¡Manos a la obra!

Iniciamos la sexta semana del programa de movilidad entre la Universidad Santiago de Cali (USC) y la Virginia Commonwealth University (VCU). El día jueves 7 de julio tuvimos una reunión entre los estudiantes de la movilidad (Carlos Ortiz, Valentina Zuluaga, Diana Albornoz, Juan Sebastián Hernández, Jhon Eduardo Vargas Herrera y Mateo Fernández) no solo para definir el cuestionario a usar para las entrevistas con encargados del museo, sino para darnos a la tarea de buscar contactos, entre conocidos, amigos y familiares, que nos ayuden para grabar el tour del podcast del Museo de Poe en diferentes idiomas; ya que el museo solo tiene el audio tour en inglés.

En ese sentido, conocedores de la importancia que tiene Edgar Allan Poe en la literatura de novela policiaca, consideramos que en las diferentes latitudes del mundo hay personas interesadas en conocer de Poe, su vida, sus obras y diferentes curiosidades que el museo pueda exponer acerca de este notable escritor estadounidense nacido en Boston, Massachusetts el 19 de enero de 1809.

Durante la semana se ha trabajado en la traducción y grabación del podcast de la guía del Museo de Edgar Allan Poe (Poe Museum) en diferentes idiomas como alemán, francés y portugués, para después realizar a cada uno su respectiva postproducción.

Esta es la propuesta gráfica y de contenido que el grupo de trabajo de la USC propone para Poe Museum para distribuir su contenido en idiomas distintos al inglés, como se encuentra en la actualidad. La idea es mantener la línea gráfica actual y que los textos y los audios estén disponibles en otros idiomas.

También se terminaron los “¿Sabías qué..?”, una serie de piezas gráficas que hemos, considerado, puede sumar en la visibilidad de los espacio culturales ya que recogen los datos curiosos de las entidades que hacen parte de la investigación que se está realizando con VCU, de cada uno de los museos.

Por otro lado, algunos de los integrantes del grupo salieron a conocer otra parte de Richmond. Valentina Zuluaga, Diana Albornoz, Carlos Ortiz y Jhon Vargas, tomaron un bus durante una hora, para seguir conociendo los rincones de la ciudad, para ser exactos en el área de Swansboro West. Recorrieron el lugar observando nuevos lugares, detallando la arquitectura de las viviendas del lugar, compartiendo historias, anécdotas, tomando fotos y sobretodo disfrutando del placer de conocer nuevos lugares.

Al final del día el grupo de estudiantes que se fueron a aventurar por Richmond finalizaron su jornada cenando en KFC.

Finalizamos la semana de movilidad con satisfacción de alcanzar las metas propuestas, la mayoría de los productos casi terminados y a la espera de realizar las entrevistas con las respectivas entidades.

(*) Artículo de divulgación resultado del proyecto de investigación ‘International Research-Creation Internships and Practice in the Creative and Cultural Industries through a Joint Digital Storytelling Program’, desarrollado por las universidades Santiago de Cali (Colombia) y Virginia Commonwealth (EE.UU), dentro de la convocatoria 100,000 Strong in the Americas, con apoyo de Partners of the Americas, NAFSA, U.S. Department of State y Minciencias.

LA MONTAÑA DE LA COCA

LA MONTAÑA DE LA COCA

Autores: Alejandra Salazar | Yadín Antonio, Jose David Ortiz | Stiven Domínguez

Facultad de Humanidades y Artes

El pueblo estaba solo, el comercio aún no abría sus puertas. La espesa neblina se  despedía de la mañana y empezamos a ver la desnudez de las verdes montañas. No pasó mucho tiempo cuando Andrés llegó en compañía de su hija en una camioneta. En medio de bromas, Yadin -nuestro compañero- nos presentó y luego nos montamos al carro para ir a la casa que tiene Andrés alquilada en la localidad, para comer unas deliciosas arepas con queso que había preparado su esposa.

El fuerte olor de los productos químicos con los que se hace la coca, como la gasolina, el ácido sulfúrico y el amoniaco, nos causaron repulsión. Con risas, como si se estuviera burlando de nosotros, Andrés nos empezó a explicar el proceso de fabricación del alcaloide. Con sus manos callosas separó la gasolina y desechó la hoja de coca, agregó agua y ácido sulfúrico, lo filtró y le echó cal. Como por arte de magia, apareció una especie de guarapo de color café.

