Autor: Lizeth Avendaño Muñoz.

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El uso del cannabis medicinal es un sector actual y prometedor en la investigación y producción de nuevos tratamientos médicos en Colombia. 

El cannabis medicinal se refiere a los componentes derivados de las plantas de marihuana utilizados terapéuticamente. Sus propiedades analgésicas, antihistamínicas, y gastronómicas, han sido utilizadas en diferentes culturas (se estima que es originaria de Asia Central) debido a su potencial para tratar una variedad de enfermedades y síntomas.

Los cannabinoides son compuestos químicos que se encuentran en el cannabis y la marihuana, dos compuestos son Tetrahydrocannabinoides (THC) y Cannabidiol (CBD). El THC es responsable de sus efectos psicoactivos, mientras que el CBD es más beneficioso como medicamento para diversas enfermedades en términos de uso médico.

A medida que avanzaba en Colombia la investigación médica sobre sus propiedades medicinales, surgió la ley 1787 de 2016 que permitió el uso de extractos de cannabis para fines médicos y científicos. Según esta ley, los extractos de la planta deben ser prescritos por un médico antes de ser utilizados por pacientes que padecen ciertas condiciones médicas, como es el caso de la epilepsia.

Tratamiento de enfermedades: la epilepsia

La epilepsia es un trastorno crónico del cerebro, no transmisible y caracterizado por convulsiones repetidas que interrumpen las conexiones neuronales. Sus causas más comunes están asociadas a la genética, lesiones y/o infecciones cerebrales. Según un estudio del Ministerio de Salud y Protección Social, (2019) un total de 767,251 colombianos padecen epilepsia, con un rango de edades entre 19 y 58 años. Un gran porcentaje de estos pacientes no responde adecuadamente a tratamientos convencionales; por lo que el uso del cannabis medicinal en pacientes epilépticos, especialmente en aquellos que sufren de epilepsia refractaria o resistente, puede ser beneficioso.

En Colombia, el cannabis se considera un medicamento en investigación, lo que significa que su uso solo debe ser restringido a pacientes que cumplan con criterios específicos. Es necesario realizar más investigaciones para determinar su seguridad y su eficacia en el tratamiento de la epilepsia; así los pacientes podrán tomar decisiones bien informados con respecto a su atención.