UNA NAVIDAD ENTRE REJAS: Historia de vida desde la Cárcel Villa Hermosa de Cali

Al ver la cárcel desde afuera nos imaginamos muchas situaciones que se pueden presentar adentro. Pero solo quienes han estado detrás de esos muros conocen la realidad. Hace 15 meses me encuentro privado de la libertad, este ya es mi segundo diciembre entre las rejas de Villa Hermosa. Nunca en mi vida me habría imaginado estar aquí, pero nadie está ajeno a vivir una realidad como esta.


Por: John Jairo Rivera Ríos

¿Cómo es una navidad dentro de la cárcel? Es una fecha importante, pero con la rutina que se vive aquí, se convierte en una época común y corriente.

LA DECORACIÓN
Las fiestas decembrinas se inician desde noviembre, cuando los presidentes de los pasillos -también reclusos- empiezan a organizarlas. Como en casa, la pintura y el retoque solo se ven en esta época del año. Aunque el dinero está prohibido al interior de los patios, se pide una cuota, pues acá todo es dinero; así como en la vida cotidiana, en la cárcel te da comodidad. Aunque haré
En general los internos se preocupan por embellecer los espacios comunes de la cárcel, para que visualmente el ‘canazo’ no pegue tan duro y que la visita se sienta cómoda cuando nos viene a ver: en la cárcel la visita es lo más sagrado del mundo.

Para la decoración navideña, el material de trabajo se pidió en la calle. Familiares y amigos se encargaron de comprarlo y llevarlo hasta la puerta del penal. Al interior buscamos la autorización y la ‘liga’ para el ingreso, en este mismo pedido se aprovechó para pedir los adornos y luces que se iban a instalar. Los trabajos se hicieron antes de la primera visita de diciembre, para que nuestras familias vieran un lugar agradable.

El patio se restauró, se organizaron los techos, se estucaron las paredes y se pintó. Mano de obra profesional sobra, pues son muchos los que en la calle vivían de la construcción; así pues, los trabajos se hicieron con esmero y perfección. También se aprovechó para organizar las celdas, pues es la única época cuando el material entra fácilmente: si no es en diciembre, no es nunca.

Como en todo, hay simpatizantes y contradictores. Quienes están en contra dicen que ni la propia casa la mantienen así de arreglada. Y los que están a favor, apuntan a tener un ambiente visualmente más tranquilo y organizado. Aunque estas manifestaciones no pueden ser tan públicas, pues criticar es estar inconforme y la inconformidad genera una salida de patio.

LAS CREENCIAS
En el establecimiento básicamente se practican dos creencias religiosas, la cristiana y la católica. En la cristiana se hace un fuerte trabajo de fortalecimiento espiritual. Todos los días hay culto, en la mañana, al medio día y en las noches. Es la corriente con mayores adeptos. La religión católica tiene pocos seguidores y solo una vez a la semana viene el cura de la parroquia más cercana a oficiar la eucaristía; pero aun así, se hacen notar.

El patio donde me encuentro (el dos) tiene unos 880 internos, de los cuales el 22% practica algún tipo de creencia, un porcentaje relativamente bajo para la cantidad de personas que lo habitamos.
Para muchos, entre los que me incluyo, la creencia en Dios es el alimento diario para mantener las fuerzas, la esperanza, la fe y la convicción de que todo saldrá bien. Quienes estamos en Cristo permanecemos tranquilos y brindamos fortaleza a nuestras familias, que tanto la necesitan. Quienes no, encuentran en el vicio la opción para olvidar los problemas. Para, como dicen ellos, “pasar el ‘cañazo’ más suave”.

El pesebre no faltó, incluso la Directiva del Establecimiento organizó un concurso entre patios para el más visible y mejor elaborado. Pero más que el concurso, siempre estuvieron vivos el espíritu y la tradición, pues no hubo día en que no se realizara la Novena.

EL 24 Y EL 31 DE DICIEMBRE
Para navidad, la visita fue en los patios del ala opuesta; no hubo rumba, pocos trasnochados, incluso la ‘tirada’ – la acostada – fue temprano, a las 11:00 de la noche. Eran pocas las personas que llamaban a sus hogares tarde.
El 31 nos correspondió la visita; fue especial, pues nuestros hijos pudieron venir.

La rumba también fue escasa, pues el día anterior la guardia hizo ‘Richi’ -el operativo para encontrar todo lo ilegal: celulares, armas, estupefacientes, licor, dinero, entre otros. El 30 se llevaron toda la chicha y el ‘chamber’ (así se le llama al licor que se produce acá). Por ende, no hubo con qué emborracharse.

