“La mejor herramienta de un contador de historias es la terquedad, el optimismo irracional”: Alberto Salcedo Ramos

Dicen que son seres espirituales sin carne y hueso creados por Dios para librar batallas en el cielo. Miles de años antes de Cristo, muchos cayeron en tiempos de rebelión pero los sobrevivientes, pasaron a la Biblia como los elegidos: Miguel, Gabriel, Rafael, Uriel, Jofiel, Samuel, Zadkiel, todos ángeles. Los de Lupe Pintor, ex boxeador mexicano campeón del mundo en su categoría, se llaman Enrique y Jhonny, un amigo muerto, otro en el cielo por sus propios golpes. Los del cronista colombiano Alberto Salcedo Ramos, están en la tierra, son sus lectores.


Es la noche de un miércoles donde el viento sopla con fuerza en el Distrito Federal. La lluvia humedece los abrigos que salen del armario y más de 150 ángeles terrenales han llegado a Colima 378 para la presentación de Los Angeles de Lupe Pintor, el más reciente libro del cronista colombiano Alberto Salcedo Ramos.

Las sillas no dan a basto, el costado izquierdo está rebasado por gente parada una tras otra. Frente a ellos un grande: Juan Villoro, escritor mexicano. Junto a él Salcedo con su chamarra azul marino se rasca la cabeza. Del otro Guillermo Osorno, Director de Horizontal y anfitrión del lugar, sonríe de cuando en vez, suelta miradas a un auditorio ávido de escuchar historias.

Las que el barraquillero cuenta en el libro bajo el sello de Almadía, hacen parte de esas obsesiones que le atañen desde siempre: el deporte, la música, el amor y ese mar azul que no puede dejar de contemplar cuando menos una vez al mes. Entonces aparecen relatos como el de El Chato, el árbitro que expulsó a Pelé, los pleitos y envidias a través del Vallenato y cierra con una historia de amor de una niña odiosa que un día lo amó.

Los ángeles de Lupe Pintor están en el cielo, los de Salcedo llegaron hoy.

El salón de ambiente bullicioso ahora se asemeja a una iglesia en momento de reflexión. El turno es para Juan Villoro, ese escritor mexicano consagrado que cualquier autor quisiera tener de aliado a la hora de presentar su libro. Aficionado al fútbol, seguidor del Barcelona, amante del rock y lector de Los Angeles de Lupe Pintor del cronista colombiano que ha vuelto a rascarse la cabeza.

-Alberto nació en unos de los lugares más propicios para la crónica y para entender al mundo original, Barranquilla, una ciudad totalmente excepcional. Fue la ciudad más liberal de Colombia porque nunca tuvo un obispo. Hoy en día el mayor exponente de la crónica en este lugar es sin duda el autor de Los ángeles de Lupe Pintor.

Villoro hace una pausa, mira a Salcedo, continúa. —El boxeo ha inspirado historias memorables y las de Alberto se merecen el cinturón de peso completo porque es realmente alguien que sabe captar el reverso de las historias.

—El libro para los lectores mexicanos nos queda muy cerca no sólo por la figura de Lupe Pintor sino por los temas que tiene que ver con el sentimentalismo compartido de las canciones, por las tragedias de los héroes públicos, la mitología de los deportes y de la cultura popular. Hoy en día la realidad Latinoamericana sucede dos veces, primero en el mundo de los hechos y después para que la escriba Alberto Salcedo Ramos, dice Villoro y los aplausos no cesan, Salcedo se ha rascado tres veces la cabeza, sonríe.

El cronista colombiano tiene el carisma del caribe colombiano impregnado en su garganta. Es un costeño cuyas palabras no escapan del chiste, la anécdota, la metáfora familiar.

—Yo nací en Barranquilla una ciudad sumamente chismosa, en donde el gran deporte cotidiano es comer prójimo, hablar mal de la gente y sobre todo chismosear sobre los hechos de la ciudad. Barranquilla es el único lugar del mundo donde hay tanto virtuosismo en el chisme que la gente se permite chismosear en tiempo futuro. En Barranquilla no le dicen a uno que Susana se ha embarazado, sino que la van a embarazar y da la casualidad que después embarazan a Susana.

Las carcajadas de los ángeles ahora se conjugan en un sonido estridente. Son casi las nueve de la noche, la presentación ha terminado.

María es una periodista mexicana que no puede evitar plantarse frente a Salcedo mientras el escritor garabatea mensajes en ese libro de portada naranja que todos llevan bajo el brazo. Pasa uno, pasan dos, todos pasan.
Lo vio tres días seguidos antes de presentar Los Angeles de Lupe Pintor, en un taller de crónica que la dejó con ganas de salir con libreta y mochila al hombro “a comerme el mundo, a contar historias”. Su libro ya está firmado, ahora sigue ahí parada sin que el autor lo sepa.

La virtud de Salcedo está en esa narrativa caribeña que seduce pero también en su terquedad. Esa que le permite insistir por años para lograr una entrevista, que camina ocho kilómetros en la selva para acompañar a un niño en su travesía diaria por llegar a la escuela, que edita horas y días hasta encontrar el verbo perfecto, la metáfora para recordar. Alberto es un cronista colombiano que en tiempos de inmediatez informativa, hace que sus ángeles dejen de tuitear para leerlo.

¿Qué nos queda a los periodistas que queremos contar historias pero nos están cerrando los medios para publicarlas? 

—Sencillo, nos queda la terquedad.

La mejor herramienta de un contador de historias es la terquedad, el optimismo irracional, el hacer cada mañana un acto de fe en el oficio.
Me tiene sin cuidado que todo el mundo esté cerrando porque mientras tenga vida, mientras respire, mientras los pulmones tengan signos vitales, yo voy a seguir contando historias. Nosotros los cronistas tenemos el síndrome de los músicos de la orquesta del Titanic, vamos en un barco que se está hundiendo pero no nos queremos dar por enterados de eso porque preferimos seguir tocando el violín.

Salcedo toma mezcal, está contento. Sus respuestas se hacen escuchar pese al sonido de una cumbia que hace que algunos colombianos muevan la cabeza.

¿Cuál es el reto del periodista colombiano con un proceso de paz en puerta?

