Existen las segundas oportunidades.

Resulta fácil señalar sin conocer, juzgar sin vivir, en una sociedad enseñada a dejarse llevar por las primeras impresiones, por no ponerse en los zapatos del otro, por creer que su visión del mundo es la única correcta y, sobre todo, por no tener en cuenta el hecho de que a pesar de que algunos cometan errores, ante todo, son seres humanos.

Suficiente tienen los jóvenes infractores recluidos en el Buen Pastor con las difíciles situaciones de convivencia en un espacio donde en ocasiones aflora la intolerancia, sumada a factores como la separación de sus seres queridos y tener que lidiar con el rechazo de un sistema excluyente.

Al conocer lo que se vive detrás de las rústicas paredes del Centro de Formación, al interactuar rompiendo las jerarquías, es evidente la necesidad de dejar de ver este lugar como un centro de castigo; lo más importante son los espacios donde el rencor pase a un segundo plano, que se promueva la orientación hacia una perspectiva diferente de lo que dejaron al entrar y lo que  encontrarán al salir.

Los estudiantes santiaguinos apuestan por el cambio, por las segundas oportunidades y con las actividades propuestas en el Plan Padrino, asisten cada lunes a una cita con los jóvenes para contribuir al descubrimiento y desarrollo de habilidades, reforzar un lazo único de respeto, de experiencias compartidas, de aprendizaje mutuo.

Es satisfactorio encontrarse con la motivación de los jóvenes cuando ven llegar a los estudiantes, el saludo se convierte en una muestra de alegría, los miedos e intranquilidades cambian mientras participan en las actividades. La timidez con la que llegan pasa a un segundo plano, el lado humano que esconden detrás de una ruda mascara aflora, se motivan cuando ven que pueden lograr lo que nunca imaginaron serían capaces. 

Como agentes de cambio, los estudiantes ven en los errores las mayores oportunidades y aportan con voluntad de trabajo  y con amor sus conocimientos para contribuir en su resocialización. Parece tarea difícil, pero una vez se revela el talento que ha estado escondido y estigmatizado, se aprende a mirar desde una perspectiva distinta la realidad que no toca directamente a muchos pero que está muy cerca de todos. 

 Por: Laura Marcela Echeverry,  Tatiana Rodríguez y Alexandra Varón

  @lauecheverryh @tatiana9702  @varonalexandra 

CONOCIENDO UN MUNDO TOTALMENTE DIFERENTE

Cuando escogí la materia de Periodismo Social para cursar en este semestre tenía la incertidumbre de  saber cómo se desarrollaría; por chismes de pasillo sabía con antelación que iría al Centro de Formación Juvenil Buen Pastor de Cali, también era la primera vez que tendría que ver clase con la  docente  Olga Behar, quien es una eminencia dentro de la comunicación y el periodismo a nivel local, nacional e internacional. Tenía muchas dudas de asistir a esta clase, mi prejuicio sobre Olga es que debía ser una profe muy  pesada y exigente,  lo que me creaba una sensación de miedo.


El día de la primera visita, la experiencia del primer contacto con los jóvenes que están recluidos allí fue totalmente fuerte, mucha timidez, miradas pesadas por parte y parte, y un ambiente frío  y de expectativa, fue lo que pude percibir en aquel día. Luego entramos en confianza y comenzamos a interactuar con los chicos, unos eran muy alegres, otros muy tímidos, siendo muy cortantes en sus respuestas cuando cada algunos de los compañeros les preguntaban sobre algo.

Con el pasar de las clases, a través de las interacciones, cada vez salían más historias y nuevas cosas por contar por parte de los jóvenes. Entre risas y chanzas, yo iba entiendo mi rol dentro de este curso, todo era muy nuevo para mí y la confrontación entre mi realidad y la realidad de ellos fue tan fuerte que me invitó a reflexionar y a ir motivado a cada uno de los encuentros con los adolescentes.

Un inconveniente que nos hizo replantear el proceso que ya llevábamos adelantado tuvo que ver con el grupo de muchachos que trabajó con nosotros,  les llego un brote de varicela lo cual los hizo entrar en cuarentena marginándolos del proceso haciendo que se entorpeciera el buen desarrollo de las actividades, pero esto no impidió que siguiéramos adelante con el propósito de seguir trabajando con los chicos, inclusive en una de las sesiones tome la decisión de ingresar a la casa donde había comenzado el brote de esta enfermedad para saludarlos y saber cómo seguían después de tanto tiempo sin salir.

