Es el caso de Laura Gonzales, quien con solo 20 años ha logrado convertirse en una de las modelos más cotizadas de Cali. Empezó desde muy pequeña en los desfiles del barrio Salomia y poco a poco ese hobby se convirtió en su oficio. “Ser una modelo profesional no es fácil, por eso es tan importante la preparación y los contactos en el medio”, afirma.
El apoyo de su familia y de su novio han sido fundamentales para llevar una carrera tranquila. “Muy pocos se detienen a ver qué hay detrás de una modelo”, indica mientras se prepara para el Colombia Moda 2016.
-¿Qué le permite sobresalir entre otras modelos?
-Estoy segura que es mi estilo descomplicado y mi cabello crespo y muy negro, que me hacen ver muy latina.
-¿Cómo ha ido el apoyo de su familia en su oficio?
-Mis papás fueron los que me iniciaron en el. Ellos me hacían los vestidos para los reinados en el colegio y en las fiestas del barrio desde que tenía 4 años. Y mi abuela es la que más disfruta cuando me ve en televisión o le muestro los videos.
¿Qué le dice su novio cuando debe desfilar lencería?
-Cuando comenzamos la relación yo ya desfilaba y siempre me ha dicho que admira mucho mi cuerpo y mi manera de caminar. Cuando desfilo ropa interior lo vuelve más un tema de chiste, me dice que si no me regalan esas prendas para desfilárselas a él o cosas así. Puedo decir que es muy seguro y apoya lo que hago.
– ¿Qué piensa del estereotipo de que las modelos son poco intelectuales y muy superficiales?
-Creo que las personas juzgan de manera cruel simplemente por pensar que es una profesión fácil. Muy pocos se detienen a ver qué hay detrás de una modelo y todo su proceso para llegar a una pasarela. No he visto la primera modelo que sea poco intelectual, todas estudian o ya han terminado su carrera, al menos las verdaderas profesionales, que sabemos que esto no va a durar toda la vida. Yo estudié cuatro semestres de comunicación social, no me gustó y me retiré, pero ahora voy a estudiar fisioterapia. En la vida cotidiana odiamos el maquillaje porque nos arreglan demasiado para una pasarela de 30 minutos. Lo primero que hago cuando termino es ponerme una sudadera y claro, cuido mucho mi piel precisamente por el maltrato que recibe por tanto maquillaje, pero no se debe confundir eso con superficialidad.
-¿Qué tan rentable es esta profesión?
-Depende de la agencia a la que pertenezcas, pero generalmente las pasarelas son bien remuneradas. También depende de qué tan talentosa seas, pues así mismo te programan en los eventos. Yo, por medio del modelaje pude costear los cuatro semestres de comunicación social que estudié.
-¿Cuál es su mayor objetivo como modelo?
-Llegar a las pasarelas de alta costura de París. La marca Zuhair Murad anunció un casting en Colombia para inicios del 2017 y me estoy preparando para presentarlo.
Los 152 asesinatos de periodistas en Colombia desde el año 1977 hasta el 2015, parecen desvanecerse de la memoria colectiva de esta violenta república, que indujo el miedo al oficio de informar a través de las acciones delictivas, y entregó como resultado la autocensura, sangre e impunidad.
Según el libro Palabra y Silencio, del Centro Nacional de Memoria Histórica, el primer asesinato de un periodista en Colombia del cual se tiene registro, ocurrió el 11 de diciembre de 1977 en Cúcuta. Carlos Ramírez París, director de Radio Guaymaral, murió tras recibir varios golpes de dos policías; por este crimen nadie fue judicializado.
Después de aquel asesinato, el oficio de informar fue directamente golpeado por la violencia; en la década de los años 80 fueron asesinados 43 periodistas y el miedo se apoderó de las salas de redacción debido a las múltiples amenazas y secuestros. Por muchos años, Colombia ocupó el primer lugar de países donde más asesinaban comunicadores.
Las órdenes de atentar contra periodistas venían desde todos los frentes del conflicto colombiano: narcotráfico, paramilitares, guerrillas, políticos corruptos y fuerza pública, esta última a través de la Brigada 13 del Ejército infundía el pánico a todos aquellos comunicadores que investigaran más allá de la información que ellos ofrecían.
