El teatro como representación artística de género (*)

El teatro como representación artística de género

Autores: Juan Sebastián Vásquez| Marcela Villalba.

Facultad de Humanidades y Artes

El género es un aspecto ligado a los proyectos de transformación social, en los que el arte ha contribuido a la reflexión y al cuestionamiento de diferentes problemáticas sociales. De esta manera, se pretende luchar en contra de las diferentes formas de opresión y exclusión. En Cali, con el paso de los años, y gracias al constante y arduo trabajo del sector artístico -particularmente del teatral-, han nacido unos formatos teatrales con enfoque de género, para que sensibilicen y eduquen a los espectadores. Ese es el caso de los teatros La Máscara y Presagio.

El objetivo del trabajo con diferentes artistas de la comunidad Drag Queen, entre otros, es realizar diversas actividades y generar cuestionamientos desde las diferentes líneas artísticas, incluido el teatro, con las que se logren oportunidades para disminuir las cifras de violencia basadas en género y que despierten una mayor comunicación, apertura, relación y empatía con el otro desde la diferencia.

La Máscara, ubicada en el barrio San Antonio, se ha convertido en un espacio feminista que pone en escena obras de teatro con contenido sociopolítico; asimismo, estas representaciones teatrales dan vida a fenómenos sociales como el desplazamiento, la explotación sexual infantil, líderes sociales y la identidad afro. 

Adicionalmente, La Máscara no es sólo una sala de programación de la escena en Cali, es también un proyecto cultural que acoge a un colectivo dedicado a la creación artística, cuyo fundamento está basado en la investigación y el desarrollo de diferentes proyectos socioculturales con comunidades. 

Susana Uribe, directora del Teatro La Máscara, cuenta que, en el Teatro, “la mayoría somos mujeres, entonces, solemos hacernos preguntas constantemente sobre nosotras mismas, como artistas, mujeres, madres, compañeras, amantes, como todo, y desde ahí se van realizando las obras y las investigaciones”. 

Dentro de las actividades del Teatro La Máscara se encuentra, desde hace siete años, el Laboratorio Teatral Feminista, un espacio de diálogo, sensibilización, respeto, tolerancia y aceptación por el otro, que se mantiene abierto a quienes deseen integrarlo. Y en él, se plantean diversas temáticas feministas que permiten la discusión y reflexión sobre diferentes cuestiones. 

Además, La Máscara está comprometida con la reflexión sobre las diferentes problemáticas sociales y, con sus representaciones, desarrollan una diversidad de cuestionamientos sobre distintas formas de violencia y opresión, desigualdad de género, entre otros, actuando como medio de denuncia y resistencia. 

Pero en Cali también existen espacios que funcionan como mecanismo social para la defensa de los derechos humanos, como el Teatro del Presagio, una compañía de teatro y promotora de la cultura en el Valle del Cauca, reconocida por su trabajo escénico en el que interpreta apartes de la historia del conflicto armado y la explotación infantil, entre otros. El Presagio ha incorporado el enfoque de género a sus diferentes líneas artísticas, con diversas propuestas que desarrollan de diferentes maneras, por ejemplo, el trabajo en conjunto con el Colectivo Teatral de Mujeres de Fuego. 

El grupo está enfocado en la creación teatral escénica y el trabajo con comunidad, por medio de montajes que exponen, desde una perspectiva estructural, temas como los distintos estereotipos de belleza, el amor romántico, el control sobre el cuerpo y las diferentes opresiones sobre la mujer, como ‘La Pajarera’, una obra cuyo objetivo es representar las violencias basadas en género. 

Ariane Denault-Lauzier, directora del Colectivo Teatral de Mujeres de Fuego, comentó a Utópicos que “al poder hablar de temas tan complejos, desesperantes y violentos en el teatro desde una perspectiva poética y metafórica, no vamos a cambiar el mundo, pero sí dejaremos una semilla en las personas al generar dudas. La necesidad de que las personas se instruyan sobre este tipo de problemáticas que se viven en todos lados, siempre va a estar presente, debido a la carencia de sensibilización y trabajo con la comunidad”. 

