“La mejor herramienta de un contador de historias es la terquedad, el optimismo irracional”: Alberto Salcedo Ramos

Dicen que son seres espirituales sin carne y hueso creados por Dios para librar batallas en el cielo. Miles de años antes de Cristo, muchos cayeron en tiempos de rebelión pero los sobrevivientes, pasaron a la Biblia como los elegidos: Miguel, Gabriel, Rafael, Uriel, Jofiel, Samuel, Zadkiel, todos ángeles. Los de Lupe Pintor, ex boxeador mexicano campeón del mundo en su categoría, se llaman Enrique y Jhonny, un amigo muerto, otro en el cielo por sus propios golpes. Los del cronista colombiano Alberto Salcedo Ramos, están en la tierra, son sus lectores.


Es la noche de un miércoles donde el viento sopla con fuerza en el Distrito Federal. La lluvia humedece los abrigos que salen del armario y más de 150 ángeles terrenales han llegado a Colima 378 para la presentación de Los Angeles de Lupe Pintor, el más reciente libro del cronista colombiano Alberto Salcedo Ramos.

Las sillas no dan a basto, el costado izquierdo está rebasado por gente parada una tras otra. Frente a ellos un grande: Juan Villoro, escritor mexicano. Junto a él Salcedo con su chamarra azul marino se rasca la cabeza. Del otro Guillermo Osorno, Director de Horizontal y anfitrión del lugar, sonríe de cuando en vez, suelta miradas a un auditorio ávido de escuchar historias.

Las que el barraquillero cuenta en el libro bajo el sello de Almadía, hacen parte de esas obsesiones que le atañen desde siempre: el deporte, la música, el amor y ese mar azul que no puede dejar de contemplar cuando menos una vez al mes. Entonces aparecen relatos como el de El Chato, el árbitro que expulsó a Pelé, los pleitos y envidias a través del Vallenato y cierra con una historia de amor de una niña odiosa que un día lo amó.

Los ángeles de Lupe Pintor están en el cielo, los de Salcedo llegaron hoy.

El salón de ambiente bullicioso ahora se asemeja a una iglesia en momento de reflexión. El turno es para Juan Villoro, ese escritor mexicano consagrado que cualquier autor quisiera tener de aliado a la hora de presentar su libro. Aficionado al fútbol, seguidor del Barcelona, amante del rock y lector de Los Angeles de Lupe Pintor del cronista colombiano que ha vuelto a rascarse la cabeza.

-Alberto nació en unos de los lugares más propicios para la crónica y para entender al mundo original, Barranquilla, una ciudad totalmente excepcional. Fue la ciudad más liberal de Colombia porque nunca tuvo un obispo. Hoy en día el mayor exponente de la crónica en este lugar es sin duda el autor de Los ángeles de Lupe Pintor.

Villoro hace una pausa, mira a Salcedo, continúa. —El boxeo ha inspirado historias memorables y las de Alberto se merecen el cinturón de peso completo porque es realmente alguien que sabe captar el reverso de las historias.

—El libro para los lectores mexicanos nos queda muy cerca no sólo por la figura de Lupe Pintor sino por los temas que tiene que ver con el sentimentalismo compartido de las canciones, por las tragedias de los héroes públicos, la mitología de los deportes y de la cultura popular. Hoy en día la realidad Latinoamericana sucede dos veces, primero en el mundo de los hechos y después para que la escriba Alberto Salcedo Ramos, dice Villoro y los aplausos no cesan, Salcedo se ha rascado tres veces la cabeza, sonríe.

El cronista colombiano tiene el carisma del caribe colombiano impregnado en su garganta. Es un costeño cuyas palabras no escapan del chiste, la anécdota, la metáfora familiar.

—Yo nací en Barranquilla una ciudad sumamente chismosa, en donde el gran deporte cotidiano es comer prójimo, hablar mal de la gente y sobre todo chismosear sobre los hechos de la ciudad. Barranquilla es el único lugar del mundo donde hay tanto virtuosismo en el chisme que la gente se permite chismosear en tiempo futuro. En Barranquilla no le dicen a uno que Susana se ha embarazado, sino que la van a embarazar y da la casualidad que después embarazan a Susana.

Las carcajadas de los ángeles ahora se conjugan en un sonido estridente. Son casi las nueve de la noche, la presentación ha terminado.