La visita estuvo numerosa. Tres visitantes por interno es el tope estipulado cada fin de semana, aunque a muchos de los reclusos no les llega nadie, sea porque no tienen familia en esta ciudad y sus alrededores, o porque los han olvidado.

Este día también hubo entrada de alimentos. La comida ‘callejera’ ingresa dos o tres veces al mes, es un respiro gastronómico a la ofrecida por el INPEC, que no es muy buena que digamos; pero que, gracias a Dios, no nos falta.

Carnes frías, costilla, ensaladas, natilla, buñuelos, manjar blanco, pasteles, entre otros, fueron los manjares que recibimos para terminar 2014. Gracias a Dios y a nuestras familias, hubo abundancia de alimentos, que compartimos con quienes no recibieron visita.

Cuando se marcharon, el llanto no faltó. El ideal de muchos es que en 2015 tendrán a sus familiares de nuevo en casa. Tristeza, felicidad, zozobra, quedaron en el aire. A las doce de la noche, la pólvora se escuchó a lo lejos, algunos voladores se dejaron ver a través de rejas y un sonar de palmas entre los internos, que no se decían “feliz año” sino “ya nos vamos, fuerza, ya nos vamos”.

Cultura ancestral tirada en las calles.

En diversos andenes de la zona comercial, en el centro de Cali, se pueden observar mujeres vistiendo atuendos de cromas tan vivos que se resisten a sucumbir ante el tapiz grisáceo de mugre que los cubre, en compañía de infantes para quienes la urbe es su patio de juegos; viven a la expectativa permanente de la conmiseración de los transeúntes traducida en una moneda o un bocado de comida.

Por: Edward Gómez Silva

Las inmediaciones de la plaza de Caicedo y del Terminal de Transportes, así como la carrera 15, son algunos de los puntos donde suele vérselas con mayor frecuencia.

DESPLAZAMIENTO INDÍGENA EN CALI.

En abril del año pasado se dio a conocer en Ginebra (Suiza) el informe del Centro de Monitoreo del Desplazamiento Interno (IDMC), en el que se afirma que Colombia encabeza la lista como uno de los países con más desplazados en el mundo. La investigación dice que entre 4.9 y 5.9 millones de personas han sido obligadas a salir de su lugar de origen.
Lo anterior se puede evidenciar en Cali, la tercera ciudad más importante de Colombia, y en donde minorías étnicas como los afrodescendientes, indígenas, gitanos y raizales, se encuentran en una situación de vulnerabilidad social.

Basta con salir a la calle a dar un paseo, a pie, en carro o en el transporte público para ver a una mujer con uno o varios niños pequeños pidiendo una moneda con la que seguramente comprará algo de comer.
Muchos de los desplazados se encuentran asentados en el barrio El Calvario, en condiciones que no son adecuadas. Decenas de ellos llegaron a Cali sin nada más que la ropa que traían puesta, entre las miles de personas que tuvieron que salir corriendo a las ciudades a mendigar, a tener que aguantarse insultos y malas miradas de los demás.

En el proceso de adaptación a la ciudad y mientras se acostumbran al ritmo de vida citadino, se van perdiendo o eliminando poco a poco todas aquellas tradiciones que tienen. Por ende, se corre el riesgo de que desaparezcan las expresiones socioculturales que hacen de Colombia un país multicultural.

Lenos Ramos, asesor de la Defensoría del Pueblo, afirma que la defensoría elaboró un reporte de riesgo en torno a la situación de los indígenas en Cali, que concluyó que el territorio de donde son provenientes estos desplazados está aún en riesgo, lo cual impide que se realice el retorno, por lo menos por ahora.
Mientras tanto, los indígenas siguen en condiciones inapropiadas, pasando hambre y frío, solo con el anhelo de estar pronto en el lugar que los vio nacer.

DURAS EXPERIENCIAS.
En medio del puente peatonal que enlaza la Terminal con el hospital Rafael Uribe, una joven amamanta a un bebé enrollado en una sábana estampada con motivos de Barney, el dinosaurio. Se llama Marina, tiene veintisiete años y uno de vivir en Cali.

Llegó desde el resguardo Embera Chamí de Pueblo Rico, un pequeño municipio ubicado al noroccidente de Risaralda que desde mediados de los años noventa ha padecido el infortunio de ser escenario de hostilidades entre las Fuerzas Militares y la insurgencia. Huyendo de la guerra, varios centenares de indígenas Embera Katío y Embera Chamí se han dispersado por las principales ciudades del país, en busca de la supervivencia.


