE APRENDE HACIÉNDOLO: Jorge Manrique.

Autor: Lorena Ramírez.

Facultad de Humanidades y Artes

Su habilidad para dibujar y pintar fue notable desde la primaria, cuando en el colegio realizaba cartas para los padres y novios de sus compañeras, además de encargarse de la decoración de eventos en el Colegio.

La naturaleza es una necesidad inminente, vivir en un ambiente rural es sinónimo de inspiración, utiliza desechos para realizar sus trabajos, como la concha de los caracoles, latas de cerveza, Cd, zapatos y pantalones viejos a los que les da nuevas funciones. 

Raissa Lozano lleva el arte en las venas, pero también una vocación de empresaria y de amante en la naturaleza que se han fundido para hacer de ella un ser feliz. 

La joven recibió la herencia de su bisabuelo, Rafael Moncada, compositor Himno de Armenia, como representación de la memoria de la cultura del Quindío a través de la música andina. 

“Adquiere de su familia el gusto por el arte, conocimientos y técnicas, fusionando lo anterior con sus habilidades propias” 

El legado se multiplicó con varios exponentes, entre los cuales se destacan los hijos de Rafael, que integraron el Trío de Los Hermanos Moncada, conocidos por el bambuco ‘Hágame un Tiple Maestro’; Ángela Moncada, autora, compositora e intérprete, fue distinguida como la mejor guitarrista de Colombia; José Rafael Lozano Moncada, genio en la composición, quien interpreta varios instrumentos musicales como arpa, charango, guitarra, cuatro, piano, tiple, entre otros ,fue galardonado con el premio Mono Núñez; Guillermo Lozano Moncada, de gran habilidad en el arte gastronómico, se ha especializado en comidas típicas colombianas en su empresa llamada Productos Alimenticios Mi Suegrita; y Jorge Lozano, padre de Raissa, quien se orientó hacia la pintura al óleo sobre lienzo. 

Raissa creció crecido en esta familia, adquiriendo el gusto por el arte, conocimientos y técnicas que fusionó con sus habilidades propias. 

“Fue ampliando su sueño, observando las necesidades de los demás y transformándolas en ropa, pinturas, accesorios y decoraciones exclusivas”  

Desde pequeña mostró interés artístico. Su padre le prestaba los colores. Luego optó por enseñarle técnicas de pintura con acrílicos y acuarelas, encontrando en ellos una identidad; cada prenda de ropa que le regalaban a la niña, ella la transformaba, amoldándola a su gusto a punta de tijera, hilo, pincel y pintura. 

Su campo fue creciendo; con su abuela y algunas tías aprendió a coser, siempre tenía nuevas inquietudes, se desenvolvió en punto de cruz, macramé, croché, dos agujas, costura a máquina y comenzó a realizar la ropa de las Barbies, también elaboraba los tendidos de las camas y diversas decoraciones para el hogar. 

Fue ampliando su sueño, observando las necesidades de los demás y transformándolas en ropa, pinturas, accesorios y decoraciones exclusivas. Creció su interés por la bisutería, manejando una nueva técnica en la que se mezclan ciertos químicos de los que resulta una resina y combinándola con orquídeas que son cultivadas con la ayuda de su abuela. En compañía de su prometido Julián inmortaliza las orquídeas unificándolas con la técnica de la resina. 

Para Raissa, la naturaleza es una necesidad inminente, vivir en un ambiente rural es sinónimo de inspiración, utiliza desechos para realizar sus trabajos, como la concha de los caracoles, latas de cerveza, Cd, zapatos y pantalones viejos a los que les da nuevas funciones. 

Estudió Artes Visuales en la universidad del Valle, aunque su fuerte es la plástica. Con el tiempo ha afianzado muchas técnicas, y hace algún tiempo paró su carrera para dar prioridad a su empresa, que tiene alta demanda, debido a que los trabajos manuales requieren de mucha dedicación. 

¨No podría trabajar en una oficina, necesito del aire, el sonido del lago, de los pájaros, los gatos, los perros, el olor del pasto, el ambiente de mi finca para crear ejemplares de conquista¨, expresa Raissa; todas sus creaciones son únicas, no elabora replicas a menos que se las pidan porque ella siempre tiene una inspiración diferente en la que también participan la emoción y el estado de ánimo. 

