“Hay que vivir con más calma”

Autor: Manuel Alejandro Victoria

Facultad de Humanidades y Artes

Leonardo González Ayala, subdirector del FundaSAB.

Leonardo González Ayala (38 años) es originario de la ciudad de Cali. Estudió diseño gráfico y es profesional en mercadeo y negocios internacionales, actualmente es el subdirector de la Fundación Asilo de abuelos FundaSAB, que brinda servicio de hospedaje, bienestar social y cuidado integral a población adulta mayor que ha sido abandonada y sin recursos, en el Barrio Marroquín 2. 

Lo más bello es ayudar a los que se encuentran en situaciones de necesidad, poder brindarles un hogar, alimentación y una atención integral, ver eso es algo confortante; cuando un adulto mayor me dice ‘gracias’ o a algún servidor de la fundación, cuando nos dan un abrazo y la gratitud de poder darles la mano, es algo en lo que yo he podido ver la belleza y que llena bastante haciendo esta labor.

¿Cuándo se creó la organización?

La fundación nació a inicios de los años noventa. Mi mamá, la señora Bertha Libia Ayala Guzmán, fue fundadora del barrio Marroquín 2 y desde que llegó comenzó a trabajar en pro de generar respuesta a problemáticas que tenía la comunidad. Ella identificó que dentro de los diversos grupos poblacionales, el que más sufría era el adulto mayor. Entonces, entre los años 1991 y 1992 comenzó a trabajar con esa población.

 ¿Por qué se constituyó?

Ella evidenció que la población adulta mayor era la que más sufría, porque se le daba poca atención y en especial en el tema de salud, entonces comenzó a reunirlos, a hacer actividades, ya sea en su casa o en espacios como el salón social perteneciente a la iglesia católica y aquello tomó tal fuerza que entre 1993 y 1994 ella logró contratar con la Secretaría de Bienestar Social de la Alcaldía de Santiago de Cali, bajo unos programas que se llamaban Centros días para adultos mayores. La alcaldía dotó unos recursos, como son alimentos, mesas, sillas, neveras y estufas para prepararles los alimentos, también sacarlos a paseo y darles un detalle cuando había celebraciones especiales. En ese momento se consolidó la labor y se constituyeron legalmente, primero ante la gobernación, con personería jurídica como Asociación de Abuelos y ya en el año 1997 migraron a la Cámara de Comercio, y generaron un registro mercantil como Asociación de Abuelos. Varios años después esa naturaleza sería cambiada por fundación.

 ¿Cómo ha sido su desempeño allí?

De alguna manera, yo he tratado de aplicar mis conocimientos, porque yo crecí con esta labor, desde pequeño veía a los adultos mayores en mi casa y los ayudaba a hacer actividades.

Como soy bachiller comercial, le manifesté a mi mamá que había que consolidar la labor y darle una estructura empresarial para que pudiera permanecer en el tiempo.

Cuando empecé a estudiar diseño gráfico le generé una filosofía empresarial y toda una imagen corporativa y en la actualidad, como subdirector, mi mayor aporte es ayudar a que la fundación alcance esa visión que se contempló de ser un hogar que responda a múltiples necesidades de la población adulta mayor en situación de vulnerabilidad, que integre a la población alrededor y que genere conciencia. También me encargo de otras tareas, como llevar la contabilidad, recursos, la comunicación y aportes en la parte administrativa.

 ¿Cómo ha sido su experiencia?

Ha sido gratificante, porque me ha permitido desarrollarme como persona y a desafiarme cada día, porque este es un proyecto que trae personas con dificultades, entonces uno tiene que responderles y no es como una empresa normal con personas a las cuales les fuéramos a vender un producto, sino gente que necesita una respuesta, pero hay que generar una estrategia para ver de dónde vamos a sacar esos recursos que no siempre es dinero. Asimismo, cómo generarles oportunidades, reclamar y hacer valer sus derechos. Entonces, de alguna manera todos los días son un nuevo desafío y el ver cómo voy a enfrentarlos y superarlos.

Por otro lado, en lo personal me hace sentir muy útil, yo le doy muchas gracias a Dios, que él aquí me permite poner un granito de arena, aportar en este grupo poblacional y saber que suma a todas esas problemáticas que tiene el país y que lo contempla la Constitución política en el artículo 46, que dice “El Estado, la sociedad y la familia concurrirán para la protección y la asistencia de las personas de la tercera edad y promoverán su integración a la vida activa y comunitaria”

 ¿Cuáles fueron sus fuentes de inspiración, además de su mamá?

