Una derrota que no puede sorprender… Ahora

Derecho a la pereza

Autor:  Pedro Pablo Aguilera

Donald Trump ganó de muchas formas pero la más relevante fue la ventaja de 4.8 millones de votantes que le dieron el voto popular con 71.59 millones de votos. Otra, fue la de haber ganado el sistema de votos indirectos o por delegados en los Colegios electorales con 292 frente a 224 votos, donde 270 era el punto de la victoria para ser presidente otra vez. Pero también, ganó las mayorías del Senado y de la Cámara de Representantes. Es decir tiene un control total en el ejecutivo, y el legislativo y como ya tenía la mayoría en la Corte Suprema tiene un poder completo en la democracia norteamericana.

¿Qué sucedió? ¿Porque perdió Kamala Harris?¿Cómo es posible que un convicto, un personaje tan escandalosamente controvertido como Trump regrese al poder tras 4 años?

Más que razones son emociones las que dominan la política y los dos atentados que sufrió aun siendo todavía muy discutidos le dieron simpatías, las víctimas, los “héroes” son atractivos en las novelas, el cine y en la vida real. Al parecer es más creíble un “villano” populista agredido que una mujer que arrastra la corresponsabilidad del liderazgo del peor gobierno demócrata de la historia republicana.

El pueblo norteamericano voto de hecho por un no culpable de Trump ante el golpe blando en el Capitolio en las pasadas elecciones. Esto en manos de los votos de centro-oeste agrario de EEUU profundamente conservador y el centralismo de Washington.

Las personas necesitan realidades y no promesas. La sociedad norteamericana con toda su complejidad castigó la crisis económica, la inflación el costo de vida y el deterioro de la clase obrera en particular en el llamado muro azul de los estados del norte o cinturón de acero de Pensilvania, Ohio, Indiana Wisconsin que donde la clase media trabajadora se ha sumido en una crisis económica.

Así mismo la sobre exposición de la ideología woke o progresista asociada al aborto, el feminismo duro, las minorías y la perspectiva de género manejada por medios ha tenido una respuesta radical de los conservadores, grupos religiosos. Jóvenes, mujeres, latinos no le dieron el voto en la cantidad esperada. La marea femenina nunca llego.

Y por otra parte, hay razones sociológicas que refuerzan esto. Ya que los afroamericanos hombres no están listos para un liderazgo femenino. Los Jóvenes están más interesados en sus realidades económicas que la agenda progre. Las mujeres están más interesadas en la economía que en un debate sobre el aborto sobredimensionada por una agenda de medios abiertamente woke. Y los latinos ya residentes están preocupados por la avalancha de sus compatriotas del sur que le deprecian su trabajo y los ponen en riesgo ante un mercado laboral en contracción.

La resultante es nos viene un populismo versión 2024 donde Trump consolidara el ataque al “estado profundo” una de las tesis centrales de los radicales anti federalistas. El “estado profundo” (deep state en inglés) es parte central de la retórica política de Donald Trump y algunos sectores del Partido Republicano en los últimos años que se refiere a la creencia de que existe una red de funcionarios gubernamentales no electos que operan en la sombra para influir o socavar al gobierno legítimo. Esta tesis conspiranoica sitúa a a Trump como un outsider que lucha contra un sistema corrupto y arraigado. Un super héroe.

Al fomentar la desconfianza hacia las instituciones y alimentar la polarización, esta retórica plantea desafíos para la cohesión social y la gobernabilidad. A medida que el país se enfrenta a futuros ciclos electorales, el legado de esta narrativa continuará influyendo en el debate político y en la percepción pública del gobierno.

La victoria de Trump es la victoria de la democracia iliberal sobre el liberalismo. Esto representa un cambio significativo en el panorama político global, con implicaciones profundas para las libertades individuales y las relaciones internacionales. Este fenómeno se caracteriza por la expansión de regímenes populistas de corte autoritario que aunque mantienen estructuras democráticas como elecciones y parlamentos, rompen con los principios fundamentales del liberalismo, como la separación de poderes, el respeto a los derechos humanos y la libertad de prensa. Eso es Trump, es Bukele y Milei.

Hoy los EEUU muestran una concentración de poder debilitándose las instituciones que actúan como contrapeso, como el poder judicial y los medios de comunicación. Con unas redes sociales y la utilización de medios – entiéndase X y Washington Post – para para difundir propaganda. Al mismo tiempo, se afianzará el nacionalismo con las políticas antinmigración y la defensa de valores tradicionales.