Yo creo que el reto de todo el periodismo -no sólo el colombiano- es convertirse en un guardián de la capacidad de asombro porque tenemos una realidad repetitiva en la cual a veces cuesta trabajo saber que lo que está pasando y verdaderamente está pasando hoy, es lo que pasó ayer y ya es una repetición. El periodista tiene que preservar la capacidad de sorpresa de la gente para tratar de construir memoria.

¿Habrá paz en Colombia?

—Yo soy absolutamente seguidor del proceso de paz en Colombia. Tengo 52 años y no recuerdo un solo día de mi vida en el que me haya levantado y no haya habido en mi país algún conflicto, yo creo que nos hemos pasado la vida buscando pretextos para hacer la guerra y ya va siendo hora de que le demos una oportunidad a otras formas de convivencia. Yo creo que el presidente Juan Manuel Santos ha sido muy valiente al arriesgar su capital político para tratar de encontrar un acuerdo político con la guerrilla de las FARC, que es la más antigua del continente. Él supone, como suponemos muchos que lo acompañamos en este proceso, que cuando se logre esa conciliación vamos a tener un país más viable.

Ahora llega Rosa Isabel y Santiago. Tres libros de Salcedo han comprado en la entrada. Uno para el hermano de Rosa, otro para un escritor, uno más para ellos dos. Viven en la Ciudad de México, colombianos de nacimiento.

—Mi hermano me dijo que Alberto Salcedo era el mejor cronista de todo Iberoamérica— le dice Rosa Isabel al autor que ya tiene tres mezcales en la cabeza.
—Eso es mentiras Rosa, el mejor es ese— responde el autor señalando con la boca al que antes ha llamado “mi hermano mayor”, se trata de Juan Villoro.

Salcedo no cree en los ángeles, ni siquiera en el de la guarda. —Duermo así con las piernas abiertas de par en par para que ninguno se me suba encima— comenta entre sonrisas y mezcales. Pero allí está María, Santiago, Rosa Isabel, está Villoro y un centenar de almas terrenales que persiguen sus historias e hijos en papel. Son los ángeles de Alberto, el cronista, el autor. Un barranquillero chismoso que sí es profeta en su tierra.

Por Margarita Solano

Jefa de Información de www.lopolitico.com
Corresponsal de www.utópicos.com.co en México 

Serie: El clan de los Doce apóstoles (Parte 1)

A raíz de la captura del ganadero Santiago Uribe Vélez, sindicado de homicidio agravado y concierto para delinquir, Utópicos web 2.0 reproduce a partir de hoy, capítulos del libro “El Clan de los Doce Apóstoles” (Ícono Editorial, 2011) escrito por nuestra directora, Olga Behar, que permiten explicar los hallazgos de la Fiscalía en este sonado caso.

Hoy, quién es Santiago Uribe.

VII: Santiago
Es muy parecido a su hermano Álvaro. Siempre fue bajito y delgado, casi menudo; ojos cafés relativamente peque­ños. Es muy activo –hiperactivo dirían algunos– y hábil para los negocios. No esconde la deformidad genética de su mano derecha, que maneja con habilidad. Aunque es ante todo un hombre de campo, desde hace veinte años su exposición pública es mayor, y no precisamente por el oficio de su hermano, el político. Hoy se lo ve en las corridas de toros de todo el país, un poco más robusto y con su permanente gesto serio, casi agrio, que los que lo conocen definen como una de sus características. Sue­le llevar un sombrero sobre la cabeza con el que disimula su incipiente calvicie.

Santiago es uno de los cinco hijos de Alberto y Laura, y tal vez el más afín a su hermano, el político. Es quien continuó con las actividades de su padre en el cam­ po y quien cuidó e hizo renacer el emporio que decayó debido a las grandes deudas que dejó el patriarca al mo­ rir. Sí, tenían grandes extensiones de tierra, aeronaves y todos los recursos que querían, pero en buena parte eran producto de operaciones al debe. Después de perder gran parte de la herencia en el pago de las deudas, Santiago hizo florecer la economía familiar, pero no sólo con tra­bajo y dedicación, sino con la adopción de medidas en­ caminadas a garantizar la seguridad de las inversiones. Esto, en medio de la inoperancia del Ejército y la Policía, y de la presencia de la guerrilla en las áreas en donde estaban asentadas las posesiones de los Uribe Vélez, lo habría hecho liderar una verdadera máquina de control armado territorial, que poco a poco se fue conociendo como Los Doce Apóstoles.

Tomada de www.semana.com

De recia personalidad, Santiago Uribe se identifi­ca con los toros que cría en su hacienda La Carolina. A ellos ha dedicado su vida en las últimas dos décadas. Y defiende a capa y espada su actividad, a la que le con­ cede un tinte casi pacifista cuando defiende la fiesta bra­ va de sus detractores:

Estoy totalmente en desacuerdo con aquellas per­ sonas, médicos o siquiatras que dicen que quienes acudimos a los toros nos volvemos violentos; yo por ejemplo, no he visto violencia más grande que la que genera el fútbol en este país. Nunca a la sali­ da de los toros se oye hablar de un muerto, salimos tristes porque los toros no sirvieron o porque los to­ reros no pudieron con la espada, pero nunca sali­mos peleando.*

*Tomado de El portal taurino de Colombia, «Uribe Vélez apoya proyecto taurino», en: www.voyalostoros.com.co
Poco entusiasta con las actividades urbanas, así lo resume en una entrevista que concedió hace ya algún tiempo:

«Yo por ejemplo, soy una persona que no iría a una ca­ rrera de carros a nada; ese ruido, esa contaminación, esa quema de aceite, ese desgaste de materias primas, ese es­ trés, y sin embargo yo respeto a todos los que vayan y les digo (sic): “Eso es lo que te gusta, ah pues, que los disfrutes”, pero yo no los ataco, ni los insulto, necesita­ mos respeto, necesitamos tolerancia».

Tolerancia que hoy reclama para los amantes del mundo taurino, pero que no parece haber invocado en la época en que consolidaba su gran capital en Antioquia.
Desde 1994, su nombre ha sido mencionado en diversas oportunidades en las investigaciones judiciales. Pero nunca ha sido realmente encausado. En el proceso de Los Doce Apóstoles, ha sido beneficiado por dos autos inhibitorios, el primero del 8 de mayo de 1996, cuando el fiscal general de la Nación era Alfonso Valdivieso Sar­ miento y otro del 29 de febrero de 2000, cuando Alfonso Gómez Méndez ejercía ese alto cargo. En noviembre de
2010, el caso fue reabierto.


