La cultura negra es sin duda una de las más alegres, coloridas y vivaces de toda nuestra idiosincrasia, una fiel estampa de toda esa memoria ancestral que el pueblo negro se trajo de África. Es una muestra de que un pasado lleno de injusticia y esclavitud, es cosa de muchos años atrás.
Por eso hay quienes pretenden alcanzar figuras anatómicas de las características afro, sentir una inexplicable sabrosura al escuchar una tambora y querer emprender un frenético baile, preferir colores vivos y brillantes a los claros, sentirse identificado con letras de cantaoras del pasado y del presente y amar locamente los platos autóctonos del Pacífico.
Pues nuestro país es fruto de siglos de mezclas raciales, lo cual hace que muchos, sin tener tanta melanina es su piel, se sientan como si así lo fuera. En otros casos es al contrario, pues el entorno en el que se crece es un punto determinante del que será un comportamiento futuro. Con esto pretendo aclarar que no es regla ser Negro para sentirse negro o al contrario, ser Negro no lo hace negro.
Así que si usted tiene uno de las anteriores particularidades presentes en su personalidad, o si con todas se sintió completamente descrito, usted hace parte de un grupo que aunque es denominado como “minoría”, son mayoría. Y puede llegar sin ningún problema a escuchar un Petronio Álvarez, disfrutar de un plato de camarones al ajillo acompañado de jugo de borojó, enloquecer por unas trenzas con chaquiras en el cabello, o hasta añorar un gran derrière.
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Sara Inés hoyos Riascos