Nos habíamos levantado a eso de las cinco de la mañana. Teníamos que tomar una guala para llegar al corregimiento de Cisneros, donde nos encontraríamos con Andrés, nuestro entrevistado. Abordamos nuestro transporte, que a hora y media más tarde nos dejó en el lugar de encuentro Había poco tiempo y el trabajo del día iba a ser extenso.

Después del suculento desayuno, caminamos casi media hora por una empinada trocha rumbo al laboratorio donde se procesa la coca. Durante la travesía, nos contó que no es de Cisneros sino de Orito, Putumayo, y que desde que era un menor de edad trabaja como cocalero. También narró que desde que las avionetas empezaron a fumigar los cultivos de coca comenzaron los problemas económicos y se vio obligado a deambular por casi todo el sur de país en busca de mejores condiciones de vida.

Confesó sentir miedo por su esposa y por él, ya que había muchos enfrentamientos entre el Ejército Nacional y  las Farc.

Mientras descansábamos de la ardua caminata, Andrés, con voz pausada y mirada tranquila, explicó que la coca ha sido la principal fuente financiadora del conflicto armado en Colombia, pero que él no tiene la culpa de eso, que los costos de una producción de cultivos legales no le dan las ganancias básicas que la base de coca sí le brinda. “En Orito, el gobierno fumigó y erradicó los cultivos de coca, y yo no podía financiar un cultivo de yuca y otros productos, debido a que las vías quedan muy retiradas del pueblo. Además, un kilo de base de coca era más fácil de transportar en un costal que un producto legal y mejor pago”, relata.  

Andrés y su hija nos llevaban una amplia ventaja, conocen el terreno y lo caminaban como si fuera un pasillo de su finca. Nos contaron que su esposa a veces lo acompaña, que ella no se queda atrás y que es igual de berraca y capaz de trabajar el campo que él: “ Es una mujer de hacha y machete”, comenta Andrés.

Luego de caminar por más de dos horas, con las botas empantanadas y con la respiración entrecortada por el cansancio, por fin llegamos a la montaña donde está el laboratorio y se produce la base. Durante todo el camino teníamos la preocupación de que cualquier cosa ocurriera; sin embargo, Andrés nos transmitió tranquilidad, pero nos recomendó que fuéramos muy serios y prudentes con la información, que tuviéramos en cuenta que su familia y el sustento  estaban en juego.

El fuerte olor de los productos químicos con los que se hace la coca, como la gasolina, el ácido sulfúrico y el amoniaco, nos causaron repulsión. Con risas, como si se estuviera burlando de nosotros, Andrés nos empezó a explicar el proceso de fabricación del alcaloide. Con sus manos callosas separó la gasolina y desechó la hoja de coca, agregó agua y ácido sulfúrico, lo filtró y le echó cal. Como por arte de magia, apareció una especie de guarapo de color café.

 Al final del proceso quedó una masa blanca, que después dejó reposar y filtró echándole amoníaco; una vez filtrado y lavado con agua lo puso a fuego lento hasta que se evaporó toda el agua. Entonces lo pasó a una especie de aceite, lo dejó enfriar y pudimos ver el resultado: pasta de coca.

Al final del día, Andrés comentó que a veces siente remordimiento por el trabajo que hace, pero que trata de no pensar en eso, porque gracias a esta actividad está llevando el sustento a su familia.

Para él, es el Estado el responsable de su situación. Muchas veces ha querido empezar de nuevo una forma de vida en la legalidad, pero se le hace difícil, porque la vida en el campo es dura, las carreteras están en muy mal estado y lejos de todo, y al campesino no le valoran su arduo trabajo.

Después de un largo día, a las cinco de la tarde emprendimos nuestro camino hacia el caserío. La esposa de Andrés nos esperaba con su tímida sonrisa y con unas masitas de queso y un delicioso café. Algo quedó en nosotros después de conocer a esa hermosa familia pujante, amable y humilde, olvidada por el Estado, que vive de la ilegalidad.