Como otra propuesta del Teatro del Presagio nació el Encuentro de Arte Queer, evento que comenzó en Cali en 2019 y que se ha realizado durante dos años, en junio, por ser el mes del orgullo LGBTIQ+. Esta iniciativa surge como una necesidad propia de los integrantes del Teatro del Presagio de ampliar su perspectiva de género y crear encuentros temáticos a su alrededor. 

Camilo Villamarín, director del Encuentro Nacional de Arte Queer, dijo a este medio que “tuvo un alcance que nosotros ni siquiera nos imaginábamos y estamos muy contentos de propiciar ese espacio y queremos hacerlo crecer, seguimos buscando aliados desde donde estén, porque además de los eventos artísticos nos interesa mucho la reflexión”. 

El objetivo del trabajo con diferentes artistas de la comunidad Drag Queen, entre otros, es realizar diversas actividades y generar cuestionamientos desde las diferentes líneas artísticas, incluido el teatro, con las que se logren oportunidades para disminuir las cifras de violencia basadas en género y que despierten una mayor comunicación, apertura, relación y empatía con el otro desde la diferencia. 

“El teatro es un excelente mediador de procesos. El arte es un mediador de otros procesos para movilizar vibras sensibles, para comunicarse con el otro, a lo mejor no desde el discurso que siempre se escucha, sino apelando al instinto, la impresión, al sentimiento, a la sensación, a conectarnos de otra manera”, expresó Villamarín. 

Finalmente, por medio de estas actividades que buscan instruir a las personas desde lo artístico frente al tema del género, los caleños han tenido la oportunidad de conocer la realidad que se vive y la lucha que han tenido muchos para reivindicar sus derechos, convirtiendo al teatro en un espacio donde visibilizan injusticias, y se rompen paradigmas y estereotipos, para poner sobre el panorama social las luchas y así reflexionar sobre los cambios que el mundo necesita. 

 

La Máscara, ubicada en el barrio San Antonio, se ha convertido en un espacio feminista que pone en escena obras de teatro con contenido sociopolítico.

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BMX

Un entretenimiento poco convencional y no inscrito en los deportes olímpicos, el BMX en la modalidad DirtJump, que consiste en la realización de acrobacias en el aire, cautiva a los habitantes del Barrio El Ingenio.
Casi todos los días, decenas de deportistas de diferentes sitios de la ciudad llegan hasta el Parque El Ingenio, ubicado en la carrera 80 con calle 16 para practicar esta disciplina que en los últimos años ha tomado fuerza en el país.


Por: Yurleny Ramírez Benavides – @enigma2leny
Cristian Javier Robles Molina – @croblesmolina91
Natalia Jiménez B – @MalariaX

Este parque del sur de Santiago de Cali es reconocido por la gran cantidad de personas que van desde tempranas horas del día a realizar variadas actividades deportivas; el fútbol es la más frecuente, pero también hay caminata, patinaje y ciclismo convencional, entre otras.

En un sitio específico del parque se practica esta variedad del BMX. Aunque a tempranas horas es un lugar diferente, vacío y sin gracia, más parecido a un colegio desocupado, más tarde cobra vida –como el claustro cuando llegan sus estudiantes-; al ser visitado por espontáneos que ignoran o pasan por alto el desafío constante a la gravedad en esas rampas de tierra, al que se enfrentan los practicantes.

Es una tierra de extraños, de impropios, de curiosos que se arriesgan en las rampas, es la tierra de los no bikers. Al pasar el día se convierte en la tierra de unos pocos, que aún continúan siendo extraños, extraños arriesgados, extraños de bicicletas pequeñas, coloridas y exótica;, en horas de la tarde, es la tierra de los sí bikers.