Los medios internacionales no estaban listos para aceptar un nuevo Trump y no vieron las venas abiertas de los EEUU. Y por ello ante una ola de violencia hubo una ola de silencio en los demócratas que se vieron superados por un actor que no es reconocido por los encuestadores; me refiero al “votante vergonzante” que oculta y miente su intención de voto real pero que en el instante de ejercerlo dirige su decisión contra las frustraciones del establecimiento. Esos fueron millones. Ellos hicieron que los llamados estados bisagras, indecisos se inclinaran mayoritariamente a los republicanos llevando nuevamente el poder a un movimiento pendular o de alternancia.

En verdad Kamala no podía ganar por honesta, preparada que estuviera. Un país se mueve al ritmo del más lento y no a otra velocidad.

La victoria de Trump es la victoria de la democracia liberal sobre el liberalismo. Esto representa un cambio significativo en el panorama político global, con implicaciones profundas para las libertades individuales y las relaciones internacionales”.

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Autor:  Pedro Pablo Aguilera

Jeff Bezos, dueño del Washington Post, ha roto lo que para muchos es un pecado mortal siendo este diario de fuerte tradición liberal al vetar un editorial que apoyaba a Kamala Harris. La consecuencia: una crisis sin precedentes en uno de los buques insignia del periodismo estadounidense.

¿Cobardía, censura o simple capricho? Las redes sociales echan humo 🔥  y el mundo observa con lupa  🔍  cada movimiento en esta trama digna de “House of Cards”.

 Lo cierto que hace unas horas un artículo a punto de ser publicado en la sección de opinión del Post se preparaba para dar su bendición a Kamala Harris frente a Donald Trump. Todo listo, hasta que Bezos, cual emperador romano, bajó el pulgar 👎.

“Reconocemos que esto se interpretará de diversas maneras, como un apoyo tácito a un candidato, o como una condena de otro, o como una abdicación de la responsabilidad. Eso es inevitable. Nosotros no lo vemos así. Lo vemos como coherente con los valores que el Post siempre ha defendido y lo que esperamos de un líder: carácter y valor al servicio de la ética americana, veneración por el Estado de derecho y respeto por la libertad humana en todos sus aspectos. También lo vemos como una declaración de apoyo a la capacidad de nuestros lectores para decidir por sí mismos sobre esta, la más importante de las decisiones estadounidenses: a quién votar como próximo presidente”, argumenta Lewis consejero editorial del diario.

¿Su argumento? Que el periódico vuelve a sus orígenes de neutralidad.  Es decir a la objetividad, al equilibrio. Bueno ustedes han escuchado de eso. Una excusa que suena a  “a otro perro con ese hueso” 🦴, según las voces más críticas.

 La resultante ha sido y seguirá siendo  fuerte:

  • Stephen King, maestro del terror, canceló su suscripción con un portazo digital.
  • Bob Woodward y Carl Bernstein, los héroes del Watergate, acusan al Post de “espantosa cobardía” y “abandono de su deber público”. Ahí es nada.
  • El sindicato del periódico, con la indignación por las nubes, denuncia “interferencia” en el trabajo de sus miembros.

Mientras tanto, en la redacción del Post,  periodistas con cara de incredulidad, teléfonos echando humo y un ambiente más tenso que en un western de Sergio Leone.  (¿Los han visto?)

William Lewis, CEO del periódico, intenta poner paños fríos  💦  hablando de “independencia” y “compromiso con la información”. Pero la cosa  promete llegar a una crisis interna verdaderamente grande.

¿Y qué dice la gente?

Pues que huele algo raro en el ambiente y es que no solo ha sido el Washington Post, también  “LA Times”, un diario en el centro de los liberales del estado de California  acaba de hacer lo mismo. ¿Casualidad? 🤔

El poder económico de los propietarios  como Bezos influye en el panorama mediático algo que ya vimos cuando en junio colocó a un polémico ingles  asociado al periodismo sensacionalista  Will Lewis como consejero asociado, en este diario.  El futuro del periodismo independiente (yo siempre he dicho que nadie es independiente), vuelve a cuestionarse y aparece esta pregunta. ¿Hay espacio para la crítica cuando los dueños tienen otros intereses?

Esto casi será más debatido que quien gane las elecciones el próximo 4 de noviembre en los EEUU, esto no ha hecho más que empezar.  La batalla por la información está servida, y el Washington Post está en el ojo del huracán.

¿Tú qué opinas? ¿Es Bezos un censor o un defensor de la neutralidad?  Comparte, ¡es bueno saber tu punto de vista! 👇

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