Destacados

  • A veces siente remordimiento por el trabajo que hace, pero que trata de no pensar en eso, porque gracias a esta actividad está llevando el sustento a su familia
  • Nos recomendó que fuéramos muy serios y prudentes con la información que teníamos

Mientras descansábamos de la ardua caminata, Andrés, con voz pausada y mirada tranquila, explicó que la coca ha sido la principal fuente financiadora del conflicto armado en Colombia…

Escucha La Radio USC

Otros recomendados…

Las caras del periodismo universitario

Las caras del periodismo universitario

Las caras del periodismo universitarioLos días 10 y 11 de octubre de 2024 se llevó a cabo el V Encuentro de Periodismo Universitario en la Universidad Santiago de Cali, junto a la Red Colombiana de Periodismo Universitario.  El periodismo universitario promueve la...

read more

“Si ellos pisan nuestro pan; nosotros, los campesinos, pisaremos sus leyes: Andrés Cortés*, productor de hoja de coca.

“Si ellos pisan nuestro pan; nosotros, los campesinos, pisaremos sus leyes” Andrés Cortés, productor de hoja de coca

Autores: Alejandra Salazar | Yadín Antonio | Jose David Ortiz | Stiven Domínguez

Facultad de Humanidades y Artes

En los últimos 25 años en Colombia, la cocaína ha sido una fuente de financiación del conflicto armado, pero también ha sido un mecanismo de subsistencia para muchas familias campesinas que han sufrido el abandono del Estado.

Los fuertes olores de los químicos con que se elabora la base de coca producen severos dolores de cabeza y deficiencia respiratoria.

Andrés cultiva en su terreno empinado matas de coca, que le darán en tres meses 30 arrobas del producto que llevará a un laboratorio artesanal para triturar y macerar la hoja con agua, cal, sal y otros productos, que después de un proceso químico se reducirán a un kilo de pasta de coca.

Desde hace 10 años, Andrés Cortés vive en las pantanosas y fértiles montañas de Cisneros, Valle del Cauca, un corregimiento del municipio de Dagua que está ubicado entre Cali y la bahía de Buenaventura.

“Empecé este trabajo familiar a los 12 años y me tocó abandonar mis estudios de bachillerato para dedicarme a raspar coca. Mi familia era muy pobre, todos ‘raspachines’ (recolectores de hoja de coca), además tenía que caminar más de una hora por carreteras empantanadas para llegar al colegio; eso desanima al que sea. No tenía otra alternativa y siento que aún no tengo otra”, recuerda con nostalgia este putumayense que desde muy joven se dedica a esta labor ilegal.

Una de las principales carencias que tienen los campesinos en Colombia para sacar sus cultivos de las veredas son las vías terciarias, que en su gran mayoría son trochas en condiciones intransitables que hacen más difícil el transporte de los productos agrarios, que son comprados a precios irrisorios por comerciantes intermediarios. Esto desmoraliza al pequeño agricultor y lo estimula a que vea más rentable el cultivo de la coca, ya que es más fácil de transportar y es mejor el pago.

“No es lo mismo un cultivo ilícito que un cultivo de yuca o plátano, porque no tiene sentido sacar una carga de yuca a tres o cuatro horas de la finca para tener que venderla en 80 mil pesos, y con esa plata pagar trabajadores, transporte y abonos a precios muy altos. Mientras que un kilo de base uno lo saca en una bolsa y lo vende en $2’500.000 y a uno le quedan 800 mil. Con esa plata uno ya tiene para los gastos de la casa y la comida de la hija y la esposa. Ya se puede respirar un poquito mejor,” expresa Andrés.

En el año 2000, con el Plan Colombia, un programa de los gobiernos de Colombia y Estados Unidos para la lucha contra las drogas ilícitas en el país, empezaron las avionetas a asperjar con glifosato los cultivos ilegales, afectando no solo la salud de muchas familias campesinas por el alto grado de toxicidad que contiene este herbicida; sino también sus economías familiares.

RECUADRO:
En 2015:
Se incautaron 252 toneladas de cocaína
Fueron erradicadas 13.473 matas de coca
A mayo del 2016:
Erradicadas 7.869 matas de coca

Tras la llegada de la fumigación y la erradicación forzada en el Putumayo, a sus 22 años emigró hacia otros departamentos. Después de haber recorrido casi todo el sur de Colombia en busca de un trabajo digno, Andrés arribó rendido a Cisneros, Valle del Cauca, con una mano atrás y otra adelante, con su esposa y su hija recién nacida. Su panorama era el mismo en estas tierras: desempleo y desesperanza. Con el poco dinero que tenía ahorrado compró 6 hectáreas de tierra. Y con sus manos ásperas y fuertes construyó en su predio una casa en madera, y retomó los cultivos de coca.

