“Luchadora, sencilla, constante, competitiva, contagia a las personas con su alegría”, así describe su madre, Selene Bravo, a Yady Vanessa Fernández Bravo, la deportista de ciclismo adaptado en pista y ruta, que nació en Palmira el 13 de marzo de 1992.
Era una una niña alegre y juguetona, le gustaban las caminatas y ver el atardecer; pero también pasó momentos de tristeza, como cuando tenía 6 años, murió su padre y su madre tuvo que irse para España; entonces, se fue a vivir al kilómetro 30 con su tía materna. Yady se adaptó fácil, jugaba fútbol, le gustaba hacer goles y sorprender al rival con jugadas que salían de la nada. y así es como nace la pasión por este deporte.
En 2005, con tan solo 13 años de edad empieza a cumplir su sueño de ser futbolista en Islas Canarias, a donde se fue a vivir con su madre. Yady formó parte del club deportivo El Achamán, como delantera. Su desempeño goleador le llevó a ser selección Canarias del 2007 al 2011. Este mismo año fue convocada a la preselección Colombia sub 17, pero no tuvo la oportunidad de jugar partidos oficiales debido a una lesión que la alejó de las canchas durante tres meses. Ya restablecida, Yady continuó siendo una futbolista dedicada. En 2014, Yady viajó de vacaciones con su madre a Guayaquil-Ecuador, para visitar a su primo Ramiro.
Yady Fernández, con su sonrisa y un balón, que son lo que la caracterizan.
El juego de la vida
Aquel domingo 16 de febrero de 2014, Yady se levantó a disfrutar de la playa, sin pensar que este día cambiaría su vida para siempre. En la tarde salió en moto con Ramiro a dar un paseo. “No recuerdo el día de mi accidente con mucha claridad, estoy segura de que mi subconsciente es el que vivió ese momento traumático”; en su memoria está la escena de cuando iba en la moto y sintió un fuerte impacto por el lado izquierdo, por el choque con una camioneta blanca 4×4. Después supo que quien los estrelló era un comandante del ejército de Ecuador, que iba en estado de embriaguez. Lamentablemente, Ramiro falleció y Yady perdió la pierna izquierda, de la rodilla para abajo.
Como ella lo expresa jocosamente, “gracias a Dios sobreviví y aquí estoy, llenando de alegría a las personas que disfrutan de mí”. Después de este fuerte episodio, vendrían para Yady muchos cambios y aprendizajes, “al principio fue duro regresar a casa, la gente me miraba y se secreteaba”, conductas que la llenaban de rabia. Pero rápidamente entendió que todo era impactante para ellos, antes era una figura pública; entonces, se sintió más reconfortada y comenzó a bajar la guardia.
Sus familiares viajaron a Ecuador para recordarle que no estaba sola, que la lucha era de todos. Yady inició sus terapias psicológicas de choque mientras se encontraba en el hospital, a ella la hacían sentir muy mal. Los profesionales la visitaban y le preguntaban “¿Te quieres suicidar”? Al contrario, “yo estaba muy agradecida con la segunda oportunidad que la vida me había dado”.
Meses más tarde, Yady regresó a Colombia, donde recibió apoyo de su familia y de otras personas, como el alcalde de Palmira en ese momento, José Ritter López, quien le asignó una psicóloga y le donó una silla de ruedas. Esta profesional fue quien la ayudó a recuperarse emocionalmente: “Perdí una parte de mi pierna, lo entendí y lo mejor que hice fue aceptarme tal y como soy”. Fueron días de aprendizajes, de tristeza, otros de alegrías. A través de sus redes, noticias y entrevistas manifestó la necesidad de recaudar fondos para su prótesis, pero esta llegaría muy pronto, el 23 de septiembre de 2015 el Sena le hizo entrega de la prótesis de titanio, aluminio y fibra de carbono.
El renacer de Yady Fernández
Suspirando, moviendo su cabello largo y negro, expresó: “Hay veces que los sueños se quieren derrumbar, porque uno como persona quiere que se den las cosas rápido y casi siempre, para llegar a donde uno quiere debe de esperar su momento, sin bajar la guardia, no es cuando uno quiera sino cuando Dios quiera”
Cuando habla de esta mujer obstinada y fuerte, su tía Lissa Fernanda Fernández se enorgullece; para ella es hablar de una persona resiliente, valiente y perseverante, es reconocer su valor como ser humano y como mujer empoderada, “tengo la fortuna de conocerla desde su nacimiento y de compartir con ella experiencias y aprendizajes, le reconozco la tenacidad y la capacidad de adaptación a los cambios; es una apasionada por el deporte, con ganas de superar sus propias limitaciones físicas y mentales, es divertida y tiene una hermosa sonrisa, Yady es un ejemplo de vida”.
En el 2015 nació para ella una nueva oportunidad en el deporte de las bielas, se propuso ser la mejor corriendo en bicicleta, en las disciplinas de pista y ruta del ciclismo adaptado, llegando a ser selección Valle. La llenó de felicidad y motivación saber que a pesar de tener una sola pierna podía aguantar el ritmo de un deportista convencional.
Así fue como renació su espíritu deportista en el ciclismo, “he ido educando mi cuerpo y ver estos avances me animan a seguir mejorando cada día; le doy gracias a Dios, que permitió que el ciclismo me adoptara, para continuar con mi proyecto de vida en el deporte”. No niega que extraña el fútbol, correr tras la pelota y el sentimiento inconfundible de anotar un gol.
Su mejor amiga Lizeth Arroyave le tiene gran admiración y cariño. “Los que tenemos la fortuna de compartir con Yady podemos decir que es todo un acontecimiento, cada momento lo hace único, con su particular sonrisa de oreja a oreja, con una actitud arrolladora; en lo deportivo es un placer verla entrenando, antes de la competencia se le notan las ganas de ganar y de superarse a sí misma, irradia un positivismo que te hace ser agradecido con la vida que llevas y dejar de quejarte, porque nunca se le ve una mala actitud frente a las adversidades”.
A Yady le gusta ser solidaria con los que más necesitan: dona mercados a personas de bajos recursos, a un equipo de niños de Floralia les regala uniformes y canilleras, recoge ropa usada y juguetes en navidad y da charlas motivacionales.
Sus sueños continúan
Para ella “hoy está permitido caerse, pero mañana es obligatorio levantarse”, sigue soñando y trabajando con tenacidad para alcanzar sus propósitos. Ahora recolecta fondos para una prótesis biónica, cuyo costo es de 200 millones de pesos. La Genium X3 es una prótesis inteligente, que se maneja a través de una aplicación del teléfono para modificar la marcha, ayudar a dar el paso aparte y bloquearse para evitar caídas.
Yady quiere transmitirle al mundo, desde los más pequeños hasta el más adulto, que no pueden dejar de luchar por sus sueños, “por más que se encuentren obstáculos, siempre tengan fe en Dios, que de la mano de Él todo es posible”.
Clara Inés López Gómez, Mario Fernández
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