Juan Carlos Meneses:
«En enero de 1994 me mandan para Yarumal, Antioquia; me dicen que hay problemas de guerrilla, de extorsión, que ya el capitán Benavides lleva un año allá, que es bue­ no que lo reemplacen. Entonces, claro, dicen: “En Cocorná está Meneses, un teniente recién ascendido, pero puede funcionar”. En todos los distritos había coroneles, mayo­ res, tenientes, o capitanes ya antiguos. Pero, ¿un teniente recién ascendido en un distrito? ¡No! Pero a mí, en las reuniones de comandantes de distrito, me tenían en buen concepto, yo siempre obtenía calificaciones buenas, fe­ licitaciones por resultados, por comportamiento, yo era el mejor. Entonces, claro, qué mejor candidato: “Mandémos­ lo para Yarumal, por hoja de vida, por confianza. Como allá hay un problema de guerrilla, váyase para allá”.

»En esa época, en las zonas rojas, la Policía tenía una especie de licencia para matar. Lo que nosotros ha­ cíamos era levantar información de inteligencia: que tal es guerrillero. Entonces el comandante de departamento mandaba a sus sicarios. La sijín era la que iba y hacía las limpiezas. Es una historia negra de la Policía que ya, des­ pués de la Constitución del 91, se suavizó un poquito y cuando empezaron a apretar los organismos de derechos humanos, empezó a desaparecer. Hoy es el momento en que eso prácticamente ha desaparecido; o sea, ya la Poli­ cía, en ese tipo de casos, muy poco acude a semejantes prácticas. Pero en Yarumal, cuando llegué, sí.
»Apenas llegué a Yarumal, iniciamos el empalme. El capitán Pedro Manuel Benavides tenía que ser trasla­ dado porque los medios de comunicación estaban me­ tiendo las narices y eso no le convenía a quien sería, a partir de esa semana, el hombre en cuyas manos esta­ ría mi suerte.
»¿Que si me habló de inmediato del tema de San­ tiago? No, este tema no es el primero en tocar. O sea, hay otras cosas que uno, como comandante, tiene que recibir.

Tomada de www.las2orillas.com
Y la verdad es que él tampoco quería sorprenderme de una. Es que la entrega es un proceso que suele durar de ocho a diez días. Primero empezamos a entrar en con­ fianza y empieza a hablarme del personal, de las esta­ ciones que hay, del material de intendencia, quiénes son los comandantes, me los va describiendo uno por uno: “El comandante de la estación es el cabo tal; los agen­ tes de confianza son; el secretario es tal, tenga confianza en él, porque él es esto y esto; el comandante de la esta­ ción Angostura es el cabo tal, es buena persona, es una persona que trabaja”. Los comandantes que uno tiene son la mano derecha, eso es lo que primero uno entra a ha­ blar en una conversación de entrega: “El Ruso es el de la sijín y el cabo Rodríguez, de la sub sijín”, etcétera.

»Al segundo día del proceso de entrega del coman­ do, abordó primero el tema del personal, el tema logís­ tico, cuánto armamento hay, sobre la munición, los ve­ hículos, las motos, sobre cómo son las instalaciones. Lo primero que hicimos fue revisar las estaciones, todo lo administrativo. Hay unas actas de entrega de distrito, pero el comandante de distrito no responde por nada. Es de­ cir, responde en papeles, pero cada comandante de estación es dueño de su estación. Claro, si llega a haber algún problema, inicialmente responde el comandante del lu­gar y, por lógica, también el comandante de distrito, por no haber controlado la situación. Entonces disciplinaria­ mente lo pueden investigar a uno y hasta sancionar, por­ que el comandante no revisó que hacía falta tal cosa. A uno, como funcionario público, lo investigan por acción u omisión. Por ejemplo, el sargento tal de Angostura es el que tiene que responder por los fusiles, los cartuchos, por todo lo de intendencia, por escritorios, máquina de escribir, motos, instalaciones, ollas, colchones, camaro­ tes. Cada comandante es el que responde; mi responsa­ bilidad iba a ser recibir todo lo que los comandantes de todas las estaciones firman en un acta.

»Cuando el capitán Benavides me va haciendo la entrega, yo voy viendo que las firmas de los comandan­ tes sean verificables. Entonces, a cada comandante le di­ go: “Usted es responsable de esto y esto, fírmeme acá al ladito”. Yo lo que hago es que a cada comandante le paso revista para constatar que lo que él firmó esté ahí, y al final le firmo el acta de entrega al capitán Benavides.
»Ya cuando quedamos solos, es cuando Benavides empieza a profundizar sobre la problemática de la región: “Vea, por acá está el frente tal; por acá donde está esta otra estación, el frente tal”, y ya al final es que empieza a hablar del grupo, es cuando me frentea:
—Resulta que aquí hay un grupo de autodefensas que son los que están haciendo limpieza social.
—Mi capitán, ¿cómo así?
—Ellos son los que están haciendo limpieza, us­ ted lo que tiene es que colaborarles (sic). Vea, Meneses, el jefe de ese grupo es Santiago Uribe.
»Yo me sorprendí mucho.
—¿Cómo así? ¿Santiago Uribe, el hermano del doctor Álvaro Uribe, el candidato a la Gobernación de Antioquia?
—¿Usted es la primera vez que oye que existe eso?
—me responde Benavides.—Sí, sí.

»Benavides no lo podía creer. Es que ya en Antio­
quia eso era vox populi. Me explica:
—Sí, sí, Santiago es el jefe del grupo. Yo lo voy a llevar para que usted lo conozca, yo vengo trabajan­ do con él. Y usted, lo que tiene que hacer es colaborarles, con la sub sijín, que son los de confianza, entonces ahí es donde entran El Ruso, el cabo Rodríguez, Jimé­ nez (sic).
»Le pedí que me aclarara más el asunto. Él me ex­ plicó que ellos venían de la mano con un grupo conso­ lidado que tenía dos componentes, uno rural, cuyo jefe era Rodrigo.
—Y el otro, es el urbano. El jefe urbano es Pelo de Chonta. Ellos lo que hacen es recoger la información para saber quiénes son ladrones, atracadores, viciosos, extorsionistas, expendedores de vicio. La sijín ubica la in­ formación, pero también, cualquier información que le llegue a usted, se la pasa a ellos; ellos se la transmiten al grupo que pone a los sospechosos en la lista. Y Santiago es el que autoriza la operación para darlos de baja.
—¿La lista?
—Sí, hay un listado de personas a las que toca dar de baja, ese lo llevan ellos. La misión suya, Meneses, es seguirles colaborando a ellos, yo lo vengo haciendo des­ de hace un año que llegué a Yarumal. Yo, desde que me vine de Cañasgordas, vengo aquí trabajando con ellos (sic). Hemos trabajado de la mano, ellos le van a dar una platica mensual a usted.
—Entiendo. ¿Y como cuánto es?

