ASÍ VIVIÓ CALI EL VERDADERO TERROR EN HALLOWEEN

El 2020 ha estado lleno de sorpresas y se esperaba que en Cali, la fecha del 31 de octubre, que para muchos es aterradora y para otros es pura diversión, se iba a tornar más segura, debido a las restricciones y los cuidados sanitarios que cada ciudadano debía tener para evitar posibles contagios.

Pero la ciudad se tornó muy insegura, tras distintos episodios que se vivieron entre los días 30 y 31 de octubre. Los ciudadanos imaginaban que habría toque de queda y ley seca, pero la alcaldía los descartó, quedando establecido solamente que los niños no podían salir a las calles a pedir dulces y que la celebración debía ser en casa.

Utópicos Semanal habló con Andrés Enrique Cortés, dueño de una heladería del barrio Morichal de Comfandi. Ël afirmó que “faltó mucha conciencia ciudadana, ya no le prestan atención al virus, al negocio llegaron bastantes niños con adultos mayores, pero no llegaban con implementos de bioseguridad”.

Andrés Enrique Cortés, con sus trabajadores, después de una larga jornada de trabajo.

Con respecto a la seguridad, “la autoridad, no hace nada para que las normas se cumplan, en solo 2 noches, la ciudad se volvió un caos también, por los desadaptados de las caravanas que se hicieron en esos días”, contó Cortés.

De todas maneras, este año se vivió mucha soledad en las calles, y se calcula que circuló solo 40% de quienes salieron el año pasado, lo que repercutió en la sensación de inseguridad, debido a la soledad.

Además, en las noches del 30 y el 31 de octubre, las autoridades competentes recibieron numerosas llamadas solicitando su presencia, tras incumplimientos de las normas por parte de personas que participaron en caravanas, fiestas y reuniones, lo  que representa un alto riesgo de contagio, por la ausencia de medidas de bioseguridad. Distintas unidades hicieron intervención en dichos eventos, para garantizar el orden público durante esta celebración atípica, debido a la pandemia  del COVID-19.

Barrio independencia, en soledad absoluta.

La joven, Natalia Donneys Jiménez (22 años), hizo presencia el 31 de octubre en una de esas caravanas. Ella cuenta cómo se vivió esa noche con las distintas intervenciones de la policía y el Esmad: “la idea de las caravanas no es alterar el orden público o fomentar violencia, nosotros salimos a la caravana es para compartir de manera sana, pero como por uno pagan todos, hay personas que hacen las cosas más difíciles y alteran el orden”.

Reclamó que cuando la policía, el Esmad y los guardas de tránsito llegan a intervenir en dichos actos, no lo hacen de manera pacífica, “ellos abusan de su autoridad, buscan tirar a la gente de las motos, los golpean para que se caigan, les tiran los conos y hasta pelean a golpes con todo aquel que ellos crean que está participando en la caravana”, dijo Donneys.

Aunque fue una noche larga, de mucho terror por las violencias generadas, “el balance es altamente positivo; sin embargo, se elaboraron más de 400 comparendos por comportamientos contrarios a la convivencia”, informó el general Manuel Vásquez, comandante de la Policía Metropolitana de Cali, para El País.

 Stephany Pérez

 @SheinyP

TRIKI- TRIKI HALLOWEEN: HOY NO PODEMOS SALIR

El pasado, fue quizá el Halloween más peculiar de los vividos desde que Colombia adoptó esta celebración. La costumbre, para decenas de niños, de pedir dulces de puerta en puerta con disfraces y/o máscaras al compás del “triki-triki Halloween, quiero dulces para mi”, se convirtió en una actividad hogareña, para evitar que los contagios de COVID-19 sigan en aumento.

La alcaldía hizo recomendaciones a los ciudadanos, entre ellas la restricción de fiestas y no salir a pedir dulces a la calle o a centros comerciales, para no exponer a los niños a aglomeraciones.

Para no perder la tradición, se buscaron alternativas de distracción, entre ellas actividades lúdicas, juegos didácticos y la típica repartición de dulces, esta vez, dentro del hogar; niños y adultos usaron disfraces, porque, un Halloween sin ellos carece de sentido. Las fotos en redes sociales mostraban a princesas, fantasmas, zombies, superhéroes o brujas, en convivencia con familias y amigos más cercanos.

Andrea Viviana Londoño, profesional en psicología infantil, explicó que “no celebrar Halloween, de cierto modo, podría crear una desilusión grande en la vida de los más pequeños, ya que esta es una excusa estupenda para divertirse, llevarse uno que otro susto y hacer travesuras. Por eso los niños lo adoran, sobre todo cuando tienen la oportunidad de disfrazarse y llenar su bolsa de golosinas. Una costumbre cada vez más extendida entre los padres es formar pequeños grupos con sus hijos, para que vayan por las casas del vecindario, para recibir dulces y golosinas. Así, esta fiesta se convierte en una oportunidad para que los niños socialicen con los otros pequeños del vecindario y hagan nuevos amigos”.

Asimismo, no hay que pasar por alto que otro argumento a favor de esta tradición anglosajona es que sirve para que los menores puedan dejar de lado ciertos miedos; conocer leyendas de personajes terroríficos, estar en una fiesta rodeada de motivos ‘siniestros’ o leer historias de terror, les puede llevar a darse cuenta de que los miedos a monstruos o a la oscuridad son absurdos.

  Juliana Arbeláez fue una Harley Quinn.

Ángel Eduardo Girón le comentó a Utópicos semanal que “con mis hijos seguí todas las normas propuestas. Para hacer que nuestro Halloween fuera muy divertido, hicimos Karaoke, jugamos a las escondidas e incluso hicimos una repartición de dulces, en la que los niños. en vez de tocar las puertas del vecindario, tocaban la puerta de cada habitación que hay en la casa, encontrando instantáneamente una recompensa. La pasamos muy bien, de una forma sana y segura”.

 Vanessa Moreno

@vanessaMLO

Daniela Ortiz

@Daniela_OM10