Para el día final del curso se organizó un evento muy simbólico pero que dejó, en estudiantes USC y adolescentes Buen Pastor una huella muy importante. Presentación musical, menciones de honor y, entre otras, ver las caras de felicidad de los familiares de estos jóvenes me hicieron entender que dentro de todo lo negativo, siempre habrá espacio para lo positivo.

Por un rato, entre el baile y la recocha hicimos olvidar a estos chicos del momento tan complejo que atraviesan y esto también los hace comprender que existe una alternativa, un camino que podrían tomar y que los haga sobreponerse a su vida antigua, haciendo que ellos se interesen por estudiar, trabajar, formar un hogar y divertirse dentro de lo bueno que les ofrece la vida.

Esta experiencia me dejó marcado, porque ignoraba totalmente que existiera un centro de formación juvenil donde los chicos permanecían recluidos por sus actividades delictivas, que este centro hace trabajos de tipo social, psicológico y de acompañamiento para que los jóvenes comprendan la magnitud de sus errores y entren en conciencia para resocializarse  y no  reincidir.

Como comunicadores, es importante seguir en el camino de ayudarles a estos chicos y sentir el espíritu de ayudar a los que más lo necesiten, desde la comunicación. Particularmente, me quedan las ganas de seguir apoyando estas causas, es satisfactorio ser parte de un grupo de ciudadanos que aportan un granito de arena que puede contribuir al mejoramiento de nuestra sociedad.

Por: Jerry Mitchell

  @chocojerry    

UN DIPLOMA AL AGUANTE

Una promoción más, un galardón a la paz; un golpe a la indiferencia de un colectivo de universitarios e infractores, lleno de almas dispuestas a hacer frente al oprobio, alzando bandera por la oportunidad.


La USC sigue girando historias con el movimiento ‘Plan Padrino’, que cada año se consolida más, haciendo eco en los jóvenes que reciben y los que ofrecen. Una total retroalimentación vive la academia con cada experiencia vivida desde el hábitat del oprimido.

En esta temporada, a pesar de algunos contratiempos, se graduaron 17 adolescentes infractores quienes, acompañados por sus orgullosos padres, adquirieron el ansiado cartón que los acredita como jóvenes que se esmeran por buscar la resocialización a través de la comunicación.

Estos graduados vivieron la experiencia de ser un comunicador social por cuatro meses. Pudieron, desde expresar sus sentimientos a través de las letras, pasando por la realización de entrevistas en conjunto con sus educandos, hasta hacer ejercicios autónomos de periodismo.

Jóvenes que en su mundo interno tienen mil problemas pero que cuando llegan los visitantes santiaguinos ponen su mejor rostro para realizar así una jornada agradable y armoniosa que atrapa corazones.

De esa manera, con gran un gran compromiso y esfuerzo de parte y parte, culmina un ciclo más, con un grado de indiferencia menos. En la graduación, los presentes vivieron un momento emotivo que quedará para la historia de estudiantes y adolescentes.

Además, en el encuentro, un joven llamado Arley se robó la atención del auditorio al recibir un reconocimiento merecido por asistir a cinco semestres de talleres USC, siendo así una insignia del proceso y de su perseverancia.

Pues a pesar de que la libertad hasta el sol de hoy le es esquiva, sigue asistiendo a los talleres con la actitud del primer día.

Este ejemplo llena de orgullo y plenitud a la academia que se alista para una próxima promoción, puesto que la obra no termina. Es una tarea genuina y reciproca dado que la desinteresada labor social que realiza la USC en tierras excluidas llena de vida y propósito a sus estudiantes; al mismo tiempo que incluye y acoge jóvenes que en algún momento se sintieron solos.

Por: VJ

  @vjrecreo 

ENTRE LA REAL ACADEMIA Y LO CARCELARIO

En toda sociedad existen lenguajes empleados por grupos determinados. Son conocidos como léxico o jerga. Por ejemplo, los términos que se utilizan en la medicina, no son los mismos que emplea un ingeniero civil. Es más, ese mismo ingeniero tal vez desconozca parte del vocabulario de un maestro de obra que, de manera empírica, trabajado en la construcción.


JOHN JAIRO RIVERA 

Relator desde la Cárcel de Villahermosa

Por ejemplo, la jerga utilizada al interior de la cárcel, generalmente es ajena o poco común para el resto de la sociedad. A continuación, algunas de las palabras del glosario carcelario:
Bianchi: Es curiosa la utilización del nombre de un caramelo relleno con dulce de chocolate. Los internos le dicen ‘Bianchi, Bianchi’, a quien sale del inodoro y no se lava las manos.

