Donald Trump apareció como la respuesta norteamericana al desgaste de la política tradicional y sus discursos. Es un fenómeno común por estos días en el mundo en donde hay un escepticismo total sobre los políticos. Lo vimos desde el movimiento de los indignados, pero lo conocemos en Latinoamérica desde los populismos. La escena política está siendo invadida por los no políticos y el turno le llegó a los EEUU.


Hoy es más seguro ser cómico, payaso, deportista, panadero o vendedor de casas y ser ganador en la política que ser un profesional de ella. Ahí está el ejemplo de Morales en Guatemala o de Ronaldo en Brasil. Sin duda hay una falta de credibilidad a la política tradicional y lo que representan, ahí está una de las razones.

Reino Unido: Ralph Steadman/New Statesman

Pero también está de moda el neopopulismo de derecha al mejor estilo de Ciudadanos en España o de izquierda con Podemos, en ese mismo país. En EEUU, ese neopopulismo gana espacios con direcciones ideológicas de extrema derecha con Trump. Y es tan indiscutiblemente ultra derechista para los propios líderes del Partido Republicano, que están haciendo componendas, alianzas y se les siente temerosos ante su avance en cada primaria de la Unión Americana. Por otro lado está el caso del ¨socialista¨ del partido demócrata Bernie Sanders, que está quebrando las lógicas y ritmos del sistema bipartidista norteamericano y ganando espacio entre trabajadores, minorías y sectores populares.

Estos dos nuevos fenómenos de la política norteamericana, pero en especial Trump, reflejan un resurgir de los valores más retrógrados, conservadores, racistas y xenofóbicos en una época en que comienza a sentirse la corrosión de los extremismos y fundamentalismos que junto a una larga crisis económica ¨blanda¨ pero latente, hace fértil el discurso en buscar culpables a otros, en ¨ellos¨ (en especial extranjeros minorías, creyentes y otras culturas) junto a propuestas de ruptura radical como las que enuncia Trump en la economía y la política exterior. La gente quiere el otro lado de la carta por oposición a la inercia y acepta un radicalismo, como en la historia nos demuestra, más emotivos que racionales o argumentativos.

Canada
Michael De Adder/Halifax Chronicle Herald

Por otra parte, el papel de los medios de comunicación, con su cobertura escandalosa contra Trump, lo ha favorecido paradójicamente por la cantidad de notas, hecho que lo ha sobredimensionado y visibilizado como lo que no es, creando expectativa y hasta simpatías en un público incrédulo, aburrido y crítico ante la política tradicional.

Trump es un show mediático de mal gusto, es un ignorante del ejercicio de la política rompiendo todas las reglas de la política norteamericana con su agresividad, grosería, machismo, su nacionalismo xenofóbico y su tesis de que porque ha sido un empresario de éxito puede ser un presidente, igualmente, de éxito.

En resumen, Trump es como diría Fukuyama, la expresión del fin de las ideologías y el triunfo del populismo de derecha, de la victoria del espectáculo y la banalización de la política, con el riesgo tener, no un cowboy como Reagan, pero si un conductor de reality show como Trump. Posibilidades las hay porque ha sumado muchos votos, cuando se pensaba que no prosperaría y a todos los ha derrotado en el lado republicano. ¿Hasta dónde Hilary Clintón está lista para una campaña inédita, descarnada en todo terreno? La Unión Americana casi está en la senda del autoritarismo y Trump puede ser el Uribe de los gringos.

Pedro Pablo Aguilera

@841790