»Me dijo que era como un millón; eso era mucha plata en esa época.

—Entre los ganaderos recogen para que usted les colabore, para que ellos puedan operar aquí sin problema.
»Ya en plena confianza, le expresé que el temor de uno que es que le vayan a hacer cagadas. Por ejemplo, que aparezcan los tipos borrachos, haciendo tiros. Que sí hagan sus cosas, lo que tengan que hacer, pero que no se mantengan aquí en el pueblo, ni que lo vayan a bole­ tear a uno, ni a relacionar con esas acciones al margen de la ley.
—No, Meneses, eso no hay ningún problema, San­ tiago sabe manejar muy bien eso, y el que no sirva, el que esté dando lora o esté “hablando paja”, lo van es matando de una vez, usted no se preocupe por eso.
—Ah, bueno, mi capitán, si es así, entonces lo que hay que hacer es colaborarles.
—El grupo aquí ya está conformado, el jefe es Santiago Uribe Vélez, hay apoyo de la gente de Caucasia y de gente muy poderosa de la región.
»La verdad es que la información sobre el hermano del político, del ex director de la Aeronáutica, del congre­ sista, me causó sorpresa. Aunque, tengo que reconocer, no sentí mayor inquietud. Era normal el funcionamiento de este tipo de núcleos, en momentos en que combatir a la guerrilla por esta vía era una opción que tenía bas­ tante aceptación regional.
»El capitán Benavides me da más detalles del asunto: “Yo les he colaborado mucho, lo que hago es que cada vez que ese grupo va a cometer un asesinato lo que tenemos que hacer es garantizar que la Policía no reaccione. Entonces, lo que tiene que hacer es tenerlos guarda­ dos, tenerlos bien ocupados, para que no puedan ir hasta el sitio de los hechos y se corra el riesgo de que capturen a los que cometen los asesinatos”.

»Me aseguró que el comandante de la Policía en Antioquia, coronel Alberto Rodríguez Camargo, estaba al tanto de la situación. Es que eso era una cultura en esa época, eso era normal, que los ricos se reunieran y apo­ yaran a algún grupo de limpieza social. Y Yarumal no era la excepción.
»Pero sucedía algo que después sirvió para una mala interpretación y para que las pesquisas nunca alcan­ zaran a Santiago. Resulta que allí había unos comercian­ tes que recogían plata entre varios negocios, en la ferre­ tería, en la droguería, la panadería, y había gente con un gran sentido de colaboración. Recuerdo a un viejito que se llamaba Donato Vargas, él era dueño de un almacen­ cito que vendía relojes, chucherías, que se llamaba La Economía. Había sido policía cívico y quería mucho a la Policía; ese viejito era un policía sin uniforme, se mon­ taba en las patrullas a patrullar, era un policía de tiempo completo y se hacía muy amigo de los comandantes. Be­ navides me lo presentó, me dijo: “Vea, este señor recoge los aportes de los comerciantes”. Eran cinco mil pesitos en esa época, quince mil, veinte mil el que más daba. Ese fondo era para ayudarle a la Policía, para gastos como pa­ pelería, elementos de aseo, jabón, traperos, escobas, ga­ solina, y él tenía soporte de todo lo que le daban.
»Cuando se destapó lo de Los Doce Apóstoles, di­jeron que eran los comerciantes los que apoyaban al grupo paramilitar, porque eran los que recogían plata para pa­ garles. Y los capturaron sin que se comprendiera que en realidad se trataba de dos grupos diferentes: la coopera­ tiva de los comerciantes que apoyaba a la Policía en sus actividades cotidianas, y el grupo de Santiago. En esa épo­ ca, Santiago nunca figuró y se dijo que los que estaban haciendo limpieza se financiaban con esa plata que reco­ gía Donato. La Fiscalía se enfocó en Donato y los captu­ ró, a él y a los otros comerciantes que aportaban, pero ellos no tenían nada qué ver, ellos no sabían nada. La Fiscalía se enredó, fue por ahí y nunca mencionaron a Santiago. Pero paralelo estaba Santiago, que era el que recogía plata entre los ganaderos, finqueros y ricos para pagar eso. No quisieron llegarle a Santiago.

»Se comentaba que eran los ricos del pueblo y los comerciantes los que financiaban al grupo paramilitar. Lo que sucedió fue que algunos ricos del pueblo sí le ayu­ daban a Donato, eran los dueños de almacenes grandes, distribuidores de alimentos, de comida para cerdos y ga­ nado y terminaron enredándolo, porque Santiago tenía a dos personas que eran de su confianza, a dos ricos que le daban plata a Santiago y a la vez a Donato. Eran el due­ ño del restaurante San Felipe, Álvaro Vásquez, y Emiro Pérez, un señor que tenía un negocio de alimento para cerdos, un rico al que le habían secuestrado el hijo. En­ tonces, ¿cuál fue el pecado de Donato? Recogerles plata al del restaurante San Felipe y a Emiro Pérez, que ellos sí eran del grupo de Santiago; hubo una mezcolanza ahí, ellos eran de Los Doce Apóstoles.
»La verdad es que todo se sabía: Donato sabía que
Álvaro y Emiro formaban parte del grupo que dirigía Santiago Uribe Vélez; los otros comerciantes que apor­ taban sabían del grupo, pero nadie quiso decir nunca que Santiago era el que lo dirigía, ellos nunca lo echaron al agua en los interrogatorios. Ellos sí decían, hay un gru­ po que mata, un grupo que hace limpieza, pero yo no tengo nada que ver, yo lo que le doy es la plata para la Policía.

