Sin miedo a la transformación

Por: Clara Inés López Gómez.

Facultad de Humanidades y Artes

En 1994, en el Seguro Social en Cali, nació como hombre quien después lo cambiaría por el de Mia Espinoza. Sus padres y abuelos conformaban un entorno sano y unido y desde el primer día lo rodearon de amor. Pero algo no funcionaba y él, desde los cinco años se sintió diferente al resto de niños, jugaba con ollas, muñecas y a la mamá. Él se cuestionaba “¿por qué no me veo como las niñas?”.  

Como consecuencia de esta situación desconcertante, a Mia la llevaron al médico y le hicieron pruebas de hormonas, encontrando baja la testosterona, por lo que requirió un tratamiento con inyecciones, pero su mamá, desde el desconocimiento y con ojos de amor, dejó que siguiera su proceso sin recibir tratamiento, pues no entendió el problema, solo veía a un ser humano que crecería con la libertad de elegir su género, sin juzgamientos. 

Estudios Poscensales de jóvenes investigadores del CNPV, realizados en Colombia en el 2018, identificaron 48.483 hogares conformados por parejas del mismo sexo para una tasa de 6,4 hogares de parejas del mismo sexo por cada 1000 hogares colombianos.

Descubriendo su mundo 

Mia creció sin ser estigmatizada por su mamá, pero sí con un padre que no aceptaba la realidad.  En esa búsqueda por encontrarse a sí misma a los diez años visitó el psicólogo,  pero como sentía temor de confesar que le gustaban los hombres; prefirió decirle “quiero ser abogado”. Mia fue creciendo, el brillo, el espejo, los esmaltes y el encrespador de pestañas hacían parte de su maleta, así como jugar con su prima usando tacones, maquillaje, anillos y vestidos, eso sí, cuando no había nadie alrededor. 

Antes de cumplir 15 años, los padres de Mia, Orlando y Ruth, se separaron, su papá consiguió otra pareja con quien tuvo un hijo, ella los visitaba y ayudaba a cuidar a su hermano; su abuela paterna –que ya intuía su condición de género- le decía “aprende para cuando seas madre”, pero sus visitas tenían otra intención, que la esposa de su papá le enseñara a cocinar, aunque su padre se oponía y la amenazaba con “si te veo cocinando, te saco del pelo, la cocina es para mujeres”. Pero Mia tenía clara su vocación y, por su cuenta, hacía cursos de cocina a escondidas. 

Cuando Mia cumplió 15 años, ya el maquillaje hacía parte de su imagen; al verla, don Orlando le dijo a su mamá; “Ruth, se le salió ese muchacho de las manos, se le va a descarrilar”. Y a partir de este momento, el papá le dejó de hablar durante cinco años. Si se lo encontraba cuando caminaban por las calles de Yumbo, actuaban como desconocidos.  

Mia se graduó del colegio, estudió gastronomía y meditación, se volvió vegetariana y fue reconocida en Yumbo por las tortas sin huevo; además, hacía su propio gluten y vendía carne vegetariana. Además, tuvo la oportunidad de conocer a las mecateras de Yumbo, mujeres de tradición que hacían comida típica de la ciudad, como empanadas de cambray, pandebono, bizcochuelos y cuaresmeros, quienes le enseñaron a preparar platos típicos, siendo el cuaresmero el que mejor vende, en las fiestas decembrinas y para eventos. 

Su proceso de transformación 

A los veinte años, Mia continuaba con su carrera de cocina, trabajó en panaderías, preparaba comidas y golosinas, pero a nivel personal sintió que había un vacío en su corazón, por lo que decidió buscar a su padre.  “Siempre serás mi papá, te proyectaste para verme diferente, tendré paciencia”, le dijo al verlo. Don Orlando le confirmó su temor de que ella se “descarrilara” y fuera trabajadora sexual o consumiera drogas, como él creía que lo hacen otras personas Trans.  

A los 22 años, cambió legalmente su nombre y todos sus documentos por MIA ESPINOZA e inició su proceso de hormonización; le daban antojos que la llevaron a consumir otra vez carne y sentía cambios en su estado de ánimo; un año más tarde se hizo cirugía de glúteos con biopolímeros y en el 2022, la mamoplastia y la cirugía de feminización facial. Mia continuó transformando su apariencia y su vida laboral, recibió una oferta política y obtuvo su primer puesto en la Secretaría de Salud, recuerda que “no sabía nada”; fue un proceso muy grato, porque nunca se sintió discriminada, apoyó programas de prevención y salud, población vulnerable, visitas al adulto mayor, y trámites ante EPS e IPS.  

Trabajando por la comunidad LGTBIQ+ 

Continuó su carrera en la Alcaldía de Yumbo con el programa de bienestar social de la comunidad LGTBIQ+, para lograr alianzas con las empresas que pueden obtener el sello incluyente, que consiste en que la comunidad Trans tenga opciones laborales sin estigmatizaciones.  

Según la psicóloga Diana Castañeda, en términos sociales, estas prevenciones llevan a que se piense que en lo laboral o en las ocupaciones, los trans “son personas que solamente pueden ser peluqueros o pueden ejercer la prostitución”. Este es estigma que Mia busca erradicar. 

Uno de los logros que más la enorgullece es haber participado en la organización día del orgullo Gay, el pasado 27 de julio en Yumbo, dando un giro a la muestra representativa, que resalta la cultura y el arte, impactando a los asistentes por el respeto en las presentaciones. 

“Volví a Nacer” 

Tras meses de tutela, le aprobaron la reasignación de sexo, conocida como labioplastia, en la Clínica de los Andes, en Cali. Recuerda que estando anestesiada se conectó con otros seres, sintió la presencia y energía de personas que no pertenecen a este mundo, voces que decían: “Acá nos medimos por energía, no somos cuerpo, no puedes pasar de aquí”. En su proceso de recuperación, su presión subió y sintió que se fue de este mundo y se conectó con ese plano blanco, con una voz que susurraba “vienes de una mujer fuerte, muestra de qué estás hecha”. 

Actualmente, sigue en adaptación con su cuerpo, enfocada en su crecimiento personal y laboral. Ahora, estudiará psicología para obtener herramientas que le permitan continuar ayudando a su comunidad. Con gran orgullo dice “volví a nacer, soy una mujer Transgénero”, exitosa y hermosa que transformó su vida, no solo desde la apariencia física sino desde lo espiritual. 

 

Mia continuó su carrera en la Alcaldía de Yumbo con el programa de Bienestar Social de la Comunidad LGTBIQ+, buscando reducir la estigmatización laboral.

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