Ahora es un lugar de arriesgados, lugar de intrépidos, es el Parque del Ingenio, pero no el de todos, es el parque de los que saltan, el parque de los admirados por unos y envidiados por otros, es el parque del Ingenio, el parque de los bikers del sur de Cali.

Cuando llegan sus “estudiantes”, este “colegio” empieza a tomar vida, es un colegio de jornadas extrañas, pocos usuales, las “clases” son de jueves a domingo, generalmente, horarios que empiezan desde las dos de la tarde hasta las horas de la noche cuando son días de semana. Los sábados y domingos es en jornada continua.

Las bicicletas pequeñas, coloridas y exóticas, empiezan a ser el común denominador de los objetos que empiezan a contribuir en el ambiente de los extraños arriesgados, bicis en el suelo amontonadas con la intención de brindar un poco de seguridad para sus “novias” con ruedas, las incondicionales, las que no se prestan.

Los primeros esbozos de las proezas que desafían la gravedad se asoman tímidamente, perezosos, fríos y lentos, las coyunturas están frías. Todavía no son los veloces, no son los arriesgados, no son los intrépidos, ahora sólo están calentando.

Las acrobacias empiezan a ser rápidas, intrépidas, impresionantes, ahora es un espectáculo gratuito, ahora sí son los veloces. Las pequeñas y coloridas bicicletas empiezan a estar en el aire, a caer, a ser el placer de sus corredores, ellas empiezan a hablar en un lenguaje que sólo los bikers entienden, sus sonidos característicos, tales como los pequeños piñones, las gruesas llantas infladas a su máxima presión.

Los giros de los marcos, de la dirección, de la bicicleta completa ayudada por sus intrépidos corredores, se van convirtiendo en aplausos, en un simple, pero importante “buena esa” o un aún más significativo golpe con los puños.

La noche aparece sin causar mayor impacto en los corredores, noche que espanta al público que admirado sólo atina a decir “eso manes son muy arriesgados, me gustaría hacer eso, pero me da miedo”.
Los intrépidos se comienzan a cansar, las pequeñas bicis, vuelven a estar nuevamente una sobre la otra, con el correr de la noche los saltos y acrobacias empiezan a desaparecer, el idioma de las bicis es hablado sólo por unas pocas, ya se están callando. Ahora empieza el lenguaje humano, conversaciones que por más que sean en español, todavía sólo los bikers entienden.

El ingenio, el parque de los sí bikers vuelve de nuevo a ser la tierra de extraños, impropios y curiosos, vuelve a ser el colegio sin estudiantes, vuelve ser el Parque El Ingenio, el parque de todos, el parque de los no bikers.

Macondo

Macondo

Autores: Mario Baos | Ingrid Johanna Narváez.

Facultad de Humanidades y Artes

Entre casas y calles de luces amarillas apareció, como para Gabriel García Márquez, un sitio con el nombre de Aracataca, pero que no era así… apareció Macondo (postres y café)… En una esquina, inadvertido, con un estilo colonial, con mariposas amarillas como Gabo lo dice en la novela, adornando su fachada y un letrero grande con su nombre. Macondo nos llamaba como cuando algo te gusta mucho y sabes que podrás encontrar ahí una parte de ti; eso pudimos sentir.

Siendo jóvenes universitarios, unos chicos desprevenidos entraron en sus instalaciones; con la timidez del amor principiante se tomaron una taza de café… que les duró varias horas esa noche y sembró la semillita del amor.

En las calles del tradicional barrio de San Antonio, entre tantos faroles de luces amarillas y cuartones de casas tradicionales que remontan a una urbe antigua, mientras pasaban los carros clásicos como el Volkswagen escarabajo -que a pesar de los años se niega a desaparecer por su belleza-, estábamos nosotros caminando y pensando en cómo una ciudad de tantos edificios podía ubicar en sus entrañas un lugar que es hermoso por tradición; que entre gente bohemia y extranjeros distraídos se cuentan historias que parecen increíbles para la imaginación de cualquier poeta o escritor de novelas para televisión. 