»Además hay otra cosa, es que Santiago fue muy inteligente. Él nunca daba la cara en Yarumal, él nunca bajaba, todos en el pueblo sabían que tenía su finca, y que en la finca había un grupo de paramilitares.
»Regresemos al empalme. Al día siguiente, Bena­ vides coordinó para que Santiago estuviera en su finca, para que él me conociera. Entonces, fue más directo y me propuso:
—Vamos y le presento a Santiago.
»Llegamos a la hacienda La Carolina. Llamó mi atención la fuerte seguridad armada que ni siquiera disi­ mulaban. No eran soldados ni policías, eso se reconoce por el armamento y el vestuario. Seguimos a la sala don­ de él me esta esperando. Me siento un poco tensionado, por eso no observo bien los detalles de la sala. Sí recuerdo que la decoración es la típica de las haciendas campestres de Antioquia: muebles finos de madera en una estancia amplia, agradable. Al saludarme, aprieto su mano y no­ to de inmediato la deformidad. Me da el recibimiento; mientras escucho su acento típico de paisa, lo observo con cierta curiosidad: un tipo de sombrero, con botas, con poncho de los que usan los antioqueños en el campo.
—Mucho gusto, ya sé quién es usted, ya me lo han dibujado. Usted es un buen elemento. Bienvenido a Yarumal, teniente. A ver le cuento de nosotros; aquí tengo unos muchachos, tenemos un grupito, una gente­ cita, yo necesito que usted me ayude. Además, nosotros vamos a ser fundamentales para el trabajo suyo, vamos a apoyarlo en todo lo que usted necesite, pero de usted necesitamos el apoyo también. Aquí nos necesitamos los dos, yo voy para adelante con este grupo, el objetivo mío es acabar a las FArc y al eln en esta región; acabarlos o sacarlos, pero el objetivo mío es limpiar la zona.

—¿En qué consiste esa cooperación?
—Queremos que usted, lo que tenga de inteligen­ cia nos lo pase a nosotros y nosotros, lo que tengamos, se lo pasamos a usted. Yo tengo gente tanto en la zona rural como en la zona urbana, entiéndase con Rodrigo y con Pelo de Chonta, lo que necesite es con ellos (sic). Cuando usted requiera que yo le salga a usted, pídale el favor a Rodrigo. Rodrigo me llama por el radio y nos ve­ mos aquí en la finca, pero présteles toda la colaboración. Yo lo que quiero es que cuando ellos vayan a actuar, us­ tedes no salgan, ése es el favor que le pido yo a usted. Mensualmente le voy a dar una colaboración, lo mismo como veníamos trabajando con el capitán Benavides, así mismo quiero que siga con usted (sic).
—No hay problema.
—Vea, Meneses: nosotros venimos trabajando muy de la mano del capitán Benavides. El capitán nos ha sido muy útil, nos ha colaborado bastante, esperamos que usted, que llega nuevo, siga colaborándonos de la mis­ ma forma que lo ha hecho el capitán Benavides. Usted, teniente, no se preocupe, que tanto en Medellín como los mandos y gente de la clase política en Bogotá, saben que esto se está gestando, tienen conocimiento. Pero tam­ bién sepa que usted, nos ayude o no nos ayude, este trabajo lo vamos a seguir haciendo, entonces lo mejor es que haga como viene haciendo el capitán Benavides y nosotros le damos muy buena información (sic). Usted nos colabora y nosotros antes lo cuidamos.

»Yo pensé: “Entonces lo va es a cuidar a uno”. Y
le respondí:
—Bueno, sí señor. Si el capitán me lo presenta a usted y me relaciona con usted, es porque las cosas van a seguir igual que hasta ahora y si las cosas son así, si el comandante del departamento sabe, si el Ejército sabe, su hermano sabe y hay varios senadores que están al tan­ to de todo, bueno, sí señor Santiago.
—Usted no tenga ningún temor, porque esto lo conoce el comandante del departamento, lo conoce la brigada, lo conoce mi hermano que es político, y él tie­ ne muchos amigos. Tranquilo, usted no se preocupe que nosotros tenemos manejo a nivel nacional, si usted llega a tener algún problema nosotros lo ayudamos, si a usted le llega a ir bien con nosotros, después lo mandamos para una parte bien buena, nosotros tenemos muy buenas re­ laciones y si usted nos ayuda, nos ayudamos todos.
—Listo, don Santiago, no hay problema.
»Así fue como conocí a Santiago. Lo veía encegue­ cido contra las FArc, primero que todo, a él se le veía la rabia que tenía, no disimulaba su odio contra las FArc y tiene sus razones. Cuando las FArc mataron al papá, él estaba con él y también le pegaron unos tiros, resultó herido, creo que le pegaron un tiro en la espalda. Es un tipo que se mueve, es hiperactivo, el habladito paisa tí­ pico, es como más cachetoncito que el hermano. A él le veía como ese militar frustrado, o sea, han querido como ser eso (sic), integrantes del Ejército, tener poder militar. Tal vez viene de esas historias que conocí, que el papá fue muy drástico, el papá de los Uribe Vélez, en cuanto a la crianza de ellos; muy disciplinado, entonces ellos te­ nían como ese don, esa forma de mando y de querer que las cosas se hagan por encima de lo que sea.

»Entendí que era un grupo de limpieza social. Pa­ ra esa época, no se les conocía públicamente como Los Doce Apóstoles. Los Doce Apóstoles se empezaron a lla­ mar después de que yo salí de esa región. Todo se supo después de abril de 1994, cuando empezaron las inves­ tigaciones.
»La ayuda fue permanente. Santiago nos daba pla­ ta, pero no era para nuestros bolsillos, era dinero para que pudiéramos garantizar que el grupo pudiera actuar sin que la Policía los capturara. El mecanismo era el siguien­ te: por ejemplo, cuando las acciones que hacía el grupo de Rodrigo eran de importancia, antes de salir los sica­ rios, Santiago me llamaba, para que quedara claro que él era el que estaba dando la orden.
»La idea era que el grupo pudiera operar sin el acoso del Ejército y la Policía. El Ejército no tenía tanta incidencia en el pueblo, en lo urbano, pero en la parte rural sí. Entonces, Santiago mandaba a llamar al coman­ dante de turno en el Ejército y la respuesta siempre era: “Mire, lo que se le ofrezca, aquí estamos dispuestos, va­ mos a colaborarle”.

»Pero cuando no eran tan delicadas, se organiza­ ban por intermedio de la sijín, o directamente con Rodri­ go o Pelo de Chonta. Rodrigo personalmente me decía: “Vamos a hacer tal cosa”. Entonces yo lo que hacía era decirle a la sijín: “Coordine para que la Policía no vaya a llegar allá”. Entonces ellos se encargaban de cuidarlos para que cometieran el asesinato, sin que la Policía les llegara en ese momento, de eso se trataba.

