Navegando en mis adentros

Muchas personas me ven como uno de los más importantes y atrayentes sitios turísticos que tiene Colombia, en mí se pueden practicar gran variedad de deportes náuticos, dado que en el lugar que habito los vientos soplan tan fuerte durante todo el año que son los terceros más rápidos del mundo y los primeros del país; soy el sitio ideal para realizar con frecuencia campeonatos nacionales e internacionales. 


 El lago Calima, aguas que escoden historias

 Una antioqueña que para estos días me está haciendo visita dice que es una berraquera venir a disfrutar de mi compañía, que la familia está muy feliz y esperan venir más de seguido; aunque lo que pocos saben es que no soy tan bueno como parezco, en mi interior guardo secretos que poco a poco les iré revelando.

Vivo a aproximadamente dos horas y media de Cali, pertenezco al departamento del Valle del Cauca y estoy rodeado de paisajes, montañas, casas de campo, hoteles, restaurantes, zonas de camping y centros de recreación; algunas veces resido bajo el picante y radiante sol, pero en otras ocasiones es la neblina la que me cubre casi por completo.

 
Atractivos turísticos para la diversión acuática.


Lo que pasa es que algunas partes mi organismo están compuestas por arena movediza, mi piel tiene una enfermedad que sin quererlo atrae dentro de mí todo lo que roza las heridas que tengo en algunas partes. Además, algunos de mis vecinos, quienes viven en la misma zona de mi hogar, afirman que en mis adentros habita una bacteria tan grande que es capaz comerse un ser vivo por completo. Son pocas las personas que afirman haberla visto y la llaman el monstruo’, otras aseguran que son chismes de la gente para hacerme leyendas; en realidad nadie sabe qué tan cierto es, sólo hay rumores sin argumentos y sin fotografías, nada certifica su presencia dentro de mí.Hay gente que no me quiere, a quienes les traigo malos recuerdos y quienes día a día me reprochan por quitarles a sus seres queridos. Por ejemplo, el señor Francisco Guzmán asegura que le robé a sus dos hijos, María de 16 años y Oscar de 22, afirma que se los quité sin consentimiento, sin explicación y que aún tiene la esperanza de encontrarlos, después de un año espera recuperar los cuerpos para darles su cristiana sepultura. Algunas veces escucho cómo este hombre viene a las orillas a conversar conmigo, siento cómo sus gotas de lágrimas chocan con la humedad de mi cuerpo, pero aunque emito algunos sonidos se me hace imposible darle una explicación a este hombre.La parte superficial de mi cuerpo es de colores traslúcidos y es la única que permito mirar de simple vista a quienes vienen a saludarme, sin embargo no es la única con la que tienen contacto. Mi parte inferior es la más oculta de todas, nadie logra alcanzar mis pies, así que no conocen los zapatos que día a día andan conmigo. En mi parte central tengo un corazón diferente a los demá

s, el mío regularmente turbulento, en ocasiones se torna tan descontrolado que requiere de compañías que se encuentran navegando en mi superficie.

La elección de descanso para los turistas.
 

En cuanto a mis pies, quiero contarles que historiadores afirman que están rodeados de casas viejas pertenecientes a los primeros habitantes de la zona, árboles que nunca fueron destruidos y pilotes que conformaban un viejo puente. Según jóvenes scouts esta historia es bastante conocida, en sus fogatas y viajes dedican tiempo a contar relatos de la memoria del país y entre ellas siempre narran del supuesto pueblo que fue encubierto por las aguas que ahora conforman mi cuerpo.
Diariamente, muchos turistas vienen a disfrutar de mí y experimentan deportes tales como esquí náutico, velas, canotaje, kitesurf y buceo. Quienes no se divierten con las prácticas extremas deciden sumergirse en las orillas de mi cuerpo; sin ningún tipo de distinciones, niños, jóvenes, adultos y ancianos gozan de mis fluidos.
Permítanme invitarlos a disfrutar de mi compañía, pero no sin antes advertirles que la seguridad es importante en cualquier tipo de paseo. Según algunos visitantes, determinadas muertes presentadas han sido por no utilizar el equipaje adecuado y no medir las consecuencias de los actos.
– Mucho gusto, mi nombre es el Lago Calima. 

Un lugar de entretenimiento propio del Valle del Cauca.
  • Destacado
  • En el Lago Calima se pueden practicar gran variedad de deportes náuticos, dado que en el lugar los vientos soplan tan fuerte durante todo el año que son los terceros más rápidos del mundo y los primeros del país.
  • En el fondo del Lago Calima hay casas viejas pertenecientes a los primeros habitantes de la zona, árboles que nunca fueron destruidos y pilotes que conformaban un viejo puente.
Los turistas disfrutan del paisaje natural del Lago Calima.

Tatiana Ortiz González 

@tatiana_togo

PLAZA CAYZEDO, EN MEDIO DE LA INFORMALIDAD

Es muy común ver a diario gran cantidad de vendedores que transitan por las calles ofreciendo a sus clientes productos necesarios, útiles y a bajo costo, con la justificación de llevarles de comer a sus familias.


