Cali, embalse de lluvias

Por: Felipe Castillo

Facultad de Humanidades y Artes

La temporada de lluvias expone una Cali sin preparación ante el invierno. Las calles inundadas paralizan la ciudad y miles de trabajadores informales y ciudadanos luchan por mantener su sustento diario.

“Ya la gente no sale a comprar a la calle, sea en invierno o haciendo sol”

¿Se ha preguntado alguna vez cómo sobreviven miles de caleños que, día a día, exponen sus vidas y sustento a la suerte del clima, mientras las calles se convierten en ríos y las promesas institucionales se diluyen con cada gota? Las lluvias intensas que han marcado el inicio de este 2025 en Cali no solo han causado emergencias en varios puntos críticos de la ciudad, sino que también han evidenciado la necesidad urgente de una gestión de riesgo más eficiente y preventiva.

Esta realidad se hace visible en el centro de la ciudad, donde comerciantes como Rafael Estupiñán, uno de los más de 35 mil vendedores informales que según Jimmy Núñez, presidente del Sindicato de Vendedores del Espacio Público, ocupan las calles de Cali enfrentando diariamente el desafío de proteger su sustento. “Ya la gente no sale a comprar a la calle, sea en invierno o haciendo sol”, comenta mientras asegura su sombrilla y cuerdas contra el viento. Su testimonio no solo refleja la lucha diaria contra el clima, sino también la dificultad de la informalidad, acelerado por unas calles que la lluvia mantiene cada vez más vacías.

Y es que el impacto de estas precipitaciones no se limita a un solo sector. Las inundaciones han convertido zonas como el barrio Siloé, en la comuna 20, Valle del Lili, Ciudad 2000, Caney, Altos de Santa Elena y la Avenida Pasoancho en puntos críticos que paralizan la vida cotidiana de miles de ciudadanos. A pesar de ser un problema recurrente, sus consecuencias parecen intensificarse con cada nueva temporada de lluvias.

Esta situación afecta especialmente a quienes dependen del comercio callejero. “Cuando llueve, todo el mundo guarda, todo el mundo espera… esto afectó todos los negocios del centro, más que todo los que trabajamos en la calle”, explica Luis Carlos Obando, vendedor de jugos, mientras prepara el guarapo de caña en su trapiche. Sus preocupaciones no son infundadas, pues según el IDEAM, el panorama podría empeorar con pronósticos de lluvias más intensas de lo normal para marzo.

La crisis se agrava para aquellos cuyo sustento depende de la movilidad urbana. Daniel González, conductor independiente que recorre diariamente la ruta Jamundí-Cali, describe los peligros que enfrenta: “Los huecos en la vía quedan tapados por las inundaciones, aumentando el riesgo de accidentes. Como independiente, he tenido que dar espera a trabajos importantes porque mi labor es en la calle”.

Más allá de las afectaciones inmediatas, la respuesta institucional también se ha convertido en motivo de frustración. Así lo demuestra el caso de Lorena, una docente que vio su motocicleta dañada por la caída de un árbol durante una tormenta. “La ciudad no da garantías, las gestiones son supremamente largas, debo hacer demanda en la Alcaldía… No hay soluciones inmediatas y las pérdidas son grandes”. Su experiencia pone en evidencia que la falta de preparación de la ciudad trasciende lo estructural y se manifiesta en la ausencia de protocolos efectivos para atender a los afectados.

Para los ciudadanos que enfrenten situaciones similares, existe un protocolo establecido que, aunque puede parecer complejo, es fundamental seguir. El primer paso es contactar inmediatamente a los Bomberos de Cali (119) para la remoción del árbol y a la Policía Nacional (123) para el registro oficial del incidente. Posteriormente, se debe presentar una reclamación formal ante el DAGMA, entidad responsable del arbolado urbano, aportando fotografías del incidente, el informe policial y la documentación del vehículo afectado. Si bien el proceso puede extenderse, es importante conocer que la ciudad cuenta con una póliza de responsabilidad civil que puede cubrir estos daños. Adicionalmente, la Personería Municipal y la Defensoría del Pueblo están disponibles para brindar asesoría jurídica en caso de que la respuesta institucional no sea satisfactoria.

Ante este panorama, la Secretaría de Gestión del Riesgo explica que la ciudad atraviesa un período influenciado por el Fenómeno de La Niña débil, lo que intensifica la humedad atmosférica y favorece las precipitaciones frecuentes. Sin embargo, más allá de las explicaciones técnicas, persiste la pregunta sobre la capacidad de respuesta institucional frente a estas situaciones.

La complejidad del problema se agudiza por diversos factores que van más allá del clima. El crecimiento urbano en zonas de ladera, la acumulación de residuos en alcantarillas y la falta de conciencia ciudadana crean un círculo vicioso que empeora cada episodio de lluvia. De hecho, la misma Secretaría de Gestión del Riesgo señala que prácticas como el manejo inadecuado de residuos terminan por colapsar los sistemas de drenaje.

En este contexto, aunque la ciudad cuenta con herramientas como el Sistema de Alertas Tempranas, Inteligentes y Comunitarias (SATIC), la realidad en las calles evidencia que se necesita mucho más que sistemas de monitoreo. La protección efectiva de los ciudadanos más vulnerables requiere acciones concretas y coordinadas.

Por esta razón, resulta urgente que la Alcaldía priorice no solo la construcción de sistemas de drenaje más eficientes, sino también la ejecución de obras de mitigación y la implementación de planes de emergencia claros. Es fundamental, además, destinar recursos específicos para proteger a las comunidades más vulnerables y apoyar a los sectores económicos que no pueden defender sus intereses por sí mismos.

En definitiva, la realidad de Cali bajo la lluvia va mucho más allá de cifras y pronósticos meteorológicos. Representa la historia de miles de ciudadanos que cada día salen a trabajar sin saber si el clima les permitirá llevar el sustento a sus hogares.

Mientras tanto, cada temporada de lluvias seguirá siendo un desafío de supervivencia para muchos caleños. La pregunta ya no es si volverá a llover, sino si finalmente estaremos preparados para cuando esto suceda.

En definitiva, la realidad de Cali bajo la lluvia va mucho más allá de cifras y pronósticos meteorológicos. Representa la historia de miles de ciudadanos que cada día salen a trabajar sin saber si el clima les permitirá llevar el sustento a sus hogares.

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