El abrazo del oso: una Santiaguina en Berlín.

Un viaje de más de 24 horas, la mayoría de ellas en el aire. Tres escalas, la primera, Cali – Bogotá, hasta ahí nada grave; pero la segunda era la que más temor me despertaba, porque me habían dicho que demoraba cerca de once horas.

Berliner Dom, la catedral más grande de Berlín.

Bogotá – Frankfurt me abría la puerta a una de las mayores experiencias de vida como estudiante, tener la posibilidad de conocer otro país, otro continente, otra cultura de la que poco o nada sabía, además de la barrera del lenguaje, algo difícil pero no imposible de sortear, pues el inglés se ha convertido en el idioma universal para los alemanes. Todo salió bien y el tercer vuelo, Frankfurt – Berlín de solo una hora, fue la culminación del largo viaje.

Berlín me recibió en primavera, lo que suena muy bonito y hasta poético, pero en realidad no me imaginaba qué era estar en esa época del año, pocas veces vi el sol, la mayor parte del tiempo el pronóstico indicaba una temperatura entre 1 y 5 grados centígrados, acompañados a veces de viento y lluvia. Debía ponerme cinco capas de ropa para lograr adaptarme, algo impensable bajo nuestro maravilloso sol caleño.

Todo era impactante, al salir del aeropuerto tomé un bus articulado cuyo piso casi tocaba el andén, de tal manera que los viajeros podíamos subir la maleta sin mayor esfuerzo; además, sin sentirme como sardina enlatada y a punto de ebullición. Me llevó a una estación de tren con dirección a Rudow y de ahí hasta la Berliner Strasse, la calle donde estaba ubicado el hostal donde me hospedé durante los 28 días de mi pasantía.

Los paisajes, la gente, las calles, estatuas de osos por doquier, los enormes edificios que se alzaban imponentes, me obligaban a las comparaciones, pues a diferencia de los países de América Latina que crecen de manera horizontal, Alemania crece verticalmente, lo que le permite abrir calles amplias, repletas de árboles a lado y lado.

Celebración del día del trabajo en la puerta de Brandemburgo.

Algo que fue inevitable sentir a la llegada fue  la tranquilidad y seguridad que ofrece a propios y visitantes, Berlín te abraza y te ofrece esa sensación de no tener que preocuparte por un robo, la gente deja sus bicicletas sin candado en plena calle y nada les pasa, ni un rasguño.

Ni qué decir del sistema de transporte público, ya lo anhelaríamos en Cali, es tan efectivo que cuenta con subterráneo (Uban), tren de superficie (Sban), buses articulados de dos pisos, tranvía y taxis, la posibilidad de tener varias alternativas o rutas para llegar a un mismo sitio, además tiene ciclo rutas por toda la ciudad y senderos peatonales. Esta ciudad fue pensada para ser recorrida por todos, nada de trancones, cero huecos.

Berlín es un gigante que se levantó después de pasar por dos guerras mundiales y la división de un muro por 38 años entre orientales y occidentales. Cargado de memoria, cientos de monumentos cuentan en presente la magnitud del horror que dejó la guerra, el impacto de las masacres, el monumento a los judíos caídos, el cementerio Ruso, el memorial a los Soviéticos, la casa memorial de Wannsee, el campo de concentración Nazi Sachsenhausen, un kilómetro del muro que aún sigue en pie, por mencionar algunos. Con cada uno de ellos podría contar una historia que marca y eriza la piel.

Un mes entre libros, más de lo habitual.

Mi vida estuvo llena de libros por un mes, tal vez más que de costumbre; la idea era hacer una revisión bibliográfica en el Instituto Iberoamericano de Berlín, que cuenta con más de un millón de libros en español, de toda América Latina. Es una pequeña muestra de la información que alberga Alemania; justo al lado queda  el gran edificio de la Biblioteca Pública de Berlín que tiene no menos de doce millones de libros en todos los idiomas y acceso al conocimiento sin restricciones.

En el instituto se entrelazan varias culturas, tiempo compartido entre argentinos, uruguayos, mexicanos, peruanos, chilenos, colombianos, gente de todas partes desarrollando investigación sobre América Latina desde Europa.