Marina vive en un inquilinato en el barrio El Calvario, donde por cinco mil pesos puede refugiarse de la intemperie con su pequeño Manuel, de cuatro meses de nacido.
Diariamente sale temprano y camina hasta su puesto de trabajo, el puente, donde permanece hasta que el ocaso se adueña del cielo. Cuando le pregunté cuánto dinero hacía por jornada, me dijo que es muy variable: “hay días buenos, como otros que no tanto”; en un día “bueno” puede recaudar entre veinte y treinta mil pesos, usufructo del espíritu solidario de los caleños.

Pero vecinos del sector denuestan la forma en que Marina y cerca de otros 200 Katíos y Chamíes se ganan la vida a través de la mendicidad.
Oscar trabaja vendiendo collares artesanales y, como Marina, también llegó como víctima del desplazamiento forzado. Dice que su orgullo no le permite comerse un pan que no ha sudado, por lo cual trabaja sin descanso para que a su esposa y sus dos hijos no les falte nada.

Algunos comerciantes del centro de Cali, como Arles Majín, afirman que este fenómeno es solo otra facción de la trata de personas. Él mismo ha visto que “un individuo arrima en una moto donde las indias, les entrega contenedores de icopor con almuerzos y les recoge dinero”. Esta versión la ratifica otro negociante, Carlos Inéstora, quien dice que las indígenas se prestan y se rentan los hijos entre sí, como si fueran herramientas de trabajo.

Según Lenos Ramos, asesor de la Defensoría del Pueblo, hay censados 218 indígenas Embera dentro de la ciudad, de los cuales 12 son mujeres embarazadas. Su despacho está al tanto de su situación y ha estado mediando con su par de Risaralda para propiciar las condiciones de regreso de los indígenas a su territorio, en tanto se les brindan atenciones en salud y alimentación, en concordancia con el Enfoque Diferencial, una figura jurídica aplicada a los individuos de ciertas etnias que por motivos de lenguaje y contexto cultural de procedencia presentan más dificultad para adaptarse al entorno urbano que un desplazado promedio.

El informe ejecutivo sobre la situación de la población víctima del conflicto armado entre 2013 y 2014, expedido por la Personería Municipal de Santiago de Cali, enuncia que de las 138.060 víctimas del conflicto armado asentadas en la ciudad, sólo el 2% se auto reconocen como indígenas, una cifra estadística que se queda corta en contraste con la abundancia de indígenas en situación de mendicidad en el centro.

LA MADRE DE LOS ANCIANOS ABANDONADOS

LA MADRE DE LOS ANCIANOS ABANDONADOS

Autor: Yuddy Quintero.

Facultad de Humanidades y Artes

Nacida en una numerosa familia y conocida como la mamá de los abuelos, ella es Ana Beiba Lasso, la directora de la Fundación para el Anciano Abandonado la Misericordia de Jesús.

Todo comenzó hace 16 años cuando pasaba por una fuerte crisis económica. “Un día estaba en un hospital buscando empleo, no tenía nada de comer ni qué darles a mis hijos y oí la voz de Dios que me dijo: ‘recoge al anciano’. Yo respondí: ‘Dios mío, pero yo qué les doy de comer si no tengo ni para darles a mis hijos’. Pero cada vez era más fuerte la voz de Dios. Y viendo a uno de los ancianos desamparados, decidí llevármelo”, explicó Ana.

Su impulso por ayudar a los ancianos, a los que les dice ‘bebés’, es el amor a Dios. Todo comenzó hace 16 años cuando pasaba por una fuerte crisis económica. “Un día estaba en un hospital buscando empleo, no tenía nada de comer ni qué darles a mis hijos y oí la voz de Dios que me dijo: ‘recoge al anciano’. Yo respondí: ‘Dios mío, pero yo qué les doy de comer si no tengo ni para darles a mis hijos’. Pero cada vez era más fuerte la voz de Dios. Y viendo a uno de los ancianos desamparados, decidí llevármelo”, explicó Ana. 

Se llamaba Gildardo Salas; a los veinte días llegó Medardo Patiño, al mes le llevaron a Bernardo Valoy y así sucesivamente fueron llegando otros más. Por lo tanto, debía fiar en las tiendas para darles de comer no sólo a sus hijos sino también a los ancianos, situación que hizo que la mayoría de los miembros de su familia le dieran la espalda y la tildaran de loca. 

A eso se sumaba que Ana vivía en una casa arrendada y cuando la veían con tantos ancianos a veces no la aceptaban o, peor aún, la echaban de las viviendas. Pero cuando más puertas le cerraron por ayudar al anciano abandonado, más aumentaron sus ganas de hacerlo. 