»La asistencia era integral. Por decir algo, oíamos por radio que había unos disparos en algún lugar, enton­ ces los de la sijín –que eran los verdaderamente invo­ lucrados– nos decían: “No mande ninguna patrulla que nosotros vamos para allá”, pero se iban era a cuidar la salida, la huida del sicario del grupo de los que trabaja­ ban para Santiago.
»Santiago tenía una lista de personas, había jefes del eln, también colaboradores de las FArc, él sabía a quié­ nes había que darles. La idea de él era desvertebrar la parte urbana de esos grupos guerrilleros y, con la gente que tenía en el monte, pues caerles. El objetivo era aca­ bar a las FArc y al eln.
»Sobre el dinero, a mí los periodistas me pregun­ tan que si yo sabía si Santiago Uribe Vélez era narcotra­ ficante en esa época, yo les digo: “La verdad, yo nunca lo vi comercializando con coca, ni sabía que él tuviera laboratorio”. Lo cierto era que la guerrilla en esa época tenía cultivos y laboratorios de cocaína, fuertes, por toda esa región de Santa Rosa de Osos y Yarumal, lo que era Campamento, Angostura, Briceño, Valdivia, eso era una zona cocalera y de laboratorios fuerte. Que si Santiago Uribe Vélez era narcotraficante, la verdad, nunca lo vi, lo que sí escuché es que de Álvaro Vásquez, que era el jefe de finanzas, se decía que manejaba algunos labora­ torios de cocaína. A mí me llegó una vez una información, según la cual él, como era ganadero y también trabajaba con cerdos, tenía un laboratorio debajo de unas coche­ ras*, porque dizque el olor de la mierda del cerdo disi­ paba el olor del procesamiento de la coca. Esa informa­ ción me llegó, pero yo nunca la corroboré. Este señor manejaba mucho dinero, incluso decían que Álvaro Vás­ quez era el que manejaba a los jóvenes sicarios, era el que los financiaba, les ofrecía plata, hay un testigo que cuenta que Álvaro Vásquez fue el que gestionó un pasado judicial y unos salvoconductos ante el DAS. Yo, probablemente lo hubiera encubierto; o sea, el objetivo no era meterle mano a esas denuncias, usted estaba trabajando para ellos.

*Porqueriza, sitio donde se crían cerdos.
»Le explico: aunque yo sí escuché que Álvaro Vás­ quez tenía vínculos con el narcotráfico, en la situación en la que me encontraba no estaba dispuesto a investi­ gar eso, pero además, en tres meses tampoco se puede hacer una labor de inteligencia tan fuerte como para lle­ gar a detectar algo así. Yo sí requisaba algunos carros que llegaban de Campamento, pero nunca encontré mayor cosa, lo que encontrábamos era mucha papeleta de dro­ ga, y sabíamos que el narcotráfico ahí lo manejaba era la guerrilla. Pero si usted tiene un fin, o sea, usted tiene su finca en Yarumal y empieza a combatir a la guerrilla, era obvio que los paramilitares no tenían realmente el objetivo de acabar a la guerrilla, sino que buscaban que­ darse con el negocio del narcotráfico.

Portada del libro “El Clan de los Doce Apóstoles” Tomada de www.las2orillas.com

»La guerrilla operaba en el departamento de An­tioquia, desde Urabá hacia el nordeste del departamento, donde están ubicados municipios como Yarumal, San­ ta Rosa de Osos y Anorí. Y luego bajaban a Caucasia y el departamento de Córdoba. Entonces, ¿Qué pasa? Los Uribe tienen fincas en Córdoba y arrancan con las auto­ defensas de allá para acá. Santiago me lo decía:
—Nosotros tenemos que limpiar esto, en Cauca­sia nuestra gente ya está fuerte, porque ha venido de Cór­doba hacia Antioquia.
»Yo lo escuchaba sorprendido de ver la capacidad de manejar una región tan vasta y conflictiva.
—Teniente, nosotros apenas estamos empezan­do; entonces, cuando usted necesite gente, yo se la con­ sigo. Ahora, por ejemplo, voy a traerme a unos amigos míos que cultivan papa. Son grandes cultivadores de pa­pa. Ellos se van a venir aquí y me van a dar la mano, me van a ayudar para empezar a barrer a la guerrilla de aquí para abajo, y si necesitamos gente, la mandamos a traer de Caucasia.
»Y no fueron sólo palabras; a los pocos días, de verdad llegaron. Era una gente de apellido Botero, unos duros de La Ceja, eran cultivadores y comerciantes de papa, pero también manejaban narcotráfico. En esa mez­cla entre lo legal y lo ilegal, hay que anotar que, incluso, tenían una pista de aterrizaje en Campamento por donde sacaban la droga. Pero ya estaba controladita la pista, la Policía no intervenía. Los cultivos de coca y los laboratorios para su procesamiento eran inmensos y la información era que de allá salía coca para la exportación. Realmente, el objetivo de Santiago al combatir la guerrilla, era quitar­ le el poder del narcotráfico, y usted mira que ya, en 1993,

1994 hasta 2002, las autodefensas se apoderaron de todo ese sector.
»Esa excusa de que el objetivo era acabar con la guerrilla, que porque “la guerrilla mató a mi papá”, no me parece argumento suficiente. Allí hay una conexión, eso está documentado en varias investigaciones: la muer­ te del papá de los Uribe se da por un problema entre el narcotráfico y las FArc, que también tenían negocios de narcotráfico».


En la primera parte del proceso, Santiago Uribe no fue mencionado, pero más adelante empezaron a aparecer testigos que aseguraban que él era el verdadero jefe de la agrupación paramilitar. La Fiscalía inició la primera in­ vestigación en su contra en 1995. Desde entonces, el pro­ ceso de Los Doce Apóstoles ha pasado por varias etapas y Santiago Uribe siempre ha podido salir beneficiado con autos inhibitorios. Lo logró en 1996 y en el año 2000. Sin embargo, el caso no ha sido cerrado en forma definitiva y el entonces fiscal general encargado, Guillermo Mendo­ za Diago, dijo después de las declaraciones de Meneses en Argentina que si surge una prueba nueva, el caso po­ dría ser reabierto. Podría ser, por ejemplo, la grabación de Meneses con el coronel Benavides en la que hacen memoria de todo lo ocurrido en Yarumal. Si esto suce­ de, Santiago Uribe Vélez será –sin duda– llamado a los estrados judiciales.