Andrés cultiva en su terreno empinado matas de coca, que le darán en tres meses 30 arrobas del producto que llevará a un laboratorio artesanal para triturar y macerar la hoja con agua, cal, sal y otros productos, que después de un proceso químico se reducirán a un kilo de pasta de coca.

El campesino es el eslabón más frágil de la cadena de producción de base de coca. Las ganancias del alcaloide son mínimas comparadas con las de los traficantes que la exportan y que se quedan con exorbitantes sumas de dinero. Muchas veces su producción solo alcanza para mantener la alimentación de sus familias.

Con lo poco que gana y lo mucho que arriesga, Andrés vela por el bienestar de su hija, que actualmente es una joven bachiller con el sueño de estudiar odontología, y el de su esposa, quien ruega a Dios que algún día su esposo deje esta actividad ilícita para que puedan vivir tranquilos y sin la zozobra de ser capturados por las autoridades.

“Vivo enfermo, aburrido; esos venenos con los que se fumiga la hoja son muy costosos y además, de tanto manipularlos me producen fuertes dolores de cabeza. Pero qué hago. Yo lo único que sé hacer, es labrar la tierra. Mientras el gobierno no nos ayude a los que les damos de comer a los colombianos, seguirá habiendo coca y mucha pobreza. Si ellos pisan nuestro pan, nosotros, los campesinos, pisaremos sus leyes”, sentencia.

A pesar de los esfuerzos en la lucha antidrogas, la producción de cocaína en el país aumentó en Colombia. Según el Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos de Naciones Unidas el balance no es alentador. Hace apenas cuatro años, en el 2012, se habían logrado reducir los narco-cultivos a 47.790 hectáreas de hoja de coca. Pero desde entonces empezó un disparado ascenso que llevó a que en el 2015 se convirtiera, con 96.084 hectáreas, en el año con más narco-siembras de los últimos ocho años.

Entre las razones que plantean los investigadores de la ONU están la suspensión de la erradicación utilizando aspersión aérea de fumigantes tales como el glifosato y el aumento del precio de la hoja de coca.

Andrés sabe del gran daño que le ha hecho la cocaína al país, ya que ésta ha financiado en gran parte a grupos armados ilegales que han desangrado a Colombia. Este campesino de mirada noble y espíritu luchador, solo espera que el gobierno nacional le brinde a la población campesina mejores infraestructuras viales, estímulos y garantías económicas con otros cultivos alternativos y condiciones dignas de vida para el desarrollo del agro colombiano.Sin embargo, por ahora, el futuro de Andrés aún está atado a los cultivos ilícitos: un tema y un reto importante para el postconflicto.

*Por petición del protagonista se cambió el nombre

DESTACADO:

“Empecé este trabajo familiar a los 12 años y me tocó abandonar mis estudios de bachillerato para dedicarme a raspar coca”: Andrés.

“Una de las principales carencias que tienen los campesinos en Colombia para sacar sus cultivos de las veredas son las vías terciarias”.

Una de las principales carencias que tienen los campesinos en Colombia para sacar sus cultivos de las veredas son las vías terciarias…

Escucha La Radio USC

Otros recomendados…

Las caras del periodismo universitario

Las caras del periodismo universitario

Las caras del periodismo universitarioLos días 10 y 11 de octubre de 2024 se llevó a cabo el V Encuentro de Periodismo Universitario en la Universidad Santiago de Cali, junto a la Red Colombiana de Periodismo Universitario.  El periodismo universitario promueve la...

read more

SAN ANDRÉS: Magia, color, sabor y diferencia.

SAN ANDRÉS: Magia, color, sabor y diferencia

Autor: Sara Inés Hoyos Riascos

Facultad de Humanidades y Artes

Pisar un territorio tan impropio como distante; ver isleños que no lucen, no hablan, no creen, no piensan ni sienten como la gente del resto de Colombia; apreciar los siete colores que ofrece el mar Caribe; presenciar los atardeceres en tonos rosas; respirar los exquisitos aromas de una cultura edificada por esclavos africanos y haitianos abandonados en tierras lejanas por aligerar la carga de barcos que llevaban cientos de ellos; sentir los ritmos adueñándose del alma; soltarse de las ataduras del lugar del que se procede… es la magia de San Andrés.