Al acercarnos a sus puertas de madera sentimos cómo poco a poco el aroma de café colombiano se apoderaba de nuestro olfato, como si fuera un vicio, este olor hizo que aceleráramos un poco el paso y nos convenciéramos, sin decirnos nada, de que éste era el lugar que buscábamos y al que entraríamos seguramente. Y efectivamente… entramos. 

Nos recibieron, la música de Jazz en vivo, las mesas de madera y un calorcito como ese que se siente en la casa de los papás. Tímidamente llegamos a la recepción y preguntamos por el administrador, quien estaba en su oficina tomándose una lágrima (Café con un poco de leche). Mientras él salía, nuestros ojos quedaban maravillados por todos los posters que encontrábamos en las paredes, que remontaban al cine en blanco y negro, a la pasión de un beso y a la tradición de tomar un buen café en las noches. 

Nos sentamos en la entrada para poder ver las personas que ingresaban al lugar, en ese momento llegó Francisco Peña, el administrador. – “buenas noches muchachos”- saludó con un tono amistoso y se entabló la conversación. Macondo es un lugar mágico, donde se cuentan y se escriben historias diferentes, no solo de amor, sino también de amistad, de reuniones de viejos amigos para quienes no existen sino las palabras para poder comunicarse. No tienen red wi-fi abierta, pues la tecnología no es necesaria para ver a los ojos a una persona o para cuadrar alguna situación. Una taza de café ameniza cada momento y una canción suave hace que el ambiente sea propicio para encontrarte a ti mismo. 

Macondo, con nueve años en su historia, nace del sueño de un caleño, Carlos Mauricio Duque, quien busca brindarle a la ciudad un toque de cultura; en este sitio se ofrece a extranjeros y propios de la ciudad un lugar donde encuentran el calor del art, una sala de cine, que tiene cupo para treinta personas y una biblioteca. Es un sitio en donde, como nos cuenta Francisco, se arman historias… entre esas de amor. 

Nos cuenta que, siendo jóvenes universitarios, unos chicos desprevenidos entraron en sus instalaciones; con la timidez del amor principiante se tomaron una taza de café… que les duró varias horas esa noche y sembró la semillita del amor. Se hicieron novios y, mientras el café hacia efecto en sus corazones, en esos espacios románticos se unieron en matrimonio gracias a la propuesta hecha en esa mesa donde se conocieron y donde el chico le juró amor eterno … Hoy están casados y siguen yendo al romántico espacio donde se enamoraron. 

Al finalizar la conversación, salimos de Macondo, después de haber disfrutado de una ‘lágrima’ elaborada con café cultivado de las montañas del Quindío; guardamos, entre mariposas amarillas y luces de colores, un lugar que se queda en el corazón, un lugar que tiene más que una simple historia y donde un café significa más que una simple taza. 

 

 …muchos estudiantes del Pacifico han tenido que salir de su hogar por diversas problemáticas que aquejan a nuestras comunidades.

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DE LA GUITARRA ELÉCTRICA AL TROMBÓN

DE LA GUITARRA ELÉCTRICA AL TROMBÓN

Autor: Víctor Gil Nossa.

Facultad de Humanidades y Artes

Para nadie representa un secreto que el rock en Cali existe, pervive y se mueve entre las esferas, inclusive públicas, de una ciudad que sabe y siente más bien caliente. En Cali hasta el rockero es salsero, pues primero fue caleño antes que rockero y caleño que se respete baila salsa. Por eso es que en lugares como la salsoteca de Heberth, ubicada en un afortunado espacio entre la quinta y la Roosevelt, se ven más bien melenas y chaquetas, más bien botas que zapatos de charol.