Los periodistas que escriben la historia de un país

Freepik imágenes

El encuentro con Hollman Morris volvió interesante ir a los conversatorios; su trayectoria, sus vivencias y anécdotas son un ejemplo para los periodistas en formación.


Por: JihanKarineSchet Ibarra

@jihanschet

Zully Marcela Muñoz

[email protected]

Pero no solo los estudiantes deberían seguir el modelo de periodismo del ponente; sobre todo, los profesores y directivos deberían aplicar sus sugerencias para mejorar los espacios teóricos y volver a los estudiantes más competentes.

“Los periodistas son los que escriben la historia de un país”, afirmó Morris alentado a que se incluyan en las aulas de clase los temas de actualidad, de coyuntura y retomar aspectos históricos que un periodista debería saber.

Que él resalte la gran desinformación que se vive en el país, es preocupante, ya que nos hace evaluar ¿qué tanto conocemos la historia de nuestro país?

Hay comunicadores vendidos; en otros casos, los canales no saben qué presentar cuando se forman cortinas de humo; y ya sea por dinero o por cualquier otro interés, prefieren transmitir temas de entretenimiento, en vez de situaciones sobre las que la sociedad debería tener información, esos hechos que hacen historia y marcan el país.

Estos casos se han vuelto recurrentes en los medios, en donde no se respeta el derecho a la libre expresión del periodista y la censura –por conveniencia- afecta la ética profesional. 

En medio de controversias, avanza vacunación para primeros grupos de priorizados en Cali

En medio de controversias, avanza vacunación para primeros grupos de priorizados en Cali

Autores: Juan Pablo Montoya Gómez | Yenifer Solano Meñaca.

Facultad de Humanidades y Artes

Entre mitos, preocupación y esperanza, 900 mil caleños aspiran a ser inmunizados en 2021.

En tiempos de pandemia, el Ministerio de Salud ha elaborado un plan para combatir el virus en Colombia. Habrá 2 fases de vacunación, con 5 etapas, priorizando así a los grupos de mayor riesgo.

“La nueva tecnología que se implementó en el desarrollo de las vacunas de Pfizer/BioNTech y Moderna, es decir, aquellas que utilizan ARNm (ácido ribonucleico mensajero) no afectan la carga genética (ADN) de la persona que la recibe. El ARNm produce una proteína protectora que le enseña al cuerpo a defenderse de la infección. El ARNm no entra en ningún momento en contacto con el material genético de las células de la persona y es eliminado tan pronto cumple su función”. 

En la primera fase se encuentra: La etapa 1, que son adultos mayores de 80 años y trabajadores del sector salud de primera línea. En la segunda etapa, está la población entre los 60 y 79 años. En la tercera y última etapa de esta primera fase la población entre 16 y 59 años, con comorbilidades, y los agentes educativos. 

Se planea tener dos fases de vacunación en Colombia con 5 etapas. 

En la segunda fase hay dos etapas: La cuatro, que prioriza a los cuidadores institucionales, los privados de libertad, los bomberos de Colombia, socorristas de la Cruz Roja, la Defensa Civil, habitantes de calle identificados por las alcaldías municipales, los controladores aéreos, pilotos y auxiliares de vuelos internacionales. Y, finalmente, en la quinta etapa se inmunizará a la población entre 16 y 59 años libre de comorbilidades, empezando desde los mayores.  

Diferencias de opinión 

En el último siglo, la ciencia ha avanzado a pasos agigantados, permitiendo elaborar vacunas contra nuevos virus de una manera más rápida y efectiva, en comparación de los 5 a 10 años que tomaba a los laboratorios anteriormente. “Con las vacunas hemos erradicado varias enfermedades, como la viruela; la vacuna contra el COVID-19 es necesaria para reducir su mortalidad y para que, eventualmente, se logre lo mismo. Debemos abrir los ojos a esta posibilidad y no desperdiciarla”, manifestó Mariela Rojas, docente pensionada, de 66 años, quien defiende el derecho a vacunarse. 

Sin embargo, muchas otras personas priorizadas tienen sus dudas acerca de las vacunas: algunas creen que no será efectiva para volver a la normalidad debido a que tendrán que seguir tomando medidas de precaución y otras hasta piensan que son solamente un paso más hacia un plan maligno de las élites, para controlar a la humanidad o erradicar a gran parte de esta.  

Colombia está en su primera etapa de vacunación, priorizando los grupos de mayor riesgo. 

Miryam Ortiz (80 años), docente pensionada, expresó: “siendo honesta, no le veo necesidad a vacunarme. ¡En estas dichosas vacunas vienen partículas de nanotecnología que van a afectar mi ser físico y espiritual! Quiero seguir siendo la persona que siempre he sido y no someterme a un riesgo tan grande”. 

Desconfianza hacia la ciencia 

Vivimos en un contexto social donde las personas son más críticas de lo que ocurre a su alrededor, pero muchas veces esta postura no tiene un conocimiento científico que la respalde. En parte, el manejo que se le ha dado a la salud a nivel global provocó ese resurgimiento del movimiento antivacunas, que viene desde hace varias décadas. 

La docente e historiadora Diana Quinayá habló acerca de por qué algunas personas no creen en la vacuna: “Creo que esto tiene mucho que ver con la idea de que todo lo hemos comercializado y mercantilizado, entre ellos, la vida y la muerte; y la desconfianza y desconocimiento de lo científico. Parece increíble -pues vivimos cada vez en sociedades más educadas- que la gente empiece a creer en otro tipo de ideas, como las teorías conspirativas y demás”.  

Agregó que, en buena parte “tiene que ver con ese pensamiento crítico no basado en evidencia científica sino más bien basado en la desconfianza que tenemos ante las grandes capitales, las grandes industrias y el manejo que los gobiernos tienen y han tenido sobre los negocios de la salud pública”. 

900 mil caleños podrían ser inmunizados este año. 

¡Cuidado con la desinformación! 

