Autor: Katherine Escobar –  José Donaldo Gutiérrez. 

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Había una vez un joven llamado Nuk, quien vivía en una aldea indígena en las montañas de

Colombia. Nuk era conocido por su sabiduría y su habilidad para comunicarse con los espíritus de la naturaleza. Un día, la aldea fue atacada por un grupo de guerreros extranjeros, que saquearon y destruyeron su hogar. Al anochecer, el padre de Nuk se dirigió a su casa, donde le expuso los peligros que corría la comunidad por el ataque de los guerreros extranjeros.

–Hijo, la comunidad está siendo atacada y diezmada, parte de la aldea se refugió en lo más alto de la montaña –le dijo su padre, desde la puerta de su casa.

– Tranquilo, padre, te prometo salvar la aldea con la sabiduría y habilidad que poseo para comunicarme con los espíritus de la naturaleza – contestó Nuk.

Desde niño, Nuk alcanzó la sabiduría espiritual. Cuando tenía siete años se encontraba al interior del bosque cazando, cuando un espíritu del bien lo visitó y le comentó que él era el elegido por la naturaleza para proteger sus secretos. Pero a cambio, se debía enfrentar a todo enemigo que atentara contra la naturaleza y su comunidad.

El joven resolvió emprender un viaje para pedir ayuda a los espíritus de la naturaleza.Durante su travesía, encontró a un viejo sabio que vivía en una cueva y que tenía la habilidad de controlar el viento. El sabio le explicó a Nuk que los guerreros extranjeros estaban siendo controlados por un espíritu maligno que habitaba en el monte más alto de la región y que no creía en la magnitud de poder que poseía ese espíritu maligno, para querer acabar con los guerreros y toda su comunidad.Nuk decidió retrasar su travesía, en la cueva donde habita el viejo sabio, para aclarar sus pensamientos e ideas acerca del espíritu que pronto debería enfrentar.

–Tengo miedo de enfrentarme a dicho espíritu esta noche- le dijo Nuk.

-No te preocupes, que de día o de noche el espíritu posee la misma energía y está en ti, que obtengas toda tu fuerza interior- contestó el viejo sabio.

El valiente guerrero decidió enfrentarse al espíritu maligno y salvar a su aldea. Ascendió hasta la cima del monte y allí se encontró con el espíritu maligno.

– Ya no tienes nada que hacer, pues tu pueblo hace parte de mi vasto imperio y hasta el momento nadie ha tenido la capacidad para enfrentarme en batalla- dijo el espíritu maligno.

– Claro que podré derrotarte, de eso no tengo duda, ya que poseo dos grandes habilidades, la bondad y la sabiduría espiritual que acompañan mi ser día y noche.

En medio de la lucha, el guerrero recordó las enseñanzas que le había brindado el espíritu de infancia, en su momento de entrenamiento interior, cuando le recalcaba que la bondad y la sabiduría son las fuerzas más poderosas del universo. En ese momento, Nuk se desmayó y el espíritu maligno gritó con furor ‘¡LO VENCÍ!’.  Pero lo que el espíritu no sabía era que de acuerdo con el poder y sabiduría espiritual que poseía el guerrero, pudo absorberlo al cambiar el color de su aura.

Después de una intensa lucha, logró derrotar al espíritu maligno y liberar a los guerreros de su control. Fue tanto el furor que sintió este espíritu al verse derrotado, que destiló su odio hacia el guerrero.

– Me has vencido esta vez, pero tu victoria no durará mucho, tenlo por seguro- dijo el espíritu.

– Por más odio que destiles hacia mí, deberás aceptar mi victoria por siempre – contestó Nuk, irradiando felicidad.  

Cuando regresó a su aldea, fue recibido como un héroe y su sabiduría y coraje fueron honrados por toda la comunidad. En su recibimiento, el padre decidió ofrecerle la protección espiritual por parte de toda la aldea.

–Hijo mío, te pido que seas nuestro mentor y guía espiritual supremo- le dijo su padre.

– No puedo, ya que para ser su guía espiritual supremo debo aprender más sobre las complejidades que abundan en nuestra naturaleza, respondió Nuk.

–Pero ¿cómo es posible, si venciste al espíritu maligno? Le pregunta el padre.

– Te propongo algo, padre, haré un viaje de autoayuda en saberes ancestrales y, aceptaré tu petición al regresar.

La razón por la que el guerrero no recibió esta gran distinción fue su lucha interior con la oscuridad que poseía el universo, por medio de los espíritus malignos que aun abundan en la naturaleza y que este juró derrotar.

Desde entonces, Nuk vivió una vida plena y en armonía con la naturaleza, y su legado inspiró a muchos jóvenes de la aldea a seguir su camino y proteger su hogar y su cultura.