La salsa ha sido sometida a diversas tergiversaciones y degenerada al nivel de una pista estéreo y versos insustanciales repetidos, y los defensores en la última línea del sonido exquisito del tres cuartos, las grandes orquestas y los solos prodigiosos son los que alguna vez frecuentaron la loma de la cruz y alterno bar, Letanías, Lennon, La mancha, Casa amarilla y algún desmadre en la calle del pecado. 

Se ha desplazado con el tiempo un imaginario del promedio calentano, bailador y tropical que se sale con creces de lo que se ha gestado en la cultura de la ciudad, unos dirán que, por falta de espacios alternativos, otros tantos dirán que esto ya se ha dicho mucho de Cali, y los más inteligentes deducirán que todo esto tiene una relación, que no hay cabo suelto en una sociedad que no sea consecuencia de la decadencia, y de la resiliencia. 

Cali no goza de festivales importantes de rock de manera continua y se dice del rockero que su adjudicación de un estilo de vida diferente es más bien cuestión de amor. Reconozco que lo es mencionando que los pocos festivales que existen en la ciudad se sostienen de los fondos de los mismos organizadores y de gestiones apoteósicas que libran frente al heraldo público para ganarse unos centavos. 

Esto ha empujado a las nuevas generaciones a explorar fusiones y otras alternativas latinas mejor vistas por los moradores culturales, dotados de ese buen tacto por los sonidos más complejos, y es ahí donde se evidencia una supuesta crisis de identidad cultural bastante propia de nosotros, que adoramos la salsa sin ser nuestra, pero ¿cómo no adorarla? Si ha acompañado la cotidianidad de Cali y ha redefinido la vida de miseria en las calles, empoderándose de una manera más amable, de fenómenos que de otra forma serían horrores propios de una guerra civil. 

A falta de festivales de rock, pues se perdió en el olvido el mayor festival organizado por la alcaldía de Cali, se empezaron a gestar espacios dedicados a los viejos vinilos y la salsa dura, creados por agentes vinculados a las artes en diferentes aspectos, como es el caso del señor Ospina y su afamada Topa Tolondra, o incluso se diversificaron espacios que ya existían dedicados a lo mismo por tradición, como es el caso de Tintindeo. Para la grata sorpresa de muchos, las nuevas generaciones que antes hacían rock, ahora se dedican a compartir uno que otro desvarío sonoro y como no, ni más faltaba; a bailar salsa como es y cómo se debe. 

La salsa ha sido sometida a diversas tergiversaciones y degenerada al nivel de una pista estéreo y versos insustanciales repetidos, y los defensores en la última línea del sonido exquisito del tres cuartos, las grandes orquestas y los solos prodigiosos son los que alguna vez frecuentaron la loma de la cruz y alterno bar, Letanías, Lennon, La mancha, Casa amarilla y algún desmadre en la calle del pecado. 

Lo que es entendido para muchos como una crisis de forma, es para ellos una deformidad de forma, de medios, de alternativas, y la manifestación perpetúa de una ciudad de incertidumbres que cada vez desplaza más los espacios convergentes, para abrirle paso a una cultura de autogestión, pero ellos han decidido con ahínco saborearse la vida pese a la violencia y falta de oportunidades, y ponerle cara al asunto de nuevamente defender lo que no es nuestro y revelada la verdad es que no somos hijos de nada, pues si algo tienen en común la Salsa sabrosa y el contestatario Rock and Roll, es que no son de acá, pero han definido lo que somos. 

Cali no goza de festivales importantes de rock de manera continua y se dice del rockero que su adjudicación de un estilo de vida diferente es más bien cuestión de amor. 

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CALI: LA CULTURA EN CRISIS

“He sentido mucho cómo se ha perdido la cultura en la ciudad a raíz de la crisis económica”. Así demuestra su preocupación Daniela Burbano, estudiante y bailarina de ballet del colegio IncolBallet, quien siente intranquilidad al pensar que las instituciones y los espacios culturales puedan desaparecer.