Recorrer San Andrés permite evocar la Norteamérica reflejada en las películas de negros: calles repletas de carros lujosos, bellas combinaciones de razas, iglesias bautistas adornadas con hermosas ancianas luciendo sus mejores peinados e indumentarias dispuestas a cantar por horas alabanzas Góspel, tal cual se ve en las iglesias de Misisipi.

Más allá de las disputas que actualmente sostienen Colombia y Nicaragua por este hermoso pedazo de tierra y enormes riquezas marítimas, los raizales, gentiles, son conscientes del paraíso que tienen. Abiertamente, prefieren reconocerse solo como sanandresanos, como lo asegura Jean Pierre, un isleño que durante mi viaje me ofreció no solo un servicio de taxi sino también su amistad.

Aunque entre risas y bailes se asoma la empatía que tienen los sanandresanos hacia el pueblo colombiano, admiten abandono por parte del Gobierno Nacional. Jean Pierre explica, mientras sostiene el timón, que no contempla la remota posibilidad de pertenecer al pueblo nicaragüense, a pesar de que está más cerca, hablando de distancias geográficas. Entiende los problemas nacionales y sabe muy bien que los isleños son muy diferentes a los del interior; pero aun así seguirá sintiéndose colombiano.

Recorrer San Andrés permite evocar la Norteamérica reflejada en las películas de negros: calles repletas de carros lujosos, bellas combinaciones de razas, iglesias bautistas adornadas con hermosas ancianas luciendo sus mejores peinados e indumentarias dispuestas a cantar por horas alabanzas Góspel, tal cual se ve en las iglesias de Misisipi.

Nada de esto es visible en la zona turística, todo está escondido en la otra parte de la isla, donde la cultura ancestral vive, de secretos a gritos entrelazados por un idioma que los colombianos no conocemos.

RECUADROS

Trucos para no arruinarse en San Andrés .

-Viajar en una aerolínea ‘económica’ no siempre es la mejor opción, pues cobra por cada servicio adicional (como numeración de silla, equipaje de más de doce kilos, impresión del tiquete y fila para el abordaje).

-Se conoce más caminando que con algunos programas que ofrecen las agencias de viajes en paquetes turísticos. En realidad, ser amable y ganarse un amigo isleño es el truco para ir a lugares más allá de la Cueva de Morgan o el acuario.

-Desprenderse de la idea de regresar con regalos hasta para el perro. Se puede convertir en una tortura querer obsequiarle a Raimundo y todo el mundo una loción o chocolates, que ya se consiguen en el interior de Colombia.

-La comida suele ser muy costosa y de mala calidad en la isla. Lleve algunos productos desde su sitio de origen.

-Sacudirse del imaginario de que se llegó a Miami y se va a movilizar en carrito de golf  o en cuatrimoto. Caminar, colectivo o mototaxi es la solución.

Comer en San Andrés

-Las influencias paisas están presente en cada espacio de la isla, por lo que la comida típica o tradicional no está muy presente en los lugares turísticos. Para encontrarla se debe escudriñar un poco más en los sectores populares.

-En los restaurantes comunes los platos son costosos y si su sueño es la comida de mar, como un suculento sancocho de pescado, debe ir a donde comen los raizales.

-Las comidas rápidas están a la orden del día y aunque dañinas, son una buena alternativa para engañar al estómago.

Un gran abandono

En el norte de Colombia están ubicadas tres islas que, para ser francos, sufren de un gran abandono. Solo las dificultades sanitarias que pasan por falta de agua -los sectores no turísticos del archipiélago-, son un ejemplo de esto, pues desde el 15 de abril las alarmas se encendieron por una eminente calamidad pública. Factores como el fenómeno del Niño, las marcadas disminuciones de lluvias, que brillaron por su ausencia desde 2013, y la sobrepoblación, han provocado una explotación desmedida de las fuentes hídricas.

En un territorio de 26 kilómetros cuadrados, no solo habitan propios -75.000 personas-, sino también locos enamorados que ven en la isla su tierra prometida y se quedan viviendo allí. A esto se suma un millón de turistas que agotan recursos que la naturaleza proporciona para pocos. Así pues, evidentemente existe un problema de número de pobladores, aunque en los últimos días, la gobernación de San Andrés tomó la radical medida de duplicar el precio de la tarjeta de entrada, que pasó de $52.000 a $91.000 pesos colombianos.

Pero se deben tomar otras medidas desde el Gobierno Nacional, dignas de justificar la batalla que actualmente se está librando contra Nicaragua en la Corte Internacional de Justicia.