Por: Claudia Lorena Lasso Cuéllar

@claudita193


Las cifras lo confirman: “en Colombia, según el Dane, los pobres llegan a 14 millones y en Cali a 508.000” Tomado del blog Esto sucede a pesar de que diferentes gobernantes sostienen que la pobreza ha disminuido a su mínima expresión.

Los vendedores de las calles son objeto de condiciones inciertas de trabajo, falta de seguridad social y múltiples prohibiciones, entre otras.

De acuerdo con el artículo 4.6.1 de los derechos colectivos, “…Cuando una autoridad local se proponga recuperar el espacio público ocupado por vendedores ambulantes titulares de licencias o autorizaciones concedidas por el Estado, este deberá diseñar y ejecutar un adecuado y razonable plan de reubicación de dichos vendedores ambulantes de manera que se concilien en la práctica los intereses de pugna”. Decisiones que uno a uno, los mandatarios locales han ido aplazando.

Un claro ejemplo se ve en la Plaza Cayzedo, donde día a día es común encontrarse con ventas que van desde agua hasta cigarrillos. Policías de la zona, vendedores y encargados del espacio público, cada uno tiene su propia versión.

Las contradicciones aparecen cuando se les pregunta a vendedores y encargados del espacio público sobre las ‘recogidas’; algunos trabajadores ambulantes como Alexander aseguran que “aquí es prohibido trabajar, los policías sacan a los trabajadores por la mañana, al medio día, por la tarde, todo el día”.

Carlos Navia, encargado del espacio público, argumenta: “nosotros pasamos a socializar con los vendedores y advertirles que su permanencia en la Plaza es indebida, días después de realizada la gestión llegamos con la policía en un carro grande negro, para recoger la mercancía de quienes omitieron el aviso”.

Además, algunos vendedores aseguran que deben pagar por recuperar sus cosas. “Cuando la policía realiza los desalojos, se nos llevan el puesto con el surtido y para sacarlo, hay que pagar 300 mil pesos en el CAM”, expresa Viviana.

Pero Navia contra argumenta que “a los trabajadores no se les cobra multa al momento de hacer la devolución de sus pertenencias. Lo único que no se les devuelve son cigarrillos, piratería y licores; de resto, pasados aproximadamente quince días, todo se les devuelve con la constancia de entrega (que se les elabora) cuando se recogen las cosas”.

Ninguno de los vendedores tiene permiso en la Plaza, pues al ser considerado un atractivo turístico, se piensa que los trabajadores ambulantes entorpecen el paso de propios y visitantes; aun así, es muy común encontrar ventas de dulces, agua, jugos, tintos y demás productos.

Otra de las mencionadas contradicciones queda en evidencia, cuando el auxiliar de policía Gaviria asegura que “en la Plaza Cayzedo se respeta la antigüedad (más de 20 años) de los trabajadores informales”, lo que significa que son personas a quienes no se les ‘toca’ la mercancía. Asegura además que “son ellos mismos quienes se encargan de cuidar el espacio de los nuevos vendedores que llegan a posicionarse”.

Sin embargo, Navia manifiesta que “después de que sea venta ambulante, no puede estar en esta zona. Aquí, no hay ningún vendedor ambulante al que se le respete la antigüedad y nadie tiene permiso, por lo menos no en esta zona”.

Pero asegura que a los vendedores de frutas, ‘mecato’ y demás alimentos no se les incauta la mercancía; “las personas que venden esos productos, no tienen problema, siempre y cuando no estén siempre en el mismo lugar. Si se estacionan, pasa a incautárseles los excedentes, es decir, sillas, sombrillas, carpas y estos elementos son devueltos 15 días después”.

Es muy común ver a los emboladores; en el sector de la Plaza Cayzedo se les permite ubicar siempre y cuando tengan un cliente; de no ser así, se les informa que deben moverse del lugar.
William Saavedra, un santandereano obligado a vivir en Cali y lustrador con cinco años de antigüedad, asegura que nunca le han quitado las cosas porque “cuando los veo cerca, escondo la caja, o salgo y me voy porque ya sé la vuelta”.

“A veces, cuando ellos (Espacio Público) no vienen tan temprano, nos ubicamos en una banca y después estamos un rato en una parte, otro rato en otra y así, hasta que por ahí a las cuatro de la tarde ellos se van”, agrega Saavedra.

Álvaro, otro de los vendedores ambulantes de la zona, dice que siempre ha estado ahí y a pesar de que le han hecho advertencias, nunca le han quitado la caja en la que comercializa cigarrillos. “Yo me paso el día dando vueltas por acá, y sé que el día en que me quiten la caja no me la devuelven, por el producto que vendo, y que si la recogen toca pagar una multa, dizque de 200 mil”.
En medio de contradicciones, días soleados y en muchos casos ventas difíciles, la jornada llega a su fin y con ella se acaban los miedos que durante el día persisten por la posible aparición del ‘Lobo’, que no avisa cuándo vendrá, sólo aparece y en medio de sus feroces dientes, se lleva la única opción de quienes trabajan en medio de la informalidad.

Galeria de fotos:   

Fotos por: Johana Castillo @johacastillo331