Junto al docente José Fernelly Domínguez, tomando un buen café después de la jornada de trabajo.

Esta experiencia me ha permitido pensar en la investigación como una forma de producir pequeños cambios, especialmente desde el campo de la memoria social, esa que fue posible descubrir en un país que ha conocido la crueldad de la guerra, donde los alemanes de uno y otro bando han sido participes de la construcción de una nueva sociedad, esa que parece ser nuestra gran meta como colombianos y que ahora nos muestra una posibilidad con el proceso de paz.

Por: Érika Aristizábal 

  @1989earisti 

EL CIELO ESTÁ AHÍ

Saliendo del bus, cansado pero sonreído por la esencia chibcha en la querida hora pico, mi mente-cual película- se apartó de la bulla y se concentró en una lágrima silenciosa que generó un gran eco en mi alma. Me acerqué a secarla y pregunté a la fuente de aquel rocío:


 -¿Qué le pasó doñita, por qué llora?

Desde su silla de ruedas, acomodando su caja de pequeños productos (chicles, bombones, bananas), dice:

-Porque estoy cansada de que me ignoren y humillen; me han corrido del MIO muchas veces y además aquí nadie para, usted es el primero y son las 5 de la tarde. Chamo, no es fácil que la gente no te determine y súmele que no tengo donde dormir; ¿no le parece que es suficiente para llorar?

Con el corazón en la mano le digo que nadie la puede hacer sentir menos sin su consentimiento, que es muy valiosa para Dios y que a partir de aquel día tendría un pana, un caramelo, una llavería que le ayudaría a encontrar puertas; acto seguido oramos y sus lágrimas desaparecieron.

Sabía que en aquel momento la señora vivía un desierto y yo, aunque no tuviera el agua cristalina que ella demandaba, podría ser un río. Esa promesa me perseguía cada vez que salía del MIO. Entonces se volvió parte de mi rutina, antes de llegar a casa, hacía una última parada que llamé “la esperanza”. Llegaba, le contaba de mi día, de las clases, de mis gustos y le pedía consejos de conquista; ella, siendo una poeta con calle, siempre la tenía lista. Le conté de mi rap y le gustó, por eso cuando estaba triste le cantaba y ella hacía los coros, así nos convertimos en unos panas sin peros, sin esperar nada a cambio que no fuera una sonrisa sincera.

 Cuando el alma mira, la comunicación es pura.

Con el pasar de los días estaba yo hablando de ella, cuando ¡oh sorpresa!, no me sabía su nombre. No se si fue por elevado o porque cuando hablan las almas los títulos sobran; lo cierto es que siendo protagonista de mi vida tenía que saber cómo llamarla. Le pregunté. Su respuesta me dejó frío:

-Me llamo Cielo.

Mi corazón interpretó su nombre como la realidad más pura en el mundo hoy: el cielo está ahí, al lado, esperando que la gente se acerque; pero el ser humano es frío e ignora el humilde y glorioso tesoro que vive en lo impredecible, lo amable, lo indescifrable.

En diciembre de 2015 había comprado unos pequeños detalles para mi familia. El 23, quedé en verme con Cielo y no podía aparecerme con las manos vacías; así que decidí llevarle lo que pensaba poner en el árbol de casa (Perdón familia, les debo sus regalos). Con el gozo en cada paso llegué donde mi socia, ella me esperaba con una tarjeta de navidad y un llavero, a lo que yo sonrío y le entrego su regalo con quizá el más sentido “Feliz navidad” de mi vida. Nos quedamos compartiendo, comiendo, cantando y, sobre todo, gozando.

Pero allí no terminaba la sorpresa, cuando ya estaba satisfecho por la jornada, la vida me dio una gran lección a través de aquel personaje. Antes de irme, me entregó una bolsa con un jean como el que había estado buscando todo diciembre en las tiendas.

No la creí y al principio fui esquivo:

-No, véndalo y con ello se hace lo del cuarto de hoy.

A lo que dice

– No me lo desprecie, recíbalo y se lo vacila mañana.

Su gozo al dar me obligó a recibir, diciendo:

-Me lo llevo sólo porque esto es un párrafo imborrable en mi vida.

Una charla que no se vende, el Cielo habla y sorprende.