La mayoría de los periodistas asesinados adelantaban o habían expuesto investigaciones en las cuales evidenciaban corrupción y cuestionaban los procederes de los poderes políticos de turno. Gran parte de los comunicadores flagelados ejercían su labor en medios pequeños o regionales y tenían más libertad de indagar sobre la oficialidad de la información.
Con el nacimiento de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), el país vivió la más cruenta ola de asesinatos por una simple razón: pensar diferente. Periodistas con tendencias políticas y económicas de izquierda, fueron perseguidos, asesinados y desplazados de sus territorios. De aquellos crímenes nadie se atrevió ni siquiera a abrir investigaciones a profundidad para dar con los responsables, la impunidad fue un premio para los victimarios y un desconsuelo para las víctimas.
Medios de comunicación como la revista Alternativa y el Espectador fueron duramente golpeados por criminales que se habían dado cuenta de la importancia de suprimir el pensamiento libre y crítico de la sociedad para justificar su accionar delictivo. Según el citado libro, el número de asesinatos de comunicadores que desempeñaban su labor en prensa escrita es mayor comparado con la radio y la televisión.
“Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala”: Albert Camus, escritor francés.
Con la llegada del nuevo milenio, en Colombia disminuyeron paulatinamente los homicidios contra periodistas, pero creció el fenómeno de la autocensura precedida por el miedo de los comunicadores a ser asesinados.
Los espacios investigativos y cuestionadores del poder en los medios fueron reemplazados por información sensacionalista y de entretenimiento; los periodistas pasaron de ser agentes divulgadores de los hechos por medio de varias perspectivas a desarrollar un ejercicio comunicativo dependiente solo de las voces oficiales y de lo que se “pueda contar”.
Los asesinatos sin duda condicionaron el oficio informativo; la muerte calló a aquellos que ejercían su labor éticamente, la impunidad contribuyó a que el fenómeno creciera y la ciudadanía, impávida ante estos hechos, dejó que se vulnerara su derecho a estar informada.
Luego del año 2002, la “estrategia” para desestimar la labor periodística empezó a transformarse, los homicidios fueron reemplazados por los procesos judiciales, las palabras como “guerrillero” o “terrorista” se pronunciaron desde lo más alto del gobierno cada vez que un periodista refutaba una información de carácter oficial.
Según datos de la Fundación para la Libertad de Prensa, durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, decenas de periodistas de medios nacionales, regionales y comunitarios abandonaron sus trabajos y pidieron exilio en países vecinos, las chuzadas desde organismos de la fuerza pública y las amenazas fueron factores determinantes.
Algunos de los periodistas más reconocidos del país que profesaban abiertamente su oposición al gobierno no se fueron, pero sí se acoplaron a la nueva forma en que debían trabajar: fuentes oficialistas, noticias sin profundidad, notas rápidas y sin contexto y, sobretodo, el entretenimiento a través del sensacionalismo para mantener a la audiencia “conectada”.
En su libro País Lejano y silenciado, Arturo Guerrero argumenta: “Es habitual, además que estos medios tengan definidas preferencias políticas o compromisos con las fuentes. Sus periodistas comprenden que a estas ‘hay que hacerles pasito’ o no contrariar sus intereses con la información que produzcan. En muchas regiones donde no hay comercio, el Estado es el único anunciante fuerte, de manera que las autoridades se vuelven intocables”.
La sangre empañó el ejercicio informativo, la impunidad sepultó las ideas y convicciones de todos aquellos que se arriesgaron a dudar, la autocensura fue una victoria abrumadora de todos los propagadores de violencias y corrupción.
Uno de los añadidos de teléfono móvil más importantes en los últimos tiempos ha sido, sin duda alguna, la cámara fotográfica, un dispositivo que ha ido aumentando potencialmente su calidad a cada nuevo terminal, casi sin darnos cuenta.
El dispositivo como tal, la cámara fotográfica para terminales móviles, fue inventado en Junio de 1997 por Philippe Kahn. Este invento fue una mezcla de la combinación de varios aparatos (portátiles, móviles y cámaras digitales) para compartir una fotografía por móvil de forma masiva.