Shower: Se emplea para el turno de la ducha: “¿Último para el Shower?”. A esta pregunta, se deja ver el interno que en ese momento está de último, pues en un patio, con 1060 internos y solo 16 duchas, es necesaria la dinámica de la organización.

Patine: Es cuando alguien no es bienvenido a un grupo – “Patine como la Chechi” (en asociación a la patinadora Chechi Baena).
Patinemos: Dar vía. Debido al hacinamiento que hay en las cárceles, es común que se formen trancones en los pasillos, o en el mismo patio, y no se pueda caminar bien, es aquí cuando se dice: “Patinemos,” es decir, que abran espacio para pasar.

El Loco: Es el nombre que reciben los alimentos: desayuno, almuerzo y comida. Es uno de los momentos más esperadas por los internos.

Sopa: En Villa Hermosa, se le dice ‘sopa’ al que no se conforma con las raciones de alimento suministradas diariamente por el INPEC y busca comer más, ya sean galletas, comprar comida, jugos, entre otros. Y si no hay dinero, buscan ‘repelar’ del mismo ‘loco’.

Repelo: Es raspar la olla. Los ‘repeladores’ esperan a que se repartan los alimentos y si sobra, hacen la fila para reclamar más.
Chamber: Es el nombre que recibe el licor elaborado en la cárcel. Es producto del destilado de la chicha.

Se lo fumaron: Sinónimo de robar. Cuando se tiene una deuda y no se paga, cuando se presta algún elemento y no es devuelto o cuando se pierde algo, aquí es donde sale la frase: “se lo fumaron”.

Fachada: Es quien aparenta algo que no es. Le dicen fachada al interno que asiste a la iglesia cristiana al interior de la cárcel. Esto no significa que lo sea.
Entapiñado: Es quien hace las cosas a escondidas. Ejemplo: Si le llega comida, se oculta para comérsela. O dice no fumar y lo hace a escondidas. Se ‘entapiña’ para hacer las cosas.

Experiencia en el Centro Juvenil Buen Pastor

La ansiedad y los nervios invadieron todo mi cuerpo, el ambiente se tornaba pesado, pues al enfrentarse a una realidad tan cruda e impactante, las palabras quedaban cortas para expresarles a mis compañeros cuán ansioso estaba y, a la vez, la felicidad que se siente al ayudar a jóvenes que se han equivocado y han sido sancionados por ello.


DIEGO SAMUDIO

Al ingresar al Centro de Formación (antigua cárcel de mujeres de Cali), los nervios invadían cada parte de mi ser, pues me enfrentaba a un suceso nuevo en mi vida. Mientras esperábamos que los jóvenes elegidos previamente por un casting interno, todos los compañeros santiaguinos estábamos llenos de interrogantes. ¿Cómo serán?, ¿serán agresivos?; preguntas como estas llegaban a las mentes de todos los presentes en esa vacía pero calurosa capilla.

Antes de conocer los adolescentes tuvimos un recorrido por las instalaciones del Buen Pastor, ahí pudimos ver las diferentes “casas”, como son llamados los sectores (patios en las cárceles de mayores) donde tienen recluidos a estos jóvenes. La realidad era cada vez más cruda, pues al pasar y ver a tantos hombres juntos en esos espacios, ver como su única distracción era hablar entre ellos mismos sobre todas sus “hazañas” delincuenciales para así “matar tiempo”, como lo expresan ellos.

Cuando por fin aparecieron y pudimos conversar con ellos, pudimos notar cómo las personalidades eran totalmente diferentes, pues encontramos menores muy extrovertidos, pero también otros muy introvertidos, que hablaban muy poco y, a pesar de haber sido procesados y sancionados por sus graves acciones, eran muy tímidos al punto de sudar al decir sus nombres, su voces se quebrantadas y las expresiones de incomodidad salían a flote.

Esta primera experiencia nos dejó como enseñanza muchas cosas, una de ellas fue reconocer en estos muchachos sus talentos y constatar que, sin embargo, estaban recluidos en ese lugar.
La experiencia fue muy llenadora y conocer esta cruda realidad nos hace reflexionar sobre los contrastes que tiene este país, donde las oportunidades para jóvenes de bajos recursos no abundan y, desafortunadamente, la delincuencia pasa a ser una opción para sus vidas.