Esta artista no conoce una vida sin música, sin paredes y sin colores, quiere estar cerca siempre de lo que es creación, porque no es feliz, sino es creando. Su marca se llama ´RAISSA LOZANO¨, La línea de reciclaje es ‘KAOS’ y la de orquídeas se llama ‘ETERNA ORQUIDEA’. 

Su empresa es multifacética, se encarga de hacer decoraciones de casas, eventos, recordatorios para todo tipo de fiestas, manejan línea de moñas, balacas para el cabello, pañoletas, chalinas, camisetas pintadas a mano, canguros, bolsos y maletines con telas reciclables, botones temáticos, collares para mascotas, agendas y tarjetería en papel reciclado; todas sus decoraciones tienen apliques manuales y naturales. Además, realiza ambientación de interiores con floreros, cuadros y pintura en paredes para los hogares. 

“Necesita del aire, el sonido de un lago, los pájaros, los gatos, los perros, el olor del pasto, para crear ejemplares de conquista.”  

Su proyección es seguir creciendo como empresa, continuar la carrera universitaria, aprender diferentes técnicas, mantener la sucesión de una familia artística y su exclusividad. 

 

Raissa Lozano lleva el arte en las venas. 

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Entre rejas

El brillo de la luz que iluminaba desde lejos la vía por donde conducía una motocicleta, lo detuvo. Eran aproximadamente las diez de la noche cuando se despidió de su novia, se puso el saco, el chaleco y el casco, tomó las llaves y le dijo adiós.


Por: María de la Luz Palacios Estrada

Antes de ir a su casa tenía pensado arrimar a la panadería para comprar el pan del desayuno, como de costumbre.

Era una noche fría como las que hacen en Soacha; sin temor alguno emprendió su viaje, pero cuando vio esa luz lejana se estacionó en una esquina y dudaba si seguir o devolverse, ¿pero devolverse por qué?

“Lo pensé bien y si eran los ‘tombos’ no me antecedía nada más que un porte ilegal de armas, cosa que no tuve en cuenta por el momento. Decidí seguir mi camino, pero nuevamente la iluminación se interpuso y en medio de ella salió un hombre que me hizo señales de pare”, cuenta Yimmi Leal, al recordar la noche en que su vida tomó un rumbo inesperado.

Una requisa, todo normal. Entregó la cédula y qué raro, nada que se la devolvían para terminar su viaje. “Una hora, dos horas y nada, uno así ya se preocupa”, dice Yimmi.

Ansioso de llegar a casa, preguntó qué pasaba y uno de los militares, sin decir nada, lo subió a un camión donde había más jóvenes; pero ¿por qué?, él seguía sin entender. ¿Sería la luz al final del túnel que no debía haber seguido?

Ya han pasado once años y Yimmi Leal sigue preso en la Cárcel Modelo de Bogotá.

Todos los días a las cinco y media de la tarde suena una alarma que anuncia la hora de ir a dormir. Su vida se ha convertido en una monotonía y no le queda más que pensar en la que disfrutaba al lado de su familia, sus amigos y del hijo que estaba gestándose cuando se lo llevaron.

Con las luces ya apagadas y después de escuchar el ruido que despiden las rejas cuando son tocadas con un bolillo para verificar que estén cerradas, recuerda línea a línea las palabras que componen su sentencia: condenado a 390 meses y, como si fuera poco, a pagar 2.010 salarios mínimos porque lo acusaron de ser ‘coautor del delito de concierto para delinquir agravado en concurso heterogéneo con y porte ilegal de armas de defensa personal y homicidio agravado en las personas de Jeison Isidro y Diógenes Bayona Téllez’.

Su voz gritando inocencia y clamando libertad hacen eco en sus pensamientos, y aunque el video que está en la página de Youtube donde se escucha la voz de unos hombres que dicen ser los culpables del asesinato de los hermanos Bayona y que no conocen al señor Yimmi Leal, según lo manifestado por Yimmi no ha sido suficiente para ahondar en la investigación de su inocencia; él continúa enviándole cartas al presidente para que su caso no siga pasando desapercibido.