Por: Diana Carina González @DianaCarinaG

Ma. Alejandra Domínguez @maleja0111

Leidy Johana Fiallo @johafiallo

El riesgo se representa en Cali para entidades culturales como IncolBallet, Inciva, Bella Artes y la Biblioteca Departamental, que buscan apoyo para sobrevivir. Recientemente, realizaron una marcha con para exigir la colaboración monetaria que el gobierno les había prometido para pagar las nominas, el mantenimiento de las instituciones y las presentaciones que se hacen en el año; finalmente, el tres de octubre el Estado les proporcionó el dinero.

Sin embargo, otra problemática que se vive en Cali es la falta del público asistente a este tipo de presentaciones. Los ciudadanos han perdido el interés por la cultura, debido a tienen otros lugares para entretenerse como discotecas, cines y restaurantes, olvidando actos artísticos como el teatro, el ballet y la música académica (piano, opera y violín, entre otros).

“Se ha perdido participación de los ciudadanos por la tecnología. A la gente le da pereza salir de su casa para ir a estos eventos y prefieren verlos por internet o en la televisión. Si se quiere oír el concierto se pone Youtube, busca el video y lo ve en la comodidad de su casa. Eso sucede aquí porque en Europa la gente se desvela por asistir a un concierto”, dice Alba Estrada, pianista y dueña de la ‘Escuela de Música Alba Estrada’.

Eventos que se realizan anualmente en Cali:

• La matraca: en el mes de octubre. Se caracteriza por presentar grupos instrumentales de tango.
• El Festival Internacional de Ballet: Se realiza en el mes de junio, danza clásica y contemporánea.
• El Festival de Teatro de Cali: Se realiza en Abril, con obras de teatro contemporáneas, brindando un espacio de formación invaluable para el sector teatral.

Según la Cátedra UNESCO de Comunicación, solo el 5,2% de la población asiste a espectáculos de alta cultura, lo cual es preocupante, como lo manifiesta Burbano, debido a que los personajes que dedican su vida a estos oficios, no tienen muchas oportunidades en la ciudad.

“En mi época se veía más asistencia, porque se educaba a los niños con bases artísticas. Los conciertos eran muy económicos y había muchas oportunidades, por la cantidad de actos que se realizaban. Hoy la cultura ha cambiado, ya no se educa a los niños para un fin artístico”, afirmó Estrada.

Aquellos niños y niñas que se interesan por las expresiones artísticas, lo hacen porque estudian en un colegio que tienen esas bases o nacen en hogares en los cuales algún integrante de la familia las practica, como sucedió con Estrada, que a sus cinco años empezó a tocar piano por influencias de su madre.

De igual manera, Yuri Vásquez, quien pertenece a otra disciplina artística (teatro), comenta que muchas veces la sociedad no explora actividades nuevas en la ciudad, sino que siempre se quedan en la misma rutina: “Una obra de teatro tiene todo para que la gente también lo introduzca en su plan cotidiano, como salir a rumbear, a comer, entre otras. Cuando se asiste al teatro es toda una escenografía, indumentaria, maquillaje, vestuario, personajes y expresión corporal. No es algo que sea pre grabado, es algo que estás viendo”.

“Departamento debe $3.500 millones a Bellas Artes, $1.100 millones a Inciva, $1.000 millones a IncolBallet y $936 millones a la Biblioteca Departamental”.

Lo cierto es que hoy, el panorama cultural es triste, al encontrar que a la mayoría de las personas les resulta aburrido o muy costoso y se abstienen de participar en eventos propios del arte, que hace algunos años servían de entretenimiento social. En la actualidad, es un privilegio para los que aprecian estas disciplinas creativas.

Enlaces:

Presentación de Piano-Alba Estrada

Presentación de Ballet-IncolBallet

Obra de teatro