 Una región que podría ser país

Los enigmas del Caribe están presentes en los paisajes que la naturaleza nos enseña allí, quizá sea algo en común entre los paradisiacos lugares que lo constituyen; pues hoy en día, que estamos atravesando el boom de las integraciones culturales, el mundo recibe incalculable información sobre estas tierras. Un gran ejemplo es una de las Antillas menores, Barbados, que aunque viene de las dominaciones española y del Reino Unido, logró construir una identidad propia, en la cual podemos apreciar muchas similitudes con San Andrés, pues en ambas existe una riqueza cultural distintiva, hermosísimos rostros oscuros con ojos multicolor y labios rosas, movimientos acelerados del cuerpo al danzar, un inglés veloz acortando palabras, tranquilidad sin igual, entre otros atributos que hacen enamorarse del Caribe.

Hace algunos meses, el sector privado comenzó una campaña de “embellecimiento” del popular barrio San Luis. La iniciativa lleva el nombre de Sea of Color y consiste en pintar de vivos colores las fachadas de típicas casas construidas en madera y demás recursos inconfundibles de estas zonas.

“Hace algunos años habían dos San Andrés, el que visitan los turistas todo el año y el que nos tocaba vivir a los nacidos y criados en la isla -porque hay otros que se han venido a vivir acá, pero viven en el centro o cerca de lo turístico, los paisas-, pero ahora se ve cómo se están uniendo las dos caras de las monedas.” explicó Jean Pierre.

Más de quinientos voluntarios conformados entre familias enteras del sector, visitantes y funcionarios de entidades vinculadas a estas jornadas, buscan mostrar una nueva cara de la isla, llena de diferentes colores, vida, alegría y unión.

Aunque entre risas y bailes se asoma la empatía que tienen los sanandresanos hacia el pueblo colombiano, admiten abandono por parte del Gobierno Nacional.

Escucha La Radio USC

Otros recomendados…

Las caras del periodismo universitario

Las caras del periodismo universitario

Las caras del periodismo universitarioLos días 10 y 11 de octubre de 2024 se llevó a cabo el V Encuentro de Periodismo Universitario en la Universidad Santiago de Cali, junto a la Red Colombiana de Periodismo Universitario.  El periodismo universitario promueve la...

read more

EL ROBO DE TELÉFONOS MÓVILES

Colombia es el segundo país de América Latina con mayor número de celulares robados, al día (2.700 unidades). El informe de la asociación de operadores móviles GSMA junto a Uff! Móvil, explican que el hurto de teléfonos móviles “ha crecido fuertemente” en América Latina debido a la rápida adopción de los teléfonos inteligentes.

  • En Colombia hay alrededor de 123 millones de celulares, de los cuales 76 millones están registrados, 8 millones fueron hurtados, robados o extraviados, y 23 millones no han sido reportados y aparecen como activos.

Veamos estas recomendaciones.

PRIMER PASO

  1. Identifique el IMEI que tiene su celular (Para Android *#06# y para iOS Ajustes + General), esta es la identificación única de cada aparato. Consulte si su dispositivo ha sido reportado como robado en: http://www.imeipro.info/
  2. Recuerde que para hacer este proceso debe tener fotocopia de la factura o diligenciar el formato de declaración de uso y digitalizar los documentos.
  3. Regístrese en la página web del operador, en caso de no estar registrado haga el respectivo proceso.
  4. Realice uno a uno los pasos indicados por cada operador para registrarlo, lo puede hacer vía internet.
  5. Denuncie y reporte en caso de pérdida o hurto de su celular ante las autoridades competentes.

No olvide:

  1. Su equipo puede ser bloqueado si no registra el IMEI con el operador.
  2. En caso de regalar o vender su celular, por favor diligencie el formato de constancia para la transferencia de propiedad de un equipo terminal móvil usado, el cual puede adquirir en la pagína web de la CRC.
  3. Evite futuros inconvenientes con la ley, ya que en caso de robo y no denunciar el hecho, su equipo puede ser usado para delinquir.

LOS RECOMENDADOS

Phonto: La aplicación que nos permite agregar centenares de textos a las fotografías, títulos atractivos y marcas personales.

Wattpad: Una excelente opción para descargar libros en nuestro dispositivo móvil y algo interesante es que hay muchas ediciones en dos idiomas. 

 Por: Carlos Cruz – Docente.

  @PD360