Muchos datan al Sharp J-Phone J-SH04 como el primer terminal con cámara fotográfica, que contaba con 0,11 MP, lanzado en Noviembre de 2000 en Japón. Como curiosidad, este equipo fue el primer móvil con capacidad de mandar fotografías de forma inalámbrica por mensajería
El primer terminal con cámara fotográfica que pisó los Estados Unidos fue el Sanyo SCP-5300, un teléfono con forma de “concha” que llegó en noviembre de 2002, con una cámara de 0,3 MP, una resolución de 640 x 480 pixeles en sus imágenes y ajustes personalizables como control de balance de blancos, auto disparador, zoom digital y varios filtros como sepia, blanco y negro y negativo, entre otros.
Ese mismo año también se lanzó mundialmente el Nokia 7650 con cámara de 0,3 MP y 640 x 480 píxeles de resolución, el primer gran terminal de la firma finlandesa en explotar la cámara del móvil comercialmente, aunque su éxito no fuera el esperado por la propia Nokia. Su precio, por cierto, rondaba los 600 euros.
Samsung fue la primera en lanzar un terminal con 5 MP en su cámara en el 2004 con su modelo SCH-S250, pero lejos de la experimentación de Samsung, la marca triunfadora por aquella época, Nokia, consagró los 5 MP con su Nokia N95, presentado en 2006 y lanzado en 2007. El N95 contaba con cámara de 5 MP, ópticas Carl Zeiss y grabación de vídeo a 30 fps.
Entre tanto, aparecía, en 2007, el iPhone original, con una cámara de 2 MP, sin Flash LED, autofocus, ni grabación de vídeo.
En 2008 Samsung introdujo el Samsung i8510, conocido como INNOV8 (innovate), el primer terminal con cámara de 8 MP, y con aspecto de terminal Nokia más que de Samsung. La propia Nokia respondió con el Nokia N86, con cámara de 8MP, pero fue LG la que lanzó el primer terminal táctil con cámara de 8MP, el LG Renoir.
Podemos seguir con muchos más antecedentes hasta llegar al día de hoy, en que las cámaras de los móviles alcanzan megapixeles altos, dando resultados muy parecidos a los de una cámara semi profesional. Lo cierto es que cuando vamos a adquirir un dispositivo móvil, ya no pensamos en que será un teléfono para hablar. Hoy, una de las primeras facilidades en las que pensamos es en la cámara de fotos y video.
Desde la desaparición de Deportes Palmira en el año 2010, la ciudad no tenía un escudete que lo representara en el fútbol profesional. Al club palmirano, que militaba en la Primera B, le tambaleó su futuro en el municipio y, entre las muchas barajas de la Dimayor, trasladaron el equipo a Buenaventura, donde hoy se conoce como Pacífico Fútbol Club.
Hoy “La Villa de las Palmas” celebra el regreso de la ‘pecosa’ a su patio y al fútbol profesional, para recobrar su protagonismo a través del deporte. Esta vez, oficiando como sede del equipo Orsomarso S.C., vinculado a la segunda división por competencia de nuestro país.
Palmira se venía postulando como sede del fútbol desde la apertura del Estadio del Deportivo Cali en 2008, ubicado en la zona rural de la ciudad. Desde entonces, se reactivó el estímulo para tener, con mayor regularidad, jornadas futboleras al municipio. Posteriormente, recibió al América en su corto “trasteo” (temporada 2011) al Francisco Rivera Escobar, escenario deportivo de los palmiranos.
Desde su creación, en el año 2012, la principal misión de Orsomarso Sportive Clube, otra escuadra con estampa vallecaucana, es fomentar la formación de jóvenes futbolistas. Este proyecto se inició con la participación del equipo en categorías juveniles de Sub-17 y Sub-19, sumado a su competencia en el importante certamen de la Copa del País, vitrina central de los nuevos talentos en el fútbol colombiano.
‘Sangiovanni’, un sello del fútbol y del negocio.
En honor a ‘Pepe’ Sangiovanni, atribuyendo el inmenso sentimiento profesado por parte del recordado empresario hacia su lugar de origen, brotó la idea de bautizar así al equipo. Orsomarso es una ciudad de la provincia de Cosenza, en la región de Calabria, sur de Italia. De ahí nace la patente del onceno que hoy no solo representa oficialmente a Palmira, sino también al sello mercantil de los Sangiovanni.
“Orsomarso, una cantera que es puro corazón” es, pues, otro gran negocio de la familia Sangiovanni (José Gabriel y Oreste), quienes antes manejaron el América de Cali, hoy al frente de un nuevo equipo del rentado nacional, conservando el legado que ha fluido por la vena de su parentela.