Somos una familia creyente de Dios. Mi papá nos ha hecho mucho énfasis en eso y de ahí pude conocer que la palabra nos manda a servir y amar al prójimo como a nosotros mismos, nosotros no vinimos a este mundo a que nos atendieran sino a atender a otros y en esa medida todos vamos a tener una respuesta; a respetar y velar por el bienestar de los desvalidos y de quienes tienen menos oportunidades.

¿Qué ha sido lo más complicado de su oficio?

Es cuando las personas mayores que uno cuida parten, porque han vivido con nosotros 5, 8, 10, hasta 12 años, y cuando se van no es nada sencillo porque uno casi no puedo hacer un duelo aquí, tengo 36 personas más que seguir atendiendo, un personal y una serie de obligaciones; procuramos honrar la vida y darle cristiana sepultura, pero hay que seguir adelante.

 ¿Qué retos enfrenta actualmente la fundación?

Hay algo transversal a toda la tarea de la fundación y es la parte financiera; mi mamá comenzó esta tarea como voluntaria y luego vinieron amigas, se unió la familia y diversas personas colaboraban, pero lo que sucede con el voluntariado es que un día está, pero el otro no; sobre todo priman las situaciones personales de cada individuo, entonces en ocasiones las personas decían “no puedo asistir”, pero no se puede dejar a una persona mayor sin comer, bañarse, darle medicamentos y primeros auxilios. Entonces eso obligó a la fundación a que comenzara a generar empleo y buscar recursos para poder pagar unos salarios y estamos en eso; en la actualidad somos 11 personas quienes trabajamos para la fundación y no todos recibimos lo que la ley manda, que se les debe reconocer, pero aun así hacemos la tarea.

También la parte locativa, nosotros hemos tratado de ser muy receptivos y cumplir con todos los lineamientos de los entes que nos vigilan, como la Secretaría de Salud, buscamos infinidad de estrategias para poder cumplir, pero se vuelve complicado, porque no son recursos propios, hay mucho que le falta a la fundación en infraestructura. Esos son los retos que tenemos actualmente; esperamos  mejorar muchos de los servicios que prestamos y aumentar nuestros ingresos.

 ¿Cuál es el lado positivo de su trabajo en la fundación?

Lo más bello es ayudar a los que se encuentran en situaciones de necesidad, poder brindarles un hogar, alimentación y una atención integral, ver eso es algo confortante; cuando un adulto mayor me dice ‘gracias’ o a algún servidor de la fundación, cuando nos dan un abrazo y la gratitud de poder darles la mano, es algo en lo que yo he podido ver la belleza y que llena bastante haciendo esta labor.

Asimismo, ver cuando otras personas vienen con la intención de ayudar y dedicarles, por ejemplo, 3 horas o una mañana a esta población, eso es muy bello experimentarlo.

¿Qué aprendizajes le han dejado estos años?

Que debo tomarme la vida con más calma, muchas veces nosotros en la juventud corremos mucho y en algún momento vamos a llegar a una etapa que es la vejez y dependiendo de como nosotros hayamos vivido nuestra niñez, adolescencia y adultez, así mismo se verá reflejada en nuestra tercera edad. También he aprendido a valorar las personas más que el dinero y logros personales, porque nosotros aquí hemos tenido extranjeros, bohemios, que no es la constante, pero es común que quienes terminan en estas instituciones son personas que tomaron malas decisiones en su vida; por lo tanto, eso es un aprendizaje de ser más tranquilo con la vida.

¿Cuál es la proyección de la fundación?

La vemos grande, no en tamaño, sino en una respuesta. En Colombia estamos creciendo en población adulta mayor y esa pirámide poblacional viene cambiando, hay un gran nudo de personas mayores pero con una menor cantidad de personas jóvenes. Este fenómeno ya lo hemos visto en otros países donde la mayoría de la población ya son personas viejas, como Canadá. Por ende, necesitamos mejorar nuestros hábitos, actualmente hay unos títulos que han tomado mucho valor como Envejecimiento Activo y Envejecimiento Saludable, entonces nosotros debemos aplicarlos en nuestras vidas para que cuando lleguemos a los 60 o 70 años aun sigamos siendo activos y funcionales. Entonces FundaSAB se ve como esa institución que transmite ese mensaje y genera conciencia.

Lo más bello es ayudar a los que se encuentran en situaciones de necesidad, poder brindarles un hogar, alimentación y una atención integral, ver eso es algo confortante; cuando un adulto mayor me dice ‘gracias’

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