Así, aquel 24, mientras compartía con mi familia con el jean vacilao, entendí que la vida a través de la doña me enseñaba que el cielo está ahí, al alcance de todos, donde menos lo imaginamos, escondiendo invaluables tesoros.

Por: VJ

  @vjrecreo 

LOS SANTIAGUINOS SI PODEMOS SER EXCELENTES PROFESIONALES

Los estudiantes Santiaguinos se destacan cada vez más en su paso por el  Periódico el País en la ciudad de Cali, En la actualidad, el reconocido diario cuenta con cuatro practicantes en diferentes secciones: ElPaís.com, Cali, Fotografía y Deportes. A todos ellos se les exige de un trabajo sumamente arduo y eficaz en el día a día. Proceso en el que estos santiaguinos están cumpliendo a cabalidad y con mucha vocación.

Los Estudiantes de la Universidad Santiago de Cali que cursan los últimos semestres de Comunicación Social tuvieron la oportunidad de visitar uno de los periódicos más importante del país como lo es el Diario del País. De manera enriquecedora y productiva conocieron cómo es la vida de un periodista, el manejo cotidiano con el que organizan cada detalle, y aprendieron sobre el proceso, desde la consecución de la noticia, pasando por fotografía, edición, corrección, estructura o maquetación de este diario tamaño Universal, que es una tradición en la región. 

Algunos de los practicantes y egresados como Claudia Bedoya, Camila Cardona, Diego Polanco, Hugo Mario Cárdenas y Jamir Mina entre otros, recalcaron sobre  la importancia de empezar a escribir en la instancia académica pues sirve para fortalecer y aprender de manera técnica a lo que se van enfrentar cuando se llegue a las prácticas o al campo laboral.

Recuadro: “Cárdenas, Editor de la Unidad Investigativa del Diario El País, recibió el Premio por el informe especial ‘La mitad del ‘Blanco’ que se toma en el Valle es falso’, una investigación en la que se pone al descubierto una red de falsificadores de aguardiente que se apropian de dos millones de litros de alcohol potable de los 78 millones que importa de Guayaquil (Ecuador) legalmente la Industria de Licores del Valle”.Disponible en: http://usc.edu.co/index.php/noticias/item/1818-dos-santiaguinos-ganan-maximo-premio-de-periodismo-en-colombia

Además de dejar claro que un periodista se forma a partir del amor, la pasión y el interés que ponga en su desempeño. También contaron y dieron algunos tips, sugirieron que en las entrevistas se debe mostrar y transmitir una seguridad absoluta, conocer muy bien el periódico, por último entregar todo en la prueba de campo ya que es transcendental para el resultado, puesto que es el primer trabajo a presión, porque dan menos de un día para buscar y redactar una muy buena noticia.

Contaron detalles como que cada sección del periódico está compuesta por un editor y dos o tres reporteros, y que la rotativa no está ubicada en el mismo lugar que se redacta. Para finalizar, los estudiantes comprendieron que  en el mundo laboral tendrán que enfrentarse a grandes retos como periodistas y que lo que se trabaja en el Campus Universitario no es ni el 30%, comparado con  lo que realmente se laborará como profesional, ya sea en un periódico o en cualquier otra organización.

Destacado: La importancia de empezar a escribir en la estancia académica  sirve para fortalecer y aprender de manera técnica las competencias a desarrollar cuando se enfrenten a las prácticas o al campo laboral. Además de dejar claro que un periodista se forma a partir del amor, la pasión y el interés que ponga en su desempeño.

Por:  María Fernanda Pérez Pérez 

  @mafeperez27_     

VISITA EMPRESARIAL AL DIARIO EL PAIS

Los estudiantes del área de Géneros y Formatos Periodísticos,  dictada por la docente Olga Behar en la Universidad Santiago de Cali, realizaron  la visita empresarial al Diario El País. El objetivo era  aprender sobre el funcionamiento de este importante periódico, conocer algunas experiencias de practicantes santiaguinos e incentivar a que los actuales estudiantes puedan ser parte de este selecto grupo.

Luisa Jaramillo, egresada de la Universidad Santiago de Cali  y actualmente trabajadora de El País,  tras un ameno recibimiento, fue la encargada de guiar a los estudiantes y  presentarles cada una de las secciones del medio.