Una de las curiosidades de fondo en Orsomarso, es su nómina de entrenadores, donde aparece de manera legible el nombre JOSÉ GABRIEL SANGIOVANNI, personaje que no se conforma con capitalizar las ideas detrás del escritorio. “Pararme en la raya también me apasiona”, expresa entusiasmado, refiriéndose a su nueva faceta.
La aparición de Orsomarso en la Segunda División del Rentado Nacional es cuestionada por muchos que todavía dudan de su capacidad para competir y critican que, de la noche a la mañana, adquirieron por aproximadamente cinco mil millones de pesos la ficha de Uniautónoma, conjunto barranquillero que desapareció.
Pero don Gabriel invita a los aficionados a que “se despreocupen, pues vamos a competir como se debe competir. Tendremos un equipo altamente competitivo, que se entregue, que luche y represente con categoría a la ciudad que nos abrió sus puertas”.
Son muchos los que se benefician con la reanudación del fútbol de la B en la “Villa de las Palmas”. Es el caso de ‘El Melli’, un popular servidor de la zona exterior del Complejo Deportivo, con más de 10 años de labores en el cuidado del parqueadero. Sin dejar de mencionar a vendedores, transportadores y hasta periodistas.
Ahora el fútbol colombiano recibe al nuevo inquilino de la B, uno más de la comarca vallecaucana, que seguro, “pasito a paso” en la cancha, irá conquistando a la hinchada del Francisco Rivera Escobar.
Recuadro:
¿Qué opinan los palmiranos sobre el regreso del fútbol profesional a la ciudad y de su nuevo equipo?
En Cali hay un espacio como ningún otro, donde se vive un intercambio económico y un acercamiento a la cultura de comprar productos frescos y de buena calidad; es la plaza de mercado Alameda.
Este lugar está renaciendo y se debe a que los precios de los productos en los supermercados están muy costosos y no siempre son de buena calidad; por esto, y razones como las que manifiesta Jairo Torres, vendedor del lugar, las personas prefieren comprar en este sitio, “aquí no se les cobra IVA, tampoco la bolsa, si les falta mil pesos no hay problema y se les da ñapa para que vuelvan”.
Un lugar que huele a flores y plantas recién cortadas, las frutas maduras provocan el deseo de probarlas una a una como lo señala Doña Martha Salazar, compradora frecuente del sector “no es lo mismo comprar en un supermercado que en una plaza de mercado porque aquí uno va escogiendo lo que va a llevar y probando el producto para confirmar la calidad y nadie se va a enojar por eso”.
Los sentidos se renuevan al estar inmersos en los infinitos colores que en ella se pueden encontrar y a su vez son contradictorios: el olor de animales muertos, envueltos en sangre no es muy agradable, pero el sancocho de pescado, la comida del Pacífico y otros alimentos típicos de la región producen ganas de deleitarse con tanta tradición que caracteriza a los colombianos.
En este momento el renacer de este lugar se debe a las costumbres monopólicas de supermercados que con la atención casi robótica hacen sentir al comprador en un mundo lejos de lo humano; también por los incrementos de precios, los caleños prefieren ir a la plaza de mercado donde se puede encontrar con comida, frutas exóticas y plantas para baños de limpieza o mal de amores: aquí la cultura saca a relucir su mejor faceta.
Al caminar por los angostos pasillos, los personajes de la plaza van apareciendo y con ellos las historias asombrosas que dan ganas de escuchar. Henry Cerón, vendedor del lugar, afirma con mucha seguridad que la calidad humana que se encuentra en la plaza de mercado no se consigue en ningún supermercado por más de que tengan los medios para hacer publicidad y llamen la atención del público con ofertas disfrazadas
Es una experiencia que pone los sentidos al límite, donde la atención y variedad de los productos siempre dejan a los compradores satisfechos; las rebajas y ñapas son lo más importante, porque allí vale más una sonrisa que una persona con las manos vacías.
Recuadros:
La plaza de mercado Alameda fue creada desde 1953
Hay 556 puestos de vendedores.
Horario de atención de 5:00 AM a 5:00 PM
Si usted quiere poner un puesto de venta cuesta $140.000 la mensualidad.