María es una periodista mexicana que no puede evitar plantarse frente a Salcedo mientras el escritor garabatea mensajes en ese libro de portada naranja que todos llevan bajo el brazo. Pasa uno, pasan dos, todos pasan.
Lo vio tres días seguidos antes de presentar Los Angeles de Lupe Pintor, en un taller de crónica que la dejó con ganas de salir con libreta y mochila al hombro “a comerme el mundo, a contar historias”. Su libro ya está firmado, ahora sigue ahí parada sin que el autor lo sepa.

La virtud de Salcedo está en esa narrativa caribeña que seduce pero también en su terquedad. Esa que le permite insistir por años para lograr una entrevista, que camina ocho kilómetros en la selva para acompañar a un niño en su travesía diaria por llegar a la escuela, que edita horas y días hasta encontrar el verbo perfecto, la metáfora para recordar. Alberto es un cronista colombiano que en tiempos de inmediatez informativa, hace que sus ángeles dejen de tuitear para leerlo.

¿Qué nos queda a los periodistas que queremos contar historias pero nos están cerrando los medios para publicarlas? 

—Sencillo, nos queda la terquedad.

La mejor herramienta de un contador de historias es la terquedad, el optimismo irracional, el hacer cada mañana un acto de fe en el oficio.
Me tiene sin cuidado que todo el mundo esté cerrando porque mientras tenga vida, mientras respire, mientras los pulmones tengan signos vitales, yo voy a seguir contando historias. Nosotros los cronistas tenemos el síndrome de los músicos de la orquesta del Titanic, vamos en un barco que se está hundiendo pero no nos queremos dar por enterados de eso porque preferimos seguir tocando el violín.

Salcedo toma mezcal, está contento. Sus respuestas se hacen escuchar pese al sonido de una cumbia que hace que algunos colombianos muevan la cabeza.

¿Cuál es el reto del periodista colombiano con un proceso de paz en puerta?

Yo creo que el reto de todo el periodismo -no sólo el colombiano- es convertirse en un guardián de la capacidad de asombro porque tenemos una realidad repetitiva en la cual a veces cuesta trabajo saber que lo que está pasando y verdaderamente está pasando hoy, es lo que pasó ayer y ya es una repetición. El periodista tiene que preservar la capacidad de sorpresa de la gente para tratar de construir memoria.

¿Habrá paz en Colombia?

—Yo soy absolutamente seguidor del proceso de paz en Colombia. Tengo 52 años y no recuerdo un solo día de mi vida en el que me haya levantado y no haya habido en mi país algún conflicto, yo creo que nos hemos pasado la vida buscando pretextos para hacer la guerra y ya va siendo hora de que le demos una oportunidad a otras formas de convivencia. Yo creo que el presidente Juan Manuel Santos ha sido muy valiente al arriesgar su capital político para tratar de encontrar un acuerdo político con la guerrilla de las FARC, que es la más antigua del continente. Él supone, como suponemos muchos que lo acompañamos en este proceso, que cuando se logre esa conciliación vamos a tener un país más viable.

Ahora llega Rosa Isabel y Santiago. Tres libros de Salcedo han comprado en la entrada. Uno para el hermano de Rosa, otro para un escritor, uno más para ellos dos. Viven en la Ciudad de México, colombianos de nacimiento.

—Mi hermano me dijo que Alberto Salcedo era el mejor cronista de todo Iberoamérica— le dice Rosa Isabel al autor que ya tiene tres mezcales en la cabeza.
—Eso es mentiras Rosa, el mejor es ese— responde el autor señalando con la boca al que antes ha llamado “mi hermano mayor”, se trata de Juan Villoro.

Salcedo no cree en los ángeles, ni siquiera en el de la guarda. —Duermo así con las piernas abiertas de par en par para que ninguno se me suba encima— comenta entre sonrisas y mezcales. Pero allí está María, Santiago, Rosa Isabel, está Villoro y un centenar de almas terrenales que persiguen sus historias e hijos en papel. Son los ángeles de Alberto, el cronista, el autor. Un barranquillero chismoso que sí es profeta en su tierra.

Por Margarita Solano

Jefa de Información de www.lopolitico.com
Corresponsal de www.utópicos.com.co en México 

Navegando en mis adentros

Muchas personas me ven como uno de los más importantes y atrayentes sitios turísticos que tiene Colombia, en mí se pueden practicar gran variedad de deportes náuticos, dado que en el lugar que habito los vientos soplan tan fuerte durante todo el año que son los terceros más rápidos del mundo y los primeros del país; soy el sitio ideal para realizar con frecuencia campeonatos nacionales e internacionales. 


