Cuando escogí la materia de Periodismo Social para cursar en este semestre tenía la incertidumbre de saber cómo se desarrollaría; por chismes de pasillo sabía con antelación que iría al Centro de Formación Juvenil Buen Pastor de Cali, también era la primera vez que tendría que ver clase con la docente Olga Behar, quien es una eminencia dentro de la comunicación y el periodismo a nivel local, nacional e internacional. Tenía muchas dudas de asistir a esta clase, mi prejuicio sobre Olga es que debía ser una profe muy pesada y exigente, lo que me creaba una sensación de miedo.
El día de la primera visita, la experiencia del primer contacto con los jóvenes que están recluidos allí fue totalmente fuerte, mucha timidez, miradas pesadas por parte y parte, y un ambiente frío y de expectativa, fue lo que pude percibir en aquel día. Luego entramos en confianza y comenzamos a interactuar con los chicos, unos eran muy alegres, otros muy tímidos, siendo muy cortantes en sus respuestas cuando cada algunos de los compañeros les preguntaban sobre algo.
Con el pasar de las clases, a través de las interacciones, cada vez salían más historias y nuevas cosas por contar por parte de los jóvenes. Entre risas y chanzas, yo iba entiendo mi rol dentro de este curso, todo era muy nuevo para mí y la confrontación entre mi realidad y la realidad de ellos fue tan fuerte que me invitó a reflexionar y a ir motivado a cada uno de los encuentros con los adolescentes.
Un inconveniente que nos hizo replantear el proceso que ya llevábamos adelantado tuvo que ver con el grupo de muchachos que trabajó con nosotros, les llego un brote de varicela lo cual los hizo entrar en cuarentena marginándolos del proceso haciendo que se entorpeciera el buen desarrollo de las actividades, pero esto no impidió que siguiéramos adelante con el propósito de seguir trabajando con los chicos, inclusive en una de las sesiones tome la decisión de ingresar a la casa donde había comenzado el brote de esta enfermedad para saludarlos y saber cómo seguían después de tanto tiempo sin salir.
Para el día final del curso se organizó un evento muy simbólico pero que dejó, en estudiantes USC y adolescentes Buen Pastor una huella muy importante. Presentación musical, menciones de honor y, entre otras, ver las caras de felicidad de los familiares de estos jóvenes me hicieron entender que dentro de todo lo negativo, siempre habrá espacio para lo positivo.
Por un rato, entre el baile y la recocha hicimos olvidar a estos chicos del momento tan complejo que atraviesan y esto también los hace comprender que existe una alternativa, un camino que podrían tomar y que los haga sobreponerse a su vida antigua, haciendo que ellos se interesen por estudiar, trabajar, formar un hogar y divertirse dentro de lo bueno que les ofrece la vida.
Esta experiencia me dejó marcado, porque ignoraba totalmente que existiera un centro de formación juvenil donde los chicos permanecían recluidos por sus actividades delictivas, que este centro hace trabajos de tipo social, psicológico y de acompañamiento para que los jóvenes comprendan la magnitud de sus errores y entren en conciencia para resocializarse y no reincidir.
Como comunicadores, es importante seguir en el camino de ayudarles a estos chicos y sentir el espíritu de ayudar a los que más lo necesiten, desde la comunicación. Particularmente, me quedan las ganas de seguir apoyando estas causas, es satisfactorio ser parte de un grupo de ciudadanos que aportan un granito de arena que puede contribuir al mejoramiento de nuestra sociedad.
Por: Jerry Mitchell
@chocojerry