La acumulación de tierras y de capital en Colombia por parte de las clases dominantes, que han pisoteado este país por más de seis décadas, han generado oleadas de violencias y condiciones extremas de desigualdad hacia los más vulnerables de esta nación.
Desde principios del siglo XX hay antecedentes del despliegue violento, de terratenientes y políticos, como mecanismo para la acumulación de tierras y capital.
El 5 y 6 diciembre de 1928, el ejército colombiano, por órdenes del presidente Miguel Abadía Méndez y con la presión de Los Estados Unidos, país intervencionista en la República desde La Guerra de los Mil Días, abrió fuego contra los trabajadores de la United Fruit Company, masacrando a más de 4.000 personas que protestaban por mejores salarios.
Otro antecedente es la primera gran oleada de violencia generalizada a finales de los años 40, en la cual, por órdenes de líderes políticos de la época, se enfrentaron liberales y conservadores a machete y bala por el control del territorio y el poder en Colombia; esta atroz guerra dejó como resultado 300 mil muertos, que en su mayoría eran campesinos y gente del común, y dio como resultado la hibridación y el nacimiento del Frente Nacional: un monstro bicéfalo (Liberales y Conservadores alternándose el poder) que vetó a los grupos políticos opositores, para seguir disfrutando desaforadamente del erario.
Más recientemente, desde 1980 hasta 2012, se registraron 1.900 masacres, perpetradas por paramilitares -en colaboración con el Ejército Nacional-, narcotraficantes y guerrillas, por el control territorial.
Todas estas injusticias sociales y oleadas de violencia, causadas por múltiples actores, entre ellos el propio Estado, contra las clases vulnerables, son un deliberado caldo de cultivo para el fenómeno de la violencia, que ha azotado a Colombia por más de medio siglo.
Donde hay tierras, hay guerra. Y si en Colombia sigue rigiendo este viejo sistema económico brutal e injusto, estaremos condenados a la barbarie eterna. Los colombianos necesitamos que no solo se cumpla con la dejación de armas en este proceso de paz sino que se logre avanzar hacia una economía y una reforma agraria emancipadoras, para mejorar las condiciones de vida de todos los que habitamos esta pobre y desangrada Patria.
Yadin Antonio Moreno Hoyos
@donYadinAntonio