Entre rejas, cree que nada ha sucedido con él porque es uno más de los miles que no tienen cuello blanco ni los beneficios que esto le otorgaría, porque no tiene el dinero suficiente ni las influencias para emprender una huida “legal por lo ilegal”, sin más que un pantallazo por la televisión.

Lo que más le duele es el tiempo que su hijo ha crecido sin el calor de padre que él pudiera darle si no estuviera preso; el estar lejos de su familia y de su compañera sentimental; además, exclama su vergüenza por ser acusado de paramilitar y asesino.

Entre tanto, ha llegado a la conclusión de que “los jueces en vez de toga deberían llevar un traje de colores y un pimpón en la nariz, claro que eso sería una ofensa para los payasos que trabajan honestamente”.

Mientras el tiempo pasa y los días se acaban, los va tachando con la ansiedad de que se acaben rápido y así pueda gritar: LIBERTAD.

El cholado, patrimonio gastronómico de Jamundí

Un bloque de hielo que en cuestión de segundos se convierte en una taza de escarcha, un poco de zumo de limón y una pizca de miel dieron origen entre 1918 y 1920 al famosísimo cholado. Muchos aún discuten sobre la invención de este producto; para unos es netamente caleño, pero otros opinan que es la tradición gastronómica más fuerte de Jamundí.


 Por: Nathalia Larrahondo Ríos

@nathaliariosv

Héctor Samuel Bonilla, oriundo de este municipio, afirma haber sido el pionero y creador del típico ‘raspado’ o ‘copito de nieve’. Siendo tan solo un niño, junto con su madre raspaba hielo, le agregaba limón y miel, le ponía un palito de modo que quedara como helado y lo vendía en su humilde casa.

Con el paso del tiempo, Samuel se hizo cargo del negocio, empezó a hacerles trasformaciones a los helados de su madre y con la magia de sus manos creó el reconocido cholado. Iba por la galería o el campo deportivo del municipio con vasos de cristal haciéndolos sonar como tocando una canción y decía: Compre para quitar la sed y matar el ‘guayabo’, de ahí nació el popular mataguayabo, nombre con el que bautizó su primer carrito de cholado. Sus ingredientes básicos eran la piña, el lulo y el limón, relata su hija Ligia.

Las familias jamundeñas disfrutando de un rico cholado en la “plazoleta del cholado.

Luego innovó, bañando el hielo en jarabe rojo, agregándole banano picado con lechera, poco después vinieron otros sabores como papaya, mango, maracuyá, fresa, uva, guanábana, melón, pera y manzana, dejando de ser un vendedor ambulante al establecerse en el parque principal.

Al ver cómo este producto generaba rentabilidad, la competencia empezó a surgir y el lugar se pobló de choladeros, creándose la necesidad de reubicarlos en un nuevo parque con nombre propio.

Fue así como en 2001 se creó el Parque Turístico del Cholado. El lugar alberga a alrededor de 40 vendedores entre los que se destaca don Arsenio, uno de los cuatro comerciantes más antiguos de este autóctono producto jamundeño; también podemos encontrar los descendientes del señor Bonilla, familia que se unió y ha trabajado durante años por resaltar y marcar la tradición del cholado, dejando claro día a día que es un producto 100% nativo del municipio de Jamundí.

El melado, la frutica, su poquito de mermelada, lechera, fresa y la puntica de piña es lo que compone el cholado, cada vendedor que tiene su puestico aquí lo elabora de una forma diferente. Aquí manejamos precios entre 5.000, 6.000 y 7.000. El grande, mediano y pequeño como lo quiera el cliente, expresa Don Octavio Quintero, un choladero orgulloso de representar a Jamundí con este exquisito producto gastronómico.

“Rolando Sánchez, más conocido como El Rolo, también beneficiario con la nueva plazoleta del cholado”

Debido a la gran importancia que tiene el cholado y que es considerado como plato típico, el alcalde Jhon Fredy Pimentel, con una inversión que supera los mil millones de pesos, remodeló el antiguo parque, convirtiéndolo en una plazoleta dotada y consolidada como punto de encuentro para los jamundeños y turistas.

