Cosiendo Sueños

A los 60 años, Martha Perdomo está cumpliendo su sueño de ser una importante diseñadora de modas. Toda su vida la dedicó a la confección y arreglo de ropa y aunque no era su anhelo, se dio cuenta de que, aparte de tener talento, era una salida económicamente viable para el sustento de sus cuatro hijos.


La elaboración de un vestido para bailarina de salsa exige precisión y creatividad, dos cualidades que tiene Martha como costurera.

Desde los 38 años de edad, Martha se convirtió en la cabeza del hogar, al fallecer su marido, Alfonso García, debido a tres impactos de bala recibidos en una riña callejera en el barrio Alfonso López.

Martha aprendió a coser desde niña gracias a las enseñanzas de su madre, Elvira Londoño, pues ella consideraba que por ser la única mujer entre cinco hijos, era necesario que tuviera claras las labores domésticas, para así “poder conseguir un buen hombre y desposarse rápido”, como se pensaba en aquel entonces. A la edad de 20 años, decidió perfeccionar su técnica en el instituto CAFOR, en el barrio Tequendama de Cali. Allí recibió su primer cartón técnico en corte, trazo y confección de prendas para dama y caballero, animándola a conseguir el título de diseñadora.

  En su taller, Martha lleva la batuta pero también trabaja en el vestuario, en su vieja máquina de coser.

Ese fue el comienzo de un proyecto que pronto vio inalcanzable, pues cuando inició su vida marital a los 24 años, su cónyuge no le permitió trabajar, y únicamente la autorizó a usar la máquina de coser para la reparación de sus prendas. Ocho meses después de la boda quedó embarazada de su primer hijo, Víctor; un año después concibió a Adriana y posteriormente a José Luis y Evelyn, lo que significó que sus planes se nublaran aún más, pues en ese momento solo tendría tiempo para sus hijos.

La trágica muerte de su esposo fue un choque muy fuerte para sus hijos, en especial para Víctor, quien en ese momento ya tenía 12 doce años. La inmensa tristeza por la pérdida de su padre lo llevó a conocer las drogas. Fue el inicio de una verdadera pesadilla para sus hermanos y Martha.

Debido al excesivo consumo de marihuana y ‘solución’ empezó a robar en su casa para poder sustentar ese hábito y en muy poco tiempo terminó en la indigencia, siendo inútiles todos los intentos de Martha por ayudarlo. Para Evelyn, la menor,  el ejemplo de Víctor, que era su figura paterna, a sus 18 años también se convirtió en habitante de la calle debido al bazuco.

Desesperada por la situación, Martha fue gastando poco a poco la pequeña herencia que le había dejado al morir su padre, Vicente Perdomo. Todo el dinero lo usó en la búsqueda de sus hijos en los barrios El Calvario, Sucre, San Bosco y más. Día y noche iba escoltada por otros habitantes del sector, que al ver su sufrimiento de madre se sensibilizaron y la ayudaron sin hacerle daño. Cuando quedó sin una sola moneda no dudo en colocar un letrero en la fachada de su casa que decía: “Clínica de ropa”.

Los materiales deben ser de la mejor calidad, pues los vestidos son sometidos a fuertes movimientos por los bailarines.

Cuatro años más tarde, un poco más tranquila después de recuperar de la calle -y casi de la muerte- a su hija Evelyn, ese letrero fue la salvación del director de una escuela de salsa, a quien la urgencia de conseguir una modista que fuese capaz de hacer vestuarios artísticos para un concurso cercano, lo llevó a tocar su puerta.

-Necesito unos vestuarios para unas niñas, mire este es el diseño ¿Usted los podría hacer?-, preguntó de Milton Rivas, director de la Fundación Artística y Cultural Barrunto.

Martha se sintió diferente cuando se sentó en su máquina de coser, ya no se sentía obligada ni orillada a coser únicamente a cambio de dinero, ahora se sentía entusiasmada, su creatividad volaba, pues debía confeccionar boleros pomposos, bodies modernos, cuelleras y hasta guantes, en telas brillantes y llamativas, ya no era los acostumbrados prenses y “entubados”. 

Le fue difícil sacar los moldes, los boleros le quedaron caídos, incluso recibió ayuda de Milton, quien en su función de director había aprendido un poco del tema al mandar a hacer vestuarios anteriormente, pero lo logro, pudo confeccionar los trajes en el tiempo exacto para el concurso, cumpliendo con su pedido y brindándole conformidad a Milton.

Desde entonces se convirtió en la mano derecha del urgido director, quien ahora la promociona con todo el gremio de escuelas de baile de Cali.

Al punto de que Martha es hoy la modista oficial de la Federación de Bailarines, Bailadores, Músicos y Afines a la Salsa, FEDESALSA, tiene a su cargo los vestuarios de 10 agrupaciones y fue incluida en el diplomado de desarrollo humano de la Universidad San Buenaventura.

También fue una de las cinco invitadas al desfile de vestuarios confeccionados por las mejores modistas de bailarines de Cali realizado por CORFECALI, siendo galardonada con una mención de honor.

                                                                    Durante todo el año se cosen y decoran los trajes que diez academias le compran a Martha

Actualmente está creando un catálogo de todas sus creaciones, pues esta mujer que ahora tiene sus dedos de las manos un poco torcidos y su espalda con una leve joroba debido al tiempo que pasa en su máquina, la misma que un día vio nublado su sueño por todos los obstáculos que la vida le puso, ahora es quien diseña, sugiere, recomienda y ayuda.

Y aunque su vida sigue sin ser perfecta, pues lleva consigo el vacío de un hijo al que un día la calle le robó, ahora emana tranquilidad, seguridad, alegría por hacer lo que le gusta y por cruzar la que ella ha denominado “la línea entre coser por obligación, y coser por amor”, pues es ella quien ahora impone la moda entre los bailarines de la ciudad.

Recuadro

“En Cali hay más de 108 escuelas de salsa, las cuales reúnen aproximadamente a 5.000 bailarines de toda la ciudad” (Fuente, El País)  http://www.elpais.com.co/elpais/cultura/noticias/pierda-festival-mundial-salsa-arranca-este-jueves

 Por: Junior Albornoz