Seguidamente, Luisa dio paso a Diego Polanco, estudiante santiaguino que se encuentra culminando práctica, quien narró su experiencia hasta el momento y explicó a los asistentes cómo fue el proceso por el que pasó hasta poder formar parte del selecto grupo de cuatro practicantes de la USC con el que cuenta El País.

Diego destacó que esta práctica lo ha hecho crecer como profesional. Desde el primer momento, cada día ha aprendido algo nuevo, aunque resalta las diferencias de orientar el periodismo hacia el papel y hacia el online, siendo este un formato más exigente, destinado a un público al que hay que conquistar con una foto, un título y apenas una entradilla.

También habló Hugo Mario Cárdenas, egresado de la Santiago, quien se presentó a los estudiantes haciendo un repaso de su trayectoria profesional en El País, donde comenzó a trabajar hace ya más de 12 años. Hugo invitó a los asistentes a colaborar con la unidad investigativa del medio que,  explicó, es el elemento diferenciador de cualquier periódico y aborda temas de todo tipo, como deportivos, económicos, políticos, de empresas privadas y de corrupción, en lo que más se centra actualmente.

Otro aporte significativo dentro de esta visita empresarial fue el de la santiaguina Claudia Bedoya. Contó cómo hizo unas colaboraciones para El País tras una visita al medio, pero que no consiguió una plaza para trabajar en el medio cuando salió una convocatoria para trabajar como ‘corrector de estilo’.

Lejos de desanimarse y conociendo a algunas personas dentro del periódico, le ofrecieron continuar trabajando sin remuneración y aceptó. Fue una decisión personal difícil, ya que tenía que compaginar el trabajo en El País con sus estudios en la USC sin cobrar ni un peso. Además le ofrecieron escribir de una temática, ecología, que no estaba en sus pensamientos ni entre sus preferencias. Pero se lo tomó como un trabajo y se dedicó a ello hasta que por exigencias de la universidad dejó de escribir en el medio.

La decisión fue tan difícil como acertada, ya que creció enormemente como periodista gracias a la experiencia vivida y se dio a conocer en el entorno, lo que le valió una llamada que terminó convirtiéndose en una oferta de trabajo formal para El País, que de nuevo Claudia aceptó.

Tras las charlas se mostraron diferentes áreas dentro del País como la sección web, la zona de diseño y la zona de Q’hubo Cali, sin faltar recorridos por los pasillos repletos de fotografías a todo color de sucesos trascendentales.

Al terminar la visita por las instalaciones de El País, la profesora Olga Behar sugirió a los asistentes tomarse una foto para conservarla como recuerdo.

Por: Diana Marcela Reyes Martínez  

  @MarcelitaDia  

Un vistazo a la realidad

La última clase de la materia Géneros y Formatos Periodísticos fue sin duda la más memorable para los estudiantes que la cursaron; tuvieron la oportunidad de hacer una visita empresarial al diario el país, que es el lugar al que muchos desean llegar a desempeñarse como periodistas.

 Registro bibliográfico del periódico el País.

 En su visita fueron recibidos por Luisa Jaramillo, una egresada de la Universidad Santiago de Cali, quien les hizo un pequeño recuento de su experiencia al salir de la universidad y entrar en ‘el mundo real’. Junto a ella también estaba Diego Polanco, quien actualmente es practicante dentro del diario.

 El país Online.

Ambos concuerdan en que ser parte de un periódico con tanto prestigio como ‘El País’ ha sido una de las experiencias más enriquecedoras que han vivido.

Registro fotográfico del periódico el País.

Claudia Bedoya, también egresada de la USC, les contó un punto de vista diferente; al tener más experiencia pudo contar un poco los cambios que ha vivido el periodismo a lo largo de los años que lleva ejerciendo; uno de ellos, y de los más significativos, son las nuevas tecnologías; como anécdota relató que antes, para encontrar a un periodista, tenían que ir hasta su casa, cosa que ahora se puede hacer fácilmente con un mensaje a su celular.

Los estudiantes recorrieron varias secciones dentro de las instalaciones del periódico, entre ellas la sala de diseño y el espacio donde se guardan los archivos del periódico. Fue la oportunidad para que explicara cómo se almacenaban las fotos antes de la era digital.