Hoy en día, el único elemento que puede cambiar el rumbo de la pandemia es la vacuna, pero también es responsabilidad de todos ser precavidos con la información que se recibe y difunde todos los días, ya que se corre el riesgo de que sea falsa. Algunos de estos mitos son los que mantienen a muchas personas escépticas ante la efectividad del biológico, y por eso es importante aclararlos: 

Uno de ellos tiene que ver con la seguridad y efectividad de la vacuna, debido a su rápido desarrollo. En este caso se debe tener en cuenta que la humanidad ha pasado por grandes avances tecnológicos y científicos en los últimos cien años, y también que en esta pandemia los gobiernos y la ciencia pasaron por un arduo proceso colaborativo que permitió la elaboración de la vacuna en tiempo récord. 

Hay división de opiniones y desinformación ante el proceso de vacunación en Colombia.  

Otro de estos mitos es que la vacuna cambiará o modificará el ADN de la persona inmunizada. Según un artículo de la Fundación Cardiovascular de Colombia, publicado en febrero de 2021: “La nueva tecnología que se implementó en el desarrollo de las vacunas de Pfizer/BioNTech y Moderna, es decir, aquellas que utilizan ARNm (ácido ribonucleico mensajero) no afectan la carga genética (ADN) de la persona que la recibe. El ARNm produce una proteína protectora que le enseña al cuerpo a defenderse de la infección. El ARNm no entra en ningún momento en contacto con el material genético de las células de la persona y es eliminado tan pronto cumple su función”. 

Aunque el paciente sea vacunado, debe continuar con las medidas de bioseguridad, según la OMS. 

Finalmente, el Ministerio de Salud asegura que lo más importante es informarse bien, es por esto por lo que ha incluido en su aplicativo digital Mi Vacuna COVID-19: “Los habitantes del territorio nacional cuentan con tres componentes: Me Informo, Me Consulto y Me Postulo”, los cuales le permitirán a todos los colombianos documentarse con información veraz. 

 

Vivimos en un contexto social donde las personas son más críticas de lo que ocurre a su alrededor, pero muchas veces esta postura no tiene un conocimiento científico que la respalde.

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¿#ReformaDelHambre?

¿#ReformaDelHambre?

Autores: Vanessa Meza Martínez| Catalina Galvis.

Facultad de Humanidades y Artes

Avanza en el congreso una nueva reforma tributaria  en Colombia, un proyecto dirigido por el ministro de hacienda Alberto Carrasquilla, que busca el aumento de un 5% al 19% de los productos de la canasta familiar básica, impuesto a las pensiones, incremento al precio de la energía, de la gasolina, plásticos de un solo uso e impuesto vehicular. Esperan conseguir 25 billones de pesos, lo que afectará a las clases más populares, personas que trabajan al día, aquellos a quienes la pandemia dejó sin empleo;  impuestos en un momento en el que la gente no tiene prácticamente con qué  comer.

La reforma tributaria es un proyecto aparentemente planificado con una intención de auxiliar económicamente, pero la realidad es que el país se encuentra en recesión, en una crisis en la que cada día aumenta la pobreza, la inequidad y la falta de oportunidades para los colombianos.

A una persona que cuenta con más 3 smmlv, puede que no le afecte pagar el 19% extra, pero para quienes viven de ventas diarias, será un golpe en la economía de sus hogares. Cecilia Rodríguez, prestadora de servicios de vigilancia afirma, “subirles el IVA a los productos esenciales de la canasta familiar nos afecta. Y como madre cabeza de hogar, me limita brindar a mis niños el consumo diario de alimentos como la leche, no podré comprar lo mismo que hace algunos meses”. 

Con la denominada ‘Reforma social, solidaria y sostenible’, esos $25 billones estarían divididos en impuestos a personas naturales, impuestos adicionales por el IVA e impuestos de las personas jurídicas. 

Esta reforma ha generado disgusto y distintos sectores del país han manifestado su inconformidad; en redes sociales se promueve un paro nacional en contra de ella para el próximo 28 de abril. 

¨El Comando Nacional Unitario rechaza de manera enfática esta propuesta en donde pretende aumentar el IVA al 19% a los productos de la canasta familiar, considerando que esto sólo logrará aumentar la pobreza extrema de los colombianos, generando más hambre en la clase menos favorecida”, afirmó Francisco Maltés presidente de la Central Unitaria de Trabajadores, en el canal Caracol, emisión del mediodía. 

En este momento coyuntural, Colombia pasa por una crisis de desempleo y pobreza; Jorge Restrepo, profesor de Economía de la Universidad Javeriana, en una entrevista para Colprensa, expresó que “como consecuencia de las pérdidas de ingreso durante la pandemia podría haber un aumento de 4,5 millones de pobres en el país”, agravando la situación provocada por las medidas de confinamiento por el COVID-19, dejaron y siguen dejando sin empleo a millones de colombianos. 

En estos momentos, la ciudadanía está a la expectativa sobre los productos que entrarán en la lista de la reforma; durante el mandato actual del presidente Iván Duque se han presentado tres reformas tributarias y como consecuencia de esto, son más los productos que tienen IVA de los que no, esto tiene a la población colombiana en un dilema presupuestario en la  canasta familiar; actualmente, 98 productos tienen un IVA del 19%, y según el nuevo proyecto, se están estudiando 78 artículos más, para aplicarles este mismo porcentaje. 

Esta propuesta asusta a la población, en especial a los pequeños negocios, ya que sus ventas no van a ser las más favorecidas en los sectores más vulnerables, “los artículos de primera necesidad no se verán tan afectados porque la gente los va a comprar sí o sí; pero sí los productos que no son de primera necesidad, el consumidor cambiará por opciones diferentes, con un menor precio o que no tengan el incremento. Hay que resaltar los estratos económicos donde estén ubicados los negocios, si son sectores muy bajos, se notará la disminución del porcentaje de ventas, porque hay personas que viven del diario, pero si miramos a negocios o minimarkets en sectores privilegiados de la ciudad, pues no se notará el cambio”, afirmó el administrador de la Rapitienda, Duván Ospina. 

La reforma tributaria es un proyecto aparentemente planificado con una intención de auxiliar económicamente, pero la realidad es que el país se encuentra en recesión, en una crisis en la que cada día aumenta la pobreza, la inequidad y la falta de oportunidades para los colombianos; además, los impuestos que se le cobra a la población colombiana difícilmente ayudarán a quienes se espera. 

 …la denominada ‘Reforma social, solidaria y sostenible’, esos $25 billones estarían divididos en impuestos a personas naturales, impuestos adicionales por el IVA e impuestos de las personas jurídicas. 

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