Lo que pasaba por su mente antes de levantar (cabeza fría) se alineó con lo que sintió su corazón después de coronar (calor en el pecho). La gloria llegó separando la emoción de la concentración, siendo cada una indispensable en su tiempo correcto.

Sello de Oro en su carta de presentación.

Oscar Figueroa, único varón de oro olímpico en Colombia, es un ejemplo de superación y gallardía. Después de 3 Juegos Olímpicos (Atenas 2004, Beijing 2008, Londres 2012) donde se había destacado, conquistó la medalla dorada en Río 2016. Un galardón a su perseverancia, fortaleza y nobleza que dejó salir al escuchar el júbilo inmortal.

Los segundos en que Colombia fue primero representaron la alarma que nos invita a un nuevo amanecer: ya no basta con soñar, nuestros guerreros abren pista para enseñarnos a vencer. Y en ese instante, cuando los más niños se emocionaban y los mayores no la creían, Oscar Figueroa lloraba de la emoción al abrazar la gloria y recapitular, en minutos, años de su historia.

Una avalancha de emociones acogió al campeón: “Se me vinieron recuerdos de todos mis 33 años de vida”, desde su inicio en el deporte hasta la lesión que casi lo deja parapléjico; un capítulo dramático que comprometió su columna y a su vez la hizo más fuerte, pues gracias a esta prueba pulió un carácter inexpugnable.

Del fuego sale el oro, y fue la presión que pesaba sobre sus hombros lo que lo transformó en leyenda. Con una perspectiva distinta, aprovechó la turbulencia para sacar al ruedo su valiente esencia: el peso que causa la perseverancia que muchos no pueden llevar, él lo hizo suyo hasta que ésta en Río le sonrió.

La emoción de aquella proeza lo empujó a quitarse los zapatos, que hoy reposan en el Museo Olímpico Laussane, siendo el primer colombiano en aquel selecto salón de la fama. Esta acción fue recibida en el mundo como un retiro del campeón, pero cuenta él: “Pienso descansar dos años para prepararme de cara a Tokio 2020”.

Pero mientras llega ese momento, desea culminar su carrera Administración de Empresas en la Universidad Santiago de Cali y sacar adelante proyectos sociales, dado que además de pesista es altruista; y es quizá ese emprendimiento y afán de ayudar sin esperar nada a cambio, que la vida le factura con cada sonrisa que le colorea su futuro.

Selfie dorada. 

Hoy disfruta su momento pero no descuida el lápiz con que escribe la historia. Figueroa es un guerrero que ya demostró que la edad es un número y que ningún sueño es utópico. Un hombre que no se conforma, su hambre no acaba y nos enseñó que a la cumbre se llega superando pruebas. Al punto le puso coma y su legado seguirá vigente: reafirmando sus lomos para conquistar nuevas cimas.

Por: VJ

  @vjrecreo