Con el pasar del tiempo, su casa se llenó de personas de la tercera edad, todas con grandes sueños pero sin dinero y con algo en común: el abandono y el desprecio de sus familias. “Yo no entiendo cómo alguien puede abandonar a un anciano, llevo diez años acá y aún no lo comprendo”, indicó Azalia Ocoró, voluntaria de la fundación. 

Actualmente ella continúa con su labor, a la que se unió una parte de su familia. Juntos se encargan de las labores domésticas que requiere el sostenimiento de los ancianos y de la fundación. “Yo sufro si veo sufrir a un anciano, por eso los ayudo en lo que más pueda”, aseguró uno de ellos, Esteban Lasso. 

Por otro lado, ella no detiene su mano al momento de ayudar una persona abandonada. En la fundación hay cinco jóvenes que están enfermos y fueron abandonados y un niño al que adoptó desde que era bebé, dándole no sólo su amor y apellido sino también su hogar. 

Sólo abre las puertas de su hogar al que lo necesita 
El único requisito que Ana exige para recibir al anciano abandonado es que no tenga una familia y un hogar. Ella no acepta a ningún anciano al que le puedan costear su estadía en la fundación, porque considera que ocuparía el espacio de alguien que realmente está desamparado. 

¿De dónde vienen los ancianos abandonados? 
La mayoría viene de los hospitales de Santiago de Cali, de la calle o son enviados por la policía. “Llegan graves, con enfermedades de toda clase, pero a los pocos días o meses, Dios me los sana”, explicó Ana. 
Cuando los ancianos están graves de salud son bien recibidos en los hospitales, pero si alguno fallece, Ana debe buscar la manera de cubrir los gastos fúnebres, al igual que conseguir donaciones de alimentos, ropa y productos de aseo, entre otros, para el sostenimiento de la fundación en la que viven actualmente más de noventa ancianos. 

Un caso reciente 
Un anciano español fue abandonado por su hijo que lo llevó a un hospital porque tenía una enfermedad respiratoria. Este hombre dejó a su padre en Cali y regresó a España. “Estaba hospitalizado con neumonía y cuando ya me dieron la salida no tenía a donde ir, estoy esperando a que la embajada responda y me envíen para España”, aclaró Ernesto. 

 

 …“Yo sufro si veo sufrir a un anciano, por eso los ayudo en lo que más pueda”.

Escucha La Radio USC

Otros recomendados…

Bocachico, gracias por la espina.

In memoriam David Sánchez Juliao (1945-2011) Eduardo Galeano (1940-2015) Siempre les tuve pavor a las espinas de ciertos pescados. Tal vez, por ser del interior del país –aunque ya sabemos que Cali queda a solo 122 kilómetros de Buenaventura, en la costa del Océano...

read more

SIN MALETAS: YO ERA MARKOS. PARTE 5

Utópicos web 2.0 reproduce un especial periodístico de nuestro medio aliado mexicano www.lopolitico.com Sin maletas busca crear conciencia sobre la migración forzada como una problemática mundial y reconoce las contribuciones positivas que los refugiados aportan...

read more

SIN MALETAS: LA BATALLA POR TYMUR. PARTE 4

Utópicos web 2.0 reproduce un especial periodístico de nuestro medio aliado mexicano www.lopolitico.com Sin maletas busca crear conciencia sobre la migración forzada como una problemática mundial y reconoce las contribuciones positivas que los refugiados aportan...

read more

SIN MALETAS: LOS HIJOS DEL CONGO. PARTE 3

Utópicos web 2.0 reproduce un especial periodístico de nuestro medio aliado mexicano www.lopolitico.com Sin maletas busca crear conciencia sobre la migración forzada como una problemática mundial y reconoce las contribuciones positivas que los refugiados aportan...

read more

La Plaga del Pacífico

“Se nos está comiendo el chontaduro del Parque de la Chonta”: Rafael Corcho.


Por Héctor Fabio Grueso
@hectorgbenitez

El Parque del Chontaduro fue creado hace más de cuatro décadas. Allí laboran todavía varios de sus fundadores. Rafael Corcho es vendedor mayorista desde su infancia y describe este lugar como un patrimonio cultural donde sus familiares siempre han trabajado. Para Rafael y los más veteranos, este parque refleja el carácter cultural del departamento, haciendo gala de sus raíces del Pacífico colombiano.

U. ¿Hace cuánto hace parte del Parque Chontaduro?
Hace aproximadamente 42 años, cuando se vendía por baldes y el costo era de 40 pesos por cada balde. En este momento, el balde tiene un costo de $90.000 a $100.000.