También visitaron las instalaciones del Q’hubo, donde se hizo un pequeño contraste entre este y el periódico.

 Mural entrada periódico el Q’hubo.

Tuvieron además, la oportunidad de hablar con varios de los periodistas presentes, quienes les contaron un poco del día a día que se vive dentro del periódico, cómo se preparan para hacer una noticia, cómo es el funcionamiento general y cómo les toca correr contra reloj diariamente.

Por: Alejandra Salazar Jordán 

CONOCIENDO UN MUNDO TOTALMENTE DIFERENTE

Cuando escogí la materia de Periodismo Social para cursar en este semestre tenía la incertidumbre de  saber cómo se desarrollaría; por chismes de pasillo sabía con antelación que iría al Centro de Formación Juvenil Buen Pastor de Cali, también era la primera vez que tendría que ver clase con la  docente  Olga Behar, quien es una eminencia dentro de la comunicación y el periodismo a nivel local, nacional e internacional. Tenía muchas dudas de asistir a esta clase, mi prejuicio sobre Olga es que debía ser una profe muy  pesada y exigente,  lo que me creaba una sensación de miedo.


El día de la primera visita, la experiencia del primer contacto con los jóvenes que están recluidos allí fue totalmente fuerte, mucha timidez, miradas pesadas por parte y parte, y un ambiente frío  y de expectativa, fue lo que pude percibir en aquel día. Luego entramos en confianza y comenzamos a interactuar con los chicos, unos eran muy alegres, otros muy tímidos, siendo muy cortantes en sus respuestas cuando cada algunos de los compañeros les preguntaban sobre algo.

Con el pasar de las clases, a través de las interacciones, cada vez salían más historias y nuevas cosas por contar por parte de los jóvenes. Entre risas y chanzas, yo iba entiendo mi rol dentro de este curso, todo era muy nuevo para mí y la confrontación entre mi realidad y la realidad de ellos fue tan fuerte que me invitó a reflexionar y a ir motivado a cada uno de los encuentros con los adolescentes.

Un inconveniente que nos hizo replantear el proceso que ya llevábamos adelantado tuvo que ver con el grupo de muchachos que trabajó con nosotros,  les llego un brote de varicela lo cual los hizo entrar en cuarentena marginándolos del proceso haciendo que se entorpeciera el buen desarrollo de las actividades, pero esto no impidió que siguiéramos adelante con el propósito de seguir trabajando con los chicos, inclusive en una de las sesiones tome la decisión de ingresar a la casa donde había comenzado el brote de esta enfermedad para saludarlos y saber cómo seguían después de tanto tiempo sin salir.

Para el día final del curso se organizó un evento muy simbólico pero que dejó, en estudiantes USC y adolescentes Buen Pastor una huella muy importante. Presentación musical, menciones de honor y, entre otras, ver las caras de felicidad de los familiares de estos jóvenes me hicieron entender que dentro de todo lo negativo, siempre habrá espacio para lo positivo.

Por un rato, entre el baile y la recocha hicimos olvidar a estos chicos del momento tan complejo que atraviesan y esto también los hace comprender que existe una alternativa, un camino que podrían tomar y que los haga sobreponerse a su vida antigua, haciendo que ellos se interesen por estudiar, trabajar, formar un hogar y divertirse dentro de lo bueno que les ofrece la vida.

Esta experiencia me dejó marcado, porque ignoraba totalmente que existiera un centro de formación juvenil donde los chicos permanecían recluidos por sus actividades delictivas, que este centro hace trabajos de tipo social, psicológico y de acompañamiento para que los jóvenes comprendan la magnitud de sus errores y entren en conciencia para resocializarse  y no  reincidir.

Como comunicadores, es importante seguir en el camino de ayudarles a estos chicos y sentir el espíritu de ayudar a los que más lo necesiten, desde la comunicación. Particularmente, me quedan las ganas de seguir apoyando estas causas, es satisfactorio ser parte de un grupo de ciudadanos que aportan un granito de arena que puede contribuir al mejoramiento de nuestra sociedad.

Por: Jerry Mitchell

  @chocojerry