Destacados:
“Aquí no se les cobra IVA, tampoco la bolsa, si les falta mil pesos no hay problema y se les da ñapa para que vuelvan”.
“Se puede encontrar con un sancocho de pescado, con la fruta más exótica y hasta las plantas para baños de limpieza o mal de amores; es este el lugar donde la cultura saca a relucir su mejor faceta”.
“No es lo mismo comprar en un supermercado que en una plaza de mercado porque aquí uno va escogiendo lo que va a llevar y probando el producto para confirmar la calidad y nadie se va a enojar por eso”.
“Un lugar que huele a flores y plantas recién cortadas, los olores de las frutas maduras provocan el deseo de probarlas una a una”.
Harrison, un joven de 21 años, desmovilizado de una de las nueve columnas móviles pertenecientes al bloque occidental de las FARC, liderado por Jorge Torres Victoria (alias “Pablo Catatumbo”), padeció durante cuatro años las asperezas propias de la vida de un miliciano raso, que con tretas fue casi hipnotizado para dejar a su familia y la vida en que hasta ese entonces conocía, con el fin de internarse en las selvas del Pacífico a cuidar la base de coca y pelear la guerra de otros.
La presión de verse como “el hombre de la casa” a tan temprana edad, el constante acoso por parte de grupos subversivos y la falta de oportunidades laborales (común en la mayoría de los sectores campesinos colombianos), condujeron a este joven a tomar partido en unos de los conflictos internos más longevos del mundo y a engrosar las filas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Cuando era apenas un adolescente de 15 años, asistía a una de las contadas escuelas que se encuentran en las áreas rurales pertenecientes al municipio de Tumaco, en Nariño. Creció en una familia numerosa que vivía del pan coger y la pesca artesanal, cuando sus dos hermanos mayores decidieron ir a la ciudad con la esperanza de un mejor futuro, Harrison quedó encargado de responder por la alimentación de sus seis hermanos menores y su madre.
Tres años después de haber ingresado a las FARC, de haber sido humillado, de haber sembrado minas indiscriminadamente, de haber cuidado la base de coca de los grandes cabecillas y de pelear una conflicto ajeno, de haber consentido sin decir una palabra el consejo de guerra practicado a siete de sus ‘camaradas’ que intentaron fugarse un 24 de diciembre, Harrison tomó la decisión de fugarse tras conocer a Claudia, quien se convirtió en su compañera sentimental. No obstante, las promesas de un sueldo con el que pudiera en un futuro ayudar a su familia se fueron desvaneciendo con el transcurso de los días. El arduo entrenamiento en la selva y la coerción en su punto más alto, le pusieron los pies en la tierra, obligándolo a alejarse de su familia y a darse cuenta de que aquella vida no era la que le habían hecho creer.
Desde ese diciembre, Harrison se empeñó en planear una fuga que les permitiría, a él y su compañera sentimental en compañía de otros dos camaradas, poder incorporarse a la vida civil, dejar el camuflado atrás y volver a ver a sus familias. Sin embargo, los riesgos que conllevaba una fuga en grupo eran inadmisibles para estos jóvenes, puesto que no querían correr con la misma suerte de los camaradas que no lo habían logrado.
Por eso, el siguiente mes de junio Harrison se fue en una misión de campaña con otros integrantes de su columna móvil y después de una noche de rumba en una vereda del Patía, huyó poniéndose un bluyín, una gorra y una camiseta manga larga del Atlético Nacional sobre el camuflado; paso seguido, se armó de valor y corrió durante varias horas entre la selva y el mar para llegar al batallón del Ejército Nacional de Colombia más cercano. Allí, la madrugada del domingo 13 de junio se entregó, se sometió al interrogatorio, fue enviado a un Hogar de Paz durante tres meses y posteriormente, dejado en libertad.
En la actualidad, Harrison se encuentra en el programa de la Agencia Colombiana para la Reconciliación, en donde recibe ayuda de psicólogos, médicos y abogados; además, de ser acogido con ayudas mensuales de $480.000, mientras estudia y opta por una vivienda digna.
Valle del Cauca destaca en cultivo de algodón con semillas genéticamente modificadas, aumentando productividad y tolerancia a plagas. La siembra de algodón en 2023 se realizó de febrero-abril, con cosecha esperada en octubre-noviembre. pic.twitter.com/Ie1joNyLZ9