R. ¿Cómo llegó a ser parte del Parque del Chontaduro?
Llegué a los 16 años y tengo actualmente 58, nosotros somos una familia unida, por tradición siempre hemos trabajado con este fruto y aquí están mis hijos conmigo, debido a que es una cultura que no se ha perdido. Eso fue lo único que aprendimos a hacer desde muy pequeños. Nosotros somos los mayoristas del Parque del Chontaduro, surtimos a media ciudad de Cali, donde se vende.

P. ¿Qué días llega el chontaduro del Cauca y de Putumayo?
R. El chontaduro llega todos los jueves y lunes a las 5 am, y los sábados a medio día. Pero ahora ya no entra con frecuencia como antes por la situación que está viviendo el Pacifico colombiano. Actualmente entra más controlado, porque los precios están muy altos y las ventas han mermado.

P. ¿Cuál es el problema que afrontan actualmente?
En este instante tenemos una escasez en el Pacífico porque a la cosecha de chontaduro le cayó una plaga que no se ha podido controlar, debido a que la Secretaría de Agricultura no ha colaborado y los consejos comunitarios de la zona no han pedido la ayuda para investigar cómo combaten esa peste, que dentro de muy poco va acabar con la producción del Pacífico. Los únicos departamentos que nos está surtiendo en este momento son Cauca y Putumayo.

U. ¿Qué tipo de plaga está acabando con el chontaduro?
R. Es un cucarrón que se reprodujo. El campesino no le puso cuidado al principio, la plaga se regó y están desapareciendo los cultivos. Se avecina un problema y es que si ese cucarrón se sigue reproduciendo y afecta más a la costa pacífica, los campesinos se tiene que venir a Cali a rebuscar para poder sobrevivir, porque no tendrían qué comer, debido a que la plaga los sacaría del campo.

U. ¿Cuántas clases de chontaduro se consiguen en este parque? 
R. Hay dos clases de chontaduro, de color amarillo y rojo; en tamaño, hay grueso, mediano y chirilla, que es la que más se vende, porque ese tipo de chontaduro lo comercializan por chuspa (bolsa) en cualquier parte, debido a que es más menudeado.

U. ¿El chontaduro que contiene? ¿Si es bueno para la salud?                                                                                      R. Dicen que el chontaduro tiene más vitaminas que muchos productos que van por encima del mismo frijol, el estudio lo ha hecho la Secretaría de Agricultura que dice que contiene una proteína muy grande, pero realmente lo único que nosotros sabemos es venderlo, no sabemos qué contiene. A nosotros nos dicen que es afrodisíaco, pero nosotros escasamente lo comemos porque cuando uno vende chontaduro no lo vuelve a comer más, porque se hastía.

U. ¿Qué se puede preparar con el chontaduro?
R. Jugos, tortas, harinas, mermeladas, compotas, y salsas, dependiendo del gusto del cliente.

U. ¿Las vendedoras de chontaduro de Cali, se surten en este parque?
R. En este momento no se están surtiendo aquí, porque el transporte nos perjudicó debido a que nos dejó en un punto muerto, y esas personas lo están comprando en otros sitios mayoristas que nosotros también surtimos, como Alfonso López, Santa Elena y la Casona. A nosotros, la Secretaría de Tránsito no nos colaboró con el transporte y esta zona quedó muerta de movilidad. Eso dejó como resultado que las personas de bajos recursos no pudiesen llegar hasta este sitio a surtir sus platones.

U. ¿Es verdad que el Parque del Chontaduro va a dejar de existir más adelante porque van a construir una avenida por donde va pasar el Mío?
R. Siempre nos dicen lo mismo, que nosotros no podemos detener el desarrollo de la ciudad, pero este es un punto tradicional de Cali y esperamos que si llega a desaparecer este parque de la chonta, nos reubiquen de una mejor manera en otro punto. Nosotros toda la vida hemos trabajado aquí, nunca nos dijeron que no podíamos trabajar, siempre nos dicen que nos van a quitar el lugar, pero nosotros no sabemos cuándo; estamos aquí, hemos pedido precio por la tierra y no nos dan respuesta.

1. No hemos tenido colaboración de la Secretaría de Agricultura, ni del Tránsito.
2. El Parque del Chontaduro fue fundado por Rubelio Posso, en 1973, antes de que hicieran el Parque del Avión.
3. En el Parque de la Chonta funcionan 13 locales donde se vende el chontaduro
4. Los cultivos de Papachina, Chivo y Chivirí están afectados por la plaga del Pacífico.
5. El Parque del Chontaduro sostiene a muchas familias y si desaparece causará mucho desempleo.