Cali, una historia en tres tiempos
Las nuevas generaciones han conocido una ciudad luminosa pero deteriorada y frenética; contrario a los más viejos, que vivieron en una Cali elegante y cívica. Utópicos habló con dos caleños de generaciones diferentes, acerca de la urbe que ha marcado sus vidas.
José Gañan, taxista caleño de 60 años, recuerda con nostalgia aquella época en la que Cali gozaba de notable reconocimiento a nivel regional y nacional gracias al carácter cívico y solidario de la mayoría de sus habitantes. A su mente vienen esos momentos maravillosos cuando era posible caminar tranquilamente por las calles sin temor a ser asaltado y donde, al mismo tiempo, se podía disfrutar de un entorno limpio y agradable.
Don José Gañan al lado de su esposa Rosa Lozano recordando épocas de antaño con sus álbumes.
Para él era muy importante la catedra de civismo y urbanidad, que se dictaba en los colegios, y que estuvo en el plan de estudios del Ministerio de Educación hasta los años 70.
Los Juegos Panamericanos de 1971 son un buen punto de partida para hablar de esos años en los que Cali logró posicionarse como una de las localidades más cívicas de Colombia. Fue cuando empezó un proceso de embellecimiento del espacio público y un desarrollo arquitectónico que generó prosperidad en la comunidad. Y aunque el cemento no siempre es progreso, los nuevos espacios deportivos y las adecuaciones realizadas permitieron reforzar el sentido de pertenencia por la ciudad.
Las campañas pedagógicas estaban constantemente presentes en la sociedad inculcando valores y cultura ciudadana, como El Vivo Bobo, programa del alcalde Rodrigo Guerrero (1992–1994), que recordaba a los ciudadanos, mediante una serie de televisión, respetar los semáforos, las filas para abordar el autobús, no botar basura ni escombros en la calle y más. Gañan asegura que esa fue la última administración que se preocupó por conservar la tradición y que después llegaron años oscuros y de deterioro en la reputación de Cali, la Cali que le tocó a Sebastián Londoño.
Es un joven de 20 años oriundo del corregimiento de Montebello, pero radicado desde los 3 años en el barrio Villa Colombia. Cuenta que creció escuchando que la Sultana del Valle era modelo de cultura ciudadana, aunque a lo largo de su niñez y su pubertad, la ciudad le demostró lo contrario.
Atracos, asesinatos, vías en malas condiciones, intolerancia y más, acompañaron el día a día de Sebastián; un legado de malos hábitos que dejaron actividades ilegales como el narcotráfico, que crearon caos social y una economía ficticia. Y como el árbol que más frutos da es al que más piedras le tiran, no tardaron en llegar las malas gestiones administrativas, que por tres periodos seguidos convirtieron a Cali en una ciudad inhóspita y deteriorada.
Los años fueron pasando, y ciudades como Bogotá, Medellín, Pereira y Barranquilla, luego de malas rachas, parecían haber encontrado el camino hacia un mejor futuro. Pero Cali tuvo que esperar hasta el año 2008, cuando el médico cirujano Jorge Iván Ospina, alcalde electo con el récord histórico de 268.500 votos, tomó las riendas de la ciudad en decadencia que habían dejado sus predecesores, Ricardo Cobo, John Maro Rodríguez y Apolinar Salcedo, este ultimo destituido por irregularidades en la contratación del sistema de recaudo de impuestos de la ciudad.
Con Ospina a la cabeza, vino el deseo de recuperar los valores perdidos, con programas controversiales como el de Guardas Cívicos, que consistía en promover las responsabilidades del ciudadano y recuperar la memoria cívica de Cali.
Siguiendo este empujón, vuelve Rodrigo Guerrero en el 2012 y con él, de nuevo El Vivo Bobo, con el mismo protagonista, Guillermo Piedrahita, y la misma intención: acabar con los comportamientos erráticos. Apunta Sebastián que al ver el interés por retomar aquellas costumbres, entendió que la afirmación que escuchaba de niño era verídica.
En 2015, y como complemento inconsciente de las estrategias para el cambio que ya se habían tomado en la ciudad, llegó De Cali Se Habla Bien, una campaña del periódico El País, que invita al optimismo y a mirar lo bueno de lo nuestro, que nace en el marco de la celebración de los 65 años del periódico. Cada vez se recuperaba más la esperanza y se iba cumpliendo el anhelo de quienes pedían a gritos la ciudad pujante en la que un día vivieron.
Bajo el mandato de Maurice Armitage, la ciudad implementó el plan de desarrollo Cali Progresa Contigo, para continuar con el mejoramiento, de la mano de todos los caleños como autores principales en el camino hacia un futuro prometedor.
Como dicen popularmente, “si el camino es difícil es porque vas en la dirección correcta”. El término civismo se ha retomado y cada vez son más los ciudadanos que le apuestan a ceder la silla, a hacer la fila, al transporte alternativo amigable con el medio ambiente, a botar la basura en la cesta y hasta a reciclar. Es el momento para que personas como Sebastián vean y sientan a Cali como alguna vez don José Gañan lo hizo.
Volviendo a las buenas costumbres.
Destacados:
- Las nuevas generaciones han conocido una ciudad luminosa pero deteriorada y frenética, contrario a los más viejos, quienes vivieron en una Cali elegante, cívica y proactiva.
- El término civismo se ha retomado
Luisa Fer nanda López Aguilar /Wilson Albornozs
@Luilalopeza6
Junioralbornozs