 El lago Calima, aguas que escoden historias

 Una antioqueña que para estos días me está haciendo visita dice que es una berraquera venir a disfrutar de mi compañía, que la familia está muy feliz y esperan venir más de seguido; aunque lo que pocos saben es que no soy tan bueno como parezco, en mi interior guardo secretos que poco a poco les iré revelando.

Vivo a aproximadamente dos horas y media de Cali, pertenezco al departamento del Valle del Cauca y estoy rodeado de paisajes, montañas, casas de campo, hoteles, restaurantes, zonas de camping y centros de recreación; algunas veces resido bajo el picante y radiante sol, pero en otras ocasiones es la neblina la que me cubre casi por completo.

 
Atractivos turísticos para la diversión acuática.


Lo que pasa es que algunas partes mi organismo están compuestas por arena movediza, mi piel tiene una enfermedad que sin quererlo atrae dentro de mí todo lo que roza las heridas que tengo en algunas partes. Además, algunos de mis vecinos, quienes viven en la misma zona de mi hogar, afirman que en mis adentros habita una bacteria tan grande que es capaz comerse un ser vivo por completo. Son pocas las personas que afirman haberla visto y la llaman el monstruo’, otras aseguran que son chismes de la gente para hacerme leyendas; en realidad nadie sabe qué tan cierto es, sólo hay rumores sin argumentos y sin fotografías, nada certifica su presencia dentro de mí.Hay gente que no me quiere, a quienes les traigo malos recuerdos y quienes día a día me reprochan por quitarles a sus seres queridos. Por ejemplo, el señor Francisco Guzmán asegura que le robé a sus dos hijos, María de 16 años y Oscar de 22, afirma que se los quité sin consentimiento, sin explicación y que aún tiene la esperanza de encontrarlos, después de un año espera recuperar los cuerpos para darles su cristiana sepultura. Algunas veces escucho cómo este hombre viene a las orillas a conversar conmigo, siento cómo sus gotas de lágrimas chocan con la humedad de mi cuerpo, pero aunque emito algunos sonidos se me hace imposible darle una explicación a este hombre.La parte superficial de mi cuerpo es de colores traslúcidos y es la única que permito mirar de simple vista a quienes vienen a saludarme, sin embargo no es la única con la que tienen contacto. Mi parte inferior es la más oculta de todas, nadie logra alcanzar mis pies, así que no conocen los zapatos que día a día andan conmigo. En mi parte central tengo un corazón diferente a los demá

s, el mío regularmente turbulento, en ocasiones se torna tan descontrolado que requiere de compañías que se encuentran navegando en mi superficie.

La elección de descanso para los turistas.
 

En cuanto a mis pies, quiero contarles que historiadores afirman que están rodeados de casas viejas pertenecientes a los primeros habitantes de la zona, árboles que nunca fueron destruidos y pilotes que conformaban un viejo puente. Según jóvenes scouts esta historia es bastante conocida, en sus fogatas y viajes dedican tiempo a contar relatos de la memoria del país y entre ellas siempre narran del supuesto pueblo que fue encubierto por las aguas que ahora conforman mi cuerpo.
Diariamente, muchos turistas vienen a disfrutar de mí y experimentan deportes tales como esquí náutico, velas, canotaje, kitesurf y buceo. Quienes no se divierten con las prácticas extremas deciden sumergirse en las orillas de mi cuerpo; sin ningún tipo de distinciones, niños, jóvenes, adultos y ancianos gozan de mis fluidos.
Permítanme invitarlos a disfrutar de mi compañía, pero no sin antes advertirles que la seguridad es importante en cualquier tipo de paseo. Según algunos visitantes, determinadas muertes presentadas han sido por no utilizar el equipaje adecuado y no medir las consecuencias de los actos.
– Mucho gusto, mi nombre es el Lago Calima. 

Un lugar de entretenimiento propio del Valle del Cauca.
  • Destacado
  • En el Lago Calima se pueden practicar gran variedad de deportes náuticos, dado que en el lugar los vientos soplan tan fuerte durante todo el año que son los terceros más rápidos del mundo y los primeros del país.
  • En el fondo del Lago Calima hay casas viejas pertenecientes a los primeros habitantes de la zona, árboles que nunca fueron destruidos y pilotes que conformaban un viejo puente.
Los turistas disfrutan del paisaje natural del Lago Calima.

Tatiana Ortiz González 

@tatiana_togo