El campo: compañero de vida

Francisco Alid González Montoya, un caldense de 72 años de edad, dedica su vida al campo desde que era un niño. Creció rodeado de animales, cultivos y con el exquisito aroma de su tan apreciado café, aquel que le permitió sostener a su familia y lograr que sus seis hijos salieran adelante.


 Por: Tatiana Ortiz @tatiana_tog

Actualmente reside en Sevilla, lleva aproximadamente 36 años trabajando como campesino en la capital cafetera de Colombia, un municipio localizado al norte del departamento del Valle del Cauca. 

Francisco, ejerciendo su ardua labor como campesino.

Su labor empieza a las 4:30 de la madrugada. Se levanta a juntar candela para preparar el tinto, a moler maíz para hacer arepas, además de cuidar los cerdos; lavar cocheras y darles alimento es una de sus primeras tareas. Después de haber tomado su bebida humeante, pela el café, lo lava y lo pone a secar al sol; mientras espera los trabajadores, quienes llegan a su finca a las 6:00 a.m.

‘Las Brisas’ los espera con un pocillo de tinto caliente y los buenos días de su patrón. Francisco se dirige con sus cinco trabajadores al tajo (lugar donde se encuentran las matas de café); entre risas, conversaciones, humo de cigarrillo y música carranguera que emite la radio, realizan su quehacer. Dadas las 8:00 suben a desayunar. Clara Inés Rodríguez Patiño, la esposa de Francisco, los espera con platos de calentado, arepa, carne o huevo, junto con una taza de chocolate.

A las 8:30 retornan a su labor y trabajan arduamente durante las siguientes tres horas y media. Al medio día, y después de escuchar la sirena que suena para todo el pueblo, los campesinos suben a almorzar; sus espaldas cargan los costales con el café que hasta el momento han recogido. Se encuentran con platos rebosados de fríjoles, sancocho, lentejas, arvejas, sudado o blanquillos, acompañados de una taza de agua de panela y del sonido de la radio enunciando las noticias.

A la 1:00 regresan al tajo, los granos de café los esperan y la tarde los inspecciona hasta que empieza a ocultarse el sol. Vogaderas vacías, que anteriormente contenían limonada, manos sucias y maltratadas, y hombres cansados, son el resultado de una larga jornada de trabajo que finaliza a las 5:00 p.m.

El descanso es anhelado, pero el trabajo continúa. Las tareas de la finca aún esperan por Francisco, los animales requieren de su cuidado y él está dispuesto a atenderlos; alimenta los cerdos, gallinas, perros, patos y pájaros, además de consentir un poco a Niña, su perrita fiel, y de cortar un poco de leña.

Francisco se caracteriza por ser un hombre luchador, humilde, estricto y puntual, ama su labor y cada día se levanta con los mismos deseos de trabajar en el campo. “Desde los cinco años trabajo cogiendo café, ya me acostumbré, no me duelen las manos, quiero seguir trabajando aquí hasta que me muera”.

 Marcadas las 6:00 en el reloj de pared que se encuentra en la cocina de la finca, Francisco come el mismo alimento que sus trabajadores ingirieron minutos antes; el calentado del almuerzo es exquisito a su paladar.

A las 8:00 finaliza la ardua labor agraria de Francisco. Su esposa le calienta agua para bañarse, como suele hacerlo todas las noches. Después se va directo a la cama. Cuando se termina la cosecha de café, los días transcurren de manera diferente; Francisco abona, fumiga o platea (bolea machete). Los sábados son los días preferidos para subir al pueblo, encontrarse con sus amigos, pasar una tarde agradable en el parque y, principalmente, recibir el fruto de la semana de trabajo, su pago de $63.000 a $73.000 por arroba, según el estado del café -tierno o seco. El domingo llega, Francisco descansa en ‘Las Brisas’, con su esposa y sus animales; otra jornada semanal como campesino lo espera con ansias.

Las manos se convierten en la muestra del esfuerzo viviente del campesino colombiano, que ama lo que hace.